Capítulo 4
Le mando un mensaje a mi primo avisándole de que Liam me llevaba de vuelta a la habitación. Después de esperar a que Derek me contestará al mensaje, sin éxito, guardo el móvil en el bolsillo de la cazadora y me concentro mirando a la carretera por la ventanilla. Tuve suerte de que Liam no estuviera tan borracho como casi todo el mundo que estaba allí en la fiesta, porque si no, no sé a quién más tendría que pedirle que me llevara. Había un gran silencio en el BMW de Liam. La radio estaba tan baja que casi parecía que no estuviera puesta.
Nos detenemos en un semáforo que estaba en rojo. Una corriente eléctrica me recorre el cuerpo cuando siento una mano sobre la mía. Justo en el instante que ladeo mi cabeza hacia Liam, vuelvo a cruzarme con sus maravillosos ojos marrones. Me sonreía mostrándome sus dientes perfectos y blancos y yo no dudaba en responderle de la misma manera.
Su mano ascendió hasta rozar mi mejilla provocando miles de estremecimientos por mi parte. Liam al darse cuenta de lo que estaba haciendo, apartó rápidamente su mano de mi cara.
—Lo siento, no sé porque lo he hecho.
En ese momento, el semáforo cambia nuevamente a verde y Liam vuelve a concentrarse en la carretera. Me mantengo en silencio durante el resto del camino, pero sin dejar de pensar en el tacto de la cálida mano de Liam sobre mi piel y su voz avergonzada disculpándose, lo que me hizo sonreír todo el tiempo que nos duró el trayecto a la residencia.
Estaba tan distraída mirándome las manos inquietas, que no me había percatado de que ya habíamos llegado a nuestro destino, cuando al rato una risa a mi lado resuena en el coche.
Miro hacia Liam que no dejaba de sonreír dulcemente.
—Ya hemos llegado —comenta con un indicio de simpatía. Observó a mi alrededor por el cristal, y efectivamente, ya estábamos en la residencia —. Estabas distraída, ¿Eh?
—Si, lo siento, estaba pensando.
—¿Quieres decirme en que estabas pensando? —pregunta.
—No es nada, solo en mi primo —comenzaba a preocuparme, ya que seguía sin saber nada de Derek —. Gracias otra vez por traerme. Enserio Liam, gracias.
Enarco una ceja cuando oigo a Liam volver a reírse. Segundos después, cuando éste ya comenzaba a cesar su risa, respira hondo y habla de nuevo:
—Deberías dejar de pedir tantas disculpas.
—Es que es verdad —comento intentando no reírme, aunque sin éxito —. Podrías estar ahora en la fiesta, en lugar de estar aquí.
—No te preocupes Baby, de todos modos, no sé si iba a aguantar ahí más tiempo.
Silencio. Nos quedamos varios segundos, o quizás minutos, mirándonos fijamente rodeados de un silencio que se había adueñado del espacio que nos separaba en el coche. Lo único que nos impedía acercarnos más, era la palanca de cambios que había en medio. Aquel silencio no era para nada incómodo, es más, a veces era mejor estar en silencio que hablar.
Veo la mano de Liam acercándose lentamente hasta mi cara. Siento de nuevo los mismos escalofríos de antes, pero esta vez iban más deprisa cuando Liam comenzaba a acariciarme suavemente la piel sin dejar un solo rincón sin acariciar. Me muerdo nerviosa el labio inferior.
Liam se acerca más, y sin saber porque, yo también le imitó acercando aún más mi cara a la suya. Sentía su respiración cerca; muy cerca de mí. Sin entender muy bien como he acabado así, me doy cuenta de que unos segundos después, estaba sentada encima de Liam. Sus ojos me miraban puestos en los míos sin dejar de acariciarme la piel con su mano. Bajó hasta mi brazo y siguió acariciándolo. Tenía las manos apoyadas en su pecho y la espalda sobre el volante, bueno, hasta que sin querer el claxon sonó haciendo bastante ruido, que me hizo apartarme rápidamente mientras me reía al igual que Liam. Solo esperaba que nadie lo hubiera escuchado.
Seguía riéndome. En el momento que giré de nuevo la cabeza para volver a mirarle, dejé de reírme concentrándome de nuevo en sus ojos marrones. Me percato de que Liam cada vez se iba acercando más y más a mí, hasta que nuestros labios casi se podían tocar. Rodeé su cara con mis manos al tiempo que sus manos hacían lo mismo con mi cintura.
Cuando Liam estaba dispuesto a besarme, unos nudillos golpearon el cristal del conductor con suficiente fuerza, que rápidamente el ruido consiguió que me apartará volviendo al asiento pasajero. Liam baja su ventana dejando ver el rostro de mi primo desaparecido.
