ocho
En lo largo de las últimas semanas todo se había vuelto lo mismo.
Dos o tres veces por semana era usado por Kihyun, pero no se negaba, porque le gustaba y porque se sentía amado.
Estaba tan estúpidamente enamorado de Yoo Kihyun que no se negaba a pesar de que todo le doliera.
Era tan patético por dejarse convencer con un simple "Te amo, Minhyuk" que no era real, y quizás jamás lo sería.
Era ridículo.
Era ridículo soportar el mismo bucle de sufrimiento.
Decía que lo amaba, lo llevaba a la cama, lo abrazaba al terminar y al día siguiente era el repugnante Kihyun que definitivamente no quería saber nada de Minhyuk.
Había notado cómo la terapeuta a veces se quedaba más tiempo en la habitación donde él dormía y quería tragarse el cuento de que solo charlaban sobre él, pero era demasiado evidente toda la situación. No era normal salir con el maquillaje retocado y la camisa mal abotonada, creyendo que sí lo estaba.
Era imposible no llorar por las noches en el baño para que Kihyun no lo escuchara. Sufría tanto para nada.
Estaba cansado de escuchar los comentarios hirientes de Kihyun.
"No eres suficiente", "No sirves", "Eres un idiota", "Estás gordo, así no te recuperarás".
A escondidas había practicado caminar agarrado de las paredes del pasillo y también hacía ejercicios leves para fortalecer sus piernas. Funcionaban de maravilla porque ya podía moverse un poco más, aunque actuaba completamente frágil frente a Kihyun, intentando llamar su atención, pero nunca funcionaba.
—Minhyuk, iré a trabajar—avisó—Te he dejado todo a mano, no estaré fuera mucho tiempo así que creo que podrás sobrevivir con lo que te he dejado.
Kihyun se acercó e intentó depositar un beso en su cabeza, pero rápidamente movió su silla de ruedas al otro lado del gran ventanal.
—Adiós. —respondió
Debía actuar así. Debía protegerse a si mismo de toda esta situación abrumadora.
Una vez Kihyun se alejó en su auto, se levantó de la silla con cuidado y comenzó a caminar por la casa con un poco de torpeza. Era como un niño dominando la habilidad de caminar y se sentía más que libre.
Almorzó algo hecho por sus propias manos, un gran sándwich tostado. Se sentía completamente orgulloso de si mismo.
El teléfono sonó en la sala, así que caminó lo más normal que pudo hasta allí y contestó.
Era extraño pues era la primera vez que respondía al teléfono, y, sobre todo, la primera vez que alguien llamaba a la casa.
—¿Hola? —preguntó con emoción, pues era la primera llamada que contestaba
—... ¿Minhyuk? —preguntó una voz masculina
—Soy yo, ¿Quién habla?
—¿Cómo estás Minhyuk? —aquella voz se notaba emocionada
—Estoy bien, ¿Quién habla?
—¿No me recuerdas? —preguntó con voz temblorosa
—¿Debería?—preguntó
—No. —respondió—Nos vemos pronto Min.
Y simplemente colgó.
Todo era extraño, pero ¿Qué más podría hacer aparte de esperar a que algo más sucediera?
Las horas pasaban rápido y por más feliz que estuviera, debería volver a la silla antes de que Kihyun llegara. Aún no era el momento de todas formas.
Subió las escaleras con un poco de dificultad y observó detenidamente el pasillo. Las decoraciones eran feas, no eran su estilo. Él prefería algo más suave, con tonos blancos y sin ningún estampado. Le era difícil creer que él aceptó tener aquella decoración, pero quizás Kihyun también era una de sus debilidades en ese entonces.
Noto un relieve extraño detrás de una mesita que se encontraba allí, así que ¿Por qué no investigar? Kihyun probablemente no llegaría hasta dentro de un rato, ni siquiera eran las cinco.
Corrió la mesa y contorneó con sus dedos el relieve. Era un cuadrado, hasta se atrevía a decir que quizás una puerta escondida en el papel tapiz.
Rompió el papel con ayuda de sus dedos y uñas, y reveló lo que sospechaba: Una puerta.
Era pequeña, pero no lo suficiente. Parecía ocultar una caja fuerte, pero no era nada de eso. Ni siquiera portaba una cerradura.
La abrió sin dudarlo y allí había una carpeta, bastante cargada de papeles y a su lado, un álbum.
Revisó aquella carpeta solo por curiosidad, y su contenido solo confirmó las palabras de Kihyun. Ellos estaban casados, él no había mentido. Allí se encontraba el certificado, el cual databa de años atrás. Pero también había un sobre con una carta de divorcio, la cual no estaba firmada.
Cerró los ojos y dejó todo allí. No seguiría indagando en aquella carpeta. Era más que seguro que Kihyun quiso separarse de él, pero el tiempo no se lo permitió y ahora estaba aguantándolo a pesar de todo.
Quería llorar, revolcarse en el suelo y llorar.
Abrió el álbum de fotos, con el corazón palpitando tristeza y sus grandes ojos con algunas lágrimas. Era su álbum de bodas. Se veían tan felices ambos en aquellas fotos.
Kihyun estaba hermoso, radiante, feliz. No como ahora, no era el mismo Kihyun. Y él tampoco era el mismo Minhyuk.
Guardó todo como estaba y cerró la puerta, no podría volver a poner el papel tapiz, pero sí podría poner la mesa encima y quedaría sujetado. Y eso mismo hizo.
Quedó triste, pensativo. Parado observando el blanco techo. Quería volver a disfrutar todo, pero no podía. Sus sentimientos no lo dejaban, su alma no estaba en paz.
Suspiró y la primera lágrima cayó, pero al instante la frenó. No lloraría hoy, no podía permitírselo.
—¿Minhyuk? —habló Kihyun a sus espaldas
Su voz logró que se sobresaltara y se girara.
—No te escuché llegar. —habló nervioso
Y era verdad, la puerta en ningún momento se había sentido y es por eso por lo que no llegó a sentarse nuevamente en la silla.
Su respiración se agitó un poco y un rayo de miedo recorrió todo su cuerpo.
—Lo sé, he entrado por la puerta trasera porque no me llevé las llaves. —respondió—¿Me dirás por qué mierda estás parado?
El miedo era evidente en sus ojos. Tenía miedo de las palabras, de Kihyun, de el ambiente, de todo.
Retrocedió un poco y se acercó a las escaleras de espalda, con movimientos lentos. Tendría tiempo de escapar por cualquier cosa.
—N-no sé, yo solo lo intenté y pasó, aquí estoy, ¿No estás feliz por mí? —contestó con una sonrisa torcida mientras se agarraba del barandal.
—No, no estoy feliz. Me has mentido Minhyuk, te has hecho la víctima. —vociferó—Estuve todos los meses pagándole a la terapeuta como un estúpido, esperando que te ayudara y no fuiste capaz de decirme que te habías recuperado.
—Disfrutabas estar con ella, no la pagas en vano. —respondió—Además es reciente, solo lo he intentado y ha salido. ¿Por qué no estás feliz por mí?
Kihyun se acercó a paso rápido y lo tomó de la camisa, arrugándola por completo.
—Porque me mentiste, estúpido. Me mentiste, me engañaste. —gritó—Y yo te creí, como siempre.
Cada vez perdía más el equilibrio en sus piernas, pero confiaba en que su agarre lo ayudaría.
—Lo siento, no fue mi intención, lo siento. —pidió al borde de las lágrimas
—Debes aprender a ser un buen niño, Minhyuk. —susurró con una sonrisa y lo dejó caer por las escaleras
Lo único que se escuchaba en la casa eran los gritos desesperados de Minhyuk, ahogados en llanto.
Tenía la pierna derecha completamente rota, y Kihyun solo lo observaba desde arriba.
Observaba como el hueso de su pierna se hacía presente levantando su piel.
Dolía horriblemente, no podía parar de llorar y gritar.
—Cállate, no te soporto. —le gritó desde arriba antes de encerrarse en la habitación dando un portazo
Automáticamente calló sus gritos, pero no podía parar su llanto.
Quedó en esa posición toda la noche, pues Kihyun lo dejó allí tirado y se fue a dormir. Lo abandonó allí, en la oscuridad y frialdad de aquella casa. Acabó desmayado por el dolor, y simplemente no podía creer aquel acto de maldad.
CHE ME DUELE EN EL ALMA ESCRIBIR ESTAS COSAS.
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