15
—💭—
Sunoo solo negaba ante las palabras del mayor.
No podía creer lo que oía.
—¿Solo te sentirás mejor vengándote de mí, Sunghoon? —preguntó cerrando sus ojos, sabía la respuesta y no se opondría.
Debía recibir el castigo. Así lo dejaría libre.
—Quizás —admitió—Pero vengarme sería aún más pesado que mi dolor y no estoy dispuesto a eso.
No pudo responder, pues el pelinegro lo tomó en brazos y lo sacó del frío sótano.
Estaba tenso, callado, asustado. No sabía qué pasaría, qué sería de él.
—¿Me lastimarás? —en las últimas horas, lo único que podía salir de su boca eran preguntas.
Preguntaba porque estaba asustado.
—Me he cansado de hacerte daño. No me gusta —dijo suspirando—Realmente no puedo lograr ser el monstruo que tú fuiste conmigo, así que seré Sunghoon. Solo Sunghoon.
No podía sentirse menos intranquilo al escuchar esas palabras.
Se notaba cansado, estaba realmente harto de todo. Ya no podía con el peso de la culpa.
Depositó a Sunoo en la bañera y le dio un baño. Todo contacto con su piel fue suave, nada brusco y hasta se animaba a creer que algo cariñoso.
Lo vistió sin sentir una pizca de vergüenza y lo depositó en el sofá de la sala para luego sentarse frente a él.
Ambos permanecían en un silencio sepulcral. El menor lo observaba con cierta confusión y miedo.
—A veces desearía que esto no hubiera pasado —confesó—Pero ahora nos centraremos en disfrutar y ser felices.
—¿Dónde está Jungwon?—preguntó observando el suelo.
Sintió la mirada fulminante de Sunghoon sobre él, pero no se atrevió a mirarlo.
—No puedo creer que todavía te siga importando —vociferó—¡Yo tengo que importarte! ¿Qué hay de mí? ¿Cómo estoy yo, eh?
Soltó un leve suspiro.
—¿Cómo estás, Sunghoon? Dime —preguntó con cansancio.
La situación era realmente molesta, todo explotaría en cualquier momento pero no parecía importarle demasiado. Estaba cansado, dolido, destruido.
Quería volver a morir.
—Él huyó, te abandonó como tú hiciste conmigo —dijo antes de levantarse e irse a la habitación.
Se tiró a la cama y lloró. Lloró como aquella vez que Sunoo le dijo gordo.
Lloró como aquella vez en la que le rogó que lo amara.
Lloró como aquella vez, cuando encontró los mensajes de él y su amante.
Lloró como las incontables veces en las que se encontraba destruido por su causa, y ya no podía contenerse.
Los sollozos salían sin control, sin querer parar por ningún motivo. Su cabeza no podía parar de reproducir cosas dolorosas.
Se permitió gritar, llorar, sufrir una vez más.
Mientras tanto, Sunoo seguía abajo, oyendo los gritos de dolor. Quizás sintiéndolo, quizás no. Solo cerró los ojos y se dejó llevar por el sufrimiento que su ex esposo le expresaba con cada grito, con cada lágrima, con cada recuerdo.
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