Capítulo 5
Camino hasta entrar en el edificio de la universidad alejándome de todo: de mi primo, de lo que había pasado en la cafetería.... Mi paso es rápido y decidido. Voy pisando fuerte y con la mirada puesta en el asfalto del suelo, cuando de repente, un cuerpo menudo y grande me hace detenerme chocando contra él muy fuertemente. Me concentró en la figura que se ubicaba delante de mí paso y con la que había chocado. Camiseta blanca de tirantes, pantalón vaquero desgastado y el dibujo de un reloj antiguo se le podía apreciar tatuado cubriendo casi todo el dorsal de la mano. Percatándome de que me había quedado en silencio y mirándole, me aderezo en el sitio sin moverme, cambiando el peso de un pie a otro, y justo cuando voy a decir algo, éste se me adelanta:
Su voz era grave y áspera como la de mi primo.
—¿Estás bien? —dice él sonriendo divertido —. Hay que mirar para no acabar chocando, Violeta.
¿Violeta?
¿Por qué éste que me desconocía me llamaba violeta? Le miró detenidamente sin entender el nuevo nombre que me había puesto el desconocido.
—Que ojos más raros tienes —Ah... por eso.
—Lo siento, no te había visto.
—Sin problema —Se encoge de hombros quitándole importancia; ahora que me fijaba tenía un cigarro detrás de la oreja, como el otro día lo tenía Evans —. Soy Mikel Portman, pero todos me llaman Portman.
Se pasa la mano por el pelo que hasta ahora no me había fijado en que era de un color blanco platino; además, hacía que sus ojos destacaran, ya que eran de un tono grisáceo espectacular. Portman me mira fijamente, y se por su expresión, que otra vez me había quedado muda observándole.
—Perdón, yo soy Baby.
—Pues encantado de conocerte Baby —responde sonriendo tanto que podía ver sus dientes perfectos —. Bueno, tengo entrenamiento, así que hasta luego entonces.
Asiento.
Justo antes de entrar en mi siguiente clase, puedo escuchar la voz de Portman a lo lejos diciendo, ¡Hasta luego Violeta!, lo que me hizo regalarle una sonrisa con risa incluida. Al menos no me decía nada molesto, como el apodo de muñeca del insufrible de Connor. Remuevo aquellos pensamientos de mi cabeza cuando me dirijo a entrar al aula de lingüística, que al ver que no se encontraba Connor por ninguna parte, suspiré de alivio al pensar que no tendría que aguantar sus codazos en esta clase.
Me dirijo al fondo de la clase sentándome en una de las mesas que estaban vacías. Solo una chica de cabello oscuro con mechas californianas, estaba sentada junto a mi asiento, y en cuanto me senté, comenzó a hablar con atisbo de ilusión: Tiffany, así era como se llamaba la chica, y parecía ser bastante simpática.
Al menos las clases de lingüística se me harían cortas gracias a Tiffany. Las dos nos callamos, en cuán el profesor se presenta en la clase.
Termino de ducharme al tiempo que la puerta de la habitación se abría.
Eran las seis de la tarde casi, y después de salir de todas las clases que tuve esa mañana, Emilia y yo habíamos quedado para ir al centro comercial. La idea no me pareció para nada mala, ya que llevaba dos semanas o así aquí, y todavía no había visitado ningún lugar de Los ángeles.
Salgo del cuarto de baño cubriendo solamente mi cuerpo con una toalla y el pelo mojado cayendo por mi espalda, cuando de repente saltó de sorpresa cuando mis ojos ven a Emilia, cambiándose de ropa a una más cómoda.
Voy directa hacia mi armario, y sin soltar la toalla, lo primero que me pongo es la ropa interior tan deprisa como me era posible.
—¡Me has asustado Emilia! —menciono de espaldas a ella poniéndome una camiseta negra.
Oigo una risa por detrás.
—Lo siento amiga, quería cambiarme antes de irnos. Por cierto, ¿has terminado?
Me abrocho los botones del vaquero y a continuación me pongo una sudadera color granate de mi primo —sí, tenía mucha ropa de mi primo, no me juzguéis —. Una vez me terminé de arreglar, agarré el teléfono y detrás de Emilia, salimos las dos de la habitación.
El centro comercial de Los Ángeles era enorme.
