🍃Epílogo
↪España.
¿Alguna vez has sentido que eres como un npc de un videojuego? Pero no uno de esos que tienen un camino y ya, si no de esos que tienen una función, como una misión y una vez que la completas ya no importan en el juego... Quizás yo sea ahora mismo eso.
Han pasado varios años desde que me gradué, tengo 23 años y siento como si aun tuviera 17 algunos días aunque han ocurrido muchas cosas desde entonces.
Italia se fue de casa, algo que nos jodió mucho a Portugal y a mi, aunque un año después nuestro padre murió y con el dinero que heredamos Portugal y yo nos pudimos ir de ese barrio de mala muerte. En un principio fuimos juntos pero por motivos de trabajo nos tuvimos que separar.
De Italia no sé nada, no me sorprendería que acabase siendo mafioso o algo así, Portugal siguió estudiando para gastronomía, y yo, pues aquí, siendo barman en un café de un pueblo apartado de la mano de dios... tampoco está tan mal... a quien engaño, odio esto, y más ahora mismo.
No dormí nada, y encima hoy tengo turno de noche ya que le he hecho el favor a una amiga de cambiarle el turno, para pegarme un tiro de verdad...
— ¡Cortés! ¡Baja de las nubes que te llevo hablando un rato! — Un voz femenina me gritó, recibiendo seguido una fuerte colleja.
— ¡Ah! Joder, ¡Inca macho! Encima que te cambio el turno y me maltratas... — Le dije, soltando el vaso y el pacho que estaba limpiando con tal de parecer que hago algo.
— Venga~, fue un favor chiquito.
— Para chiquitas tus tetas. — Murmuré, viendo hacía el reloj de la pared, las 8 pm en punto.
— Lo dice quien no llega ni al 1'70...
— ¿Qué quieres? — La miré, con una leve sonrisa mientras me posaba sobre la barra.
— A mi no me vengas así, que me lo debes por los turnos que te cubrí de la mañana.
— Y tú me debes un paquete de cigarrillos y tres mecheros y no los veo por ninguna parte. — Bufé.
— Cuando me devuelvas los 5 euros que te presté, venga, aquí tienes las llaves, te quedas el último, la cocina está cerrada por si piden comida que no sea picoteo, y cierra también la puerta de atrás, ¿sí? — Después de esas palabras siguió hablando, pero tampoco es que escuchara mucho, el sueño me estaba invadiendo y mi mente se perdió en la nada, y por una vez no era por fumar...
Pude ver como Inca se despedía y salía, habían pocos clientes, algo bueno, sería cobrar e irme...
Las 12 en punto, el último cliente se había ido, me había tomado la molestia de limpiar bien todas las mesas y la barra, por la noche el bar ofrece copas y más de una mesa acaba pegajosa, espero que por la cerveza. Ya había cerrado la puerta de atrás y estaba colocando el último vaso sobre una repisa junto a todos cuando la campana de la puerta sonó.
— Disculpe, ya hemos cerrado. — Me giré, mis ojos se despertaron de su sueño al ver un niño pequeño, rubio y pálido, cruzar la puerta. No era normal ver a niños de esa edad por estas calles a esa hora...
El niño se acercó a la barra, subiéndose en un taburete y mirándome.
— ¿Te has perdido? — Pregunté, viendo como el pequeño estiraba sus manos sobre la barra.
— No, solo no encuentro a mi papá. — Su acento era levemente ingles, seguro será el hijo de un guiri de estos que vienen a ocupar las playas en verano... pero de esos guiris depende que yo pague el alquiler así que...
— Eso es estar perdido... — Hablé levemente. — ¿Vives aquí?
— Vacaciones. — Se limitó a decir.
— Vale... ¿y cómo te llamas? — Pregunté, acercándome a una neverita que había y sacando de esta un tetrabrik de zumo, volviendo a la barra y dándoselo al niño.
— Trece colonias, aunque me dicen Trece.
— ... Se nota que tu padre no es de aquí... — Reí para mi mismo, Trece, agárramela que me cre- NOO, QUE ES UN NIÑO. — ¿Tienes el número de tu papá?
