just- Bonel su obnun saranga
Con una sonrisa se puso de pie y al fin decidió seguir aquella melodía hasta una multitud, el estaba tocando con pasión. Al igual que una estrella se quedó ahí por un largo rato solo escuchando. su música le erizó el vello, hizo vibrar su corazón , sintió como si aquella tonada hubiera atraído todos sus sentimientos con sinceridad, como si le dijera lo que nadie se atreve a pronunciar. Y ella simplemente no pudo negarse a solo escuchar.
El pequeño niño terminó de tocar y algunos de los presentes le entregaron monedas y sobre todo aplausos.
—¡Muchas gracias! —hizo una reverencia.
"Que voz tan dulce" ¿Dónde escuchó esa voz antes? Sus ojos verdes tan claros, como una cálida, colorida y dulce primavera al amanecer. Como el campo, adornado de las flores más hermosas,
Que puedan existir sobre esta tierra. ¿Dónde vio esos ojos bonitos antes?
—No es necesario el dinero, mi pago es su atención, de verdad gracias —su sonrisa le indicó a Chloe que con él cargaba un sueño, uno tan hermoso como la melodía que acababa de regalarles. Sin pensarlo la mujer se quiso acercar, pero entonces y casi como si de una apestada se tratara el chico huyó de ella antes de que siquiera pudiera verle más de cerca.
Chloe impaciente tomó algo de aire. —¿Por qué? No quiso hablar conmigo —su corazón latía extraño y sus labios formaron una sonrisa. "¿Qué es esta sensación?"
Mientras que en otro lugar el pequeño descasaba tras ponerse lejos de la rubia mujer. Estaba agotado y parecía que algo dentro de su pecho explotaría de un momento a otro.
.
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—Eres mi mejor amiga —dijo el chico con una sonrisa cálida y un poco inocente. Sin embargo el rostro de la chica no parecía gustoso de escuchar aquello. —Mari.
—Tu —los ojos se le llenaron de lágrimas. —¿Te acuestas con tus amigas? Es eso Adrien —exaltada se puso de pie e intentó huir de él, pero con cierto toque de brusquedad el rubio la detuvo. —Déjame ir en este instante.
—No puedo dejar que te vayas pensando todo eso de mí. Marinette.
—Déjame, suéltame.
—¿Por qué me miras con esos ojos tristes? ¡Basta, no vayas a llorar! —Se quedó serio Intentando aparentar que la frágil mujer frente a él no provocaba nada.
—Esperaba que entendieras el dolor que siento, solo quiero que me entiendas. Lo que siento por ti. ¿Dime, no significa nada para ti? —Las lágrimas de Marinette callaron como un par de cascadas, estaba llorando desconsoladamente arrodillada a sus pies, parecía que no importaba si esperaba mucho, el no iba a corresponder. Sin embargo era demasiado testaruda como para dejarlo ir solo así. —Te amo tanto, te amo. No necesitaste hacer nada —sonrió la chica con una deslumbrante y amable sonrisa —Solo quería que me agregaras a tu vida, que me dejaras ser tu consuelo cuando te sintieras solo, yo te quería hacer muy feliz —dramáticamente se dejó se soltó de él y se alejó para siempre de él.
Pero...
El amaba a Chloe, no era su culpa ¿Cierto?
Recordó entonces cuando la miró después de casi tres después. La dulce mujer caminando por la calle, hablando por teléfono de manera radiante. Su cabello estaba más corto sin embargo se veía hermosa, más hermosa que aquella última vez que la miró.
Nervioso esperaba sentado en aquella cafetería. Recordó su dulce voz, ¿se escuchará igual o tendría un tono distinto esta vez?... Se pregunto mientras colocó la enorme taza de café sobre la mesa para dos, que increíblemente calzaba perfecto en el empedrado de la terraza de la acogedora cafetería en la que acordaron encontrarnos en punto de las seis de la tarde.
Marinette
Su cabello negro era muy bonito, desde luego, lo amaba tanto, más que el al suyo cuando lo dejé crecer supo que sería el rasgo que más le gustaría de su amiga. ¿Era eso lo que más le gustaba de Marinette? Juraría que fueron sus expresivos ojos los que lo cautivaron, pero no. Eran sus manos. Tan pequeñas y frágiles, pálidas, suaves, listas para protegerlo contra todo y contra todos, pero que también le brindaron bellas caricias. Eran sus manos, después de tanto tiempo no le queda la menor duda.
la vista al cielo, lleno de recuerdos de aquellos años, contemplando la añoranza, parecía que depues de tanto al fin lograba pronunciar su nombre en una especie de suspiro: —Marinette...— sólo de pensar en ella se le erizó por completo la piel.