Entramos en una de las tantas tiendas que se encontraban dentro del centro comercial. Habíamos cogido un autobús para venir hasta aquí, y nos habíamos dado cuenta que a estas horas no era muy buena idea que digamos. Los autobuses iban sobrados de gente que casi no podías respirar en su interior. La tienda en la que entramos se llamaba Macy's. Sus colores pasteles de las paredes transmitían tranquilidad. El barullo de la gente que se movía por la tienda, retumbaba contra las paredes de ésta.
Sigo a Emilia hasta los probadores, ya que ésta no había podido contener las ganas de agarrar todo lo que veía y que le parecía precioso. Por eso, ahora me veía esperando sentada en un banquillo frente al probador donde mi buena amiga amante de las prendas de ropa había entrado.
Me levanto del sitio cuando Emilia abre la cortina para salir con la... probablemente cuarta o quinta prenda.
Mi amiga comenzó a desfilar frente a mí para que pudiese admirar como le quedaba la camiseta. Era corta con estampado de flamencos. Le sonrío como respuesta, porque la verdad era que le quedaba perfecta. Dejaba al descubierto un poco su ombligo moreno. Río cuando Emilia por casi se cae cuando intentaba dar una vuelta como una profesional de pasarela.
—Decidido. Me llevo esto.
Alza la mano con la que agarraba un pantalón de cuero negro y una falda de vuelo color vino, además de la camiseta que sin saber cómo, ya se había quitado y la tenía en la mano con las demás cosas. ¿Cuándo había vuelto a entrar al probador?
Nos dirigimos a la caja para pagar lo que habíamos elegido cada una. Yo simplemente me cogí una sudadera corta blanca con estampado de panda y unos vaqueros pitillos. En cuanto es nuestro turno, Emilia y yo discutimos por pagar nuestras cosas, que al final ganó ella.
—La próxima te lo pago yo —digo señalándola con el dedo y enarcando una ceja.
Emilia se ríe sacando el monedero de su bolso.
Distraída mientras esperaba a que Emilia acabase de pagar la ropa, me muevo inquieta en el sitio a su lado, cuando de repente, mi mirada se posa en la portada de las revistas que estaban apiladas detrás de la dependienta. Tragó el nudo que se me había formado en la garganta avivando los recuerdos de hace años.
No sé porque lo hago, pero sin poder detener a mi boca tonta, le digo a la dependienta:
—Perdona, ¿podría darme una de esas revistas, por favor?
La dependienta que se llama Diana, asintió sonriendo, y en cuanto le entregó a Emilia nuestra compra y ésta las cogió encantada, se dio la vuelta para agarrar una revista para a continuación dármela.
Agarro con manos temblorosas la revista y me la guardó en la bolsa de ropa que me pertenecía a mí. Más tarde la vería, aunque sabía que me iba a traer demasiados recuerdos cuando viera a la persona que posaba en la portada, pero no sería la foto lo que más me dolería, si no el texto que había leído antes de que me la entregará.
Pasamos el resto de la tarde de tienda en tienda.
Nos encontrábamos en un Starbucks que había en el centro comercial, sentadas en una mesa que encontramos libre al fondo, con las bebidas que habíamos pedido cada una. Observo de reojo la revista que había decidido sacar cuando nos sentamos al principio de llegar aquí. Mi madre salía en la portada, y parecía realmente feliz.
Doy un trago a mi Frappucino de caramelo intentando olvidar el tema, prestando atención a una Emilia frente a mí, pero distraída. Segundos después, me doy cuenta de que seguía distrayéndome mirando la revista.
—¿Por qué querías la revista? —pregunta rompiendo aquel silencio que habíamos creado.
Miro una última vez la cara de mamá alegre y radiante como siempre, y a continuación, hablo:
—Mi madre es ésta, la que sale en la portada —admito acercándosela —. Pero lo que me ha llamado la atención, es el texto que pone de título.
—¿Esta es de la que me contaste el primer día cuando te pregunté?
Asiento.
Emilia contempla detenidamente a mi madre sin dejarse ningún lado que recibiera su atenta mirada. Me hace gracia el gesto que hace con la lengua cuando ésta está concentrada leyendo el título que había debajo de la imagen de mamá. Mi amiga, después de leer cada palabra que había escritas, me devuelve la revista mirándome con compasión, como si quisiese decirme que lo sentía.
Le sonrío. Era más bien una sonrisa sin emociones, pero era lo que me salía en ese momento. Vuelvo a posar mi vista en el título. Leo:
"La actriz y modelo Kimberly Stone espera a su primer hijo... ¡Y boda a la vista!"
Mamá se iba a casar y además estaba esperando un hijo. Siento que una lágrima que ya no aguantaba más, me recorre la mejilla hasta caer en la sonrisa de la actriz que una vez creí mi madre. No quiso cuidarme a mí porque según ella, arruinaría su carrera, y ahora me enteraba que se había quedado embarazada de alguien que seguramente recibiera todo el amor o incluso más, del que yo nunca tuve. Ni papá. Percibo una mano posándose encima de la mía que se encontraba inmóvil sobre la mesa de la cafetería.
Alzo la mirada hacia una Emilia que me observaba entristecida mientras me frotaba la mano con su pulgar formando pequeños y suaves círculos en ella.
—No te preocupes Baby.
—Es que hace años mi madre dijo que tenerme a mí le perjudicaría en su carrera...—me bebo el último trago del frappucino que me quedaba —. Y que yo y mi padre habíamos sido un error en su vida... —esta vez no detengo las lágrimas recordando las palabras que escuché a escondidas que mamá le dijo a papá —. Para ella nunca hemos sido nada, y ahora iba a tener otro hijo o hija al que parece ser, que esta vez no es un error.
—No sé qué decir, ya que no estaba ahí, —dice Emilia sentándose a mi lado y abrazándome —Pero que sepas que puedes contarme todo lo que quieras.
Asiento limpiándome las mejillas empapadas en lágrimas y en cuanto termino, levanto la mirada hacia Emilia que me sonreía delicadamente.
—¿Se lo contarás a Derek? —pregunta; yo simplemente volví a asentir.
A Derek nunca le mentía. Siempre le contaba todo, y más si el tema se trataba de mi madre. Era la única persona que me entendía, (bueno, ahora Emilia) que sabía absolutamente todo por lo que había pasado. Mi primo fue el que me pilló escondida en el sótano cuando mamá le gritaba a papá todas esas cosas tan horribles sobre nosotros; y fue él quien me ayudaba a dormir por las noches cuando me despertaba por culpa de los aterradores sueños, o, mejor dicho, pesadillas. Me acuerdo que Derek venía corriendo a mi habitación cuando me escuchaba gritar y llorar en sueños, y cuando abría los ojos, él solamente me abrazaba fuertemente y me leía los cuentos que inventábamos juntos; a veces, se quedaba durmiendo conmigo.
Aparto aquellos pensamientos dejando la mente en blanco, y acto seguido, Emilia y yo nos levantamos para salir del Starbucks y marcharnos ya de allí.
Una vez fuera, nos dimos cuenta que ya estaba anocheciendo. El cielo se veía muy oscuro, y cuando miré el móvil, vi que eran las once y cuarto de la noche. Me siento sobre una roca grande y fría, durante lo que Emilia llamaba a mi primo para que nos recogiera, ya que, el último autobús, había salido a las diez.
Emilia se sienta a mi lado después de decirme que mi primo vendría en diez o veinte minutos.
Quince minutos más tarde, Derek aparece en su coche. Un Toyota Prius de color blanco se detiene frente a nosotras, y cuando baja la ventanilla, Derek nos saluda desde el asiento del conductor con una sonrisa. Derek nos hace un gesto con la mano para que montáramos de una vez, y sin rechistar, le hacemos caso. Emilia decide montarse detrás conmigo, aunque yo no la obligaba y que podía ir con mi primo delante, pero ella siguió insistiendo en ir atrás.
La radio estaba apagada cuando entramos en el coche. Mi primo arrancó el coche saliendo directo a la carretera de nuevo.
Voy observando por la ventanilla, pues en ese instante era lo único que conseguía distraerme y que mi mente dejara la mente en blanco de todo lo que había pasado. Necesitaba sentir los brazos de mi primo rodeándome como cuando éramos pequeños, y podía parecer una niña pequeña, pero me daba igual; exactamente igual. Estoy tan distraída, que cuando Emilia apoya su mano sobre mi rodilla, me sobresalto girándome para mirarla.
Su sonrisa y sus ojos que tenían un pequeño brillo, me tranquilizaban; tenía suerte de tenerla a ella también.
Mientras estoy mirando a Emilia con el rostro neutro, puedo presentir que Derek de vez en cuando nos miraba por el retrovisor. En el momento que ladeo mi cabeza mirando al frente, éste aparta rápidamente sus ojos de nosotras.
Suspiró con dificultad y acto seguido hablo:
—Derek, ¿luego podemos hablar? —mi voz sonaba casi en un susurró, y tenía miedo que no hubiera escuchado nada.
Cuando Derek detiene el coche en un semáforo en rojo, éste se da la vuelta en su asiento para mirarme, dejándome a entender que me había escuchado perfectamente. Trago el nudo que se me había atascado en la garganta antes de añadir:
—Es sobre mamá.
Y con esa simple frase, mi primo asiente poniéndose tenso por lo que fuera a decirle más tarde; en ese momento, el semáforo volvió a cambiar.
Minutos después, estamos estacionados frente a la residencia de la universidad sin movernos. Ninguno de los tres se decide a salir del coche desde que Derek había retirado las llaves del motor. Al cabo de un rato, Emilia es la primera en abrir su puerta y salir del coche. La seguimos nosotros después.
Emilia le da un beso a mi primo en los labios y después de hacer lo mismo conmigo, pero en la mejilla, y de lanzarme una sonrisa tranquilizadora, se marcha hacia el edificio de la residencia. Observo como se va, hasta que la puerta se cierra y la pierdo de vista.
Me giro a mirar a mi primo que en estos momentos se encontraba apoyado sobre su puerta del coche. Me acerco colocándome a su lado.
—¿Qué pasa con tu madre?
Su voz seguía tensa como hace unos segundos atrás cuando le había mencionado que el tema del que quería hablar era sobre mamá.
Me trago el miedo que tenía cuando se trataba de mamá, y hablo:
—La he visto en la portada de una revista —Derek me observa sin entender lo que le estaba contando
—¿Y? Sabes que es actriz prima.
Asiento.
—Lo sé Derek, pero lo que he visto es que decía que estaba... embarazada —me cuesta soltar las palabras, y presentía que me quedaba poco para soltar las lágrimas.
Mi primo abre los ojos como si lo que le estuviera contando no se lo creyera, así que en lugar de seguir hablando yo, sacó la revista de la bolsa y se la entrego. Derek no tarda en quitarme la revista de mis manos poniéndose directamente a leer el titular de mamá con esmero tratando de entender lo que sus ojos veían en aquel trozo de papel.
Cuando termina, levantando la mirada de aquella revista, Derek me observa con la mirada seria y la mandíbula tensada.
—Ya notaba yo que algo te pasaba cuando fui a por vosotras —dice al fin —. ¿Estás bien Bab?
Niego con la cabeza, y es cuando Derek me rodea los hombros con su brazo. Apoyo mi cabeza sobre el suyo.
—Mi padre y yo éramos un puto error para ella y su carrera, y ahora va a tener otro hijo —comento ya sin aguantar las lágrimas —. Lo que más me ha dolido, es ver la sonrisa de su rostro en la foto.
—Tranquila prima.
Me abrazo a la cintura de mi primo apoyando esta vez, mi cabeza sobre su pecho. Aún seguíamos enfrente de la universidad y corríamos el riesgo de que nos regañarán por estar ahí, pero nos daba igual.
Percibía su calor recorrerme el cuerpo cuando éste me acariciaba la espalda con suavidad y transmitiéndome tranquilidad y calma. Lloró en su camiseta, pero no me decía nada. Estos momentos sabía que eran duros para mí.
—Al ver la foto, me ha recordado los tiempos que pasaba escondida en el sótano.
La confesión que suelto ahora, sorprende a mi primo, ya que éste se separa un poco de mí sin quitar su mano de mi espalda, y me mira apenado y confuso.
—No pienses en eso prima, ¿entendido? —Asiento y volvemos a abrazarnos.
Silencio.
—¿Puedes dormir esta noche conmigo? —pregunto rompiendo el silencio —. Necesito a mi primo hoy.
Él asiente.
Acto seguido, los dos caminamos hasta la puerta del edificio, sin soltarme del cuerpo de Derek. Necesitaba a mi gran ayuda de la vida. A mi gran apoyo.
Necesitaba a Derek.
Hola lectores, aquí les traigo otro capítulo de Love me Baby. Espero que os guste y decirme que os parece con vuestros votos y comentarios.
¿Cómo os está yendo hasta ahora?
¿Os va gustando Connor por lo que habéis leído?
LaChicaAnonima18, Burgui92, Yomira99, AbiSanchezXVI, SheilaCandel, odilia223, Dashana1994, RakelValdearenasMate, Irisboo, Yazhasi72256, Vickyimm, Paattri20, danyli33, __DulcePrincesa, soyAaaaaaaaa776, AdictaAlChicoDelPan, lpeld, BeMyKata, GrisbelBrito, xxarazelyxx, anasmg_2003,
Besos de sabor galleta para todxs!!!
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