Capítulo 46
Canción que canta Baby en multimedia
Tres días.
Quedaban solo tres días para visitar a papá. Ya lo tenía todo organizado. Iría el mismo treinta y uno por la mañana y me quedaría a dormir allí. Solo me faltaba preparar la pequeña maleta con las cosas que me llevaría. Quería salir de casa temprano por el hecho de que era la mejor hora para conducir varios kilómetros hasta Oregón sin que hubiera atasco en la carretera..., o eso esperaba yo. Solo me quedaría a dormir dos o tres días. Aún no lo tenía previsto del todo. Dejando atrás todos aquellos pensamientos, me acercó a la mesa de escritorio de mi habitación y una vez estoy sentada en la silla, abro mi portátil. Este no tarda nada en encenderse por lo que no demoré mucho tiempo en meterme en Word. Quería ponerme a escribir ya que la última vez que lo hice fue en el avión de vuelta a Los Ángeles y no es que escribiera mucho aquel día..., y más porque fue justo el día que rompí con Evans. En mi cabeza aún tenía los divertidos momentos de aquella noche en la fiesta de la playa. Todavía no podía olvidarme de lo bien que lo pase con Mikel y que, gracias a él, un tío cualquiera no terminó haciéndome algo peor. Mikel Portman era un gran amigo. Unos minutos antes de ponerme a escribir, observo unos simples segundos a Emilia tan plácidamente dormida y no puedo evitar recordar como estuvo ella cuando nos marchamos de la fiesta. Ella y Cathy si se habían pasado más que yo con las copas. Por suerte le pedí a Mikel que nos llevara cada una a su lugar de residencia. Aunque tuve que decirle donde vivía Cathy, supe que él era de fiar.
Después de un rato sin apartar la mirada de ella, retomo la tarea que estaba a punto de hacer antes de distraerme. Leo varias veces el párrafo que escribí en el avión intentando que así se me viniera mejor la inspiración. Me pongo los auriculares para concentrarme mejor sin despertar a mi compañera durmiente y luego de bastante tiempo sin hacer nada repiqueteando con los dedos sobre la mesa y pensando, al fin comienzo a escribir.
""Michael volvió a eso de las 3 de la madrugada. Lo sabía porque había estado esperándolo hasta que a la una ya mis párpados no aguantaron más y se cerraron, y ahora un portazo me despertó mirando con rapidez el despertador. Me abrigué con la bata, me calcé las zapatillas de casa y salí de nuestra habitación. Había luz en lo que supuse era nuestra cocina así que no dudé más y recorrí todo el largo pasillo hasta ella. Allí estaba él. La persona con la que me había propuesto en matrimonio. Michael se localizaba apoyado en la encimera con la cabeza gacha; no pareció percatarse de que le observaba. Anoche se largó muy enfadado.
Carraspeé para llamar su atención. Y funcionó. Alzó su cabeza encontrándose con mis ojos verdes. Sus ojos eran de un tono chocolate que hacían que me derritiese a la primera, pero ahora, en estos momentos, no transmitían esa necesidad. Estaban rojos como si hubiera estado bebiendo hasta caer en un coma etílico. Daba miedo.
Me acerqué hasta él. Sabía que necesitaba ayudaba puesto que no se iba a mantener en pie el solo:
—¿Has vuelto a beber? —le dije con un poco de reprimenda —Me prometiste que lo dejarías Michael.
Él simplemente se encogió de hombros. Le ayudé a sentarse alrededor de nuestra isla de cocina y le serví un vaso de agua que se terminó en un solo trago. Negué. Hacía mucho que no le veía de esta manera, y la última vez fue hace mucho y me prometió no volver a hacerlo.
—Te haré una manzanilla mejor, ¿de acuerdo amor? —no esperé respuesta. Fui directa a hacerla.
