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Capítulo 39

✵ꕥ Cassandra Mueller –

Desperté con la luz entrando por las cortinas de mi habitación en el hotel, y el sonido de una alarma sonando.

Podría parecer la peor manera de despertar. Pero también tenía un brazo alrededor de mi cuerpo, atrayéndome hacia él. Sonreí mientras dejaba un beso en su cuello.

— Buenos días, ricitos. — Murmuré mientras el abría sus ojos, sonriendo.

— Definitivamente son unos buenos días.

Me reí mientras me movía, para levantarme de la cama. — Despierta, hoy tienes prácticas.

Se quejó. — No quiero ir, me quiero quedar en la cama, contigo.

— Pareces un niño, Lando. — Dije divertida. — Anda, despierta.

— ¿Vamos a desayunar? — Me preguntó.

Mordí mi labio. — Yo... Mejor mañana, le prometí a Vienna que comería con ella.

El solo asintió mientras se levantaba. — ¿Ducha? — Me preguntó con sus manos en mi cintura, acercándome para poder besarme.

Negué. — Zak ya está suficientemente enojado porque llegaras tarde ayer, así que hoy, tu te vas a alistar y llegar a tiempo.

El castaño hizo un puchero al escucharme, mientras me acercaba y dejaba un pequeño beso en mis labios.

Lo alejé antes de que pudiera hacer nada más, mientras me dirigía a mi maleta, para buscar que ponerme hoy. Lando se metió al baño para empezar a prepararse.

Cuando salió, me miraba con una sonrisa. — ¿Hasta cuando te quedarás en Abu Dhabi?

— El lunes sale mi vuelo hacia Oxford. ¿Y tú?

Él frunció los labios. — Me tengo que quedar un par de días más, por cosas de prensa y del equipo. Luego tendré un par de días libres, antes de la gala de final de temporada, y entonces por fin estaré de vacaciones.

Me reí. — Suena fantástico. ¿Cuáles son tus planes?

El mordió su labio, acercándose a mí, aún con una toalla envuelta en su cintura y su torso desnudo. Su cabello, que chorreaba gotas de agua lo hacia ver mil veces mejor.

— Había pensado, que quizás, si tu quieres, ¿Podríamos viajar a algún lado? Tu y yo.

Lo miré sorprendida, ya que no esperaba que me incluyera en sus planes. Aún no habíamos hablado de que pasaría luego del fin de semana, ninguno había sacado el tema y yo no me sentía lista para escuchar que quizás todo acabaría cuando acabara su carrera. Estaba asustada.

Pero que me tomara en cuenta, que quisiera pasar tiempo conmigo me hizo sonreír, encantada.

— Me parece una gran idea... ¿Quizás para año nuevo? Tengo una semana de vacaciones en la universidad. No puedo seguir faltando a clases.

El asintió. — Perfecto. Yo organizaré el viaje.

— ¿A dónde iremos?

Se encogió de hombros mientras se alejaba para poder empezar a cambiarse. — Es una sorpresa.

— Tienes que darme al menos una pista, unos días antes. Para saber que empacar.

El soltó una carcajada y asintió con la cabeza. — Lo haré. Ahora debo irme. ¿Te veré en el paddock?

Asentí. — Ahí estaré.

Se acercó y me beso, de forma lenta y cariñosa, por unos segundos. Al alejarse dejo un beso en mi frente y salió por la puerta, sin dejar de sonreírme.

Joder.

¿En qué momento había caído tan fuerte?

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

Vienna tocó mi puerta cuando salía de ducharme. La abrí con una sonrisa y la deje entrara, mientras empezaba a vestirme con lo que usaría hoy.

— ¿Todo bien?

Ella bufó. — Todo mal.

— ¿Que pasó? — Pregunté confundida.

— ¿Crees que soy una zorra? — Me preguntó directamente y yo la miré, sorprendida.

— ¿De qué hablas?

— Ya sé que no siempre he esperado mucho tiempo para tener sexo con los chicos. Pero no por eso significa que... ¿Verdad?

La miré preocupada, mientras me acercaba a ella y ponía mi mano en su hombro. — ¿Que pasó?