Miró el reloj en su muñeca: las seis con quince. ¿Por qué le no extraña? A esa chica siempre le costó llegar a tiempo a cualquier lado, aunque tal vez a estas alturas suponia que ya no es tan adecuado llamarlo chica, después de todo han pasado años.
De verdad quería verla y de corazón esperaba que ella también quisiera verlo, aunque de ser así ya habría llegado. Con un claro gesto de indignación en su rostro dio un último sorbo a su taza de café con canela y miel, y luego miró su celular, un mensaje de Chloe.
Chloe: nos vemos a las
10:39 en casa. ✔️✔️
Adrien: Nos vemos a las 10:39,
te amo ❤️
✔️✔️
El agradable joven con el delantal, la bandeja y una atenta sonrisa se acercó interrumpiendo sus pensamientos .
—¿Gusta ordenar o prefiere esperar un poco más?— ¡Genial! Ahora debía suponer prudencia delante del extraño que claramente sabía que esperaba a alguien. Alguien que estaba retrasado y que muy probablemente no llegaría.
—Esperaré otro poco, gracias.— Contestó amable y correspondiéndole la sonrisa de igual modo.
...
—Disculpa la tardanza.
Su voz, ¡esa era voz! Se giró lentamente hacia su costado derecho de donde provenía su disculpa. —El tráfico, ya sabes. Dejé el coche en casa de mis padres. Quedé de regresar ahí. Vine corriendo y...
casi podía jurar que la miro en cámara lenta, los gestos que tanto le gustaban seguían ahí. Intento sentarse pero al fin de cuentas la silla no tenia la misma estabilidad que la mesa sobre el empedrado y vaciló un poco.
Adrien la sostuvo por el brazo de inmediato; sus reflejos eran buenos. —Disculpa, he sido descuidada.
Su aroma, "rosas frescas"
Su corazón comenzaba a acelerarse.
—¿Estás bien? Creo que en estos tres años no has cambiado nada Mari, sigues siendo la misma despistada.
—Adrien —habló con suavidad y luego algo pasó tras sus palabras, ella frunció el ceño,
—No soy ninguna despistada — sería tomó su lugar frente a el, la mesa era bastante compacta como para separarlos demasiado. Pues de nuevo pudo percibir su aroma, su aliento fresco; además ese conjunto que llevaba le iba muy bien, Llevaba pantalones de vestir color rosado a juego con unas botas blancas , y un suéter blanco.
—¿Qué es lo que quiere?— preguntó sería.
—Quería verte— le sostuvo las manos, pero estas se encontraban cálidas como recordaba, sin embargo algo parecía distinto.
—Escuché que tú y Chloe anunciaron su relación —comentó separándose sutilmente.
—Si ella es la más linda. Ella es lo mejor que pudo pasarme en la vida. Marinette... gracias. Ella está trabajando—sonrío
—¿Segura que prefieres la terraza? Podríamos pedir otra mesa adentro.
—No, no. Aquí está bien. Me gusta la brisa y mirar a la gente que pasa. No es que salgo mucho últimamente. Tengo mucho trabajo.
—he escuchado solo cosas buenas sobre ti en el mundo de la moda —de nuevo esa sonrisa que no hacía más que irritarla.
Fue entonces que ocurrió, la chica hizo un ademán con la mano para llamar al mesero y entonces Adrien pudo ver un anillo de compromiso destellar al chocar con la luz.
Silencio.
"Eso no era posible"
El mesero entrego las cartas.
—A ver... creo que pediré un té de manzanilla —Desde que la conocía siempre pedía lo mismo. No tenía sentido siquiera que se molestara en ver el menú.
—Y el caballero, ¿qué va a querer?— pregunto el amable joven.
—está bien solo un americano por favor y una rebanada del pastel de chocolate.
El joven terminó de anotar el pedido en su diminuta libreta, pidió permiso y se alejo hábil hacia la cocina.
—Tal vez el próximo viernes podamos cenar comida de verdad y no sólo postres... Quiero verte más seguido —Soltó Adrien sin más. No puedo evitar sonrojarse y disimuló agachando un poco la mirada, con delicadeza volvió a sujetar la mano de la chica y con cariño hizo una pequeña caricia con el pulgar, para después mirla con esos ojos profundos e intensos que tenía.
