Capítulo 25
Apreté con más fuerza las piernas a su cintura, mientras entrábamos en el apartamento y Connor cerraba la puerta de entrada a su espalda sin dejar de besarme. Estaba empapada de la lluvia que había empeorado ahora lloviendo más que antes. Connor anduvo como pudo hasta que los dos entramos en su habitación a oscuras y que la única luz que entraba era la de la Luna y de alguna que otra farola de la calle.
Me dejó caer sobre su cama y se quitó la camiseta dejándole caer en alguna parte del suelo. Mi pecho subía y bajaba a una velocidad extremadamente rápida. Seguí cada tatuaje de su abdomen con la mirada mientras éste comenzaba a acercarse a mí posicionando un brazo a cada lado de mi cuerpo sobre el colchón encerrándome allí, pero sin llegar a tumbarse encima de mí. Me sentía expuesta —a pesar de que aún tenía el vestido puesto—, ante su mirada verde que recorría cada punto de mi cuerpo. Poco a poco fue acercándose al hueco de mi cuello donde el calor de su aliento caliente me estremeció poniéndome la piel de gallina.
Empezó a besarme el cuello, mientras iba ascendiendo hacia arriba donde comenzó a jugar con mi oreja dándola pequeños mordiscos que me hacían temblar por dentro. Luego, con una de sus manos, comenzó a acariciarme el muslo subiendo hacia arriba e introduciéndose por dentro de mi vestido.
Mis manos fueron hacia su pelo nuevamente y tiraron de él para acercarle lo suficientemente a mí, para plantar mis labios en los suyos. Seguíamos besándonos mientras éste aún seguía con la mano por debajo de mi vestido.
—Quiero hacerte mía, muñeca. —dijo a través de nuestros labios. Una sonrisa me apareció sin querer en mi rostro.
Justo cuando estaba a punto de quitarme el vestido, es detenido por mi mano colocándola en su pecho y apartándole un poco. Me mira con incredulidad, pero yo le vuelvo a acercar para besarme. Sentí su erección entre mi feminidad y sin que se lo esperada, me levanté y cuando fui a salir para ir a la habitación de Derek y coger una de sus camisetas, éste me detiene a medio camino de la puerta. Me hace girar para verlo y antes de que hablé, le cortó:
—Voy a por una camiseta de Derek para quitarme el vestido mojado. —digo señalándome la ropa mojada.
Sin entender que estaba haciendo, le vi coger algo del suelo y cuando me lo tiende, me fijó en que se trataba de su camiseta.
—Ponte esta muñeca —niego con la cabeza. Estaba acostumbrada a usar las de mi primo. —No aceptó un no como respuesta.
Como no quería discutir, al final acabo agarrando su camiseta y antes de empezar a ponérmela, le pido que se largara, pero al ver que no tenía intención de salir ni siquiera un momento, recurrí a mi antiguo truco para ponerme la ropa. Connor me miró confuso al ver cómo me vestía. Me puse la camiseta encima del vestido y después, metí las manos por debajo del trozo de tela para bajar la cremallera y quitarme el vestido sin que me viera el cuerpo. Observé la camiseta. Era negra y me llegaba hasta por debajo de las rodillas.
Sin más tardar, Evans volvió a cogerme sin que me lo esperada haciendo que le rodeada de nuevo con las piernas para volver a tumbarme en su cama. Me empezó a acariciar las piernas mientras iba introduciendo su mano por debajo de la camiseta.
Sus labios fueron después. Comenzó a besarme la tripa por encima de la camiseta mientras ascendía hasta pararse en mi cuello. Bajé mis manos hasta llegar a su pantalón donde comencé a desabrochárselo. Éste al darse cuenta, con una sonrisa se apartó un poco y terminó de quitárselo él, quedándose solo en bóxer negros.
Cuando se inclinó un poco más a mí, fue cuando volví a sentir su erección en mi parte íntima. Un gemido salió de mi garganta mientras le besaba, cuando noté que agarraba con sus dedos la tira de mis braguitas.
