Hye se encontraba sentada en el sofá de la sala, con la cajita de madera entre manos; se encontraba pérdida en sus pensamientos, por lo que sobresaltó cuando el timbre de su casa sonó.

— ¡Jin-oppa!

— Hola, pequeña.

La castaña tenía una hermosa sonrisa en su rostro. Esa sonrisa que Jin amaba observar.

— ¿Vienes por YoonGi-ah? — cuestionó HyeSook.

— Así es.

— Oh, él... Está dormido. — sonrió avergonzada.

— Él nunca cambiará.

Ambos rieron, claramente, Jin con su risa de limpia parabrisas.

— ¿Quieres esperar aquí hasta que despierte el flojo de mi hermano?

— Claro... Si es que no soy un estorbo.

— Nunca lo serías, oppa.

Hasta ese momento el castaño se percató de que la chica traía un short de mezclilla color negro y una blusa color rosa pastel. Lo que la hacía ver más adorable.

— ¿Qué es eso? — cuestionó el joven Kim.

— Oh, son cartas...

— ¿Un admirador?

Ese comentario hizo que Hye se sonrojara.

— Algo así, supongo... — rió con nerviosismo. — Alguien le pidió a mi hermano que me entragara esto.

— Así que no tienes idea de quién es el chico...

— Exacto.

La tarde transcurrió entre chistes malos contados por SeokJin y por las risas de Hye, hasta que ella se quedó dormida en el hombro del mayor.

— Oh pequeña... Si supieras que yo soy ese chico...