Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29

 ✵ꕥ Cassandra Mueller –

Mientras me ponía el casco de seguridad, podía sentir la adrenalina recorriendo mis venas. Nunca podría cansarme de esta sensación, eran esos segundos entre la vida y la muerte, cuando yo me sentía más viva.

A mi lado, Lando parecía estar a punto de desmayarse del susto, lo cuál me hizo reír.

— No es para tanto, tú solo sígueme.

El tragó saliva pero terminó por asentir.

— Sí sabes cómo encenderla, ¿No? — Pregunté burlándome un poco, a lo que él se indignó.

— Claro que sé como encenderla.

— Bien, vámonos, que luego tenemos que irnos de fiesta.

Sonreí emocionada, y antes de arrancar revisé mi teléfono, que sonó con una notificación de mensaje.

Vienna: Mi padre y el tuyo quieren que estemos juntas, ¿En dónde estás?

Vienna: Sabes que me iría a cualquier otro lugar, pero lo descubrirían.

Suspiré frustrada antes de apagar el teléfono, no quería responderle ahora, quería disfrutar de esto con Lando. Ya luego vería como lo resolvía.

— Bien, ve detrás de mí, o a mi lado, solo no me adelantes porque no sabrás en donde parar.

Él me miró, confundido. — ¿Cuántas veces haz venido a Las Vegas?

Ignoré su pregunta y giré el acelerador, haciéndolo rugir. — Nos vemos en la meta, Norris. — Le guiñé el ojo y sin esperar más arranqué.

La velocidad.

La adrenalina.

El aire en dirección contraria.

Me sentía como si volara, me sentía libre.

Cuando conducía, todo se reducía a mí misma; lo que saliera bien, lo que saliera mal, era mi culpa. Nadie más que yo podía influir en mis decisiones cuando me subía a una moto, me sentía en control. Incluso cuando era una de las situaciones donde más solía perderlo.

Por un microsegundo me permití mirar hacia atrás, para ver a Lando a tan solo unos metros de mí.

Lo hacía genial. Para no haberlo hecho desde hace tantos años.

Me impresionó.

No tardó demasiado en posicionarse a mi lado, lo que me hizo subir la visera del casco y sonreír, para luego acelerar un poco más, adelantándolo.

Cuando llegamos a las curvas, reduje la velocidad mientras balanceaba mi cuerpo al compás de la motocicleta, éramos una.

— ¡Si joder, si! — Grité cuando pasamos por un túnel, causando algo de eco.

Amaba esta ruta que habíamos trazado una vez con...

Aceleré.

Solo un poco más.

Escuché que Lando me gritaba algo, pero no pude reconocer que era lo que decía, solo seguí acelerando, concentrándome en el camino que tenía por delante.

Trataba de bloquear su voz. Su risa.

Quizás si aceleraba un poco más podría dejarlo atrás.

Quizás si iba más rápido, no me alcanzaría.

Al menos no esta noche.

"Cuando pases por el túnel, grita, Cass. Grita tan fuerte como puedas y dejar ir todo lo que te preocupe o te pese. Te mereces tener esa hermosa sonrisa en tu rostro todo el tiempo que puedas"

Cerré los ojos con fuerza, bloqueando los recuerdos.

Antes de que me diera cuenta, había llegado al final de la ruta.

Desde aquí, habían más policías, por lo que no era recomendable que aceleraras como un demente. Me detuve en seco, derrapando un par de metros antes de poner mi pierna en el suelo, para bajarme.

Me quité el casco y segundos después, Lando llegó a un lado de mí.

En cuanto se bajó, pude notar su enojo. — ¿Que carajos fue eso? Pudiste haberte matado. — Dijo serio mientras me miraba.

— No exageres, solo aceleré un poco.

Lo que respondí solo pareció aumentar su enojo. — No se que carajos te sucede, o te sucedió, pero vivir la vida al límite no lo hará desaparecer, solo hará que acabes muerta.

Sus palabras fueron frías, y duras. Como un balde de agua fría cayendo en mí cabeza.

— Exacto, no sabes nada. Así que no intentes darme consejos, Norris.

Molesta me volví a colocar el casco de seguridad, para subir a la moto de nuevo, pero antes de que pudiera arrancar de vuelta, Lando se paró frente a la moto.

— Bájate. — dijo enojado, pero con los segundos que pasaban, su enojo se convertía en preocupación. — Baja de ahí y háblame Cass, a mí, o a alguien más, eso no importa. Pero di algo, grita, pelea, llora, solo no te quedes callada.

Me quedé en silencio ante sus palabras.

Por un segundo, quise contárselo todo.

— Yo... — Me quedé callada. Pensé en como me miraría cuando se lo dijera. Como reaccionaría, cuando se enterara de quien era, de lo que había hecho. Como el brillo en sus ojos y la sonrisa que me dedicaba se desvanecería. No quería perderlo, no aún, no cuando ni si quiera había sido capaz de descifrar aún cuando empecé a tenerlo. — Yo solo terminé con Owen.

Me encogí de hombros. No era una mentira, pero claramente no era lo que me estaba molestando.

De hecho, luego de nuestra pelea de hace unas horas, no podía importarme menos.

El pareció relajarse, y se acercó a mí. — Pues que bueno, te mereces mucho más.

No dije nada.

No estaba de acuerdo.

— Como sea, regresemos. Antes de que piensen que nos robamos las motos.

El se rió y yo también, lo vi ponerse su propio casco, y subir a su motocicleta.

— Esta vez, intenta no acelerar como una psicópata. — Dijo con sarcasmo, a lo que yo sonreí.

— ¿Dónde está la diversión en eso? — Respondí y aceleré.

En cuanto llegamos al bar de nuevo, me bajé de la moto con una sonrisa en el rostro.

— ¿Que tal estuvo? — Pregunté al ver al piloto bajar de su propia moto, y quitarse el casco, acción que imite.

— Había olvidado lo bien que se sentía. — Admitió, haciéndome reír.

— No vas a dejar la Fórmula 1 para volver al motociclismo ¿Oh sí? Porque creo que tus fans y Zack me asesinarían.

El también se rió y negó con la cabeza. — Se sintió genial hacerlo de nuevo, pero mi pasión son los autos, quizás si hubiera continuado con esto de pequeño... Quien sabe, pero no se me pasaría por la cabeza dejar McLaren ahora.

Asentí mientras tomaba sus llaves y las mías, enviándole un mensaje a mi amigo, para que saliera del bar por ellas.

En menos de un minuto el chico lleno de tatuajes estaba fuera, y nos miraba con una sonrisa.

— ¿Que tal les fue?

Sonreí. — Fue genial, extrañaba esta ruta, gracias.

— No hay de que preciosura. — Respondió, usando ese apodo que me había puesto el primer día que me conoció, cuando se había burlado de que una "chica como yo" estuviera con gente de su tipo, aunque luego le había aprobado que encajaba muy bien, el apodo se había quedado. — Esta ruta la trazaron ustedes, ¿Lo recuerdas?

Suspiré con nostalgia. — Fue difícil encontrar la forma de evadir todos los puntos con patrullas de policía. — Me reí. — Pero creo que hicimos un buen trabajo.

El asintió. — Tu y Nick siempre hicieron un gran equipo.

No respondí. No tenía nada que decir. Odiaba escuchar ese nombre, odiaba hablar de él, o si quiera mencionarlo.

Luego de unos segundos en silencio, sonreí suavemente. — Nos vamos, tenemos algunas cosas que celebrar.

El rió y tomó las llaves. — ¿Sigues celebrando cómo cuando te conocí?

— Prometí nunca cambiar, ¿No es así? — Bromeé mientras le daba un abrazo.

— Si te vuelves a pasar por Las Vegas, solo escríbeme.

Yo asentí, sabiendo que probablemente no volvería.

— Cuídala, niño bonito.

Lando a mi lado, que había estado callado durante toda la conversación, asintió.

— Lo haré. — Respondió seguro, y sentí algo cálido en mi pecho, que decidí ignorar.

— Bien, a festejar, ricitos.

Él se rió por el apodo, pero me siguió hacia el auto.

— ¿Ya puedo conducir?

— No. — Sin dejarme responder, se subió en el auto, aún con una sonrisa.

Será cabrón.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

En cuanto llegamos al club, me di cuenta que era mucho más adinerado que al que fuimos en Silverstone, cosa que no debería sorprenderme, pero no me sentía vestida para la ocasión.