—¡¿Qué coño haces prima?! —grita Derek enfurecido —. ¡Sal del coche ya!
Hago caso a mi primo, y en cuanto me despido de Liam con una sonrisa y otro gracias por haberme traído, cierro la puerta y me dirijo al otro lado donde se encontraba Derek furioso, no obstante, no me quedo allí parada, si no que me puse andar hacia la entrada de la universidad, porque no entendía el enfado de mi primo, es más, tendría que ser yo la que estuviera enfadara por no contestarme a todos los mensajes que le había mandado en la fiesta. A mitad de camino, la voz lejana de Derek explota detrás de mí:
—¡Vete a la mierda Liam!
Varios minutos después, entro en mi habitación cansada con la cazadora en una mano y el móvil en la otra. Toda la habitación estaba en completo silencio y sin ningún punto de luz que entrara en la habitación. Eran las cinco de la madrugada y por suerte mañana era domingo así que no tendría que preocuparme de las clases y de llegar tarde. Sabía que al día siguiente amanecería con dolor de cabeza y con el aspecto de un zombi, por eso, cuando estoy a punto de lanzarme sobre la cama, la puerta se abre de golpe sobresaltándome del susto y volteándome para encontrarme con un Derek bastante furioso.
Derek viene hacia mí y con solo dos pasos agigantados, ya estaba delante de mí sin dejar espacio entre nosotros.
—¿Qué coño hacías en el coche de Liam?
—¡Solo se ofreció a traerme hasta aquí porque tú no me contestabas los mensajes! —grito. Él no tenía derecho a enfadarse.
—¡No vi los putos mensajes Baby! —alza la voz perdiendo los nervios. Me siento en la cama; unos segundos después, Derek hace lo mismo —. Emilia vino a buscarme porque no te encontraba, y ahí es cuando yo me empecé a preocupar.
—¿Emilia no estuvo contigo todo el rato?
Derek negó, pero luego añadió:
—Estuvo solo unos minutos, pero luego volvió contigo, pero al no encontrarte, regresó para contármelo.
—Le mandé mensajes a Emilia también —hablé con tranquilidad —. Pero como no me contestaba, pensé que estaría contigo.
—Vale, pero ¿Qué hacías en el coche de Liam?
—Se ofreció a traerme si quería, y al final acepté —dije levantándome de la cama.
Suspiré acercándome al armario. Me quité el pantalón sin importarme que estuviera mi primo allí, ya que estaba acostumbrada, así que mientras me ponía unos pantalones cortos que solía usar para dormir y la camiseta que le robé hace tiempo a Derek y que ahora era mía, sentía como se levantaba de la cama acercándose un poco a mí. La camiseta me llegaba hasta los muslos casi, y era de un equipo de béisbol que no conocía si quiera.
—Pues estabas a punto de comerle los labios en su coche —enuncia serio.
—Enserio Derek, déjalo ya por favor.
—Ten cuidado con Liam por favor prima —insistió él aún enfadado, pero no tanto como al principio.
—¡Derek, ya soy mayorcita! —grité perdiendo la calma —. Por cierto, ¿dónde está Emilia?
Mi primo se dio cuenta de que había cambiado de tema, pero no dijo nada porque sabía que al final acabaríamos discutiendo como hacía unos segundos atrás. Puede que papá le dijera que tenía que cuidarme, pero que me mandará tanto diciéndome con quién podía estar o quién podía llevarme en su coche, eso sí que no se lo permitía, —¡Tengo dieciocho putos años, por Dios! —, y aunque no fuera mayor de edad, podía hacer lo que quisiera. Un suspiro emergió de la garganta de mi primo y después de pasarse las manos por el pelo con frustración, habló:
—Está en mi apartamento, y bastante borracha.
—Pues será mejor que vayas con ella —enuncié dejándome caer sobre el colchón.
—Si, me iré ya —respondió serio —. Pero prima, que sepas que solo trató de cuidarte. Te quiero.
Después de darme un beso en la frente y de recibir un te quiero demasiado frío por mi parte, salió de la habitación sin más.
El motor de un coche sonó a los poco segundos alejándose, lo que me hizo pensar que había bajado muy rápido para marcharse.
