— Pequeña, abre la puerta por favor — habló Jin desde el otro lado de la puerta. —, tu hermano está muy preocupado... y yo también.

Hye suspiró con pesadez. Se secó las lágrimas con la manga de su sudadera negra; dejó el celular a un lado y se armó de valor para ponerse de pie y abrir la puerta.

Puso su mano temblorosa en la perilla y abrió lentamente. Se encontraba mirando al suelo, por lo que no notó que SeokJin tenía varias lágrimas corriendo libremente por sus mejillas.

Al ver a la chica, la estrujó contra su cuerpo. Necesitaba abrazarla y decirle lo mucho que ella significaba en su vida, que no importaba si no lo veía más que como un amigo, que él estaría ahí para ella, en todo momento; sin embargo, se conformó con sentir como ella acariciaba su cabello.

Ambos comenzaron a caminar a tientas hasta la cama de Hye. Jin se separó del abrazo, tomó el rostro de la chica entre sus manos y limpió con delicadeza cada una de las lágrimas que brotaban de sus bellos ojos. Suspiró y unió sus frentes.

— ¿Cuántas cartas leíste, Hye-ssi?

— Uh — la castaña se quedó pensando. Extendió su mano hasta donde estaba la cajita y se alejó de Jin. — 14...

— ¿Terminarás de leerlas? — cuestionó el mayor.

Al no recibir respuesta, miró el interior de la caja, y vió cuáles le faltaban por leer, sacó uno de los sobres y se lo extendió a Hye.