— ¿¡Min YoonGi!?

Después de pronunciar aquellas palabras, la castaña entró con total rapidez a la casa, se abrió paso entre la gente y llegó hasta donde estaba su hermano.

Por su parte, Jin la siguió en total silencio. Necesitaba saber que sus amigos estaban bien.

— Eres un idiota — murmuró el rubio.

Su labio estaba sangrando y su mejilla hinchada. En cambio, JungKook tenía varios golpes en su rostro y se encontraba totalmente despeinado.

— ¡Oh por Dios! — la castaña trató de acercarse, pero Jin se lo impidió.

— ¿Qué? No es mi culpa que tus amigos sean unos inútiles al igual que tú — gritó un chico de cabello negro. Hye estaba segura de que lo conocía, pero no recordaba su nombre.

— Maldito. — masculló JungKook.

— ¡Hay que detenerlos! — le rogó la castaña con ojos llorosos al mayor.

— Ustedes dos son tan idiotas. No son nada sin su bolita de amigos. Lo bueno es que su Jin- eomma no está para defenderlos.

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

HyeSook se zafó del agarre de Jin y se colocó frente aquel chico de cabello negro.

— ¡Aquí el único idiota eres tú! Y también aquellos que sólo se quedan mirando en vez de ayudar — sentenció. — Primero golpeas a YoonGi y a JungKook, y los ofendes; después llamas idiotas a mis amigos, y luego te metes con Jin-oppa. Eres un asco de persona. — su voz sonaba distinta. Estaba enfadada.

El chico la miró con burla, sin embargo, Hye tomó impulso y le dió un gran puñetazo en su rostro. El pelinegro no esperaba  algo así; su cabeza se hizo hacia atrás, y su nariz comenzó a sangrar.

— Maldita — susurró entre dientes mientras colocaba sus manos en su nariz, tratando de parar el sangrado.

YoonGi y JungKook miraron a Hye totalmente sorprendidos; su ceño estaba fruncido y respiraba agitadamente. Jin, se acercó a ella y la abrazó... Sólo bastó esa acción para que ella rompiera en llanto.