Me dejo caer sobre uno de los sillones de la cafetería apoyando el café sobre la mesa y dejando espacio para que Emilia se sentara a mi lado. Las dos parecíamos zombis recién resucitados del cementerio, pero con peores pintas que un zombi de verdad. Emilia se presentó del apartamento de mi primo a nuestra habitación, muy temprano; cuando yo todavía dormía tan plácidamente, pero su voz gritando mi nombre, hizo que me despertara y acabará en el suelo porque a mi gran amiga se le ocurrió tirarme de la cama. Me regañó unas dos o tres veces por desaparecer de la fiesta, algo que yo le negué y le expliqué que estuve mandándola mensajes todo el tiempo pero que no contestaba nunca, pero como al final ninguna de las dos tenía suficiente fuerza para gritos ni para reprimendas, así que optamos por olvidarnos del tema y fingir que nada había pasado.
Doy un largo sorbo de café esperando que así consiguiera despertarme de una vez por todas. Aunque era domingo y no tenía clases, lo que menos me apetecía hacer, era pasarme todo el día dormida y con dolor de cabeza. Me había tomado una pastilla para ese dolor de cabeza, y ya me estaba haciendo efecto, pero aún seguía cansada y sin poder mantener los ojos abiertos.
Mientras trataba de no derramarme el café encima, siento que alguien me da un pequeño codazo en el brazo intentando llamar mi atención.
—Odio la resaca del día de después —se queja Emilia dándole un sorbo a su café solo. Me
río, aunque sin fuerzas.
—Eso te pasa por beber demasiado.
Emilia me saca la lengua golpeándome el brazo con su hombro de broma. Unos minutos después, la presencia de mi primo y de su insufrible amigo Connor, aparecen en la cafetería y no tardan ni cinco segundos en estar cerca de nosotras.
Derek se sentó frente a mí sin dejar de mirarme, lo que me recordaba la discusión y los gritos que tuvimos anoche cuando me encontró en el coche de Liam. Seguía cabreada con mi primo por todo lo que pasó anoche, pero no me apetecía en absoluto sacar el tema delante de nuestros amigos, y menos cuando aún me encontraba algo cansada y sin fuerzas. Los cuatro permanecíamos en silencio, ya que ninguno sabía que decir. Notaba la mirada de Derek en mí.
Disimuladamente, observo a Connor sentado al lado de mi primo con la mirada puesta en la mesa y moviendo los dedos inquietamente. Aún recordaba cuando le vi sentado en el muro donde estaba yo en la fiesta, y que no paraba de preguntarme que porque estaba allí. Me acuerdo que le grité cuando me volvió a llamar muñeca y que estaba borracho. Después de eso, de lo único que me acordaba era que me solté con brusquedad cuando me agarró del brazo y que fui a buscar a Liam para que me trajera de vuelta. Nada más.
Un carraspeo llama mi atención consiguiendo que dejara de mirar a Connor.
Derek deja el vaso de agua que sostenía en la mano sobre la mesa, provocando que el cristal de éste golpeara con la mesa produciendo un sonoro estruendo.
—Prima —miro a Derek que me observaba con curiosidad en los ojos —. ¿En qué piensas?
—No pensaba en nada Derek.
—Bab, si es por lo de anoche, solo lo hacía por tu bien —respondió serio.
Hacía tiempo que Derek no me llamaba Bab. La última vez que me llamó así, él tenía diez años y yo ocho. Siempre me llamaba así porque decía que era nuestro mote cariñoso de primos, y porque cuando yo era pequeña no sabía decir bien el nombre de Derek, y siempre le llamaba Deke —y así siempre se quedó—, entonces el decidió ponerme un apodo que fuera peor que mi nombre para que estuviéramos en paz.
—Déjalo ya Derek por favor.
—Vale —respondió de inmediato —. Pero prima. Que sepas que estuve preocupado por ti toda la fiesta; sabes que te quiero, ¿verdad prima?
Asiento sonriendo y poniendo los ojos en blanco.
Tomo mi café justo en el mismo minuto que Maddie se acerca a nuestra mesa sentándose encima de Connor. Le sonríe con la misma sonrisa que empleaba en la fiesta de anoche, y aunque Maddie fue una de las que también bebió hasta ponerse pedo, no lo parecía ahora mismo. No se le marcaban las ojeras, se le notaba demasiado el rímel de ojos y la raya inferior de los ojos, presentía que se las había hecho con un lápiz grueso porque se marcaban demasiado, aparte de que se las había hecho demasiado largas. Acaricia el pecho de Connor de la misma manera que lo hizo en la fiesta, sin embargo, éste no le prestaba excesiva atención y ese gesto solo hizo que me recordada las palabras de Emilia en la fiesta: "A Connor no le interesa salir con nadie".
Le miro por encima del vaso con demasiada repugnancia. No podía entender como había gente así todavía en el mundo.
