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cuatro

La noche había azotado la ciudad, esa noche no había estrellas, solo una gran y brillante luna que cautivaba a cualquiera. Él las estaba observando desde la ventana del cuarto de estar, lugar del que no se había movido por horas.

Pensaba en qué tan emocionante sería vivir en la luna y observar de cerca las estrellas.

Mientras pensaba para matar el tiempo, oía que Kihyun había estado medio gritándole a su teléfono celular, con furia quizás. Pero simplemente hizo oídos sordos, aunque imposible por los gritos.

De la boca rabiosa del menor salían frases cómo "Esto no era parte del plan", "No juegues conmigo, esto no es lo que acordamos" y algunos "Vete a la mierda, saco de pus". Era extraño, pero supone que arreglaba cosas del trabajo, pues si no trabajaba, era imposible mantener esta casa con éxito.

Se durmió escuchando aquella conversación para nada amable, pensando que quizás si dormía, volvería a su paraíso. Pero todos sus pensamientos fueron interrumpidos por una sacudida de hombros algo brusca.

Su piel se erizó al ver a Kihyun parado frente a él, con una cara no muy agradable, observándolo.

—Es tarde y no me avisaste que tenías sueño para que te ayudase a subir, ¿Por qué haces estas cosas, Minhyuk? —habló sin paciencia

Minhyuk subió una ceja.

Las luces tenues que ingresaban a la habitación no ayudaban a la situación, pues apenas se lograban ver.

—Estabas hablando por celular, ¿Debo yo saber cuándo interrumpo y cuándo no? Prefiero simplemente no molestar.

La respiración de Kihyun se cortó por un milisegundo, por alguna razón.

—¿Escuchaste algo? —su tono de voz había cambiado, su voz ahora era de un tono amable, como la que le había hablado hoy en la tarde

Minhyuk negó a pesar de que quizás no lo viera.

—Escuché que estabas hablando, pero simplemente dormí. ¿Te preocupa? —preguntó, intentando obtener alguna respuesta, pero aquel muchacho era como un cofre cerrado con treinta cerraduras sin llave alguna.

Y ahí estaba otra vez, aquella risilla nerviosa que jamás olvidaría.

—No, pero era algo muy personal. —respondió moviendo la silla en dirección a la escalera—Escucha, tendré que cargarte, es mucho más cómodo. Luego subiré la silla.

El mayor simplemente asintió, sin ganas de contestarle en lo absoluto.

Estaba casando, exhausto en realidad. Todo su cuerpo dolía, y mucho más su cabeza, la cual estaba vendada.

Le sorprendió el hecho de que estuviera vendada, pues si estaba muerto, no hacía falta que se la pusieran. Aún así era algo posible, por lo que rápidamente despejó aquellos pensamientos.

Quizás solo debía confiar, al fin y al cabo, era su esposo, y por los tratos que le brindaba, se notaba su amor por él. O quizás un poco solamente.

Le costaba tanto confiar, pero él sabía que aquello era completamente normal en su situación, pero también peligroso.

Debía comportarse bien y ser amable, porque dependía de aquel chico para todo, y, sin él, moriría otra vez.

Finalmente llegaron a un no muy largo pasillo al final de la escalera. Solo había dos puertas en él.

Kihyun abrió la primera con su pie, pues se encontraba entreabierta, y depositó suavemente el cuerpo de Minhyuk en una cama doble de color blanco.

—Yo dormiré abajo porque no hay más habitaciones, si necesitas algo, solo grita, trataré de escucharte. —dijo en tono divertido

A él no le había causado gracia alguna.

—No duermas allí, está bastante frío. —habló poco antes de que el castaño se dirigiera a la puerta—Duerme aquí conmigo, a mí no me molesta en lo absoluto. Y supongo que a ti tampoco si somos esposos.

Las manos de Kihyun temblaron un poco.

—Tienes razón. Ahora regreso. —dijo de espaldas antes de salir

Se acomodó como pudo en un costado de la cama y observó el techo, pensando.

Desde su resurrección solo había pensado.

Le sorprendía la rapidez con la que sus pensamientos fluían. Eran increíbles.

¿Debía actuar como si esto de morir jamás hubiese pasado?

¿Debía actuar como un esposo cariñoso?

No tenía ni la menor idea de qué hacer ahora.

Todo en vida era tan difícil.

Kihyun ingresó en silencio a la habitación y se acostó a una considerable distancia de el mayor. O eso sentía, pues él se encontraba de espaldas.

—Descansa. —murmuró con voz algo quebrada

—Lo mismo digo. —respondió cerrando los ojos

Por más que quisiera dormir, no podía. Los pensamientos se hacían cada vez más fuertes y confusos. Las horas pasaban y todo se hacía cada vez más horrible.

Su cabeza cada vez palpitaba más y ya no sabía cómo detener todo lo que había logrado.

Sintió como Kihyun se movió levemente en la cama, para luego sentir unos calientes y pesados brazos a su alrededor, mientras un cálido aire se hacía presente en su nuca.

Lo estaba abrazando.

Se sentía extraño ser abrazado, pero la calidez que había era algo digno de recordar para siempre.

Qué lindos eran los abrazos.

El seguramente daba muchos abrazos, lo implementaría en sus rutinas. Eran reconfortadores.

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