— No. — Se limitó a decir, pinchando la pajita en el tetrabrik y sorbiendo. — Tengo 3 años...
— Vale... pues... mira, termina el zumo y luego voy a llevarte con unos señores que te ayudaran con tu papá, ¿sí?
Le miré, el joven asintió, lo último que quería en ese momento era ser niñero, les llevaré el niño a la guardia civil y ellos se encargaran.
Mientras él joven bebía (lo cual parecía una eternidad) me dedique a terminar de limpiar los vasos, por mi desgracia parecía que el universo no quería que me fuera a casa cuando la campana volvió a sonar.
— Disculpen, pero ya hemos cerrado. — Me giré, esta vez no era un niño, si no un adulto.
Era un hombre, alto joven, más o menos de mi edad diría yo... no sé, tenía el pelo azul peinado hacía atrás y vestía como si acabase de salir de una reunión de negocios, solo que sin la americana.
— Sí, lo sé, he leído el cartel. — Dijo con una voz algo temblorosa pero educada, incluso diría que algo ronca, era una mezcla extraña.
Iba a responderle, pero de un salto el chiquillo se bajó del taburete y salió corriendo hacía el hombre llamándole a gritos "Dad", mira tú por donde, al final si podré irme a casa.
— Mira, supongo que tú eres su padre, perfecto. — Crucé la barra jugando con las llaves, pasando por al lado del hombre el cual iba a pronunciar algo, pero le interrumpí — Mire, yo debería haberme ido de aquí hace casi una hora y en lugar de eso hice de niñero de un crio que se perdió, a altas horas de la noche, en una zona donde no vive, y sin posible contacto con su padre... No tengo hijos, pero hasta yo sé que eso es para quitarte al niño...
Quizás haya exagerado, lo podía ver en la cara del joven, el niño no se enteraba de nada por suerte. Sé que no debería de haber sido tan brusco, pero eran casi las una de la mañana y yo quería irme ya a casa.
Me acerqué a la puerta del local y la abrí, el frío de la costa invadió toda la tienda y me arrepentí de no haber llevado una chaqueta...
— Si puede ser, ¿podría salir del local? tengo que cerrar la puerta... — Miré al joven, me miraba como si juzgara algo en mi. — Ah claro, guiris... Go outside... — El sueño ya me estaba afectando al humor...
— ¿España?
Pude sentir una corriente helada por mi espalda.
— ¿Cómo mierda...?
— Sí eres tú, je, lo sabía, tu pelo rojo es único... — Hizo una pausa — Soy... Uk.
¿Qué hacía aquí? Un viernes por la noche, libre, en el piso de alquiler de mi ex novio años después... ¿Era esto una señal de que no era un npc? No lo sé.
Miré hacía toda la casa, estaba sentado en el sofá, junto a Uk, estábamos solos, o eso parecía.
— ¿Y... Trece colonias? — Pregunté, viendo hacía un Uk más adulto de lo que recordaba.
— Rita se lo llevó a dar una vuelta.
— Oh, ¿Rita es tu esposa? — Pregunté, forzando una sonrisa algo temblorosa.
— No, es mi criada.
Hubo un silencio, no me sorprende, siempre fue de ser un señor rico...
— Y... ¿La madre de Trece-? — Pregunté lentamente.
— Murió.
— Oh...
Otro silencio interminable.
— Oye, esto es muy incomodo.
— Sí bueno, llevamos años sin vernos, ¡y quien diría que sería aquí! — Sonrió, sentándose a mi lado. — Te has cortado el pelo... — Comentó, viendo hacía mi con cierto brillo en sus ojos.
— Sí... no me hizo gracia hacerlo... — Agarré un mechón de mi pelo, pasó de haber podido ser una coleta a apenas cubrir mis orejas. — Normas del trabajo. — Le miré esta vez a él. — Tú... has vuelto al azul.
— Me hace ver más joven — Habló. — ¿Trabajas de camarero?
— Es provisional. — Mentira. — Un año sabático — Más mentiras. — Oye, ¿y tú como es que tienes un hijo? Digo, tienes 2 años más que yo...
— Ya bueno, su madre insistió mucho, cosas de mujeres supongo. — Miró hacías otro lado, parecía tener una sonrisa que apenas se borraría. — ¿Te apetece tomar algo?
— Una botella de vino me vendría de puta madre ahora para sobre llevar esto...
Y mi "broma" se acabó llevando a la realidad, quizás fue por la botella de vino tinto que nos tomamos entre los dos pero el ambiente se iba volviendo cada vez más agradable y cada vez se sacaban más cosas de antaño, como si nunca nos hubiéramos separado.
— Mira que durar un año en el servicio militar e irte a Inglaterra... — Reí levemente, quizás por el vino.
— Ya bueno, le hice fingir todos estos años a mi padre que me gustaban las chicas y eso le sirvió.
— ESO DIGO YO — Di un salto en mi asiento. — ¿Tú no eras gay? — Pregunté.
— Sí, si lo soy, pero mi padre tiene una habilidad para hacer matrimonios concertados que no te crees ni tú... ¿Y que tal tu padre? — Preguntó.
— ¡3 metros bajo tierra y yo con toda la alegría del mundo! Lo único bueno que me pasó cuando te fuiste, je.
Hubo un momento donde no sabía si el que hablaba era yo o el alcohol que había tomado mi cuerpo.
— ¿Tanto te dolió mi ida?
— Tú. — Solté la copa de vino sobre la mesita frente al sofá, pudiendo así acercarme al británico, quedando a un par de centímetros de su rostro. — Escúchame, puto desgraciado, ,me llevas gustando mucho más tiempo del que crees, ¿y te crees que iba a llorar dos días por tu ida y a por otro culo? — Me separé de él — ¡Llevo sin poder tener ni un puto lio por el puto mal rato que me diste por años!
— ¿Ni un ligue? — Negué con mi cabeza tanto que me mareé. — ¿Llevas sin follar tanto tiempo?
— ¡EH! —Me levanté de golpe del sofá — ¿TÚ DESDE CUANDO ERES TAN SUELTO? — Le miré, sentía mi cara arder...
— El alcohol — Se excusó riendo. — Sigues igual que haces años... — Sonrió.
— ¿Qué significa eso?
Uk se levantó, soltado a su par la copa vacía sobre la mesilla, dio un par de pasos hasta quedar frente mía, echó su flequillo para atrás y me miró a los ojos, me miró con esos ojos grises de los que me enamoré hace años, con esa piel pálida y ese brillo de enamoradizo que tenía.
— Significa que tú, España Álvaro Cortés Adba... sigues siendo un chico infantil, energético y fumeta, que se bebía el solo dos copas de vino y que tenía el peor lenguaje del mundo y quien hacía rabiar a los demás por pura diversión, alguien insoportable del que me enamoré y de quien sigo enamorado años después. — Comentó, agarrando mi mandíbula con una de sus manos y otra en mi cintura. — Trece se perdió solo porque es idiota ese niño... pero no vinimos aquí por casualidad, Portugal me dijo que vivías aquí y... quería volver a verte, después de todos estos años y de no poder haberme despedido como era.
— Eso es muy de acosador por tu parte, estas fatal. — Reí, esta vez el vino ayudaba, pero estaba claro que no era él quien hablaba si no yo. — Y lo peor es que me gusta y todo que seas así... — Pasé mi mano por su pelo, seguía igual de suave que de costumbre, mi otra mano se posó en su pecho.
— ¿Puedo pedirte un favor ya que estas aquí? — Preguntó, quedando a pocos milímetros de mi rostro.
— Aja... — Me limité a decir, Uk se separó. — ¿Ah?
— España Cortés. — Dijo, agarrando mi mano con delicadeza. — ¿Podrías olvidar todos estos años separados, mudarte conmigo a Londres — Habló, arrodillándose ante mi. — y casarte conmigo?
— Si es un puto chiste no tiene gracia... — Reaccioné, mi vista se nublaba levemente, ¿lagrimas? no me jodas?
— No tengo pero... si quieres algo similar.
