Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17

—💭—


Quería huir, quería huir con Jungwon, pero él ya no estaba allí y tampoco parecía tener intenciones de volver. Nadie lo salvaría ahora. Absolutamente nadie.


Su mundo se venía más rápido de lo que hubiera deseado. Todo era mucho para él. Muchas confesiones juntas, muchos sentimientos amontonados. Mucho dolor tristemente acumulado.


Todo fue como una repentina bomba que acabó con lo poco que quedaba de él.

El nerviosismo de Sunghoon era más que evidente. Notaba el sufrimiento de aquellos ojos, la agonía de su ser.

Agonizaba por su culpa.


—Hice que te embriagaras, te empujé al mar y pasé la lancha arriba tuyo. No daré más detalles. No es necesario, no quiero terminar de quebrarte por completo, aunque quizás ya lo haya hecho. No es muy alejado de lo que le conté a la policía —dijo—Supongo que, el que volvieras a la vida es por una razón, y más concretamente, para hacer que me arrepienta de mis actos.


Pero ambos sabían que no se arrepentía del todo.


Ambos sabían que no sentiría una pizca de dolor si todo hubiera salido correctamente. Pero también sabían que no eran personas precisamente suertudas.


El único motivo por el cual Sunghoon seguía sufriendo era porque él seguía vivo allí, atormentándolo día a día con su patética forma de ser. Tan cambiado, tan amable. Tan cautivador.


Le dolía en el alma saber que volvería a caer de alguna manera u otra en las garras de alguien que no lo quería, pero no había nada más que hacer cuando el desastre ya estaba hecho.

No tenía el coraje suficiente para volver a matarlo, y tampoco se animaba a aceptar que no lo hizo porque tuvo fe.


Tuvo fe en que esta vez lo amara y lo apreciara, pero sus tontos sentimientos se descontrolaron por completo haciendo esa misión aún más difícil.

Las lágrimas ya habían salido de los ojos del mayor. Mojaban sus mejillas sonrosadas con potencia.


Estaba cansado de llorar, sus ojos se sentían cansados, su corazón se sentía cansado, sin embargo, las lágrimas no paraban de salir como si quisieran inundar la habitación y llevarse consigo todo lo malo.

Lo único que había hecho al revivir, era sufrir.


—¿Por qué lo hiciste? —preguntó con la mirada perdida en algún punto no muy definido—¿Cómo no lo descubrieron?


Tardó quizás más de lo necesario en contestar y los nervios y ansias no paraban de comerlo entero.


—No te aguantaba y tampoco aguantaba la rabia que me causaba verte en los brazos de otro hombre. Si no eras mío, ¿por qué serías de alguien más? —contestó sin aparente interés—Creí que tu muerte sería menos pesada que tu engaño, pero ambas pesan igual.

—¿Cómo no lo descubrieron? ¿Por qué mierda no estás en la cárcel?—masculló entre dientes.


Un leve sonrojo se hizo presente en las mejillas del pelinegro.


—Alguien de la policía estaba interesado en mí. Lo usé para olvidarte, aunque era en vano porque cuando llegaba a casa, allí estabas tú y él quedaba en el olvido —sonrió recordando—Se cansó del tonto que esperaba que su esposo lo quisiera. Aún así, me ayudó a tomar las precauciones necesarias para hacerlo. Fui interrogado, pero no pudieron sacarme nada.


Aquello era lo más doloroso de la confesión: tenía un cómplice.

Alguien que lo ayudó a hacerle daño. Alguien le dio el valor necesario para hacerlo y eso sonaba horrible.


—¿Por qué mierda no estás en la cárcel, eh?—repitió con rabia.


Cada mirada suya denotaba desprecio, un enorme desprecio. Y cada mirada se clavaba en el corazón del menor con intensidad. Lo hacía sangrar colores por dentro.


—Por la misma razón de que tú no lo estés —respondió sin más mientras observaba sus manos con nerviosismo, no podía mantenerle la mirada. No hoy.


Permaneció quieto hasta que unos suaves labios lo hicieron volver al presente.

Por más débil que fuera, no iba a seguirlo, le daba asco, miedo, vergüenza. Un extremo repudio que no podía controlar.


Lo empujó con fuerza y Sunghoon volvió a sentarse, quizás sintiéndose algo estúpido. Pero el problema era que, era un estúpido.


¿Realmente pasó por su cabeza que él lo perdonaría o entendería? Quizás.


—Eres horrible —dijo sin dudarlo mientras se limpiaba los labios de manera frenética—Ni siquiera pudiste arrebatarme la vida después de todo lo que te he hecho, ¿tanto te odias? —soltó con desprecio.


Y sí, era alguien horrible.


Y sí, se odiaba.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro