× 027 ×
La semana había pasado rápidamente, por lo que, como todos los viernes después de clases, Jin iba a casa de los Min para poder pasar un rato con su amigo.
— Hyung — dijo YoonGi en forma de saludo.
— YoonGi-ah — contestó el mayor con una sonrisa en su rostro.
Ambos se adentraron a la enorme casa, caminaron hasta llegar a la sala de estar y tomaron asiento en uno de los sofás color marrón.
— Tengo sueño — comentó el rubio.
— ¿Cuándo no? — susurró Jin con un toque de burla en sus palabras. — Por cierto, siempre he tenido la duda de que, ¿por qué, sí viven en una casa amplia, tú y Hye comparten habitación?
La pregunta del mayor tomó desprevenido a YoonGi.
— Uh, es que cuando éramos pequeños, Hye decía que tenía miedo a dormir sola, y a despertar sin nadie a su alrededor... — explicó el chico. — Entonces, convencí a mamá para que me dejara dormir con ella, y así hacerle sentir protegida.
— Y con el paso de los años, se acostumbraron a la compañía del otro — susurró el castaño.
— Sí... — una sonrisa nostálgica apareció en el rostro de Min. — Aún recuerdo cuando ella temía a la oscuridad, y para ella, yo era su héroe que la salvaba de los mounstros...
En ese momento la castaña pasó por el pasillo en dirección contraria a la habitación en la que los dos jóvenes se encontraban. Fue a la cocina por un vaso de agua. Ninguno de los dos se dió cuenta de ello.
— Oh, es raro escucharte hablar de tu niñez, YoonGi...
— Lo sé. — respondió el ya mencionado mientras rascaba su nuca. — En fin. ¿Cuándo le dirás a Hye?
Al ser mencionada, la chica se quedó en la cocina. Tenía curiosidad de saber qué tenía que decirle Jin-oppa.
— No sé de hablas. — contestó el mayor.
— Sabes perfectamente que me refiero a lo de las cartas... — Hye ladeó su cabeza confundida. — ¿Cuándo le dirás que tú eres el chico que escribió todas aquellas cartas?
La castaña se quedó en shock. Todo éste tiempo había tenido pistas en cada una de las cartas de que el chico se trataba de Jin, pero ella no lo había querido creer. Se negaba a pensar en que Jin se hubiera fijado en ella, y en que le había mentido.
El vaso de vidrio en el que se había servido agua se resbaló de sus manos, provocando que cayera al suelo, ocasionando un gran ruido; lo que alarmó a los dos chicos. Sin embargo, Hye seguía sin reaccionar.
— ¿Hye?
Ambos chicos miraron a la castaña.
— Oppa... Tú eres el chico de las cartas.
Eso no había sido una pregunta, más bien, fue una afirmación.
La chica lo miró directamente a los ojos, por lo que Jin sólo asintió con su cabeza y desvió su mirada avergonzado. Por su parte, YoonGi se reprendió mentalmente, había sido su culpa que su hermana se enterara así de ello.
Aún le faltaban cartas por leer, pero no se creía capaz de volver a tocar aquella cajita de madera.
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