12
—💭—
Estaba algo sorprendido, pero no le extrañaba que, con aquellas actitudes de Sunghoon, se haya cansado de él y haya buscado el amor en otra persona.
—Cuéntame más —exigió.
Jungwon se acomodó en el lugar que Sunghoon ocupaba, dejando su adictiva fragancia impregnada en las sábanas y en su alma misma.
—Te cansaste de tu horrible matrimonio, y aparecí yo —dijo algo breve—Sunghoon nunca fue un buen esposo, y, de hecho, planeabas divorciarte hace cuatro meses atrás, pero curiosamente pasó todo esto del accidente —dijo acariciando la mejilla del mayor—Lloré mucho, ¿Sabes? Porque realmente te amo y serás el amor de mi vida hasta que muera. Te extraño tanto. Extraño que estés a mi lado riendo y sacándome fotos mientras tomo el té. Simplemente te extraño. Por favor, no te vuelvas a alejar de mí —dijo al borde de las lágrimas mientras escondía su cara en el cuello ajeno.
Confirmaba que Sunghoon no era un buen esposo. Y también estaba algo feliz, pues al final había sido él el que quería divorciarse y no al revés.
Aquellas palabras lo habían dejado completamente fascinado. Aquel era un amor tan sincero y hermoso, sintió esas palabras tan profundamente clavadas en su pecho que se sintió en las nubes.
Jungwon, querido Jungwon.
—¿Por qué Sunghoon no era buen esposo?—preguntó.
Por más confirmado que lo tenía en su cabeza, necesitaba oírlo.
Necesitaba aquel afirmativo para sentirse orgulloso. Necesitaba que alguien más le dijera que Park Sunghoon era, en definitiva, un cruel abusador, una persona sin sentimientos y sin amor propio.
—Él no te hacía caso, no como yo —sonrió torcidamente—No te complacía, te obligaba a que lo golpearas por su mal comportamiento, no como yo. Siempre fue alguien muy reemplazable.
Abrió los ojos sorprendido. Realmente no era lo que esperaba.
Sintió como su corazón dejó de palpitar por un milisegundo. Estaba en completo shock, asustado, enojado. Se desconocía más que nunca. Sus manos temblaban y su respiración cada vez se hacía más irregular.
—¿Cómo que me obligaba a golpearlo? ¿Qué dices?—preguntó aterrado de si mismo.
Todo debía ser una completa broma, o tal vez Jungwon miraba todo desde un ángulo completamente diferente.
¿Y si él le dijo eso solo para no quedar débil ante su amante y no poner en evidencia que Sunghoon era el maltratador, más no la víctima?
Era algo que tenía lógica, y quería refugiarse en aquel argumento para siempre. Deseaba con todas sus fuerzas que fuese verdad.
—Él tenía que aprender a ser bueno, Sunoo —dijo negando con la cabeza—No hacía bien el desayuno, no armaba bien la cama. Nunca hizo nada bien, siempre mereció todos esos golpes.
Definitivamente ese no podía haber sido Sunoo. Él no era así, no se sentía así. Se sentía una persona buena y pura.
—Estás mintiendo —dijo sentándose en la cama—No podría hacerle daño a Sunghoon por más que lo intentara.
Y hablaba en serio. No podría hacerle daño a nadie, no por su discapacidad física, sino más bien por su poca maldad. Aquellos golpes terminarían doliéndole mucho más a él que al golpeado.
Jungwon rió.
—Dile eso a sus huesos rotos y fracturados. Hace un tiempo tuve que acompañarte al hospital porque lo habías dejado inconsciente de tantos golpes -y merecidos por supuesto- y por más de que las horas pasaban, él no despertaba. Los dos nos asustamos, pero finalmente solo fue una pequeña fractura, nada de qué preocuparse en aquel entonces—contó con una pequeña sonrisa, como si realmente recordar aquella escena de Sunghoon muriendo lo emocionara de sobremanera—Sin embargo, los dos sabemos que se lo merecía, no hay nada de malo en eso —dijo tomándole las manos—Ese eres tú, siempre fuiste así y aquí me tienes a mí, siempre estaré contigo.
Sus ojos delataban el terror que sentía. ¿Cómo Jungwon podía decir esas cosas con tanta tranquilidad y felicidad?
¿Cómo era posible todo lo que estaba contando?
Tenía ganas de llorar, de hacerse sufrir a él mismo.
¿Cómo pudo él haberle hecho todas esas cosas? ¿Cómo pudo ser el monstruo que hoy Sunghoon es?
La primera lágrima cayó mientras observaba las paredes, perdido en sus pensamientos. Cabeceaba constantemente, como si buscara una respuesta que jamás podría encontrar.
—No cariño, no te sientas mal —dijo en un susurro mientras secaba sus lágrimas—Estoy aquí contigo, siempre lo estaré. Eso ya es pasado, déjalo atrás. Déjalo a él atrás.
Negó con su cabeza mientras gemía con desespero. Sus mejillas estaban completamente húmedas por las lágrimas.
Se odiaba en silencio.
Era un monstruo.
—Te amo, Sunoo —dijo mientras lo tomaba de las mejillas obligándolo a que lo mirara—Te amo para siempre.
Las lágrimas no paraban de caer a pesar de que lo intentara, no podía parar de sentir aquel dolor en el pecho.
—Nos iremos lejos, ¿Quieres? Solo tú y yo, juntos —apoyó su frente contra la ajena—Vámonos lejos.
Sunoo asintió enseguida mientras apoyaba sus manos en las del menor.
Aquella era la respuesta: huir.
Huir y dejar atrás al monstruo de Sunoo, ser feliz siendo el nuevo. Olvidar todo lo que por un momento, entró a su cabeza como una daga.
—¿Me amas, Sun? —preguntó Jungwon con lágrimas de dolor en los ojos, mientras acariciaba la mejilla ajena con amor
Y simplemente, tan simplemente, lo dijo.
Salió de su alma, de su corazón. Sin dudarlo, sin esperar.
—Te amo —dijo en un jadeo mientras cerraba los ojos y dejaba que sus mejillas se inundaran de lágrimas—Te amo —repitió.
Sentía que lo amaba.
Sentía que amaba a aquella persona que había conocido hace menos de treinta minutos, con tanta fluidez y certeza que lo asustaba.
¿Por qué no sentía eso con Sunghoon?, ¿Lo odiaba?, ¿Acaso el odio lo llevó a hacer todas esas cosas impensables?
No era un justificativo, y definitivamente no era algo bueno.
Todo era tan extraño y a la vez tan claro.
Todo lo negro se tornaba blanco, pero todo lo blanco se tornaba gris.
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