En cuanto la tuve lista, y fui a entregarle la taza, tropecé sin querer con algo haciendo que un poco de líquido se derramará en los pantalones de mi esposo. Este se alzó enfurecido levantándose del taburete y chilló:
—¡Joder, hostia! —por acto reflejo di un paso hacia atrás atemorizada. Michael ahora parecía más enfadado que antes. Me miró con los ojos rojos y poco a poco fue acercándose a mí. Intenté secarle la mancha con un trapo de allí, pero cuando fui a hacerle y sin verlo venir, sentí un fuerte golpe en la mejilla. —¡Eres torpe!
No. Michael nunca me pondría la mano encima. Él lo prometió el día que dijo sus votos ante la iglesia. Me llevé la mano al lugar donde me había golpeado. Seguro me saldría un hematoma. Le miré asustada. Este no era mi esposo.
Como si se diera cuenta lo que hizo, sus ojos de pronto cambiaron a uno de culpabilidad. Se acercó, pero yo me alejé. Vio mi cara de miedo y en ese momento se llevó las manos a la cabeza culpable:
—Lo siento mi amor —se disculpaba. Yo quería creerle, pero ahora mismo estaba en estado de Shock. Me había golpeado. ¡ÉL! —Te juro que yo nunca te pondría una mano encima Sylvia. Yo...""
Y ahí mi inspiración se terminó. Releí todo el párrafo que había escrito. Al menos había escrito más que la última vez. Me encantaba escribir, pero me atemorizaba que alguien pudiera llegar a leer lo que escribía algún día. Yo lo que hacía, lo hacía para mí. Era una manera de sentirme libre. De soltar todo lo que mi imaginación llegaba a acumular por horas en mi cabeza. Por eso, cuando descubrí una página gratuita de Internet, no duré en instalármela. Wattpad. Ese era su nombre. Usaba un nombre anónimo por el mero hecho de que alguien le diera por buscarme o cualquier cosa. Escribía anónimamente. Solo para mis lectores que ya eran bastantes. Cuán comprobé que ya mi inspiración había superado el límite y que ya no iba a volver hasta nuevo aviso, bajé un pelín la tapa de mi portátil cerrando las pestañas obviamente, y entré desde el teléfono en Wattpad. Millones de votos y comentarios pidiéndome que actualizara mi novela llamada: Besos para Sylvia. Amaba a mis seguidores. Cuando empecé subiendo mi primera novela, nunca me imaginé que a la gente le pudiera llegar a gustar, pero aquí estaba yo. Con mi novela que ya llegaba a quince mil lecturas y subiendo. Solo tenía una. La misma que acababa de terminar de escribir ahora. Me gustaba por el simple hecho de los mensajes bonitos que me escribían. Aunque no pudiera enseñarle mis escritores a mi gente más cercana por la vergüenza que eso me constaba, podía hacerla ante miles de personas que no me conocían y no sabían quién era.
—Vale, pues entonces nos veremos el 31 prima —respondió Derek al otro lado de la llamada.
—¡Genial! —iba manejando escuchando a mi primo por el altavoz. Me había llamado para decirme que papá le había comentado que iría a verle por Noche Vieja y ya aprovechó para llamarme y avisarme que él también tenía pensado ir. Me alegré por el mero hecho de que la pasaríamos los tres juntos como todos los años habíamos hecho. —Bueno, te dejó que voy conduciendo.
—¿A dónde estás yendo prima? —su pregunta iba con un tono de confusión. Había recordado que no le había comentado nada ni a él ni a Emilia, así que era normal que me preguntarán alguno de los dos. Solamente iba a donde mi primo nos llevó hace tiempo: al letrero de Hollywood. Quería sentir calma y paz. Allí lo conseguiría —Por cierto, prima, hay algo que llevo queriendo saber —soltó de pronto Derek asustándome de lo que pudiera llegar a decirme. Permanecí en silencio ante su siguiente pregunta —: ¿Pasó algo en España entre Connor y tú?
