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Lovely-billie eilish

Había regresado a París hacía ya casi un año. Brasil le había brindado un paraíso cuando mas lo necesitó, sin embargo no hay lugar como el hogar. Extrañaba demasiado a su hermana y su madre.

Algunas tardes le gustaba solo salir a tocar para los enamorados que tomaban uno los románticos helados de heladero del amor. No había bella melodía en la que ella no surgiera, su musa de cabellos de dorados. Se había convertido en parte de su alma.
Esa noche en especial, había decidido tocar una melodía que según el, alegraría la melancolía y tristeza de esa noche.

Su amigo Ivan, quien por lo regular lo acompañaba había comprendido muy poco sus palabras. Sin embargo Luka si entendía perfectamente, no todo el mundo entendía su jerga de artista. (Ni siquiera otros artistas la alcanzaban a comprender bien, a excepción de su padre claro)
De pronto miró a Ivan reunirse con su amada esposa y su pequeño bebé. Se notaba bastante contento y eso lo hizo sonreír de manera maravillosa.

¿Cómo se puede olvidar un amor, cuando lo llevas en el corazón?

«Chloe»

Algunas veces, el velo de la noche fría parecía alejar más su corazón del suyo. De nuevo tomó el violín entre sus manos, y comenzó a envolverse en una dulce melodía, que lentamente  iba encendiendo sus latidos. Con cada nota del violín le enviaba desde lejos un verso de la poesía que guardaba para ella en lo mas profundo de su alma.

Estaba sumido en sus propios pensamientos, cuando de la nada el sensual sonido de un Saxofón comenzó a seguir su melancólico ritmo.

Con sorpresa, pero sin dejar de tocar Luka analizó a la pequeña persona que con pasión seguía su melodía. Era un pequeño niño de tal vez siete u ocho años. Ojos verdes, piel clara y algo pecosa. Cabello negro desordenado. Sus pestañas y cejas eran algo gruesas, llevaba una sudadera azul y con el gorro de esta cubría parte de su cabello.

Poseía pulmones fuertes, capaces de diluír al mundo con su fuerza. Pues era impresionante ver a alguien tan joven tocar de esa manera. Con su ritmo  alegraba a los oyentes.

De nuevo aplaudieron la actuación.

—Buenos pulmones colega —Sonrió Luka extendiendo su puño y ofreciendo chocarlos.

—¡Gracias! —Sonrió alegre, con una baja y tímida voz.

—¿Es tu primera vez por aquí? Creo que jamás te había visto antes.

—Si —Juntó ambas manos con algo de vergüenza y nervios. —Bueno, en realidad es la primera vez que me animo a unirme a ti. Yo ya te había visto tocar, lo he hecho desde hace mucho, incluso cuando traes tu guitarra.

—Ya veo —Sonrió Luka —Pues, me alegra que te hayas animado, creo que nuestros estilos combinaron muy bien.

—¡¿Tu crees?!

—¡Claro que si!

—En realidad todo resulto mejor gracias hasta buen Saxo, me lo dieron en navidad y es bastante bueno —Mostró con gran orgullo su instrumento en tono plateado.
—Es de mulher loira dicen que en esa tienda compra sus instrumentos jagged stone.

Luka sonrió bastante divertido, pues en realidad dicha tienda era propiedad suya.

—Parece una pieza excelente.

—Gracias.

—¿Tocamos algo mas?

—Si, claro me gustaría mucho.

—Genial. Soy Luka, Luka Couffaine ¿Cuál es tu nombre colega? —Sonrió el hombre de cabello azulado extendiendo la mano.

—Louise —estrecharon manos.

—Pues… ¿Qué esperamos amigo Louise?



(…)


Con pesadez abrió los ojos, veía un poco borroso y se sentía algo desorbitada.
No sabia donde demonios estaba, así que con cuidado se puso de pie y caminó hasta la puerta, la cual con facilidad la abrió.

El sonido del piano inundo sus oídos. Era una suave y hermosa música proveniente de lo que parecía una pequeña sala.