Justo cuando comenzó a quitarme las braguitas, mis manos fueron hasta su pecho y le detuvieron apartándole un poco de mí. Otra vez.
Connor me echó de nuevo una mirada confusa. Aparté mis ojos de los suyos poniéndome nerviosa y con ese simple gesto, él supo lo que me pasaba cuando añadió:
—Confía en mi muñeca. —Agarró mi barbilla haciendo que me girara para verlo. Sabía que había averiguado que era virgen. —Si no quieres solo tienes que decírmelo.
Asentí.
Le volví a dejar continuar por donde lo había cortado. Connor siguió besándome con posesividad en los labios dejándomelos rojos e hinchados. Cada parte de mi ser palpitaba, más concretamente, mi parte íntima al sentir su erección encima de mí. Connor me acarició el labio inferior con su pulgar delicadamente y cuando sus dedos de la otra mano se introdujeron en mi humedad, jadeé.
Jadeé al sentir como movía su dedo por mi clítoris acariciando también mi clímax. Connor acercó sus labios a los míos y mordió mi labio inferior jugueteando con él. Cuando fue a quitarme la camiseta, le detuve negando con la cabeza, y como pude, dije:
—Con la camiseta, por favor.
No dijo nada. Me moví bajó su cuerpo, restregando mi parte íntima con su erección bajo la tela de su bóxer. Connor seguía con su dedo dentro de mi humedad y cuando añadió otro dedo, volví a jadear llevando mis manos a su pelo de nuevo.
—Me encanta que estés así conmigo muñeca.
Se apartó unos minutos acercándose a su escritorio de dónde sacó algo del cajón que no vi bien que era. En cuán se volvió a acercar, me percaté de lo que había cogido. Era un envoltorio y solo con eso, me di cuenta de que se trataba del envoltorio de un preservativo. Sin saber cómo, al cabo de un rato, me di cuenta de que ya no tenía el bóxer puesto y le observé ponerse velozmente la protección para después acercarse posteriormente a mí.
Me coloqué más arriba de la cama hasta quedar en el centro de ésta misma. Evans se puso nuevamente encima de mí apoyando las manos a cada lado de mi cabeza sobre la almohada, para luego volverme a besar. Sus ojos verdes se cruzaron con los míos en cuanto separó sus labios. Tenía un poco de miedo, pero algo dentro de mí quería hacerlo. Usó sus labios para chuparme el cuello y estaba segura de que a la mañana siguiente me despertaría con marcas, pero me daba igual, sentir su boca en mi piel me hacía estremecerme como nunca.
Unos segundos después, se colocó dejando su miembro sobre mis partes y antes de introducirse por fin en mí, me miró y mencionó:
—Si te duele me lo dices, pero no dejes de mirarme muñeca. Confía en mí.
Asentí porque en ese momento no me salían las palabras. Tenía miedo, pero su mirada me llenaba de confianza. Connor bajó su mano hasta agarrar su miembro para posicionarlo en mi entrada. Fue poco a poco introduciéndose en mi interior y los primeros minutos había soltado gruñidos por el dolor, pero cuando por fin estuvo dentro, aquel dolor iba desapareciendo lentamente. Un jadeó traicionero emergió de mi garganta. Connor gruño mientras comenzaba a moverse a un ritmo normal. Cada vez iba acelerando los movimientos comenzando a dejarme sin aire. Gemí y gemí tirando de su pelo con fuerza para después bajar las manos a su espalda y arañarle. Ese gesto pareció ponerle más, porque luego, me agarró las piernas e hizo que le enrollará las caderas con ellas para adentrarse del todo en mí.
Cada estocada iba más rápida que al principio y nuestros gritos se unieron en el aire y no me daba tiempo de asimilar por la velocidad y mi respiración se aceleraba por los movimientos. Sus movimientos parecían de experto, —claro, estaba hablando de Connor— y él mismo sabía cómo hacerme suspirar de placer.