—Quiero decir que si quieres ir a otro lugar está bien.
en un parpadeo lo que ordenaron estaba servido en la pequeña mesa. Desde luego, Adrien suelto las manos de la chica para dirigirse a su café de inmediato. La charla fue algo incómoda para ella, el hablaba como si fueran amigos, como si nunca nada hubiera cambiado y eso la hacía enojar de sobre manera. —Tu cabello está mucho mejor largo, no digo que no te veas bien pero el cabello corto te...
—Me gusta mi cabello como está, Adrien Es tarde y si no hay nada que hablar entonces ya debería irme —saco la cartera con toda la intención de hacer el pago correspondiente.
—Imposible, ni siquiera lo pienses.
—Pero...
Adrien Agreste No podía dejarla pagar, con su tolerancia en cero Marinette se apresuró a salir sin decir nada, pero era obvio que él no la dejaría irse así como así.
—Espera por favor, hay algo que debo hacer—. La chica lo miró confundida.
El rubio acortó por completo la poca distancia que había entre los dos, sujeto el femenino rostro con sus manos, y la besó apresurado, apenas dejándole tiempo de tomar aire. Pudo sentir la calidez de su aliento y su lengua buscando la de ella se entregó por completo al beso y deslizó las las manos hacia su cintura, hasta que notó el rostro sin expresión de su querida chica, tenía los ojos abiertos y el cuerpo rígido, si emoción.
—Marinette.
—Eres de lo peor — Interrumpió respirando profundo, —he venido hasta acá para comprobar que alejarme de ti a sido la mejor decisión de mi vida —sonrió tranquila. —en otro momento este beso me habría derretido pero justo ahora me doy cuenta que ya no hay efecto en mi. Supongo que al fin lo he logrado he dejado de amarte.
—Pensé que estábamos bien, que podíamos volver a ser amigos y que te quedarías a mi lado.
—eres demasiado egoísta. —con una expresión tranquila camina hasta un auto color negro que esperaba estacionado, de inmediato de este baja Nathaniel Kurtzberg quien la recibe con cariño y la abraza como tratando de protegerla. El joven Agreste no sabe qué hacer, lucen en una relación distinta algo tan íntimo que le molesta, sin embargo no se atreve a hacer nada y recuerda el hermoso anillo que ella porta en su mano izquierda.
—Adiós Adrien —se despide con una sonrísa genuina.
Ellos al fin se marchan dejando al muchacho con un dolor grande en el pecho.
—Nathaniel —pronuncia su nombre tras verlo conducir con tranquilidad.
—Tranquila, esperé mucho por estar junto. ti, mi amor no es algo que se romperá fácilmente —con cariño beso su delicada mano.
En cuestión de minutos llegan a la casa de los Dupain-Cheng, estando frente a la gran panadería de sus padres, élla llama con un par de golpes.
—Hija querida, que bueno que llegan. Pasen, me alegra mucho que ambos estén aquí.
Sonriente Nathaniel se adelanta para encontrarse con el pequeño niño que lo tiene hecho un tonto. Pocas cosas había en el mundo que a Marinette le dieran más gusto que verlos juntos queriéndose así como lo hacían. —¡Oye Tomy, creo que enserio me extrañaste —sonrió el pelirrojo tras llevar en brazos al pequeño niño de quizás dos años y cabello rubio que sonreía feliz.
—¡papá, abuelo televisión! —dice risueño, a sabiendas de que su papá es un celoso compulsivo que requiere de toda su atención. Feliz Nathaniel lo abrazo con mucho más cariño.
—Es adorable —comentó Sabine —quiere a Tomy tanto como tu padre a ti a esa edad.
—Si son maravillosos.
—Oye, cariño, ¿en qué piensas?, ¿estás bien?— preguntó la preocupada mujer al ver como su amada hija derramaba un par de lágrimas.
—Estoy bien solo estoy muy feliz.
Continuará...
Hola espero les hay gustado.
Este capítulo introduce la trama secundaria de la trama y con esto alargó un poco mas y decido escribir más.
Sin más me despido
Gracias por leer y perdón por las faltas de ortografía, si les gustó no olviden votar o comentar, ya saben que para mí su opinión es muy importante❤️❤️
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