🍃Capítulo XXVI
23 de diciembre, 7 días para la fiesta de Francia.
↪España.
No me acuerdo de nada más allá de tener mi cabeza bajo aquel falso agua. La sangre brotaba como cascada de aquella esfera que había perdido su función en aquel mismo instante aunque ni yo lo había notado. Las voces de Portugal e Italia entrando a la habitación eras dispersas por mis propios oídos a la vez que mis gritos y lágrimas que empapaban el suelo en una mezcla de líquidos, manchando aquella rota madera..
Y aquel hombre, encendiendo un cigarrillo cualquiera, ignorando a su propio hijo sufriendo... No me sorprendía...
Me encontraba en la habitación de un hospital, me habían ingresado, o eso parecía debido a la soledad de la habitación y que iba vestido con aquellas batas.
Mordí mi labio arrancando un poco de aquella piel seca, el ruido de la televisión apenas importaba, mi vista se centraba más que nada en la ventana del dormitorio la cual daba a un parque interno del centro lleno de posibles pacientes infantiles, sobre mi mesilla de noche había un jarrón con claveles rojos y una nota escrita a mano: "Te dejo tus favoritas para alegrar ese muermo de habitación, iré a verte en cuanto terminé con los policías. Portugal" y el resto del papel era ocupado por un corazón medio deforme.
Miré hacía mi mano reposada en mi regazo, se me hacía raro el no ver absolutamente nada del lado izquierdo, pero tendría que acostumbrarme, según los doctores no me quedaba otra.
La puerta del dormitorio se abrió, dejando entrar a aquella chica que portaba dos vasos de café, de aquellos desechables.
— ¿Qué tal dormiste? — Preguntó aquella fémina, dejando uno de los vasos sobre mi mesilla de noche y sentándose en el sillón de enfrente a la cama.
— No lo sé... sigo como si no hubiera dormido nada. — Respondí en un tono monótono, levantando mi vista hacía la francesa. — ¿Italia no puede venir? — Ella negó. — No le culpo, los policías son demasiado pesados...
— Se me hace raro no verte riendo y haciendo chistes... — Dio un sorbo a aquel vaso que tenía — A ver... es normal en estos casos... pero siendo tú...
— No es mi mejor época, dame un par de días. — Comenté como respuesta, agarrando mi vaso de papel y bebiendo de él- Ardía como los mil infiernos y sentí mi lengua quedarse sin papilas junto a mi garganta, tampoco me arrepentía de haberlo bebido.
— Te dan el alta dos días antes de la fiesta... ¿vas a ir? — Preguntó, bajando la mirada. — Puedo guardarte algo de pastel o comida si no te apetece, siempre sobra demasiada...
— Me lo pensaré, tampoco sé si me dejarán...
Hubo unos minutos de silencio donde apenas éramos ambos mirando a la nada y tomando de nuestros vasos.
— ¿Qué van a hacer con él? — Pregunté.
— Italia tendrá vuestra custodia y él irá a juicio, dicen que puede que sea para febrero si todo va bien... — Me comentó.
— Ya...
Otro silencio interminable...
— ¿A preguntado por mi? — Volví a iniciar la charla.
— No lo sé, pero ahora mismo esta en cárcel preventiva por si acaso y- — La corté.
— No me refiero a mi padre.
Ella detuvo un sorbo que le quedó a medias, viendo hacía mi y bajando su vaso.
— España... ambos sabemos la respuesta — Comentó, levantándose y soltando su vaso sobre una cómoda.
— Tú la sabes y yo me la paso viviendo en mi puta ilusión... — Respondí. — Dímelo, Francia... ¿Uk preguntó por mi?
—... Sí.
Ella se giró, viéndome, y con una sola mirada entendió que le pedía más detalles.
— Preguntó que cuando te daban el alta y si recibías visitas. — Hizo una corta pausa. — Ambos sabemos que no va a venir...
No respondí, ella tenía razón, por mucho que preguntase realmente no iba a venir, le daba asco, ¿No? El hecho de que me gustasen los hombres siempre sería un problema, las mujeres también me gustan al fin de al cabo... podría simplemente tener una novia y olvidarme de todo...
Miré hacía la ventana, el día estaba nublándose y al parecer pequeñas gotas caían, los niños que antes estaban en el parque interno entraban al centro junto a padres y doctores. De alguna forma eso me recordó que después de esto iba a tener bachiller, ¿qué iba a estudiar? Ni si quiera me lo había planteado, ¿gastronomía? es muy caro, no podría permitírmelo ¿música? ¿arte? eso no lleva a nada.
Suspiré y me recosté en la cama, por un momento había pensando en un futuro con Uk, pero sabía que todo se iba a derrumbar, tradición en mi vida supongo.
— España. — Francia me llamó. — Me tengo que ir, en media hora tengo examen, ¿necesitas algo?
— Na', tranqui, todo correcto. — Contesté.
— Está bien, cualquier cosa a partir de las 7 estoy libre, descansa.
Me despedí con un leve sonido, seguido la habitación quedó en silencio tras el golpe de la puerta al cerrase. Cerré los ojos después de esto.
— ¿Por qué no comes? — Preguntó aquel niño con su aguda voz. — Hoy sí tenemos comida... ¿no? — Levantó su vista, viendo a aquella mujer cubierta la cual peinaba aquella cabellera rojiza.
— Sí hay cielo, pero hasta la noche no puedo, lo hago por Alá... — Respondío esa mujer con acento, sonriendo y acariciando la cabeza del menor.
— ¿No tienes hambre? — Volvió a preguntar el niño, abrazando el conejo de peluche que tenía entre sus brazos.
— Alvi, cielo, el hambre es como el miedo, si no piensas en ello no existe.
Una sonrisa se formó en sus labios, esos labios oscuros y que mostraban una paz interna inexistente.
— Ya veo... — Dijo este jovencito, viendo hacía la ventana, viendo a sus hermanos mayores jugando. — ¿Por qué papá no me deja salir a jugar? Portugal e Italia si pueden... es injusto... — Se quejó, viendo hacía el suelo y empezando a hacer un leve puchero.
La mano tatuada de la mujer pasó hacía la mandíbula del menor, agarrándola con sutileza y levantándola, uniendo miradas.
— Mi pequeño... te voy a decir algo... y necesito toda tu atención... — El menor asintió. — La vida es muy injusta... a veces por mucho que quieras algo no puedes tenerlo. Dios, Alá, Buda... le dan sus peleas más duras a sus mejores guerreros.
— Pero- — Fue interrumpido.
— España... mamá no va a estar siempre aquí para poder limpiarte las lagrimas... lo sabes, ¿no? — Él niño asintió. — Tus hermanos van a necesitar un apoyo cuando yo no esté... alguien que les sonría en cada momento, tienes una hermosa sonrisa que alegra a todos, ¿lo sabes? No puedes permitirte estar mal... necesito que seas fuerte una vez yo no esté ¿harías eso por mi?
— ... Si me lo pides tú lo haré...
— Ese es mi niño~.
La joven mujer agarró al menor entre sus brazos, abrazándolo con fuerza y haciendo a ambos reír.
— Mi pequeño rey~... vas a llegar a mucho.
↪España.
Me desperté por un fuerte rayo, lo primero que hice fue agarrar mi teléfono, había una llamada perdida de Italia, un mensaje de Portugal y la hora era marcada como 24 de diciembre, había dormido más de lo pensado.
Levanté mi vista hacía unas plantas sobre la mesilla de noche, no eran esos claveles. Eran rosas rojas y blancas... unas rosas que había visto tantas veces en el jardín de aquella casa.
No había tarjeta en ellas pero sabía su procedencia... Uk, no sé a que estarás jugando, o si soy yo malinterpretando todo, Aceptaré que me llames masoquista por esto, pero en cierto punto me gusta.
↪Uk.
Sé que la he cagado, y por un momento pensaba que no me importaría el haberle dicho eso y las palabras de España, pero el momento en el que Francia me llamó llorando lo entendí.
Tener a alguien al borde de la muerte, a un ser querido no es divertido, y ahora mismo, a un día de que mis padres firmen los papeles del divorcio he entendido que no voy a permitir que mi vida acabe así. Que acabe en una relación que nunca quise ni querré, que si me tienen que odiar que lo hagan, pero no quiero estar viviendo un infierno con alguien que nunca amaré, y lo entendí ahí mismo, hace meses en la playa, o incluso antes... Si quiero estar con alguien quiero que sé con él. Y si ser gay significa que la gente me insulte o me juzgue pues así viviré, pero viviré con él a mi lado o no lo haré.
— Soy gay. — Dije directamente, nada más entré al salón, provocando que mi padre se girase se golpe tirando el periódico al suelo de la sorpresa.
— ¿Pero que dices Uk? — Respondió este, levantandose del sillón y acercandose a mi.
— Que me gustan los hombres, papá. — Dije sin más.
Era mitad de la noche, tenía sueño y quizás esa crisis que me impedía dormir me impulsó a hacerlo, pero ahí estaba, con los ojos llorosos, viendo a mi padre levantase y negando con su cabeza.
— No digas idioteces, ¿Qué coño dices ahora? — Se quejó.
— Pues te digo que soy gay, y que mamá me a dicho que me estas buscando otra esposa e intentando que vuelva con Francia, y eso no va a ser así. — Respondí.