—Connor* —gemí su nombre en español a sabiendas que le gustaba porque desde la última vez que usé ese acento con él y me lo pedía, lo supe.
—Me gusta cómo suena ese increíble acento en tus labios. —comentó acelerando las embestidas. La habitación comenzó a convertirse nada más que en simples gemidos y gritos de los dos, sobre todo de mí. Todo se convirtió en un eco por toda la habitación. —He deseado follarte desde la última fiesta en la piscina.
Se detuvo unos segundos. Connor subió sus manos hasta mi cara y ahí me acarició la mejilla con su mano rozando mis labios con el pulgar y no pude evitar, chupar su dedo con mi lengua; gesto que hizo que Connor me sonriera de una manera entre pícara y egocéntrica. De nuevo, volvió a moverse saliendo y entrando fuera de mí mientras yo seguía tirando de su pelo con cada embestida que daba y que me hacía querer más.
Las siguientes palabras que pronunció me dejó totalmente incrédula y congelada mientras movía mis caderas al ritmo que su cuerpo.
—Estabas realmente preciosa con ese vestido muñeca —me quedé callada observándole. Su sonrisa ególatra volvió a salir. —Que mojada estas para mí, ¿eh muñeca?
—Ah, Evans....
No reconocí ni mi propia voz.
Eché la cabeza hacia atrás mientras seguía sintiendo los movimientos de Connor dentro de mí. Su miembro entraba y salía repetidas veces haciéndome temblar como si de un flan mi cuerpo se tratará. Ya no podía más. Estaba segura de que pronto iba a llegar al orgasmo, pero quería aguantar un poco más. Cada roce de su piel en la mía, cada toque, cada estocada cuando entraba en mí me volvía loca. Se veía tan sumamente sexy. Sus ojos verdes me miraban como si estuviese leyendo los míos y su pelo se caía de vez en cuando hacía delante tapándole la frente. Y cuando ya no aguantaba más, sus movimientos me llevaron al orgasmo en un santiamén entre gemidos, jadeos, maldiciones y de todo.
Connor se echó hacia el otro lado de la cama y de la cintura, me atrajo hacia él hasta que caí sobre su pecho. Nuestras respiraciones iban entrecortadas y a una velocidad extrema que poco a poco se iban calmando.
Levanté la cabeza un poco para poder observarle y nuestras miradas se cruzaron como si llevaran años queriendo encontrarse. Sonreí al igual que hizo él y sin esperármelo, me besó en los labios para después abrazarme colocándome de tal forma que mi espalda quedada pegada a su pecho.
Por primera vez, me sentía genial estando con Connor Evans.
Me despierto con un brazo alrededor de mi cintura y las sábanas tapándome entera. Mi cabeza estaba apoyada sobre algo desnudo, duro y musculoso; luego caí en la cuenta de lo que era: su pecho.
Levanto un poco la mirada para encontrarme con un Connor dormido. Una sonrisa me asomó de inmediato en los labios. Su pecho bajaba y subía lentamente y bajo mi oreja podía oír el latir de su corazón.
Ahora que me acordaba, anoche había perdido la virginidad con él. El miedo que me vino al recordarlo, me hizo mirar a ver si tenía la ropa. Suspiré cuando vi que tenía una camiseta negra larga acordándome de que le pedí que no me la quitara.
Sin hacer mucho ruido y con cuidado, aparté su brazo y me levanté de la cama despacio. No tenía ni la más remota idea de la hora que era, pero por la claridad que entraba por la ventana, supe que sería de día. Caminé hasta llegar al escritorio donde me detuve a buscar si estaba allí mi móvil. No lo encontraba, no obstante, de pronto, unos brazos a mis espaldas me rodearon por la cintura sobresaltándome.
Giré mi cuerpo quedándome cara a cara con Evans. No pude evitar soltar una carcajada cuando me fijé en su pelo despeinado y en su cara adormilada (aun así, estaba sexy). Al darse cuenta de que me estaba riendo de él, se vengó haciéndome cosquillas hasta hacerme soltar algunas lagrimillas y mientras me revolvía en el sitio, le gritaba una y otra vez: <<Para Connor, para por favor>>. Unos segundos después, éste me sienta sobre su escritorio para quedar a la altura de sus labios.
Me besó y después dijo:
—¿Qué hacías despierta, muñeca?
—Buscaba mi móvil —dije rodeando su cuello con mis brazos; luego pasé a enredar los dedos por su pelo.
Una sonrisa egocéntrica le asomó en los labios y con su pulgar comenzó a toquetearme los labios, juguetón. Me estremecí cuando sus labios se acercaron al hueco de mi cuello, sin embargo, no hizo nada, pero su cercanía me era suficiente. Se separó poco a poco de mi cuello, pero se quedó a unos pocos centímetros de mi cara, observándome.
Luego me hizo una pregunta que no lo esperé:
—¿Por qué te pusieron ese nombre horrible? —preguntó riéndose mientras me apretaba la nariz con sus dedos en pinza. —¿Baby?
Me encogí de hombros en respuesta. Nunca nadie me había preguntado por mi nombre, lo que, si hacían cada vez que lo oían, era mirarme raro como si fuera una broma.
Le di una colleja al recordar que había dicho que era horrible. A mí me gustaba.
—No lo sé, fue mi padre —respondí rompiendo el silencio que se había adueñado. —Mis padres hicieron un trato: si era niña, mi padre escogía el primer nombre y mi madre el segundo —me dolía mencionar a mamá —y si era niño, mi madre el primero y mi padre el segundo; al revés.
—O sea que tienes segundo nombre, ¿eh muñeca? —dijo divertido.
Le miré arqueando una ceja.
—¿Acaso tú no? —Él negó afirmando que eso era antiguo y estúpido. —¿Tus padres no te pusieron segundo nombre?
Y de repente, su mirada se volvió oscura, apretando los puños y separándose del todo de mí. Me dio la espalda y podía apreciar como ésta se tensaba, seguramente de rabia. Me acerqué por detrás y con mis brazos le rodeé la espalda llevando las manos hasta su pecho; estaba segura que había metido la pata al mencionar a sus padres y es que, algo vi en sus ojos que decían que algo pasaba con sus padres.
No volví a decir nada, excepto:
—¿Estas bien? Lo siento —pero seguía callado. Con cada caricia iba relajándose un poco.
Cuando creí que se iba a dar a la vuelta, éste se aleja caminando hacia el armario y solamente dijo dos cosas a la vez que agarraba un bóxer limpio de allí:
—Estoy bien, voy a darme una ducha —y sin más salió del cuarto después de que me acariciada la mejilla.
Agarré mis braguitas cuando las encontré en el suelo y me las volví a poner debajo de la camiseta.
Solo pasaron unos minutos cuando mi estómago comenzó a rugir suplicándome que le diera de desayunar, así que decidida, salí del cuarto en dirección a la cocina, no obstante, al escuchar el agua correr en el cuarto de baño, un impulso me llevó a abrir la puerta y entrar dentro. No sabía porque entré, pero cuando quise volver a salir para dejarle solo de nuevo, la mampara de la ducha se abrió y supe que estaba detrás de mí y que parecía tonta allí en cuán una risa sonó a mis espaldas. Sentí que se acercaba. Mis sospechas se confirmaron cuando de pronto, su mano empezó a subir por mi brazo poniéndome la piel de gallina ante su contacto.
En cuanto el cálido aliento de su voz me traspasó la piel para susurrarme algo, mis piernas comenzaron a temblarme como si fuesen gelatina:
—Que sorpresa verte aquí, muñeca —susurró dándome la vuelta para mirarle. Llevaba solo una toalla alrededor de su cintura.
Mis dedos inquietos fueron a parar sobre su torso mojado y desnudo, trazando las líneas de sus tatuajes saciando las ganas que tenía de tocarle. Su piel se estremeció bajo mis manos justo cuando llegué por debajo de su ombligo. Las gotas de su cabello me caen en los pies descalzos.