Aquella pregunta me salpicó como un val de agua helada. No sabía que responderle. Es más, no quería responderle a eso. Todavía el mero hecho de recordar aquella noche, me dolía. Apreté el volante con tanta intensidad que comencé a ver como mis nudillos se tornaban blancos. Estaba nerviosa de repente. Mis ojos iban de un lado para otro, pero sin perder de vista los demás coches. ¿Qué le decía? De nuevo, los malos recuerdos que había conseguido dejar atrás después de que me costara olvidar aquel día, vuelven a mi mente. Una y otra vez. Puse el intermitente para meterme en la línea central. Observé la autovía que estaba al otro lado y que iba en dirección contraria de la mía. Había atascó en aquella parte de la autovía. Los demás coches pitaban sin descanso como si aquel gesto les fuera a ser de gran ayuda para que se movieran más rápido. Al cabo de dos segundos de ensoñación, me di cuenta que Derek aún estaba esperando a que contestara. Me armé de valor, suspiré y le dije lo primero que se me vino a la cabeza para cortar la llamada.
—Primo, ahora no puedo hay policías y no quiero mi primera multa ya —mentí. Este suspiró al otro lado — Te quiero.
No le di tiempo a que me respondiera. Colgué la llamada lo más rápido posible y solté un suspiro abrumador. Necesitaba llegar ya al letrero. Respirar aire fresco y calmarme. El resto del viaje en coche se hizo más o menos llevadero. Con solo la música de Ed Sheeran sonando de fondo pude concentrarme mejor en lo que mis ojos tenían delante. Y así hasta que al fin llegue por fin a mi destino.
—¿Hola? —contesté al número que me había llamado. Seguía sentada en una roca del letrero de Hollywood.
Se oyó un suspiro al otro lado de la línea como si no se atreviese a hablar. Cuando estuve a punto de colgar, aquella persona habló:
—¿Baby? ¿Eres tú? —Axel. ¿Cómo había obtenido mi número? —Se lo que estarás pensando. Se lo pedí a mi hermano Jace porque a él si se lo disté en aquella fiesta a la que fue y te vio.
Ya me acordaba. La fiesta en la que me vio con mi primo y en la que Derek se preguntó cómo es que nos conocíamos. Asentí aun sabiendo que Axel no podía verme. Esperé a que siguiera hablando. Y lo hizo. No tardó mucho en explicarme el porqué de su llamada.
—¿Te acuerdas cuando llegaste con mis hermanos y me viste tocando y cantamos juntos?
—Si... ¿por? —ahora si comenzaba a perderme por donde iba la conversación.
—Estoy con mi grupo y nos falta el cantante principal y....
Ni siquiera le dejé acabar. Mi respuesta salió tan deprisa y tan firme que, si no estuviera sola, me habrían mirado como si estuviese loca. Negué. Negué como si no hubiera un mañana. Sabía perfectamente que querría decirme Axel, y aunque con él la última vez me atreví a cantar después de tantos años sin hacerlo, el mero hecho de hacerlo delante de otras personas como era su grupo, me aterrorizaba. Aún podía acordarme de aquel espantoso vídeo que Roxy subió a Instagram y las risas que todos se echaban señalándome y mirándome. Desde ese momento juré explícitamente no volver a cantar nunca más. Sentí mucha pena por Axel. Y más cuando le escuché soltar un suspiro entre angustiado y desesperado. De verdad que me caía realmente bien, pero no podía. Es que me atemorizaba hacerlo. ¿Y si aceptaba y no lo hacía bien? Aparte de sentirme yo ridícula, avergonzaría a él y su grupo. No, no y no. Eso nunca me lo perdonaría.
Justo cuando creí que se había rendido e iba a colgar ya, una vez más me equivoqué. Volvió a hablar.
—Baby te lo pido —de verdad parecía desesperado. Me levanté de la roca donde estaba sentada y comencé a caminar sin un rumbo fijo. En línea recta —Este es nuestro primer concierto en una pequeña discoteca no muy famosa, y es nuestra oportunidad de hacer que nos conozcan. Además, quiero demostrarles a mis hermanos que mis canciones son buenas —aquello último sabía que iba en plan de broma. Me sacó una sonrisa.