Uk se levantó, sacó del bolsillo de su pantalón un pequeño hilo rojo, agarró mi mano y lo ató a uno de mis dedos, luego hizo lo mismo con otro trozito que traía.
— El hilo rojo nunca se rompe... y tú eres muy ñoño con estas cosas así que...
Casi como si alguien me empujara salté sobre él, abrazándole por el cuello y besandole, besandole después de años, sus labios seguían igual, seguían sintiéndose igual y seguía llenándome el corazón de esa calidez cada vez que correspondía. Si no fuera por la alta de oxigeno que me empujó a separarme seguiría con ese beso por horas.
— Sabes que... que me case contigo no será igual que si te casa con una mujer... ¿no?
— Lo sé... pero esta vez si me casaré con alguien a quien amo de verdad y de quien no me separaré.
— Je... ¿Quién es el ñoño ahora? — Pregunté.
— Tu futuro esposo.
Hubo otro beso, esta vez tierno y lleno de amor, como el otro, pero sin prisas, uno lento y con cariño.
— Oye... — Miré a Uk, jadeando levemente tras separarnos del beso.
— ¿Sí?
— ¿Y si adelantamos la luna de miel? — Pregunté, en cierto tono pícaro el cual hizo sonrojar cual tomate a Uk, no pude evitar reír. — ¡Jajaja! ¡Si sigues igual de vergonzoso que antes!
— ¡E-Eso no es verdad! — Se quejó. — ¡Es que no me lo esperaba!
— Pues vete acostumbrando~.
Los gemidos llenaban aquella habitación junto al golpeteo de la cabecera en la pared, las sabanas ya se habían revuelto y el sudor invadía ambos cuerpos en la oscuridad de aquel cuarto, solo la poca luz de la luna adornaba la habitación.
Hacía años que no estaba así con él, y no solo lo digo por el momento de placer y esas mierdas, si no también por poder tenerlo conmigo, juntos y a solas sin nadie más como la última vez que nos vimos.
— Ahh~, Fuck honey~... — Uk gemía levemente mientras echaba su pelo hacía atrás, jadeando entre movimientos mientras seguía con las embestías una tras otra y otra, creando un rápido y placentero vaivén. El gris de sus ojos parecía complementarse con la luz que había, haciéndolo resaltar en la oscuridad. — ¿Va-Vas bien, cielo~? — Preguntó, sin hacer pausas en sus movimientos.
— Per-Perfecto~, tú sigue~. — Sonreí, mordiendo levemente mi labio mientras me aferraba a la almohada.
— Lo que mi rey diga. — Comentó con una leve sonrisa, y tras eso, de golpe, las embestidas aumentaron de velocidad.
— Jo-Joder cabrón... pero mínimo avisa — Respondí entre jadeos, cubriendo mi boca con una de mis manos.
— Si te gusta así de rápido.
Agarró mis muñecas mientras hablaba, poniéndolas contra la cabecera de la cama mientras que con su mano libre agarraba mi cintura, apegándose a mi.
3...2...1... y fin, ambos terminamos, Uk esperó un poco antes de separase del todo y tumbarse a uno de los lados de la cama.
— Joder... ¿a ti desde cuando te a crecido la polla?
— Sí, cielo, yo también te amo. — Comentó Uk entre leves jadeos. — Ahg... me arde la espalda... ¿tú porque arañas tanto?
— Mira, me da pereza discutir. — Reí para mi mismo, acercandome a este y acurrucandome a su lado, poco después él me abrazó, apegandose a mi. — Uk...
— ¿Uhm? — Le escuché murmurrar.
— ¿Cómo sé que cuando me despierte seguiras aquí?
Pude sentir como se removió levemente.
— España... cielo. — Con una de sus manos jugó con mi pelo mientras hablaba. — Ya me fui una vez y he estado arrepentido de no haberle plantado cara a mi padre por años... ahora que te he vuelto a encontrar no me separaré de ti.
— ¿Cómo sé que eso es verdad?
Ambos nos separamos un poco, todavía tumbados en la cama, él agarró mi mano la cual seguía con el hilo rojo atado al igual que la suya, cruzando ambos meniques.