La Noche era cálida, silenciosa, acogedora. El rostro de su amigo estaba despejado de cualquier expresión, y su blanca piel era ligeramente iluminada por la luz de la luna.

—Adrien —Dijo con cierta satisfacción. Fue entonces que a su mente vino un ya muy enterrado recuerdo. Uno en el joven Agreste tocaba el piano para una pequeña Chloe de apenas cinco años, el día que su madre se había marchado a Nueva York. Y esa noche precisamente tocaba de nuevo para ella, en una situación similar.

—¿Estas mejor?

—Si, ¿Qué hora es?

—Son casi las 11:30 ¿Qué ocurrió Chlo?

—Fue el sonido de la música, yo… —Parecía que apenas y podía hablar.

—¿Tu? —el rubio se puso de pie y quedó frente a la delgada mujer. —¿Lo recordaste a el? ¿Eso fue lo que paso Chloe?

—La luna esta bella esta noche ¿verdad?
—Sollozó con dolor mientras se sentaba frente al ventanal. La luna iluminaba su delgado cuerpo y a Adrien le pareció estar frente a una aparición divina —a veces siento como si el, realmente no hubiera existido. Es casi como si solo lo hubiera soñado. Parece difícil creer que algo tan bueno existió ¿no? —Suavemente bajó la mano hasta el lugar donde se encontraba la pequeña cicatriz de la cesárea. —Aunque al sentir esta cicatriz, compruebo que realmente esta ahí, en algún lugar de este inmenso mundo.

—Chloe —Los fuertes brazos la rodearon hasta hacerla sentir a salvo.

Al chico le parecía mentira que hubieran pasado tantos años y que en estos Chloe Bourgeois se hubiera trasformado en la mujer perfecta para el. Así que tentado por sus emociones se acerco a ella y con la yema de los dedos delineó sus hermosos labios y su sedoso cabello. Estaba tan concentrado que ni lo pensó y la besó con cariño. —Te quiero Chloe —maravillado observaba en total silencio la figura de la mujer: Ella era hermosa , su belleza no tenía comparación, seguramente la luna estaba celosa de su resplandeciente encanto, Y el sol enamorado de su discreta calidez…

Si embargo en ella no hubo ninguna clase de reacción. Una lágrima se derramo por su mejilla y simplemente se separó. —Lo siento —la voz de ella de inmediato lo alarmó.

—Chlo —dijo en un susurro.

—No estoy lista para amar otra vez. Al menos no por ahora —Sonrió colocando la mano sobre su rostro.

—Puedo ayudarte a olvidar. Puedo ofrecerte un nuevo principio.

—¿Puedes tocar para mi?

—¿Ahora?

—Me sentiré mucho mejor si lo haces.

—Dame una oportunidad, una nada mas.

—Por favor, Adrien.

Resignado y con una encantadora sonrisa el rubio se levantó y volvió a tomar asiento en el piano. Solo para tocar para su querida Chloe. La chica se dejó cobijar por el sonido de la suave música y luego simplemente le dedicó la mas dulce de las miradas a la chica


Los siguientes días transcurrieron con extrema tranquilidad. Chloe estaba deseosa de volver a casa, sin embargo su padre le había pedido quedarse para así poder presenciar la lectura del testamento de su madre. Y fue en este tiempo que Adrien aprovecho cada momento, para conquistar a la chica que alguna vez quiso lejos de el.

—Te va a gustar mucho esta exposición, el artista había sido muy amable conmigo y su arte vale mucho la pena Chlo.

Que al rubio lo invitaran a lugares tan exclusivos era algo común debido a su estatus, sin embargo esta invitación en particular por parte del artista le parcia genuina, algo natural. No una obligación…

Con suma discreción Chloe analizaba todo. El lugar en el que aquel joven manifestaba su creatividad, la diversidad de cientos de bellos colores, la innovación y la libre circulación de ideas a través de las pinturas que se alcanzaban a ver, fue entonces que una pintura llamó su atención pues la mujer le parecía bastante familiar.