—Es que..., yo no puedo Axel —murmuré más para mí que para él. Pero me escuchó —Dejé de cantar hace mucho y me prometí jamás hacerlo de nuevo.
—¿Por qué? ¿Pasó algo Baby?
Noté como mis ojos se empezaron a cristalizar estando a punto de llorar, pero traté de aguantarme. No quería que Axel me escuchara llorar y que pensada que era una llorica que le temía a cantar. Responderle a esas preguntas era un mundo para mí. Apenas nos conocíamos de un día, y aunque me caía super bien, no podía confiarle todavía el porqué de mi miedo a cantar. Era como abrir la herida del pasado y ya la abrí al contarle parte de mi infancia a su hermano en España. Así que me limité a decir lo primero que se me ocurriera.
—No puedo hablar de aquello Axel, por favor. Me caes bien pero no puedo cantar delante de personas. —una parte de mí no mentía. —Además, supongamos que acepto, ¿Qué pasa si me pongo nerviosa y os dejó en ridículo delante de la gente que os vea? No me lo perdonaría. Me caes bien y no quiero que me odies por eso.
Escuché una diminuta risa al otro lado. Enarqué una ceja, aunque no me pudiera ver, extrañada. ¿De qué se reía? Esto era serio.
—Baby también me caes bien desde que mi hermano te llevo a casa —inició diciendo. Escuché ruido a lo lejos. Alguien estaba afinando una guitarra o algo parecido. —No te voy a odiar porque falles, es más, al menos si vienes, tendremos cantante y no haremos el ridículo. Si no vienes, nos tendremos que retirar e irnos a casa..., por eso te había llamado, porque confío en ti Baby.
Las cosas que me estaba diciendo me estaba haciendo replantearme ir a ayudarle, sin embargo, no podía. Me daba miedo. Pánico. Vale, ya sabía que si fallaba no se enfadaría ni me odiaría, pero ¿y si luego se arrepentía y cambiaba de opinión? Al cabo de unos segundos en silencio y de meditarlo un buen rato, me animé a preguntarle:
—Pero no me sé la letra —parecía estar alegrándose de que me estuviera al fin convenciendo. A lo mejor luego no era tan malo y conseguía librarme de mis pensamientos, pero eso nunca lo sabría si no vencía mis miedos.
—No te preocupes por eso, ¿vas en coche o en algún transporte? —preguntó.
—He venido al letrero en mi coche.
—¡Genial! —gritó eufórico sabiendo que había aceptado sin apenas decírselo —Te mando la canción que cantaremos y la dirección del local y mientras conduces la vas escuchando para que se te pegue.
—De acuerdo. Allí nos vemos.
—Gracias Baby, nos salvas a todos —dijo con sinceridad.
Yo no estaba muy de acuerdo, pero no le contesté más. Colgamos a la vez la llamada y luego de soltar todo el aire que había contenido en mis pulmones, pongo marcha hacia mi coche. No tenía ni la más remota idea de en donde me había metido, no obstante Axel había sido un gran tipo cuando me conoció, que supe que era otro amigo en mi vida. Así que aquí iba yo. Al fin montada en mi Audi escuchando su canción que era bastante buena, mientras me dirigía hacia el lugar donde este me había indicado.
Había mucha gente. Era prácticamente casi todo el local. Es más, cuando llegué al lugar indicado en el GPS, no creí que iba a ver tantas personas, pero justo cuando entré, estaba todo lleno. Me había costado muchísimo conseguir pasar entre la multitud que bailaba en medio de la pista de baile. El bar donde iba a tocar Axel se llamaba El Medusa. Nunca antes había oído hablar de él, pero viendo la cantidad de gente, debí suponer que sería muy famoso. ¡Y Axel diciendo que no era famoso! Mentiroso. Después de mandarle un mensaje a Axel avisándole de que ya había llegado, este me contestó diciéndome que se encontraban en el interior del local en un pequeño despacho del dueño de la discoteca. Por eso ahora me hallaba perdida buscando aquel despacho. Nunca antes había estado aquí. Al menos ya me había librado de la multitud bailante. Podría preguntarle a alguien el paradero del despacho, pero la mayoría o estaban borrachos ya, o estaban ligando con las tías que allí se encontraban; y viceversa. Seguí caminando por un oscuro pasillo hasta que al final encontré una puerta de madera desgastada frente a mi cara. Debía ser aquella, debido a que era la única puerta donde ponía un cartel con la palabra: Despacho. Llamé firmemente. La voz de Axel se oyó a continuación al otro lado indicándome que pasará.
Lo hice. Axel y otros dos chicos más estaban allí dentro. Uno de ellos era de piel oscura y pelo largo muy parecido al estilo de Axel. El otro, era pelirrojo con piercings por casi toda su zona facial. En cuanto me vieron, me echaron una mirada extraña. Me sentí observara en ese momento. Axel fue el primero en hablar cortando aquel silencio tan incómodo.
—Chicos esta es Baby, nos va a ayudar —comenzó a presentarnos. Aún seguía sintiéndome nerviosa allí dentro —Baby, estos son León y Christopher.
El último fue el primero que se acercó a mí. Tenía una sonrisa y sus ojos azules celeste pegaban con su tono de piel oscura. Así que Christopher era el moreno. Entonces León debía de ser el pelirrojo. Me ofreció una sonrisa haciendo desaparecer los nervios que hasta entonces había tenido. No parecía mala gente. Además, era atractivo. Fuerte y con una sonrisa que enamoraba.
—Puedes llamarme Chris —habló..., y ¡Dios! Su acento era una maravilla. Desde ese momento supe que no era de Los Ángeles —Soy de Colombia, pero me mudé aquí hace como diez años o así. ¿Tú eres la que nos va a ayudar?
Sonreí asintiendo. No sabía si había hecho bien en aceptar la propuesta de Axel. Tenía mucho miedo. Hacía mucho que no cantaba desde aquel incidente, y volver a hacerlo me lo traía de vuelta. Segundos después, fue León quien se acercó a mí. También era apuesto. Y sexi. Muy sexi.
—Espero que no lo arruines.
Fue lo único que dijo antes de salir del despacho. ¿Gracias? No sabía si eso era para hacerme sentir bien, o para ponerme más nerviosa, pero si acaso, lo consiguió. Estuve más nerviosa.
Axel se acercó a Chris y a mí. Me rozó el hombro con su mano dejándolo ahí unos minutos largos, y luego habló tranquilizándome:
—León es un poco..., como Connor de borde —no pude evitar soltar una risita al escuchar su comparación de su amigo con su hermano —Como te dije, esto es una gran oportunidad para nosotros y como había faltado nuestro cantante, pues al principio creíamos todos que nos tendríamos que retirar. Fue entonces cuando me acordé de ti Baby.
—Cierto, este nos habló de una amiga que cantaba genial y podía ayudarnos —enunció Christopher de pronto.
—Lo voy a intentar, pero hace mucho que no cantó y el miedo a fallar me invade, Axel.
Este negó como tranquilizándome y antes siquiera de que llegara a decir nada, alguien nos llamó desde el exterior para que saliéramos. Tuve suerte de que consiguiera aprenderme la canción que iban a cantar. Normalmente cuando escuchaba una canción, me era fácil recordar la letra.
Y salimos hacia el escenario que había en aquella discoteca. Y una vez más, los nervios hicieron de las suyas.
Y en cuanto todos nos colocamos en nuestros sitios, —yo en el centro obviamente—, y luego de que Axel me diera el pie con la guitarra hasta mi turno, comencé a cantar los primeros acordes.
Al principio fui con miedo, pero justo cuando llegué al estribillo de la canción, empecé a soltarme pensando que solo cantaba para papá y Derek. O como si solo estuviera en aquel salón donde conocí a Axel por primera vez.
—Nobody sees; Nobody knows —comencé a elevar el volumen de mi voz dejándolo todo de mí. No quería defraudar a Axel que había confiado en mí, y, además, esto era lo que le gustaba y no quería estropeárselo. Cerré los ojos en alguna que otra parte para disfrutar mejor de la música como tiempo atrás hacía. En ese momento dejé que todo lo malo se fuera, dejándome disfrutar por un rato de lo que antes amaba. Y más, cuando la gente que me observaba me miraba fascinada y bailando. Incluso León, que antes le había oído susurrar que no lo conseguiría..., ¡jódete León! —We are a secret; can't be exposed. That's how it is; That's how it goes. Far from the others. Close to each other. That's when we uncover
Seguí cantando. En ese instante no existía nadie salvo yo, Axel en quien confiaba y mi padre en mi imaginación. Bueno, y Derek también en mi imaginación. Hubo un momento en el que sentí la mirada de León en mí cuando cantaba a todo pulmón el estribillo sin apenas desafinar, pero ni eso me desconcentró. Estaba concentrada en la música y en nada más. Me encantaba cantar, y ahora recordaba el porqué. Nada, ni siquiera un estúpido vídeo, volvería a hacerme dejar de cantar y menos en público cuán yo nunca había tenido vergüenza para hacerlo delante millones de personas; fue por Roxy por lo que empecé a tenerla. Abrí los ojos. Moviéndome por todo el escenario. Posicionándome al lado de Axel que mientras tocaba su guitarra, me sonreía. Luego al lado de León, que se trataba del barista. Coloqué mi brazo sobre su hombro sin importarme que dijera, y por extraño que sonase, me sonrió la igual que había hecho Axel. Por último, Chris. Tocando la batería atrás del todo. Le sonreí. Al fin y al cabo, me habían caído bien y por poco tiempo que nos conociéramos, les había cogido cariño.
De nuevo vino el estribillo otra vez. Grité más fuerte que antes:
—Nobody sees; Nobody knows. We are a secret; can't be exposed. That's how it is; That's how it goes —todos bailaban disfrutando de la canción. — Far from the others. Close to each other. That's when we uncover, cover, cover. That's when we uncover, cover, cover.
Y por fin terminé de cantar. Todos aplaudieron. Me eché el pelo hacia un lateral cogiendo aire. Me sentía exhausta de tanto saltar y bailar mientras había estado cantando, que era como si mis pulmones se hubiesen vaciado. Una sonrisa se asomó en mis labios aun sujetando el micrófono. Poco después, sentí a alguien parándose junto a mí. Miré a mis lados y se trataba solamente de Axel y su grupo. Fue León quien me arrebató el micro con suavidad para luego hacer que su voz sonara por los altavoces.
—Ahora tocaremos otra después de un mini descanso —su voz se escuchó firme y fuerte a través de los aparatos.
Y sin más, los cuatro bajamos de allí y nos dirigimos a la barra para pedir unas copas. Necesitaba tanto beber algo, que cuando me sirvieron mi vaso de ron cola, no lo pensé ni un segundo más, y me lo llevé a la boca. El líquido amargo y fresco me sentó genial deslizándose por mi garganta.
—Has estado genial Baby —dijo Axel. Después Chris y León lo siguieron de la misma manera que él.
Sonreí. Me sentía bien de todas formas. Sentía que al menos, cuando había estado ahí arriba, ese miedo de cantar, había desaparecido, o por lo menos una parte de ese miedo. En ese momento, me había olvidado de todo. De Roxy. De mamá. De todos los que vieron aquel vídeo y después se rieron de mí. De todos excepto de la gente que me apoyaba.
—Gracias de nuevo Baby
Era la quinta vez que Axel me daba las gracias y yo cada vez le respondía con las mismas palabras y riéndome porque era muy pesado. Sabía que me caía muy bien y que siempre podía contar conmigo..., aunque me hubiera costado la vida aceptar lo de volver a cantar. Aparté mi plato lo suficiente para que estuviera fuera de mi vista y seguí con mi mirada hacia la de Axel. Mi gesto no pasó desapercibido ante ninguno de los tres. Después del "supuesto" concierto, habían decidido ir a cenar a un restaurante no muy conocido donde hacían las mejores pizzas..., y como no, me insistieron en ir por haberles ayudado. El dueño era muy amigo de Chris. El hecho de que solo hubiera comido un trozo de pizza, no les paso tampoco desapercibido.