— El hilo rojo no se rompe, por lo que no se separa... voy a estar contigo hasta que se rompa.
Sonreí ante eso, el abrazo volvió a unirnos para seguido caer ambos en los brazos de Morfeo, quizás serían inseguridades pero en cierto modo sentía que él no iba a estar ahí, o que podría ser un sueño. Pero por suerte, esta vez no fue así.
(...)
— ¡Papá! — Sentí un fuerte peso sobre mi de golpe, despertándome. — ¡Dad dice que te despiertes!
Miré a todos lados, fijandome en la joven niña de pelo blanco sobre mi y en el británico al borde de la puerta.
— Gibraltar, baja te anda... — Me incorporé en esa cama que hace años se volvió también la mia. — Ahg... ¿qué hora es?
— Las once de la mañana. — Respondió Uk, sentandose al borde de la cama. — ¿Con que soñaba tanto el cumpleañero para dormir con esa sonrisa?
— Puede que con el día que nos recentramos y lo que pasó esa noche~.
— Niña de 7 años presente, no hablen de guarradas frente a mi... — Pude ver a gibraltar alejarse y correr hacía la puerta.
— Se parece demasiado a ti para ser adoptada... — Comenté, acomodándome en la cabecera de la cama.
— Pues tiene tus ojos... — Respondió Uk, agarrando una de mis manos.
Miré hacía abajo, hacía nuestras manos entrelazadas, ambas con aquel anillo dorado con un año grabado, específicamente la fecha de hace 17 años.
— Y sobre esa noche... al final no fui. — Le ví sonreir, orgulloso de sus anteriores acciones.
— Sí... y ahora no puedo dormir como es debido.
— Tú con tal de poder quejarte...—
Reí, miré hacía la puerta una vez la figura de la joven niña se asomó.
— ¿Listo para tu regalo, papá? ¡Cierra los ojos!
Hice caso a su petición/orden, esperé unos segundos y de golpe algo húmedo recorrió mi cada.
— ¡Ah! ¿Pero qué mier-?
Abrí los ojos levemente y tras escuchar el primer ladrido mis ojos se abrieron de golpe, un pequeño cachorro que se parecía tanto a aquel perro que tuve una vez estaba arriba de mi regazo.
— ¡Te presentamos a Rey! — Sonrió Gibraltar, estirando sus abrazos ampliamente antes de alarmarse por las lagrimas que me habían empezado a recorrer.
— Es casi como León... — Dije en un leve sollozo antes de que el perro volviera a lamerme. — E igual de pesado que él... ¡aisshhhhh!
— Fue idea de dad.
Levanté mi vista antes Uk, el cual tenía el collar del perro en la mano con una chapita con el nombre "Rey" grabado en esta.
— Eres un hijo de puta tremendo. — Dije mientras lloraba, separándome del perro para abrazar a Uk.
— Venga~, que tienes 40 años ya, no llores tanto~. — Le escuché decir.
— ¡Y tú 42 y ayer lloraste al ver una cucaracha cierra la boca! — Me separé de golpe de él, viendo hacía el cachorro que estaba moviendo su cola de un lado a otro. — ¿Qué raza es?
— Un terranova, bueno, no es raza pura pero la chica de la adoptiva dijo que se podría clasificar como tal, ¿te gusta?
Hubo una pequeña pausa, miré a mi esposo y a mi hija, al parecer el hilo rojo si existía...
— Lo amo más que a nadie~.
— ¿Más que a mi? — Preguntó Uk.
— Sí, conoce tu lugar. — Respondí, abrazando a aquel terranova marrón, Gibraltar se acercó con el collar poniéndose.
— ¿Es broma? — Volvió a preguntar Uk, acercándose a nosotros.
— Je, claro que es broma... — Le miré, sonriendo levemente. — Anda ven aquí.
Una vez Uk estuvo lo suficientemente cerca le di un corto beso, definitivamente este es el final que yo quería...
— Te amo.
— Y yo a ti, honey~.
3417 palabras.
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