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seis

Había quedado algo tímido luego del trato de Kihyun el día de ayer. Pero también sentía culpa por sentirse tímido.

Probablemente él debería tener alguna alergia, o simplemente no era bueno para él y tenía que entenderlo o marcharse de la casa.

Y claro que no quería marcharse.

Intentaba con todas sus fuerzas entender la actitud de Kihyun. Al principio era alguien tan tierno, amoroso y paciente, pero en un punto se tornaba una persona tan oscura y tenebrosa que ya no sabía si quería seguir en sus cuidados.

Se sentía horriblemente desagradecido, pero algo dentro de él gritaba que no debía estar allí y con él. Su lugar no era allí.

Aún así, no podía evitar caer rendido ante aquellos ojos oscuros y aquella sonrisa hermosa. Le causaba tantos conflictos internos que estaba exhausto.

Ya no dormía. No comía bien, aunque no porque no quisiera, sino porque cada vez Kihyun le servía menos comida en el plato. No era tonto, lo notaba.

¿Era Kihyun capaz de hacerle daño? Probablemente.

Se encontraba frente a la ventana nuevamente. Sus ojos estaban cansados y su mente lo estaba aún más. Estar vivo era un auténtico infierno.

Era un completo tonto y no sabía que hacer al respecto.

Escuchaba cómo las hojas del diario pasaban con lentitud detrás de él y solo cerraba los ojos intentando buscar un rastro de sueño en si mismo para poder recuperarse un poco de aquel estado de cansancio eterno.

—¿Estás bien, Min? —preguntó Kihyun con tono atento detrás de él

Abrió los ojos con un poco de sorpresa y solo respondió sin pensar bien su respuesta.

—Estoy cansado, no he dormido bien.

La dulce risa de Kihyun retumbó por el living.

—Lo sé, lo he notado, no soy tan tonto como parece. —respondió—Podemos ir a tomar la merienda afuera si te parece. Quizás eso alivie un poco todo.

Los ojos del mayor brillaron con emoción. ¡Claro que quería!

—Sí quiero, si no es mucha molestia. —respondió rápidamente a aquella propuesta—Puedo mover yo mismo la silla así no te esfuerzas demasiado.

Su emoción era el sentimiento más evidente del universo y Kihyun no pudo detener la pequeña sonrisa que se formó en sus labios.

De aquel Minhyuk se había enamorado.

Lo llevó al jardín y lo dejó arrimado en una mesa de madera que se encontraba bajo un gran árbol que lo mantenía fresco del ardiente sol de aquel día.

Un pequeño plato fue puesto frente a él, en silencio, un frío silencio.

Antes eran cuatro panqueques. Ayer eran tres, hoy son simplemente dos y una taza de té sin azúcar.

Kihyun le generaba algo de miedo, solo algo. Una pequeña pizca, un miedo infundado. Le daba miedo no conocerlo y no saber cómo reaccionaría a sus palabras. Simplemente, tan simplemente, no quería que sucediese lo mismo que ayer.

Lo observó un poco, solo un poco para que no se sintiera extraño. Él había tenido un buen gesto el día de hoy y debía agradecerle. Era lo mínimo que podía hacer.

—Muchas gracias por permitirme tener este momento hoy. Significa mucho para mí, me gusta mucho la naturaleza. Me hace sentir mucho mejor, realmente gracias. —dijo con la voz algo temblorosa

—De nada, y siento lo de ayer. No era precisamente un buen día. —se disculpó sin timidez alguna y comió sus panqueques

Una pizca de duda se hizo presente en su interior. ¿Era su culpa aquel mal día?

—¿Qué ha sucedido? ¿He hecho algo mal? —preguntó quizás con preocupación

—Llamaron de la firma de donde trabajabas. Como tienes parte de la firma comprada, todos los meses nos llegaba un monto de mil dólares a nuestra cuenta de banco. —explicó—En fin, este mes no llegó y es porque decidieron darle fin. Es un movimiento ilegal, pero como verás no levantaré cargos. No quiero más dramas y eran mil dólares que sobraban.

Asintió no entendiendo muy bien.

—¿Por qué han hecho eso? —habló suavemente luego de sorber un poco de su té

—Porque nadie da un centavo por el egoísta. —respondió seco y observó para otro lado

Y a eso se refería cuando decía que no entendía. Aquellas actitudes tan repentinas que lo hacían tener un fuerte dolor en el pecho lo desgastaban día a día.

Solo asintió y siguió comiendo, ignorando todo lo roto que dejaba con cada palabra.

—Lo siento, no he querido decir eso. Simplemente se me ha escapado. —se disculpó y tomó las manos ajenas proporcionándoles calor—Sé que estás viendo lo peor de mí, pero actúo en consecuencia a lo que sucede. Es mucho para mí, tengo todo arriba de mis hombros y me es difícil simplemente volver a acostumbrarme a toda la rutina.

Asintió inmóvil y tenso ante las palabras del menor.

Todo su interior se revoloteaba y no parecía tener ganas de parar.

—Te amo, Minhyuk. —dijo antes de acercase y besarlo con aparente dulzura

Sin darse cuenta ahora estaba desnudo en aquella cama, sintiendo el pecho de Kihyun en su espalda mientras que mordía brutalmente su oreja. No tenía palabras para describir todas las sensaciones que tenía en su cuerpo, pero estaba en las mismísimas nubes.

Sudado, cansado y feliz.

Todo había acabado y solo se rindió en aquellos tibios brazos, tranquilo y sintiéndose amado por primera vez.


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