Hubo un silencio, éramos los únicos despiertos en la casa por lo que nada interrumpiría nuestra conversación.
Respiré hondo, profundamente y le miré.
— Si me voy a casar con alguien sé con quien va a ser, y no será con Francia ni con alguien de alta clase... y no me importa si me desheredas o-
Un golpe en seco me calló, una bofetada tan fuerte que giró la cara, ninguno habló, sabía su respuesta con solo ese gesto y él sabía la mía por la lágrima que caía por mi mejilla.
— No te comportes así... ¡MI HIJO NO ESTARÁ ENFERMO! ¡¿ESCUCHASTE?! — Respondió a puro grito, acercándose y agarrando el cuello de mi cabeza. — ¡¿QUÉ HARÁS SI SE ENTERAN LOS DEMÁS?! ¡¿EH?! ¡ME CONDENARAS NIÑATO! ¡ME CONDENARAS A MI Y A TU PROPIA FAMILIA!
— ¡No vivimos en el siglo XV! ¡No estamos condenados por que me gusten los hombres! ¡¿sabes?!
— CALLATE.
Gritó, empujandome directamente contra un pueblo que rebotó junto a mi, seguramente el golpe dejase moratón.
— ... Uk... Es una etapa... dime que es una puta broma o algo así.
— Hazme caso que llevo pensando eso también tanto tiempo... pero no lo es... ni una etapa ni nada... — Respondí, viendole a los ojos.
Mi padre me miró, esa mirada que te dice todo a la mínima... pude sentir su odio en ella.
— ... Para enero te vas a la mili. — Dijo, caminando hacía las escaleras.
— Papá...
— ¡YO NO SOY TU PADRE! ¡¿ME HAS ESCUCHADO?! —Se giró, agarrando mi brazo y tirando de él, no pude evitar gritar, por tanto ruido los demás se habían despertado y sus pasos se escuchaban por las escaleras. — ¡YO NO SOY TU PADRE! ¡Y TÚ NO ERES MI HIJO! ¡MI HIJO NO ESTARÍA TAN PUTAMENTE ENFERMO MENTAL! ¡EN MI ÉPOCA YA ESTARÍAS MUERTO! — Apretó en agarre, tirandome de una al suelo y en pocos segundos sentí como su pie aterrizaba en mi estomago.
— INGLATERRA. — Escuché la voz de mi madre junto a sus paso acelerados, corriendo más rápido tras cada patada. — ¡Inglaterra para! ¡¿Pero que haces?!
— ¡ESTE PUTO CRÍO ESCOCIA! ¡NOS VA A DAR LA RUINA! — Gritaba, una tras otra vez, y yo tirado en el suelo, temblando y agarrando mi estomago.
Pude sentir unas manos, Gales e Irlanda estaban junto a mi, agarrandome con sus manos e intentando levantandome, hablandome, pero no les escuchaba, centraba todas mis fuerzas hacía los mayores.
— ¡¿Pero qué ruina Inglaterra?! ¡¿Pero que dices?! — Preguntaba mi madre, agarrando los hombros de aquel señor.
— ¡QUÉ ES MARICÓN, ESCOCIA! ¡QUE EL PUTO NIÑO NOS SALIÓ MARICÓN! — Gritaba este.
— ¡¿Y qué más da?! ¡El niño solo esta amando Inglaterra! ¡No puedes pegarle por algo así, joder!
La discusión seguía, apenas pude escuchar puesto que Irlanda tiraba de mi había otra habitación alejada, nunca habían tenido una pelea tan fuerte... ellos se solían amar antes de todo esto... ¿por qué ahora lo que yo sienta es tema de debate?
— Uk... — Irlanda cerró la puerta del estudio mientras Gales me hablaba. — Sabías que esto iba a pasar...
— Lo sé... pero me estaba mintiendo a mi mismo más que a ellos... y no puedes vivir siempre encerrado en eso Gales.
Irlanda se acercó a mi, abrazándome con fuerza, sentí su temblar, estaba asustado, incluso más que yo.
— Que sepas... — Gales volvió a hablar. — Que papá es el único que piensa así aquí.
Sonreí ante eso, agarrando al menor del hombro y acercándolo justo a mi e Irlanda, quedando los tres abrazados.
— Os quiero...
— Y nosotros a ti...
Mi pasión es dar susto a los lectores haciéndoles creer que se acabó el amor pero no, ¡¿que no veis el banner?! ¡que el hilo rojo sigue ahí! ¡El amor existe gente!
Chicos... no es por haceros llorar pero... el siguiente capítulo será el final. *les da pañuelos*
¿Habrá final feliz por primera vez en esta cuenta? ¿Se acabará el libro con todos vivos? La verdad ni yo lo sé, pero ewe...
2280 palabras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro