⇝ to keep monsters away
Las manos le tiemblan, las piernas las siente adormecidas y el corazón le late desesperado mientras intenta respirar correctamente, mientras su omeguita se retuerce de placer, llamando a este alfa, a su alfa, a su pareja. Al único que ama.
Alfa. Alfa. Alfa.
Honestamente, YoonGi no puede oír más que eso en su mente, y tampoco es como si quisiera oír algo más, pues sabe que el omega en su interior no se equivoca al llamar «su alfa» al hombre frente a él.
— Por la Luna, creí que no vendrías — TaeHyung confiesa con incredulidad, y luego se levanta de su asiento. — Estás mucho más hermoso que nunca, bebé.
«Bebé»
¿Hace cuánto que no es llamado así?
YoonGi se derrite ante las palabras del hermoso alfa delante de él.
— Eres mi alfa, amor — murmura, aún sin poder creerse que TaeHyung está en frente de él —. ¿Por qué no vendría?
Cierto.
TaeHyung dirige rápidamente la vista al cuello del bello omega, suspirando feliz al notar que no hay una marca allí. Su omega, tal y como lo prometió, le esperó y no se dejó marcar por otro alfa.
Oh, Luna.
— Me hace muy feliz que estés aquí — TaeHyung se acerca lentamente hacia el omega, abrazándolo por la cintura mientras libera sus fuertes feromonas para impregnarlo de su aroma.
El alfa casi quiere eliminar el horrible aroma a melocotón que rodea a YoonGi. ¿Qué clase se alfa huele así de dulce?
Ahora él está ahí y YoonGi ya no va a tener que oler así. Su omega va a oler a madera, a él, a su alfa.
Un alfa de verdad.
— Te extrañé tanto, alfa — lloriquea el omega mientras se impregna del olor ajeno, dejando que éste lo tranquilice.
El aroma de TaeHyung es cautivador.
— Ya estoy aquí sólo para ti, omega. — el alfa le acaricia el cabello —. Tú y yo podremos estar juntos para siempre.
YoonGi asiente frenéticamente. Eso es todo lo que ha querido desde que Kim TaeHyung se fue hace dieciséis años a trabajar en el extranjero, y ahora que tiene a su alfa nuevamente con él, no va a dejarlo ir. Lo retendrá consigo.
— No te vayas otra vez. No me dejes.
— No lo haré — promete.
TaeHyung le toma por los muslos para guiarlo hacia su auto, queriendo irse cuanto antes de aquel parque donde no tienen la suficiente privacidad. Lo sienta en el asiento de copiloto y luego rodea el coche para subirse también, soltando una carcajada cuando siente a YoonGi subirse sobre su regazo.
— Bebé, no puedo conducir así — le regaña con una gran sonrisa.
El omega hace un puchero, soltando pequeños lloriqueos pues no quiere que TaeHyung vuelva a alejarse de él.
— No me importa — murmura.
— Bebé, no seas así — TaeHyung se ríe bajito, acariciándole la espalda con su mano derecha —. Debo llevarte hasta tu hogar para que...
— Tú eres mi hogar — YoonGi solloza, abrazándole más fuerte —. HoSeok... Él no es mi hogar, amor. Yo no lo amo.
Oh.
TaeHyung gruñe ante el nombre del otro alfa, escondiendo su rostro en el cuello del omega para morderlo en un acto impulsivo, celoso y posesivo. Le hierve la sangre de sólo pensar que otro alfa ha tocado a su pareja.
— Con más razón voy a llevarte allí para que recojas tus cosas y podamos irnos — TaeHyung frunce el ceño, su voz ronca y sus iris brillando en rojo vivo.
YoonGi asiente dócilmente, dejando expuesto su cuello para que su alfa pueda volver a reclamarlo. Y éste lo hace. TaeHyung deja salir sus afilados colmillos antes de morderlo cerca de la clavícula, teniendo que obligar a su lobo a no marcarlo todavía.
Tiene tiempo para eso.
— Mío. Mi omega — reclama.
— Tuyo — el omega le concede.
Y, luego, se funden en un dulce beso que parece durar varias horas.
Les toma casi una hora llegar al (no) hogar de YoonGi, pues cada tanto deben detenerse para tener algo de contacto, y otros quince minutos en decidir qué es lo que el omega le dirá a HoSeok.
— Lo mejor es ser directo y sincero, sin importar cuánto le duela — TaeHyung decide, y YoonGi está de acuerdo con eso.
Así que eso es lo que se repite en su cabeza mientras se adentra en su no-hogar, sabiendo que HoSeok y Kook (su pequeño cachorro de cinco años) no tardarán en notar que huele a un alfa que no conocen. No le importa que le descubran, si es sincero. Sólo quiere estar a un lado de TaeHyung.
HoSeok puede quedarse con Kook.
No está dispuesto a obligar a su alfa a criar un cachorrito que no es suyo, un pequeño lobo pulgoso que no ama en lo absoluto, incluso aunque salió de su vientre. Detesta a su cachorro y al que por años se hizo llamar 'su alfa'.
— Ya vino mami — le advierte HoSeok en voz baja al cachorro —. Rápido, mi amor. Como lo practicamos.
YoonGi rueda los ojos, sabiendo que va a tener que presenciar de nuevo un estúpido truco de magia. HoSeok y el cachorro pulgoso aman la magia y se esfuerzan diariamente en intentar sorprenderlo con sus trucos.
Asqueado, se adentra en la pequeña sala de estar y observa a quienes más detesta en el mundo con una fingida sonrisa que no le llega a los ojos.
A HoSeok le mata que los vea así, mas no intenta demostrarlo pues sabe que es inútil. Prefiere mirar a su cachorro.
— Hola, Gigi — murmura HoSeok, con el corazón encogido pues puede oler el aroma de otro alfa en YoonGi y no sabe muy bien cómo reaccionar.
Sin embargo, su voz es dulce, alegre. Su alfa está contento de ver al omega que más ama en el mundo.
— Koo estuvo practicando un truco de magia nuevo. ¿Quieres verlo?
Y a HoSeok le mata que YoonGi ni siquiera asienta o finja que le interesa eso.
— ¿Podrías enseñarle a mami lo que practicamos, mi amor? — HoSeok se acerca a su cachorro, susurrándole al oído palabras de aliento mientras le acaricia suavemente la espalda.
Kook es un cachorro muy sensible que no merece lo que YoonGi les va a hacer.
Porque HoSeok no es tonto. Él sabe que YoonGi no está allí para quedarse.
JungKook asiente, sus grandes ojitos color negro brillando por la emoción y felicidad que las palabras de su papi le hacen sentir.
— Mira, mami — dice despacio, como su bonito papi le ha enseñado, mientras le muestra la moneda en su manito —. Presta mucha atención, ¿okay?
Pero YoonGi ni siquiera le contesta.
Conteniendo un pequeño puchero — pues mami odia que sea un niño muy débil y tonto —, JungKook se acerca al alfa en busca de consuelo mientras cierra las manos en dos puños, con la pequeña moneda atrapada en ellos, y luego mueve sus brazos rápidamente, lanzando la moneda detrás de él.
— Ahora, abre tus puños — le susurra HoSeok con los ojos aguados y su ser a punto de derrumbarse, pues YoonGi está mirando a su cachorro con asco.
JungKook obedece, sonriendo poquito y sin enseñar los dientes, porque sabe que mami odia sus dientitos de conejo (aunque papi los ama muchísimo).
— ¡Ta-dá! — exclama, enseñándole sus palmas vacias al omega frente a él —. ¿Viste como lo hice, mami? ¿Me viste?
YoonGi se relame los labios, llevando una de sus manos a la marca que Kim TaeHyung le ha hecho en el cuello. Se está conteniendo para no explotar allí mismo y gritar a los cuatro vientos lo mucho que los odia.
— Me voy, HoSeok — dice, ignorando la pregunta de JungKook, quien muerde su labio inferior con fuerza.
'No pucheros, Koo' se recuerda en silencio. 'Mami odia a los cachorritos tontos y débiles. No los hagas y quizás, así, mami pueda amarnos.'
JungKook se refugia en HoSeok, quien tiene la mirada enfocada en el suelo y el corazón completamente roto.
— ¿TaeHyung? — pregunta con dolor, recordando que YoonGi le habló de ese alfa cuando se conocieron.
— Sí.
Y a HoSeok le rompe en mil pedazos el que YoonGi ni siquiera lo dude. Está a su lado desde los diecisiete años, mas no ha logrado jamás oír un «Te quiero mucho, HoSeok» salir de los labios de YoonGi sin antes haberlo dudado.
Pero HoSeok debió haberlo esperado.
Debió imaginarse que Kim TaeHyung algún día volvería a Corea para buscar a YoonGi.
HoSeok jamás no debió haber esperado que el omega lo eligiera a él por sobre el chico que es el amor de su vida desde que nació.
Debió haber imaginado que saldría con el corazón completamente roto ni bien YoonGi se negó a romper la promesa que le había hecho a su alfa: no dejarse marcar ni marcar a otra persona.
Debió haber imaginado que su imagen de familia perfecta era sólo eso: una imagen, una farsa, pero no lo hizo. Jung HoSeok se convenció a sí mismo de que el omega aprendería a amarlo tanto a él como a JungKook, aquel lindo cachorro al que YoonGi nunca cargó pues su lobo lo repudiaba. Porque JungKook es el fruto de una relación con otro alfa que no es TaeHyung y esa era razón más que suficiente para asquearlo.
HoSeok abraza a su lindo cachorro, obligándolo a esconder el rostro en el hueco de su cuello para que no vea la mueca de asco que YoonGi le dirige.
JungKook no lo merece.
— ¿Podrías dejarme un suéter? — le pregunta, sin atreverse a mirarlo a los ojos pues teme ser completamente consciente de cuánto los odia YoonGi. — Por favor, Gigi. No te buscaré, sólo quiero un suéter.
Y es que Jung HoSeok sabe que por la noche extrañará muchísimo al omega, incluso si éste nunca le dejó abrazarlo para dormir, besarlo cada que tuviera ganas o hacerle el amor en fechas que, para él, eran muy importantes.
Porque HoSeok ama mucho a YoonGi, incluso aunque éste no lo ame.
— No — responde YoonGi aunque sabe que no le cuesta nada dejar un suéter.
— Por favor — HoSeok ruega, llorando en silencio al sentir los lloriqueos del cachorro chocar contra su cuello.
JungKook está asustado y herido y ya no puede disimularlo más.
— Pasé quince largos años de mi vida jugando a la casita feliz, HoSeok. Fui infeliz por mucho tiempo. Pero, ahora, te toca a ti — YoonGi escupe con odio.
— Por favor, es todo lo que pido — le suplica con la voz saliéndole rota.
Y HoSeok sabe que podría reclamarle, recordarle que jamás le obligó a estar a su lado, a 'jugar' a la casita feliz, mas no tiene fuerzas para hacerlo.
De nada serviría eso, también sabe.
Su alfa está acabado, ha perdido, y no le queda nada más que aceptar eso con la poca dignidad que le queda.
Debe hacerlo por JungKook.
— No, HoSeok — YoonGi le corta —. Si quieres quedarte con algo de mí, ahí tienes a ese cachorro tonto y pulgoso.
Oh.
JungKook se cubre las orejitas con sus pequeñas manitos, cerrando los ojos con fuerza mientras tararea despacio la canción para alejar a los monstruos que HoSeok le ha enseñado.
— Calla — HoSeok gruñe, con su alfa enfadado ante la ofensa a su pequeño. — No vuelvas a llamarlo así, omega.
YoonGi obedece, notando una débil voz de alfa en las palabras de HoSeok, y el omega miente si dice que no le asusta aquello, pues HoSeok jamás, jamás le ha hablado así.
— Vete — HoSeok le ordena, dejando que el enojo que siente domine por sobre el dolor que siente.
El alfa está protegiendo a su cachorro, rodeándolo en un abrazo que busca hacerlo sentir seguro mientras él se levanta para enfrentar a YoonGi, quien siente las piernas temblar pues jamás ha visto a HoSeok tan enojado.
— Recoge tus cosas y vete, omega.
Y HoSeok se odia por usar su voz de mando, pero debe proteger a Kook de alguna manera y ésa es la única forma que encuentra, porque YoonGi ha sido por varios años el monstruo al que su propio cachorro tanto temía y HoSeok ya no puede tolerar eso.
Prefiere que YoonGi le rompa a él, a su corazón, mas no a su lindo bebé.
YoonGi obedece nuevamente, con los ojos aguados, el miedo estando a flor de piel por lo intimidante que el alfa es, y en menos de veinte minutos ya tiene todos los bolsos listos.
HoSeok lucha por calmarse mientras le acompaña hacia la salida aún con su cachorro sollozando en su pecho.
— Mi amor — HoSeok le llama.
YoonGi frunce las cejas ante el apodo, mas no se atreve a decir algo, porque los ojos aguados de HoSeok le perturban.
— A pesar de todo... — HoSeok se corta, carraspeando para alejar el nudo de su garganta —. Sin importar lo que pasó hoy, realmente espero que seas feliz.
Y, sin darle la oportunidad de decir algo más, HoSeok le cierra la puerta en la cara, derrumbándose ni bien escucha el coche de TaeHyung alejarse de allí para llevarse junto a él al omega que amó y ama con el alma.
— Todo está bien, mi amor — el alfa susurra, besando la frente del cachorro —. El monstruo ya se ha ido.
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