Los primeros veinte segundos cuando apenas habíamos llegado y solo había dado un pequeño mordisco a una especie de burrito que se pidió León y que según el estaban de muerte y me insistió en probarlo, no me dijeron nada, pero ahora, que los tres no me quitaban el ojo de encima, supe que uno de ellos me preguntaría.
Fue León quien empezó y de una forma un poco menos sutil:
—Ojos lila, solo has comido un trozo, ¿acaso no te gusta la pizza? —así, se me olvidó mencionar que desde que León me vio los ojos, no dejó de ponerme apodos raros en relación a estos —Estas muy delgada, purple.
—Es que... No engordó mucho —mentí. Era lo único que se me ocurría para decirle. Era mejor que soltarle que tenía problemas con mi cuerpo por culpa de una madre que se fue y una amiga que me llamaba gorda. —Y la pizza si me gusta, pero hoy no tengo mucha hambre.
—Bueno León, deja a la chiquilla. Hará lo que ella quiere —fue Christopher quien habló. Supongo que debió de notar lo tensa que me estaba poniendo, y le agradecí el cambio de tema.
León no dijo nada más. Se metió el último cacho de trozo de su pizza y seguimos con él según ellos, "pedazo espectáculo que habíamos dado". Y así continuamos la noche. Me lo pasé de maravilla con ellos... No podía mentir de que eran divertidos. Nos tronchábamos con las estupideces que decía León, —porque sí, en ese momento me di cuenta que era el gracioso del grupo—. Así hasta que me acompañaron a la residencia porque ninguno me quiso dejar sola a esas horas de la noche.
A la mañana siguiente de estar con Axel y su grupo, me dediqué a leer, subir nuevos capítulos a mi página de Wattpad y divertirme con mi compañera de habitación que estaba como una cabra. En este momento estaba esperando a que llegara Emilia con las bebidas que a ella misma se le había antojado de la cafetería de la universidad donde siempre íbamos a tomar algo después o antes de las clases. Entretanto la esperaba, me dediqué a buscar mi pijama para recién ponérmelo. Ya comenzaba a oscurecer. No tenía ni la más remota idea de la hora que era. En cuán por fin doy con mi pijama de Tinkerbell, empiezo a desvestirme lo más rápido posible. Era el mismo pijama que llevé al viaje. Me encantaba. Meto la cabeza por el agujero de la camiseta y por último el pantalón. Era una tela muy fina. Justo cuando termino de subírmelo, aparece Emilia por la puerta. Con una bolsa de plástico en la mano que parecía estar llena y dos botellas de Coca-Cola en la mano. La miro confundida.
Me siento sobre mi cama. Observándola como dejaba las cosas sobre las mesas de escritorio, me atrevo a preguntar:
—Pero, ¿no era que solo ibas a por dos bebidas amiga? —solté sin poder quitar la mirada de la bolsa a reventar de lo que fuera —Parece que has asaltado el supermercado.
La escuché reír. Se voltea y en un par de segundos nuestras miradas acabaron sosteniéndose. La suya tenía un brillo entre gracioso y estar tramando algo. Al cabo de un tiempo, esta se acercó a donde estaba yo sentándose a mi lado en mi cama. Pasó su brazo por detrás de mis hombros arrimándome a ella casi al borde de dejarme sin aire en mis pulmones. Casi. Respiré hondo cuando al fin le dio por soltarme. ¡Dios! Me había dejado seca. Se volvió a levantar. Dio dos pasos hacia delante al escritorio, y volvió a girarse para mirarme de nuevo. Se soltó la coleta que llevaba, dejando que sus voluminosos mechones rubios cayeran hacia delante. Por suerte hoy se lo había alisado y no le molestaba tanto. Se metió uno de aquellos revoltosos mechones detrás de la oreja.
