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Capítulo 1


El primer año de universidad.

Observo detenidamente la habitación vacía, mientras trataba de pasar al otro lado de la cama procurando de no destrozar nada. Aún no podía creerme que estuviera a punto de marcharme de casa para ir a la universidad de California.

Paso la mano por la foto enmarcada de papá y yo que había en la mesilla de noche, sonriendo porque sabía que le iba a echar muchísimo de menos. Él siempre me había cuidado y había conseguido salir de muchas cosas malas simplemente por el hecho de criarme.

Recuerdo a mamá; sus palabras aún me atormentan el pecho y me hacen revivir a cuando solamente tenía cinco años y la escuché diciéndole a papá que no nos quería a ninguno de los dos y que cuidar de una niña pequeña solo le acabaría arruinando su carrera y su vida, por eso es que decidió abandonarnos. Trece años. Habían pasado trece años desde que nos dejó.

Apartó aquellos pensamientos de la cabeza y termino de meter en la última caja lo que me quedaba.

—Buenos días prima.

Derek.

Derek es mi primo, el cual me sacaba solamente dos años. Vive con papá y conmigo debido a que el día en que sus padres tuvieron un accidente de avión mi padre decidió hacerse cargo de él. Derek y yo nos llevamos muy bien ya que él siempre había estado en todo momento conmigo cuando pasó lo de mamá y, por suerte, me iba a estudiar a su misma universidad. Sus ojos color avellana están fijos en mí. El pelo lo tiene despeinado y desde aquí podía ver el pequeño tatuaje de su muñeca. Un diamante. Derek se acerca hacia donde estaba yo y, sin ni siquiera esperarlo, recogió la última caja que había en el suelo de mi habitación para después bajar con ella hacia la planta baja.

Miro por última vez la habitación, ahora si completa y absolutamente vacía. Recojo mi móvil de la mesilla y, acto seguido, bajo por donde hace unos segundos Derek se había marchado.

Tardo poco en llegar a la cocina, cuando mis ojos se posan en los de papá. Sentado en una banqueta que se localizaba rodeando la pequeña isleta en el centro de la cocina y un café en la mano.

Le devuelvo la sonrisa acercándome a él para envolverle por detrás con mis brazos. Su cálida mano me acariciaba la mía suavemente, al tiempo que dejaba la taza sobre la mesa con un diminuto y sonoro ruido cuando ésta golpeó contra el mármol.

—Aquí está mi universitaria —habló con una sonrisa en sus labios mientras se levantaba para mirarme.

Papá. Un hombre fuerte que por culpa de su trabajo lo paso muy mal. Mi padre es uno de los ex boxeadores más famosos de todos los cuadriláteros, y solo puedo decir que me alegré cuando dejó de trabajar en eso; en cambio, ahora se dedicaba a entrenar a personas de mi edad o más, en el gimnasio que había aquí en Oregón. Papá lo pasó muy mal cuando mi madre le abandonó y por culpa de ella, volvió a recaer en la droga después de haberlas dejado, pero se dio cuenta de que a partir de ahora tenía que empezar a cuidarme y criarme como un verdadero padre, así que las volvió a dejar, aunque la segunda vez le costó bastante.

—Derek, ahora te toca a ti cuidar a tu prima —me pasa su brazo por mis hombros entretanto

señalaba a mi primo con el índice. —No me defraudes.

Derek asiente con la cabeza sin apartar su mirada de mí riéndose.

Un par de minutos después, estábamos los tres preparados para montarnos en el coche de papá. Un Corvette de color rojo, se encontraba delante de nuestra casa. Ayudo a papá a meter las cosas en el maletero, mientras Derek se retocaba su pelo echándolo hacia atrás con los dedos. Enserio, nunca entendería la manía que tenía mi primo con su pelo. En cuanto terminamos de guardar las cosas, me acomodo en el asiento de atrás ya que Derek ya se había sentado en el asiento del pasajero, y en el mismo instante que me estaba abrochando el cinturón, papá arrancó el coche saliendo directo a la carretera.

Voy mirando por la ventanilla mientras escuchaba la canción de Viva la vida de Coldplay que estaba sonando en la radio del coche. Tuve suerte de que a papá no le diese por tintar los cristales de las ventanillas traseras. Siento que el coche se detiene y para cuando levanto la vista para mirar al frente, me doy cuenta de que estábamos en un atasco. ¡Genial, un atasco!