Connor le pasa un brazo a Maddie por detrás de sus hombros aún sin prestarle mucha atención, cuando ésta le empieza a tocar el pelo juguetona. Una risita emerge de su garganta.
—¿Qué haces aquí preciosa? —habla por fin Connor.
Maddie se mueve en el regazo de Connor, restregando su gran trasero contra el miembro de éste, que era donde estaba sentada. Sentía demasiada repugnancia en el cuerpo al mirarlos tanto rato.
—Si os vais a poner a follar, que sea en otra parte, por favor —interrumpe mi primo soltando una carcajada.
—Estos me dan mucho asco —Asiento disimuladamente a lo que Emilia me había susurrado al oído. Si, daban mucho asco.
Me fijo en la chica que ahora le estaba comiendo la oreja al insufrible de Connor, y sabía perfectamente que le estaba susurrando algo, cuando de pronto éste se ríe en bajo, para a continuación levantarse del asiento sujetando a Madison de la mano.
—Nos vamos tío. Hasta luego.
Mi primo asiente sonriendo como un capullo consumado al igual que Emilia que no dejaba de meterse con él diciéndole que usara protección; lo que provocaba risas de mi primo y éste juntos.
Antes de marcharse, pude sentir la mirada verde de Connor penetrándose en la mía. Le miré con asco sin disimular nada, y luego aparté la mirada hacia mi primo.
La puerta se cerró avisándonos que ya se habían marchado. Unos segundos después, un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando me di cuenta de que sentía como si alguien me estuviera observando... así que levanté la mirada en busca de aquella persona, hasta que me detuve en esos ojos marrones; aquellos que anoche me provocaron escalofríos en su coche. La mesa del fondo de la cafetería estaba habitada por todos o casi todos los chicos musculosos y atractivos de la universidad que casi todos eran como Connor, o eso es lo que había escuchado decir a mucha gente, pero yo solo tenía la mirada en una persona: Liam Brown. Era él quién me había estado observando todo el rato.
Una sonrisa apareció en mi rostro cuando éste me regalo una de sus sonrisas perfectas desde su sitio. Aún recordaba lo que pasó ayer por la noche, y seguí sin poder creerme que me estuviera besando con él en su coche, incluso seguía desconociendo como acabé sentada en su regazo. Otro recuerdo de esa noche, fue que discutí con Derek.
—¿Ha alguien se le cae la baba por un chico? —Oigo que pregunta Emilia dándome un golpecito en el brazo con una muestra de diversión.
Desde que le conté está mañana, que Liam me trajo anoche de la fiesta a la residencia en su coche, no dejó de hacer bromas sobre si me gustaba o algo parecido (como los niños pequeños), y no podía faltar la pregunta importante de que si lo habíamos hecho en su coche.
Derek ladea la cabeza en un movimiento rápido cuando escucha las palabras de su novia, provocando que Liam dejé de mirarnos en una facción de segundos. Al rato, mi primo vuelve a mirarnos, esta vez con ojos oscuros por la rabia, la mandíbula tensada y los puños apretados con fuerza sobre la mesa.
Suspiro.
—Prima...
Niego con la cabeza.
—No Derek —respondo interrumpiendo lo que sabía que me diría —. Si piensas en echarme el mismo sermón de siempre, ese que estas al mando de mí y decirme que no puedo salir o incluso hablar con Liam... pues olvídalo porque no te voy a escuchar.
—Solo trato de cuidarte Bab.
—Ya, pero no tienes que cuidarme tanto Derek —digo echándome un poco hacia delante. —¡Dios, si tengo dieciocho putos años Derek!
Al momento, me doy cuenta de que había levantado demasiado la voz cuando soy consciente de que toda la cafetería, —incluidas las que te servían la comida—, se me quedan mirando detenidamente. Paso de todas aquellas miradas, y luego de recoger las cosas de mi asiento y de despedirme de Emilia, me marchó de allí de nuevo cabreada con mi primo.
¿Por qué no entendía que no podía cuidarme tanto? Tenía dieciocho años, y Derek no me dejaba hacer nada. ¿Por qué papá tuvo que decirle que estaba al mando de mí?
Hola lectores! Aquí tenéis el cuarto capítulo de Love me Baby. Espero que os guste y coentarme que os a parecido con vuestros votos y comentarios.
¿Que os está pareciendo hasta ahora?
¿Os está pareciendo interesante, etc?
LaChicaAnonima18, SheilaCandel, MariaMiranda899, sofiaestrada3834, Burgui92, Yomira99, NatashaRodriguez314, mari_black04, valeska-triana-05, Al_sweet, _Franchesca18, Dashana1994, Melody_Calixto, UnaPoetaTriste, _Palvin_Lachowski_.
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