Lando a mi lado, pareció notar mi preocupación, porque puso su mano en mi muslo, causándome escalofríos por el cambio de temperatura.

— ¿Lista para divertirte?

Sonreí. — Hagámoslo.

El se rió y salió del auto, al igual que yo.

Entramos sin hacer fila, y nos dirigimos directamente a la zona VIP, en dónde, para mi sorpresa, vi a Vienna, sentada a un lado de Charles.

Ella me miró, sorprendida de que estuviera aquí, pero luego rápidamente desvió la mirada.

Pierre en cuanto me vió se levantó feliz, para abrazarme.

— Ya me cambiaste por este. — Señaló a Lando y yo me reí.

— Nunca, francesito. Tu eres mi preferido.

— ¡Oye! — Se quejó Oscar al escucharnos.

Todos nos reímos y yo me senté a un lado de Lando. Esta zona VIP era mucho más grande que la del club de Silverstone, y en donde estábamos era casi un cuarto por separado, teníamos mucha privacidad, supuse que después de todo, era lo que los pilotos buscaban al salir a celebrar.

— ¿Que tomarás? — Preguntó Lando, acercándose a mi oído, ya que por la música alta no lo escuchaba demasiado bien.

— Vodka. — Respondí, sabiendo que probablemente más tarde terminaría tomando muchas otras cosas.

El asintió y se levantó para ir por las bebidas, después de todo, aquí, yo aún no podía beber legalmente.

Triste pero cierto.

En cuanto Lando estuvo a algunos pasos, todos los chicos me miraron interesados.

Estaban Oscar, Pierre, los dos pilotos de Ferrari, Mercedes y Max. Había escuchado que Daniel también vendría, pronto. A él no lo había conocido aún.

— Cuéntanos todo. — El primero en hablar fue Oscar.

Yo me reí. — Todos son unos chismosos, no hay nada que contar.

— ¿Que hicieron? — Preguntó esta vez Carlos, tomándome por sorpresa, ya que el y yo no habíamos hablado demasiado.

— Fuimos a que cumpliera una apuesta. — Dije sin dar muchos detalles.

— Dime que no se acostaron aún. — Dijo Pierre y yo puse los ojos en blanco.

— ¿Cuantas veces te he dicho que eso no pasará?

Max se rió. — Si si, porque tienes novio y eso. ¿Dónde está por cierto?

Me removí incómoda, ya que sabía que, incluso si Vienna no estaba formando parte de la conversación, si que le estaba prestando atención. — Terminamos. — Acepté al final, sin mirar a nadie en específico, aunque no se me escapó como el neerlandés sonrió con un brillo en sus ojos que ya conocía muy bien.

— Es una pena. — Dijo con sarcasmo Oscar. Causando que todos menos yo se rieran.

— Todos ustedes son unos cabrones.

Antes de que ellos pudieron responder, Vienna se levantó, captando la atención de los demás.

— ¿A dónde vas? ¿Te acompaño? — le preguntó Charles, listo para levantarse.

— Relájate, Leclerc. Solo iré al baño.

Cuando la pelinegra desapareció, no pude evitar mirar a Charles, conteniendo la risa.

— Ya ríndete.

El negó. — Ayer no le importaba mi nombre y hoy me dice por mi apellido. Eso es avance. — Dijo convencido.

Todos nos reímos.

— Te romperá el corazón. — Dije segura, puede que ya no fuéramos amigas, pero la conocía como a nadie, y nunca la había visto enamorada, no era una mala persona, simplemente era directa, y no le gustaban las ataduras.

Lo cual estaba perfecto, pero el monegasco parecía el tipo de chico que apreciaba una relación linda y sincera. Cosa que Vienna no sería capaz de darle.

— ¿Por qué dejaron de ser amigas? — Preguntó Carlos curioso.

Tragué saliva. — Me mudé. — Contesté vaga y miré a los demás. — Felicidades, por cierto. — Cambié el tema mirando a Max y Charles, quienes sonrieron mirándose el uno al otro. — Joder, lo siento pero antes que su amiga soy fan de Fórmula 1, y cuando se miran así me hacen creer que el Lestappen es real.

Todos soltaron una carcajada, menos los dos involucrados, que se sonrojaron ante la mención del shipp.