Sin poder aguantarme más, tiro de Evans para presionar mis labios sobre los suyos comenzando una bella danza entre su lengua y la mía. Su mano me aprieta el trasero haciéndome jadear en su boca. Nos separamos por falta de aire.
—Te dejó que termines —es lo único que consigo decir mordiéndome el labio inferior —Iba a ir a la cocina, pero me has distraído.
Connor me observó incrédulo arqueando una de sus cejas, pero antes de que le diera tiempo a hablar yo ya había salido dejándole allí solo.
Estoy haciendo el desayuno, cuando unos brazos me rodean por la cintura posicionando la barbilla en el hueco de mi cuello y oliendo mi aroma y mi piel. Una sonrisa aparece en mis labios. Termino de hacer la última tortita y de dejarla en el plato, cuando éste me da la media vuelta para quedar a su vista. Podía parecer raro, —incluso una locura—, pero podía apreciar una sonrisa diferente en él. Cuando me sienta en la encimera cogiéndome con total facilidad, le rodeo con mis piernas acercándole más a mí. Esta vez se había puesto un bóxer gris de Calvin Klein y un pantalón vaquero medio caído
—¿Has hecho el desayuno muñeca? —Asiento saboreando otra vez sus labios. Apartándose y dejándome confundida, volvió a hablar: —Pues venga.
Me levantó de allí para sentarme en la otra encimera del otro extremo de la cocina, la que daba de frente, y después de coger los platos con el desayuno y llevárselos fuera de la cocina donde quisiera éste, volvió rápido y de nuevo me cogió para llevarme a la terraza que tenía el apartamento. Cuando creí que me iba a sentar en la silla, me sorprendí al verme sentada a horcajadas sobre su regazo. Comenzamos a desayunar en un completo pero cómodo silencio, mirándonos.
Dejé medio desayuno en el plato sin comer, llevándome una mirada extraña de éste, pero al ver que pasaba de él y que le dije que no con la cabeza, lo dejó estar sin decirme nada. Aunque un gruñido sí que emergió de su garganta.
En lugar de eso, volvimos al tema de mi nombre que dejamos en la habitación.
—Entonces, ¿me vas a decir tu segundo nombre? —dijo bebiendo de su café.
Negué con la cabeza. Era bastante horrible, —al menos para mí— y ridículo. Además, me hacía recordar a mi madre y era lo que menos quería en estos momentos. Derek también llevaba segundo nombre, ya que al parecer a nuestros padres les gustaba amargarnos la vida.
—Venga, no puede ser tan malo —habló intentando sonsacármelo —Vale, pero espero que se muy ridículo para meterme contigo muñeca.
Se volvió a llevar otra colleja. Me coloqué mejor sobre su regazo y me detuve mirando nuevamente sus tatuajes.
—Mi primo también... —un pinchazo en la tripa me hizo encogerme de dolor asustándole. Negué con la cabeza cuando me preguntó si estaba bien. Continué: —Mi primo...
El segundo pinchazo fue más fuerte. Me levanté de encima y corrí hacía el cuarto de baño esperando que no fuera lo que estaba pensando. Sin embargo, cuando me senté en el inodoro, mis ojos se depositaron en mi mayor problema. ¡Mierda!
Ahí. En mis braguitas, vi lo que me temía: una mancha de sangre.
¡Mierda!, volví a repetirme una y otra vez sin saber que hacer. ¡Mierda!
Aquí os traigo el siguiente capítulo de Love me Baby. Espero que lo disfrutéis y votad y comentad vuestra opinión de lo que os ha parecido. Muchas gracias a todos.
BESITOS A TODOS
*=> el español, original
DEDICATORIAS:
Burgui92, LaChicaAnonima18, Yomira_Hernandez, AbiSanchezXVI, GrisbelBrito, BeMyKata, lpeld, Panteritaaa, soyAaaaaaaaa776, pfranciscana, BlueOceanEditorial, __Sdlagg__, paattri20, valeryanna, _arazeli, _xxarazelixx_,
Gracias.
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