—Que buen tema. —Papá comienza a cantar al ritmo de la canción que sonaba ahora en la radio.

Mi padre era un gran fan de la banda colombiana llamada Morat; el gusto musical lo cogí de él. Otros padres serían fans de Queen o incluso de los Beatles, pero mi padre idolatraba a este grupo. Una vez me contó que en el primer concierto al que fue de ellos, tuvieron que cancelarlo, debido a que era al aire libre, y ese mismo día comenzó a llover. Me reí cuando me lo contó. Siempre le pasaban cosas muy divertidas. Me doy suavemente en la frente con la palma de la mano fingiendo que tenía vergüenza de mi padre. A él le daba igual que le vieran los demás conductores, es más, el conductor de nuestro lado, nos estaba observando y unos segundos después, pude vislumbrar el flash de un móvil captándole con la peor pose imposible de captar nunca, y es que el hijo de ese mismo hombre que estaba en el asiento copiloto, le había hecho una foto a mi padre.

—Mira papá, es John Foster.

Ahí venía lo mismo de siempre. La gente le hacía siempre fotos o le pedían autógrafos cuando le veían por la calle o en cualquier lugar de Oregón, porque la mayoría eran fans del exboxeador de mi padre. Suspiré

Por fin. Conseguimos llegar a California sin más atascos de por medio. Papá daba vueltas por la misma calle buscando un sitio donde aparcar. Después de varios minutos haciendo el mismo recorrido, mi padre se apodera del sitio que alguien había dejado libre y que  se encontraba frente a la universidad.

Caminamos por los pasillos mientras buscábamos el número de puerta de mi habitación.

Derek iba el primero ya que él nos iba guiando desde que entramos por la entrada, y mi padre, detrás de mí con una caja de las que más pesaba para ayudarme.

—¿Qué número es hija? —pregunta papá.

Compruebo nuevamente el pequeño papel con el número de habitación y mis datos, para después contestar:

—C19

—Aquí está la C17, así que tenemos que estar cerca ya prima. —responde Derek mirando las

puertas. ―Menos mal que yo tengo mi propio apartamento.

Derek se ríe.

Ruedo los ojos. Mi primo me comentó que él no tenía habitación aquí, ya que se había cogido un apartamento cerca de la universidad con uno de sus amigos, debido a que a él no le gustaba estar en estas habitaciones. Me habló sobre el precio, y cómo bien me dijo, no fue tanto comparado con lo que te pedía la universidad.

—¡C19! ¡Aquí estamos! —Observé con dificultad la puerta que mi primo tapaba con su cuerpo.

Aparté a mi primo del medio para poder abrir y así por fin, entrar de una buena vez al interior. Estaba nerviosa. Muy nerviosa.


La habitación estaba vacía. Dos escritorios y dos camas era lo primero que se podía apreciar. Doy unos pasos delicados y me adentro aún más en la habitación. Dos armarios al lado de las camas y un pequeño cuarto de baño en el que como mínimo entraban dos personas. No estaba tan mal.

Me fijo en el lado de la habitación más cerca del baño. La cama ya estaba hecha con sábanas de color naranjas y rosas, el armario un poco entreabierto y una maleta naranja al lado de la cama. Seguramente la que sería mi compañera de habitación, ya hubiera estado aquí mucho antes que yo.

—Bueno, cielo, ¿dónde te dejo esto? —dice papá aun sujetando la caja. Le señalo la cama, y él, directamente la dejó encima del colchón.

Me apoyo sobre la mesa de escritorio sin apartar la mirada de aquella habitación y de mi primo. Derek no dejaba de teclear rápido en su teléfono.

—Prima, te dejo que te acomodes, yo he quedado con mi compañero de piso.

—Vale, no te preocupes Derek —le sonrío y después de darme un beso en la mejilla, sale de la habitación.

Papá tiene la mirada clavada en mí. Sus ojos azules no tenían nada que ver con mis ojos violetas. Nunca sabré de quién cogí el color de mis ojos, pero tampoco era que me importara como para llegar a preguntárselo. Mi madre los tenía verdes y mi padre, azules. Una sonrisa se le dibuja en la comisura de los labios entretanto se acercaba a mí.

Me rodea con el brazo acercándome a él hasta que así consiguiera que apoyara mi cabeza en su pecho.

—Estoy muy orgulloso de ti pequeña.

—Y yo de ti papá ―respondí. Era verdad, estaba orgullosa de este hombre que las había pasado canutas solo por cuidarme a mí: —Te quiero.