Pierre fue el primero en hablar. — Claro que es real.

Charles lo miró indignado. — ¡Por supuesto que no! Solo somos amigos.

— Lo que tú digas Charlie, yo no miró así a mis amigos.

— Ya, si me di cuenta de como miras a Lando. — Me respondió, devolviéndome el ataque.

— Cabrón.

Todos se rieron, y Max me miró sonriendo.

— Puedo probarte que tan falso es ese shipp.

Pierre me miró sorprendido para luego mirar a Max, mientras yo me sonrojaba y trataba de actuar como si nada pasara.

Antes de que los demás pudieran preguntar, Lando regresó con nuestras bebidas, le agradecí con una sonrisa y le di un sorbo a mi vaso, mientras el sentaba a mi lado nuevamente.

— ¿De que hablaban?

— De que Charles y Max se tienen ganas. — Contesté simple haciendo que Lando me mirara sorprendido antes de reír.

Seguimos riendo y bromeando, mientras ellos hablaban de todo lo que había sucedido en la carrera, le preguntaron varias veces a Lando como estaba después del choque.

Después de un rato, Vienna había vuelto y tomado asiento a un lado de Charles, se había mantenido callada la mayor parte de la noche, aunque cuando alguno de los chicos le hablaba, ella sonreía y les respondía de forma cordial.

No era tan incómodo como lo esperaba.

Hasta que su teléfono sonó, y cuando lo vió, se levantó apresurada, llamando a alguien. Preocupada, me levanté para seguirla.

— Vienna... ¿Todo bien?

Me dio una mirada, pero antes de que pudiera responderme, a quien sea que estuviera llamando le cogió el teléfono. — Joder, ¿Dónde carajos estás, Isaac?

Eso causó que me preocupara, ¿Qué le había sucedido a Isaac?

Ella lo escuchó en silencio, con los labios apretados, para luego suspirar y mirarme. — ¿Puede venir?

Asentí sin dudarlo, preocupada.

— Ven al club. Te mandaré la dirección, me avisas cuando llegues para salir por ti. — colgó y texteó algo en su teléfono.

— ¿Qué sucedió?

Se encogió de hombros. — Ya sabes, peleo con su padre.

Asentí con la cabeza, no necesitaba más detalles, ambas habíamos visto hace años como de explosivo era su padre, gritaba y tiraba cosas, alguna pocas veces había llegado a golpearlo; ambas habíamos intentado que se alejara de él, incluso que lo denunciara, pero nunca habíamos podido convencerlo.

— Lo siento... — Dije mirándola, y creo que ambas sabíamos que no estaba hablando de Isaac.

Porque su mirada pasó de la preocupación al dolor, mientras negaba con su cabeza. — Ya es muy tarde para tus disculpas Cass... — Aunque sus palabras dolían, escucharla llamarme por mi apodo, fue como volver al pasado. —Te necesitaba ahí, te necesitaba como nunca lo había hecho y tú no estabas. — Pude ver como una lágrima calló por su mejilla, pero la limpió de forma brusca, rápidamente. — Éramos hermanas, habíamos prometido estar ahí para la otra, y tu decidiste huir en el peor momento.

Suspire, sintiendo como mis propias lágrimas inundaban mis ojos. — Estaba asustada, y me sentía culpable y... No sabía como gestionarlo todo, solo necesitaba correr.

Ella sonrió, triste. — Pudiste haber corrido conmigo, sabes que te hubiera acompañado.

— No podías correr conmigo en ese momento, y lo sabes.

— Exacto, así de mal estaban las cosas, y tu no dudaste en irte.

Bajé mi mirada, porque por mucho que quisiera odiarla, que quisiera fingir que nada había sucedido y olvidarla, todo dentro de mí moría por abrazarla y pedirle perdón.

— Lo siento, de verdad lo siento, yo se que fue mi culpa y...

Me interrumpió. — No lo fue. — La mire sorprendida. — Joder Cassandra, estaba dolida, estaba tan enojada y dije cosas estúpidas, pero sé que no fue tu culpa, no fue culpa de nadie, fue un maldito accidente. Pero tu deber era quedarte, no estoy enojada por lo que pasó, estoy enojada porque no te quedaste conmigo para enfrentarlo.