— ¿Como te tomarías que un chico pase la noche contigo, y que cuando despiertes ya no esté, pero te haya dejado dinero?

— Oh, Vee. — La abracé, con fuerza, tratando de descubrir como hacerla sentir mejor.

— Pierre tenía razón. Todos los pilotos son unos idiotas. — Murmuró.

Me alejé, sorprendida. — Espera. ¿Charles?

Ella asintió, sin si quiera mirarme.

No lo podía creer.

— Me va a escuchar. — Dije enojada, lista para salir por la puerta en su búsqueda. Pero Vienna me detuvo.

— No vale la pena. Ya está. — Se encogió de hombros.

Suspiré, aceptando no hacer nada. — Podemos no ir al paddock si quieres, podemos regresar ahora mismo a Oxford. — Le dije segura, haría cualquier cosa por ella.

Ella negó. — Por supuesto que no. Vinimos aquí para ver la carrera. Aparte tienes un sexi piloto esperando que vayas a verlo.

Sonreí ante la simple mención de Lando, causando que mi amiga soltara una carcajada.

— Joder, de verdad te gusta, ¿No?

Asentí, ya no tenia sentido negarlo. — Hoy me dijo de viajar durante mis vacaciones, por año nuevo.

Vienna soltó un gritito de emoción. — Al fin tienes un novio que si vale la pena.

— ¡Oye! — Golpeé su brazo suavemente. — Y no es mi novio.

— Aún.

Puse los ojos en blanco, aunque trate de esconder una sonrisa. No quería ilusionarme por nada, quizás Lando no buscaba una relación. Pero la idea de poder llamarlo mi novio...

— ¿Desayunaste? — Preguntó la pelinegra, sacándome de mis pensamientos.

Negué. — No tengo demasiada hambre hoy.

Ella asintió. — Anda, vamos. Buscaremos algo que puedas comer.

Le sonreí, agradecida de tenerla. No sé qué haría sin ella.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

En cuanto llegamos al Paddock, tuvimos que caminar el doble, solo para evadir los boxes de Ferrari, ya que Vienna se negaba a pasar si quiera cerca de cualquier cosa relacionada con la escudería roja.

Llegamos al box de McLaren, y Oscar fue el primero en vernos y acercarse.

— Llegaron. — Comentó feliz mientras no saludaba a ambas con un beso en la mejilla.

Se alejó y vi como llamaba con su mano a una linda castaña, que se acercó algo nerviosa.

— Cass, Vee. — Nos habló, mientras tomaba a la chica por la cintura. — Ella es Lily, mi novia.

Ambas sonreímos ante la presentación y saludamos animadas a la castaña.

— Eres más linda en persona. — Dije con una sonrisa, recordaba haberla visto algunas pocas veces en televisión durante las carreras. No solía estar mucho por el paddock.

Ella sonrió también. — Es un gusto conocerlas, Oscar me habló mucho de ti, Cass.

Me reí mientras seguíamos conversando. Aunque de un momento a otro, la sonrisa de Oscar cambio de una relajada a una divertida, mirando detrás de mi.

Me giré para encontrar a Lando detrás nuestro, que se acercaba de forma lenta, algo nervioso.

Sonreí con ternura mientras me acercaba a él. Viendo cómo sonreía al tenerme cerca.

— Hola, ricitos.

— Hola, rayito. — Me contestó y dejó un beso en mi mejilla, aprovechando para susurrar en mi oído. — Nunca hablamos de esto, pero me estoy muriendo por besarte.

Reí.

Era cierto. No habíamos hablado de como nos comportaríamos delante de los demás, muchos menos en el paddock donde habían tantas personas. Era complicado cuando ni si quiera habíamos hablado de que éramos realmente.

Pero recordé uno de los consejos que me dio Vienna hoy, mientras desayunábamos.

"No pierdas el tiempo preguntando, solo disfruta y mira que pasa"

Con una sonrisa asentí, para murmurarle en respuesta. — ¿Y que esperas?

Él me miró sorprendido, aunque no tardo más de dos segundos en tomarme por la cintura y unir sus labios con los míos.