«Sabrina» claro era ella.  Volteó a su lado derecho y entonces «Alya, Rose, Alix, Mylène, Lila» todas las chicas que alguna vez pertenecieron a su clase. «Marinette» un cuadro de colores vivos y bonitos acompañaban la imagen de una de las primeras musas del artista.

Nathaniel Kurtzberg

No dudaba mas, el tenía que ser el artista responsable de esos hermosos cuadros. Para el la pintura buscaba representar a través de medios diferentes el universo de inquietudes humanas, sean reales o imaginadas, mediante el uso de símbolos o alegorías.

—Son maravillosos —Le sonrió a Adrien..

—Mira este —la guió entonces hasta su propia pintura. Su rostro a medio iluminar, mostrándola mirando el horizonte, con los ojos inquietos, inundados de lágrimas.

—¿les gusta? —los sorprendió el pelirrojo.  —representa la última vez que te vi.
—recordando aquel día en le pont des arts. Cuando miró a Chloe a lo lejos, sumergida la melancolía y la tristeza. Sentada en soledad como esperando algo que simplemente no llegaba.
Como la mayoría de la gente, a Nathaniel no le caía bien Chloé. Pues ella siempre demostró ser egoísta y mala. Sin embargo ese día, pudo percibir en ella, uno de las emociones mas puras y humanas de todas.

—Pensé que no iba a haber un retrato mío.

—el arte plasma, con o sin intención, el espíritu de una algún ser. El Arte provoca en quien lo contempla un placer sensorial, intelectual o espiritual. La belleza es la cualidad que se encarga de “provocar” este placer. Sin embargo lo que es bello para unos puede resultar horroroso para otros y viceversa.  Ese día tu fuiste una gran fuente de inspiración.

Nathaniel estaba apunto de hablar de nuevo cuando la voz de una pequeña niña lo hizo voltear de inmediato.  —Maestro, encontré las hojas que me pediste. Te dije que si estaban en la oficina.

—Señorita Lefebvre, ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes correr en medio de las exposiciones —El joven hombre dio dos palmadas en la pequeña cabeza de la niña. —Se lo comunicare a tu institutriz si vuelves a hacerlo.

—Pero maestro.

—Basta.

—Pero que amargado, ni que hubiera destruido algo.—se cruzó de brazos molesta. (en esa ocasión no) —Te empiezas a parecer a la abuela.

—¡Oye!

—chicos. Ella es Annika Lefebvre. Ella es una alumna muy prodigiosa que me obligaron a tener. Tiene solo 8 años pero es una loca genio —de nuevo dio unas palmaditas en la cabeza de la niña. —ha demostrado su impresionante capacidad para el color, el flujo y el diseño en varios murales en los que hemos trabajado.

—¡Holi! —Saludó con mucho encanto la pequeña de elegante vestido aqua. Una niña pequeña de piel clara, mejillas rosadas, ojos grandes y verdes, pestañas marrones, cejas marrones y pecas claras alrededor de la nariz. Pero lo que mas resaltaba era su sedoso y largo cabello rubio.

La abuela de la niña, la señora Lefebvre, era una de las personas mas ricas de todo el país y debido a eso optaba por poner a su única nieta en las manos de solo los mejores maestros, incluso cuando estos no deseaban tener alumnos.

—Hola pequeña, soy Adrien.

—Y yo…

—Chloe Bourgoise. Lo se, eres una de las mujeres que el maestro Nathaniel pintó. La dama melancólica.

—Eso creo —Sonrió todavía mas amable, estrechando la pequeña mano de la niña.

—eres mas bonita en persona.

—Gracias, tu también eres bonita.

CONTINUARÁ...

Holi
Aquí un capitulo mas.
Espero y sea de su agrado.

Bueno

Sin mas me despido. Gracias por leer y perdón por las faltas de ortografía, si les gustó no olviden votar o comentar. Como siempre su opinión es muy importante para la continuación ❤❤.

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