Cuando la escuché, dejé que las lágrimas por fin cayeran, tanto de alivio por escuchar que no me culpaba, como de dolor y culpa por las decisiones que había tomado.

— No estaba lista para enfrentarlo. No lo estoy aún.

Ella se mordió el labio y se encogió de hombros. — En algún momento tendrás que hacerlo, solo desearía que lo hubiéramos hecho juntas.

No me dejo responder, se alejó con su teléfono mientras contestaba otra llamada, y me dejó ahí, pensando en todo lo que había sucedido, y todo lo que pude haber hecho diferente.

Saqué mi teléfono y mandé un mensaje.

Necesitaba irme de aquí.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

Max me buscó en la entrada del club, para llevarme a su auto e ir directamente al hotel. Todo el camino estuve en silencio, no sabía que decir, no sabía como decirlo. Solo no quería estar sola.

— ¿Recuerdas la primera noche que fui a tu departamento?

Asentí con la cabeza.

— Te dije que no me interesaban tus problemas, y que no quería ser tu psicólogo. — Se quedó en silencio unos segundos mientras giraba en una calle. — No pretendo ser tu psicólogo, eso es cierto; pero si que puedo ser tu amigo, Cass.

Sonreí suavemente. — Creo que tienes suficientes problemas propios, cómo para querer escuchar los míos.

El se encogió de hombros. — No me molesta no ser el centro de atención todo el tiempo. Solo... Cuenta conmigo cuando estes lista.

Tragué saliva y desvié mi mirada hacia la ventana. — ¿Y si nunca estoy lista? Se que tengo que hablarlo, ya estuve callada demasiado tiempo, y enserio quiero hacerlo pero, no se cómo. Siento que cuando hable de eso se hará real.

— Lo hará. Pero eso no es malo, ¿Sabes? Hará que duela, si. Pero también es el primer paso para empezar a superarlo.

Me reí. — Pensé que no querías hacer de psicólogo.

— Cabrona. — Se rió el también y en cuanto llegamos al hotel, se quedó en el auto por unos segundos más. — ¿Mi habitación?

Sonreí, pero luego negué con mi cabeza. — No hoy.

El asintió en silencio y salió del auto, lo seguí y juntos subimos al ascensor.

En cuanto llegamos a su piso, me miró y se acercó para dejar un beso en mi frente. — Escríbeme si necesitas algo.

Lo miré y me reí. — Ya, ya se que extrañas mis bonitos gemidos, tranquilo. — le dije con sarcasmo y vi como se sonrojó.

— Vete a la mierda.

Solté una carcajada mientras las puertas del ascensor se cerraban de nuevo, viéndolo sonreír antes de que desapareciera y el ascensor se pusiera en movimiento de nuevo.

Cuando llegué a mi habitación, empecé a empacar. No sabía cuando tenía mi padre pensado regresar, pero yo necesitaba irme lo antes posible. Esta ciudad traía demasiados recuerdos.

California también lo hacía.

Solo quería huir.

Mi concentración se vio abruptamente interrumpida por leves golpes en mi puerta. Me aproximé con cautela y la abrí, sintiéndome sorprendida por la visita inesperada. Por un instante, mi mente jugó con la posibilidad de que fuera Owen. No había visto rastro alguno de sus pertenencias en la habitación, y la simple idea de no tener que enfrentarme a él en ese momento me resultaba un alivio. No me sentía preparada para lidiar con su presencia.

Pero era Lando.

En cuanto abrí la puerta, me miró de arriba abajo, y entró en la habitación, buscando algo.

Cuando pareció no encontrarlo, me miró de nuevo. — Me debes algo.

Confundida, pensé en lo que había dicho, pero no era capaz de recordar a que se refería.

— Las motocicletas, dijiste que si lo hacía podía pedir lo que quisiera. ¿Recuerdas?

— Oh, cierto. — Sonreí mientras mordía mi labio. — ¿Qué pedirás? — Pregunté con curiosidad.

— Quiero una respuesta, a una pregunta.

Fruncí el ceño. No era lo que esperaba. — Algo aburrido, pero bien, dispara.

— ¿Quién es Nick?

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

Los voy a dejar con la duda de lo que pasa hasta mañana? Pues si.

Espero que les haya gustado! Gracias por leer <33

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro