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Capítulo 30

✵༄ Lando Norris – 

Al poco rato, Vienna, la amiga de Cassandra, regresó a la mesa, aunque se notaba que estaba molesta.

— ¿Qué sucede? — Le preguntó Charles.

Ella lo miró sorprendida, como si no esperara que alguien notara que estaba molesta o triste. Ella solo se encogió de hombros. — Solo recuerdos. — Suspiró cuando su teléfono sonó de nuevo. — Lo siento, un amigo vendría y ya debe de haber llegado. — Trató de sonreírnos mientras se levantaba para irse, y no me perdí como Charles la seguía de inmediato.

— ¿Piensan que es mala? — Preguntó Oscar algo confundido.

Pierre se encogió de hombros. — Pienso que tiene historia con Cass, y que ambas están ocultando algo... Pero en algún momento fueron amigas, así que no creo que sea una mala persona.

Oscar asintió. — Charles está completamente ensimismado, ¿No?

Todos reímos y algunos asintieron con la cabeza.

— ¿Qué creen que haya pasado? — Pregunté yo esta vez, con la esperanza de que quizás alguien supiera algo, pero todos se encogieron de hombros.

Una risa detrás de mí me desconcentró, y cuando me giré, pude ver al australiano detrás de mí.

— Ya llegó el alma de la fiesta. — Proclamó feliz, causando que me levantara a abrazarlo, al igual que Max.

— Pensé que no vendrías. — Comentó el neerlandés con una sonrisa.

— ¿Y perderme la celebración en Las Vegas? Llevo esperando esta carrera todo el año. — Hizo una mueca al recordar lo que había sucedido a lo largo de su temporada, había sido algo desafortunada, pero ahora estaba aquí, y eso es lo que importaba.

— ¿Qué hay de nuevo? — Preguntó Daniel mientras se sentaba.

— Charles tiene un flechazo en una chica que no le da ni la hora. — Comentó burlándose Carlos.

Todos reímos de nuevo, aunque Daniel se veía realmente curioso. — ¿Te refieres a la pelinegra con la que lo ví besándose abajo, en la pista de baile?

Todos parecíamos sorprendidos.

— Joder. — La voz de Pierre llamó mi atención, mientras sacaba dinero de su billetera y se lo tendía a Max.

— ¿Apostaron? — Pregunté divertido, a lo que ambos asintieron.

Y Max sonrió con sarcasmo. — Yo dije que Charles tenía mejor suerte que tú.

Pierre negó con la cabeza. — Te tenía fé amigo.

Me reí algo nervioso. — No sé de que están hablando. — Pero antes de que alguien pudiera responder, un mensaje llamó mi atención, aunque no fue para mí, sino para el piloto a mi costado.

Disimuladamente alcancé a leer lo que decía, era un mensaje de Instagram.

"Me voy ya al hotel, ¿Vienes?"

¿Por qué Cassandra le escribía a Max?

Ví como él se levantaba sonriendo. — Bueno, yo ya me voy, lo siento.

— ¿Tan pronto? — Le preguntó Daniel, confundido.

— Si, tengo... Estoy muy cansado, perdón chicos, nos vemos. — Se despidió y se fue antes de que alguien pudiera preguntar nada más.

Aunque mi ceño fruncido no pasó desapercibido por ninguno, antes de que pudiera evitarlo, me levanté con la intención de seguir el neerlandés y ver que estaba sucediendo.

Pero mientras caminaba entre la gente, el amigo de Cass, del que ni si quiera recordaba el nombre, llamó mi atención.

Estaba en la barra, bebiendo sin control, y Vienna no parecía estar cerca. Si no recordaba mal, la rubia había dicho que era su ex novio.

Me acerqué con cautela y me senté a su lado, sonriéndole.

— Isaac, ¿No?

El chico me miró confundido, era obvio que estaba ebrio, y tenía un golpe en su mejilla derecha, que mañana en definitivo estaría morada. — Eres uno de los amigos de Cass.

Asentí. No estaba del todo equivocado. Tampoco del todo correcto.

— Deberías alejarte, antes de que te joda como a todos.

Sus palabras me hicieron mirarlo sorprendido. — ¿A que te refieres?

Él se rió con sarcasmo. — No me tomes a mal, yo la amé, la amaba de verdad... Pero nunca fui tan especial como Nick. — Se encogió de hombros mientras yo fruncía el ceño al escuchar ese nombre otra vez. — Estuve ahí todo el tiempo, ¿Sabes? Durante sus idas y venidas del hospital, durante sus crisis. Pero nunca sería como Nick, por mucho que intentara. — Suspiró mientras bebía un último trago de su bebida. — Y luego el se fue, y ella desapareció, solo nos dejó, sin importarle nada. — Se encogió de hombros.

Me alejé en cuanto vi como Vienna se acercaba, arreglando su vestido.

La conversación con Isaac solo me había dejado más confundido, seguía sin saber quien carajos era Nick, y porque parecía tener tanto impacto en la vida de Cassandra.

Aparte, ¿Qué era eso de las idas y venidas del hospital? ¿Cass estaba enferma?

No entendía nada, y quería respuestas.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

Cuando llegué al hotel, me apresuré a tomar el ascensor. No estaba pensando de forma consciente todo lo que estaba haciendo, solo me estaba dejando llevar por mis instintos. Quería verla, mi cuerpo pedía a gritos que estuviera cerca de ella, y quería entender, quería entender todo lo que parecía ser un misterio.

En cuanto llegué a su puerta, los nervios se apoderaron de mí, así como la inseguridad, ¿Qué haría si Max estaba con ella? ¿Qué haría si estaba sola?

Había pensado tanto en llegar aquí, que no había evaluado todas las posibilidades.

Pero ya era demasiado tarde. Toqué la puerta y segundos después la rubia me abrió, se veía cansada. Exhausta.

Entré sin esperar una invitación y busqué cualquier ratro del piloto de Red Bull en la habitación, aliviado cuando no encontré nada. No se me pasó desapercibido que estaba empacando, y el nudo en mi garganta ante la idea de tenerla lejos de nuevo me molestó.

— Me debes algo. — Mencioné refiriéndome al pequeño trato que habíamos hecho horas antes. Noté como me miraba confundida, sin recordar a que me refería. — Las motocicletas, dijiste que si lo hacía podía pedir lo que quisiera. ¿Recuerdas?

— Oh, cierto. — Sonrió mientras mordía su labio. — ¿Qué pedirás?

Por un momento, mi mente viajó a todas las cosas que podría pedir, una en particular.

Pero la curiosidad era más grande.

— Quiero una respuesta, a una pregunta. — Dije seguro y noté como fruncía el ceño.

— Algo aburrido, pero bien, dispara.

— ¿Quién es Nick? — La miré con atención, esperando por su reacción.

Y no tardó en llegar, me miró de forma intensa y el dolor cubrió sus facciones como sucedía cada vez que alguien mencionaba ese nombre. Estaba asustada, y cuando dí un paso hacia adelante, tratando de acercarme a ella, ella retrocedió.

— Eso... No es de tu incumbencia. — Respondió mientras respiraba de forma agitada.

Quería insistir, quería seguir preguntando.

Pero no lo hice.

Porque luego de esa mañana en el hotel de Silverstone, cuando me había asustado pensando que moriría, había investigado. Había incluso preguntado con uno de los psicólogos de McLaren, y había aprendido todo lo que pudiera sobre los ataques de pánico.

Cómo identificarlos, prevenirlos y como ayudar a alguien que esta pasando por uno.

Quería estar listo por si le volvía a pasar. Quería poder ayudarla.

Y mientras notaba como su respiración se aceleraba cada vez más. Me dí cuenta que mi pregunta había causado pánico en ella.

— Respira, Cass. Esta bien, olvida que pregunté. No tienes que decírmelo, lo prometo. Todo esta bien. — Cuando escuchó mis palabras, me permitió acercarme.

Mis pasos eran lentos, tratando de no alterarla, hasta que llegué a ella y la abracé.

Se aferró a mí con fuerza, como si tuviera miedo de que me desvaneciera.

No te preocupes, Cass. No desapareceré. Me quedaría por siempre a tu lado.

Mierda.

Quizás ya venía siendo hora de que lo aceptara.

Algunos minutos depsués, pude notar como su respiración se calmaba contra mi pecho. Me alejé un poco y limpié con mi pulgar las lágrimas que empapaban sus mejillas.

— No llores, rayito. — Bromeé y ella sonrió ante el tonto apodo.

— Lo siento, es solo que yo... No puedo contestar eso.

Asentí. — Esta bien, no tienes que hacerlo.

— ¿Por qué rayito?

Me quedé pensando como explicarlo. — Bueno, conmigo siempre fuiste una tormenta, Cass. Desde el primer día. Pero con los chicos, eres como un rayo de sol, divertida y amable. — Me encogí de hombros. — Sea como sea, sigue siendo un rayo.

Ella se rió por mi explicación, después de todo, era un poco estúpida. — Me gusta.

— A mi me gustas tú.

No lo pensé.

Solo lo dije.

Sin querer.

Y ahora no podía arrepentirme.

Vi como su mirada pasó a ser una de sorpresa, pero no se había alejado.

Eso era bueno, ¿No?

No se había alejado.

— Eres un idiota. Y no me conoces. — Dijo en cambio.

— Bueno, me gusta lo que conozco, y me gustaría conocer lo demás. — Susurré.

Ella se quedó en silencio, no me respondió, pero sin soltar mi mano, que había tomado en algún momento, se dirigió a su cama. Ninguno de los dos se había cambiado, pero no refuté cuando ella se metió bajo las sábanas, solo me recosté a su lado.

La rubia no tardó en acercarse y abrazarme. Apoyando su cabeza en mi pecho.

— Mañana hablaremos de esto. No tengo la energía para hacerlo hoy, ricitos.

Me reí ante el apodo y asentí, dejando un beso en su cabello. — Descansa. Estaré aquí por la mañana.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

Despertar con Cassandra sobre mí tendría que ser considerado una maravilla.

Incluso con su cabello hecho un desastre, y los pequeños suspiros que salían de sus labios entreabiertos, se veía perfecta. Y se veía hermosa, y angelical, tan tranquila y en paz...

Había dormido horas después que ella, la había estado observando, sintiendo como su pecho subía y bajaba sobre el mío, pensando en lo que había dicho, si había sido lo correcto.

Tampoco podía quitarme de la cabeza todas las dudas que tenía. Sabía que no podría vovler a preguntar, luego de ver su reacción anoche, no quería volver a hacerlo. Pero eso no hacía que mi curiosidad se desvaneciera.

Con cuidado de no despertarla, tomé mi teléfono y pedí servicio a la habitación, para que trajeran el desayuno.

Media hora después, me levanté con cuidado para abrir la puerta y recibir la comida. Aunque al parecer no fui tan cuidadoso, ya que cuando volví a la habitación, la encontré sentada en la cama, mirándome fijamente.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó confundida.

Oh. — Yo... Vine anoche, casi tuviste un ataque de pánico y me quedé contigo.

— Oh. Lo siento por eso, no lo recuerdo... A veces pasa, había bebido un poco anoche, y con lo del ataque. — Se encogió de hombros. — ¿Pediste el desayuno? — Preguntó encantada mientras miraba la comida.

— Si, lo dejaré y me iré. — Dije acercándome por mi teléfono.

Frunció del ceño. — Pero yo quiero que te quedes.

Creo que por primera vez, sentí las famosas mariposas en el estómago.

Quería que me quedara. Y mi sonrisa no cabía en mi rostro.

— Claro, si. Bien.

Ella se rió y se levantó para ir al baño. Se demoró algunos minutos y cuando salió, se veía algo más despierta, se acercó a la cama y tomó un bowl de frutas.

Estaba comiendo con una sonrisa, la cuál yo admiraba. Cuando de la nada dejó de comer. Se quedó en silencio y luego me miró.

Mierda.

— ¿Preguntaste quien era Nick?

Tragué saliva. — Yo... Si, pero como te dije ayer, no tienes que responder, y

— Creo que deberías irte, Lando. — Dijo sin mirarme.

— Cass...

— No deberías estar aquí.

Suspiré, frustrado y dolido. Mientras me levantaba de la cama y tomaba mi teléfono.

Ella no me miró, solo miraba su bowl de frutas en silencio, aunque pude ver como una lágrima caía por su mejilla, y quise poder limpiarla con cuidado, como había hecho la noche anterior.

Con una última mirada me dirigí a la puerta.

— Cass... — Intenté una última vez.

— Porfavor.

Cerré los ojos con fuerza, quería golpear algo. Abrí la puerta y salí sin decir nada más, por mucho que quisiera quedarme, ella no me quería ahí.

¿Por qué todo se iba a la mierda cuando yo admitía lo que sentía?

Ya lo acepté. Y ahora no hay vuelta atrás.

Sentía como si acabara de perder algo que nunca tuve.

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

Aaaaa lo acepto lo acepto, celebremos.

Espero a les haya gustado. Gracias por leer!! 

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