Me olvidé de todo.

Olvide a nuestros amigos. A todas las personas que trabajaban en el garaje.

Solo éramos Lando y yo. Besándonos. Con sus manos sobre mí, y las mías sobre él, alrededor de su cuello.

Cuando se alejó pocos segundos después, su sonrisa era incluso mas grande.

— Quisiera fingir que no vi eso. — La voz de Oscar detrás nuestro me hizo mirarlo, para luego soltar una carcajada.

— Perdón por no habértelo contado...

El sonrió, quitándole importancia. — Si quieres hoy vamos por helado y...

Lando me abrazo por la espalda, juntando sus brazos en mi pecho y apoyando su mentón en mi hombro. — No. No hay más helado de mi chica para ti, Piastri.

Mi chica.

Acababa de decir mi chica.

Quería gritar y saltar emocionada. Y parece que Vienna se dio cuenta, porque me sonrió de manera cómplice, mientras Oscar se quejaba y Lily se reía de el, para luego dejar un casto beso en sus labios, que lo hizo sonreír.

Ambos se veían felices el uno con el otro.

¿Así nos veíamos Lando y yo?

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

Las prácticas libres acabaron, en la primera Lando no había corrido, ya que uno de los pilotos de Fórmula 2, Patricio O'Ward había ocupado su lugar, como había pasado con otras escuderías. Por lo que había estado conmigo durante un rato, mostrándome el garaje, yo lo dejé darme el recorrido, incluso si Oscar ya lo había hecho, la emoción en sus ojos valía la pena.

No me había perdido la mueca de disgusto cuando me vio ponerme una gorra de Red Bull, lo que me hizo soltar una carcajada.

Habíamos pasado la primera práctica paseando por el box, me había presentado a su ingeniero, su entrenador y otras personas importantes. Todos habían sido muy amables y habían sonreído complacidos cuando Lando pasaba su brazo por mi cintura o entrelazaba nuestras manos.

En la segunda práctica le fue genial, quedo P2, por lo que estaba contento.

En cuanto había bajado de la monoplaza se había acercado a mi para darme un corto beso, antes de ir con sus ingenieros para la reunion del equipo.

Vienna había estado en el garaje conmigo todo el día. No habíamos visto a Cisca, lo cual me pareció extraño, pero cuando le pregunté a Lando, el solo se encogió de hombros.

— Iremos por algo de comer antes de volver al hotel. ¿Vienen? — Nos preguntó Lando a mi y a Vienna cuando salió de la reunión de McLaren.

— Lily y yo iremos. Deberían venir. — Agregó Oscar, que estaba listo para irse.

Mire a Vienna, preguntándole que quería hacer.

— ¿Quienes van? — Preguntó ella directamente.

Lando fue quien le respondió. — Max, Daniel, George... No sé si Lewis ira. Y Carlos y Charles.

Vienna negó en cuanto escucho el nombre del piloto de Ferrari. — Yo me voy al hotel, pero gracias.

— Vee... — Traté de convencerla pero ella negó.

— Lo siento Cass. — Habló de forma baja, para que solo yo escuchara. — Se que me necesitas cuando...

— Está bien. Lo entiendo, solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

Ella sonrió de forma suave. — Todo bien.

Suspiré sin creerle, pero asentí con la cabeza.

— ¿Podemos llevarla al hotel antes? — Le pregunté a Lando que asintió con la cabeza.

— Por supuesto. Vámonos.

El camino hacia el hotel fue silencioso, solo con la música como ruido de fondo. Trataba de mirar a Vienna que estaba sentada en el asiento de atrás, pero ella solo miraba por la ventana.

En cuanto llegamos, se bajó rápidamente, y se acerco a mi ventana antes de entrar.

— Tu puedes, Cass.

Sonreí. — Lo sé.

Aún así estaba agradecida por escucharla decírmelo.

La pelinegra entró al hotel, y Lando aceleró.

— ¿Está bien? — Me preguntó segundos después.

— Lo estará. — Respondí en cambio. Sabía que no era mi tema como para poder contárselo a Lando. Y ni si quiera yo sabia toda la historia, era obvio que algo había pasado con Charles, para que a ella le afectara tanto lo que hizo.

Sino, simplemente se hubiera enojado. Pero no habría estado triste, o decepcionada por lo sucedido.

Supuse que me lo contaría cuando estuviera lista.

— ¿Y tú? — Preguntó entonces.

Lo mire, y pude ver la preocupación en sus ojos. Amaba eso de él, siempre podía preocuparse, pero nunca, ni una sola vez, había visto lástima en sus ojos cuando me miraba. No quería que eso cambiara.

Así que asentí con mi cabeza.

— Por supuesto. — Le sonreí.

El siguió conduciendo, sin insistir. En cuanto llegamos al restaurante, me sorprendí de ver a Cisca con George, supuse que si había estado en las practicas, solo que no en el garaje de McLaren.

Mientras nos acercábamos, mi mano se separo de la de Lando. Que me miró confundido.

— Creo que deberíamos decirle a Cisca primero...

El sonrió. — Tienes razón, le diré ahora y-

— No, Lando. Se lo tienes que decir en privado, ¿O debería hacerlo yo?

— Ey, relájate. Cisca estará feliz por... ya sabes. Nosotros.

Trague saliva. Era la primera vez que se refería a lo que fuera que sea esto como un "nosotros". Y se sentía bien.

Sonreí. — Bien. Pero hasta que lo sepa, mantente a dos metros, Norris.

Se rió. — Justo ahora estas siendo un rayo de tormenta.

Me reí también y me acerque a la mesa, saludando a todos. Aunque cuando llegue a Charles, solo le di una mirada seria antes de sentarme en una de las sillas vacías.

Lando no me escuchó, y se sentó junto a mí.

Trate de ignorarlo mientras leía el menú, trate de ignorar a todos los pilotos en la mesa, que hablaban entre ellos.

Nadie me estaba mirando. Nadie me estaba juzgando.

Estaba bien.

— ¿Qué pedirás? — Preguntó Oscar, que estaba sentado a mi otro lado.

Trague saliva. — Yo... — Aclaré mi garganta. — No lo sé, la verdad es que no tengo mucha hambre.

Suspiré frustrada ante mis palabras.

Tu puedes Cass. No es para tanto.

— Quizás una ensalada. — Respondí luego y el asintió con la cabeza.

— Lamento llegar tarde. — Dijo una voz, mientras el piloto de Alpha Tauri se acercaba sonriente.

Sabía quien era. Pero no lo conocía en persona aún.

Lando y Max fueron los primeros en levantarse y saludarlo.

— Daniel, ella es Cassandra, mi... — Se quedó callado. — Nuestra amiga.

Pude ver como Pierre sonreía alegre, al igual que Oscar, que trataba de contener la risa.

Yo me levante para saludar al australiano.

— Un gusto, Cass.

— Lo mismo digo. — Dejó un beso en mi mejilla y se sentó junto a Max.

— Bueno, pidamos. — Comentó Carlos y todos empezaron a pedir su comida, causando un nudó en mi estómago.

Antes de que el mesero pudiera preguntarme que pediría, me levanté de mi silla, causando que Lando y Oscar me miraran preocupados.

— Lo siento, ahora vuelvo. — Dije y caminé de forma apresurada hacia el baño del hotel.

En cuanto llegué, mis manos se apoyaron en el lavabo, mirando mi reflejo en el espejo. Respiré de forma agitada, tratando de calmarme.

Nadie me estaba mirando. Nadie me estaba juzgando.

Estaba bien.

Necesitaba calmarme, poner mis pensamientos en orden y volver ahí. Necesitaba superarlo, porque me negaba a volver a eso.

Me negaba.

Me tardé unos minutos más, pero al final salí del baño, con una sonrisa relajada. Llegué a la mesa, donde todos me miraban preocupados. Odié ver la preocupación en sus ojos.

No la quería.

Estaba bien.

Pedí la ensalada que había decidido, junto con un vaso de agua, y conversé con los chicos como si nada hubiera pasado.

Eso es Cass.

Eres buena fingiendo. Siempre lo haz sido.

No.

No estaba fingiendo. Estaba bien.

Me sentía demasiado... demasiado. Todo se sentía demasiado. Las risas de los chicos resonaban con fuerza en mis oídos, el olor de la comida inundaba mis fosas nasales y la tela del mantel chocaba con mis piernas.

Quería salir de aquí. Quería estar sola y en silencio.

Una mano en mi muslo hizo que desviara la atención de mi plato, que miraba fijamente, casi intacto.

— Vámonos. — Murmuró Lando junto a mí.

Lo miré confundida. — Aún no hemos terminado de comer...

— Vámonos. Ven. — Se levantó sin importarle nada y extendió su mano para que yo la tomara. — Nosotros tenemos que irnos, lo siento chicos. — Les sonrió de forma tranquila, y ellos aunque se preocuparon asintieron. — Cis, ¿Te vas con George?

Su hermana asintió, intercambiando miradas entre ambos, de forma curiosa.

Me apresuré a levantarme, aunque sin tomar la mano que Lando me ofrecía; y caminé por delante de él, desesperada por alejarme del restaurante.

En cuanto llegué al auto de Lando, entré y suspiré mientras cerraba mis ojos, disfrutando del silencio. Lando entró segundos después, aunque no dijo nada, supuse que estaba esperando a que yo hablara primero.

— Lo siento, no era mi intención arruinar la comida con los chicos.

Él me miró. — Cass, no arruinaste nada.

Fruncí los labios. — Tú te estabas divirtiendo y querías estar con ellos y-

— Yo quiero estar contigo. — Dijo y desvió su mirada por un segundo. — Tú eres con quien quiero estar, y si no estás cómoda en un lugar, entonces nos vamos. Que tú te sientas bien cuando estás a mi alrededor es lo más importante para mí. ¿Entiendes?

Solo necesité escuchar esas palabras para derramar algunas lágrimas. Lando me tomó por la cintura y me atrajo hacia él, sentándome en su regazo en el asiento del conductor. Me abrazó con suavidad, como si tuviera miedo de romperme. Me abrazó y acarició mi cabello, mientras dejaba besos en mi clavícula.

— Siempre que lo necesites estaré aquí para correr contigo, ¿Bien?

Yo asentí, creyéndole.

Quizás después de todo, ya no estoy tan sola.

Sabía que Lando se merecía una explicación, y también sabía que estaba esperando a que yo se la diera, demasiado nervioso por preguntar.

Pero no podía hacerlo. Aún no.

— Ricitos... — Suspiré y coloqué mi cabeza en su hombro. — Sé que quieres saber, y sé que te lo mereces, no es que no confié en ti, lo prometo. Solo... solo necesito algo de tiempo para poder-

— Lo entiendo, Cass. Tómate el tiempo que necesites, no iré a ningún lado. — Sonreí, aunque el me miró, esta vez de forma más seria. — Pero, escucha, si es algo serio, algo que sabes que no puedes afrontar sola, porfavor háblame, rayito. No te estoy pidiendo que me lo cuentes, pero podemos buscar ayuda juntos, ¿Bien?

Asentí. Sabía que sus palabras eran sinceras, y me alegraba saber que contaba con él.

— Es solo un mal día.

Dejó un beso en mi frente. — Está bien rayito. — Me sonrió y yo me alejé para volver a mi asiento. — ¿Quieres volver al hotel?

— No aún. — Admití. — Pero tampoco tengo ninguna idea de a dónde ir.

El sonrió. — Yo tampoco... Solo conduciré, ¿Bien?

Estuve de acuerdo y Lando empezó a manejar. Mi mirada fue hacia mi ventana, admirando la gran ciudad, llena de edificios altos y lujosos. Lando manejó sin una dirección en concreto, solo ayudándome a despejar mi mente.

En algún momento, el cansancio del día me cobró factura, y me quedé dormida.

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Feliz navidad!! Ojalá lo estén pasando muy bien, les mando muchos buenos deseos. Mi pequeño regalo para ustedes :)

Espero que les guste y gracias por leer!! No olviden votar y comentar para que la historia llegué a más personas, así como seguir las redes del libro <3

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