—Tu y yo —empezó a hablar después de un rato callada —Maratón de películas Disney hoy, ¿Qué me dices?
Nada más escuchar la palabra Disney, mi trasero se despegó del colchón tan rápido como me fue posible. Me abalancé sobre ella llegando al punto de que la pobre no se lo vio venir, y las dos acabamos tiradas en el suelo. Tuvimos suerte de que no nos diéramos contra la esquina de la mesa. Fue un error cruzar nuestras miradas en ese momento, porque cuando lo hicimos no pudimos parar de reír. Carcajadas fuertes sonaron por toda la habitación y solo esperaba que nadie nos escuchara y nos echarán una buena regañada. Cuando al fin conseguí ir soltando poco a poco el aire y dejando ya de reírme, entre las dos nos pusimos en pie. Esa vez la di un abrazo como hubiera querido que me saliera al principio.
—¡Dios amiga, eres la mejor! Amo Disney.
Mi amiga se azotó el cabello como si de diva se tratase, —cosa que no pudo hacerme más gracia cuando se golpeó en la cara con el— y como una estrella de Hollywood caminase frente a mis ojos, comenzó a andar hacia el cuarto de baño sin antes no olvidarse de coger su pijama de cuerpo entero.
Antes de colarse en el interior del baño, murmuró:
—Vete preparando todo: comida, portátil, bebidas. —Y sin más la perdí allí dentro.
Cinco minutos más tarde, Emilia salió del cuarto de aseo con su pijama de Stich de cuerpo entero. Debo confesar que verla así vestida me daban ganas de reírme y de achucharla al mismo tiempo. Ya tenía preparado todo cuando aún seguía en el baño, así que lo único que hicimos fue tirar las mantas y almohadas al suelo y nos acomodamos con las bolsas de comida que está loca Stich había comprado como si estuviéramos en el apocalipsis zombi, entre nosotras. Sabía que al día siguiente se me antojaría ir al gimnasio a bajar todo esto, pero por una vez en mi vida, no quería pensar en eso. Solo disfrutar de mi Disney y de la compañía de mi mejor amiga.
—¿Por cuál quieres comenzar? —me preguntó Emilia mostrándome todos los DVD de películas que tenía delante de mí.
No me costó decidirme, porque en cuanto vi mi favorita, no dudé ni un segundo y la introduje en la ranura de su portátil, ya que el mío no tenía para DVD.
—Mulán —respondí con emoción.
Y así estuvimos toda la noche hasta las tantas. Riendo, cantando, comiendo, bebiendo y hablando como si no importara la noche. Como si quisiéramos quedarnos así toda nuestra vida. Y nos lo pasamos super bien. De maravilla. Hasta que al fin ninguna de las dos aguantó más tiempo despiertas.
Aquí les traigo el siguiente nuevo capítulo de Love me Baby. Espero que lo disfrutéis y no olvidéis comentar y votar que os ha parecido. Iba a subirlo anoche, pero se me hizo demasiado tarde, así lo tuve que dejar para hoy.
Nuestra Baby ha conseguido dejar atrás un poco de su miedo a cantar, ¿creéis que lo hizo bien?
¿Os ha encantado este capítulo?
Derek ya empieza a sospechar que algo entre los protas ha sucedido, ¿creéis que lo averiguará pronto?
DEDICATORIAS:
MakaAlbrann, BURGUI92, BeMyKata, GrisbelBrito458, NatashaRodriguez314, LaChicaAnonima18, AdictaAlChicoDelPan, Yomira_Hernandez, __DulcePrincesa, Panteritaaa, Vickyimm, Im_Pikalu138, SheilaCandel, 46fangirl, mokona123, JM_Gio, srtas_salvatore, RachelPaolaPerez, MicuBalda, SkilerRH, fanny1116, ToriMagic, swordmagic, Damnss_, _vane_sh, vxjxmxexaxnx.
Besitos a todos y todas. Espero que os guste.
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