Justo en ese instante, la puerta de la habitación se abrió haciendo que papá y yo nos giráramos al mismo tiempo para encontrarnos con una chica más o menos de mi edad. Era rubia, delgada, y su piel morena hacia juego con sus ojos de color avellana. Su pelo lo tenía recogido en una coleta alta con algunos mechones fuera.

Nos miraba con una sonrisa en el rostro y sin esperármelo, se acercó a donde estábamos mi padre y yo.

—Tú debes ser mi compañera de habitación ¿verdad? ―habla sin dejar de sonreír. Asiento del mismo modo devolviendo la sonrisa. —Soy Emilia. Encantada.

—Gracias, yo soy Baby.

Emilia me mira como si lo que hubiera dicho fuera algo extraño, y es que, mi nombre no era muy común cuando se trataba de escucharlo. Ni de decirlo. Mi compañera enarcó una ceja antes de decir:

—¿Baby?

Asiento.

—Me voy ya vale cielo ―informa papá; asiento y después de darme un pequeño beso sonoro en la frente y de despedirse de mi compañera de habitación, se marcha.

Emilia y yo nos quedamos unos minutos en silencio. No pasó mucho más de un rato, cuando Emilia se ofreció a ayudarme a sacar las cosas y guardarlas en mi armario, al tiempo que nos íbamos contando cosas para conocernos. Me hizo preguntas bastante raras, como: el género de cine favorito, si me gustaba ir de compras, que era lo que quería estudiar y más cosas. Me hablaba de sus padres, pero no sacaba muchas cosas de ellos. Solo había mencionado sus nombres: Cristina y León Benson. También me comentaba que tenía una perrita a la que había llamado Lula y que era de raza Dálmata.

En ese momento sonreí; me encantaban los animales.

—No jodas que tu padre es el famoso boxeador.

Asiento.

—Ex boxeador. Se retiró hace tiempo. —la corrijo.

—Joder.

Entro al cuarto de baño simplemente para dejar mis cosas de aseo allí. Quería pensar que todo me iba a ir bien este curso. Me había planeado todo (bueno, no todo) y lo único que esperaba era no encontrarme con malas circunstancias que me lo estropearán todo; esperaba que todo el mundo, o casi todo el mundo, fuera como Emilia. Emilia había conseguido que desde el primer minuto que la había conocido, cogiera confianza en ella, porque después de que mi madre me abandonara, dejé de tener confianza en casi todo el mundo; excepto en papá y Derek.

—Tus ojos son preciosos. —oigo que dice Emilia.

Levanto la cabeza y me fijo a través del espejo del baño en que justo la tenía detrás de mí. Observo mis ojos. Son normales, pero seguramente ya se hubiera dado cuenta de que eran de un color poco común de ver.

—Gracias.

—Lo digo en serio, nunca antes había visto unos ojos de color violetas. —Sonríe.

Las dos volvimos hacia la habitación después de que estuviéramos más de cinco minutos metidas en el cuarto de baño hablando solo y exclusivamente del color de mis ojos.

— ¿Y tú madre? —su pregunta me cogió por sorpresa. —Como solo habías venido con tu padre, quería saber por qué.

Siento los ojos anegándose en lágrimas. Aspiró por la nariz las ganas de llorar y me volteo para mirarla mientras me sentaba en la cama.

—Mi madre me abandonó hace trece años.

—Lo siento, no tenía ni idea. Soy una bocazas —niego con la cabeza. Aunque solo nos conocíamos unos segundos, sabía que podía confiar en ella.

—Mi padre lo pasó fatal cuando mi madre le abandonó, que volvió a recaer en las drogas después de mucho tiempo limpio, —explico intentando no llorar. —La escuché diciéndole que no nos quería y que yo arruinaría su carrera de actriz, así que nos dejó.

—¡Que perra! Lo siento.

—No pasa nada. No sé dónde estará ahora, pero me da igual —comento quitándole importancia.

Era la verdad, mi madre siempre viajaba porque le encantaba, y aparte, cuando tenía que salir por su trabajo en alguna película o serie. Por eso, ahora mismo no sabía dónde podía estar, y me daba igual.

Unos segundos más tarde, siento unos brazos rodeándome el cuerpo formando un abrazo. Las lágrimas que había estado conteniendo, ya no lo hacían más y empezaron a caer por mis ojos mojándome las mejillas; aún me dolía hablar de mi madre.

Tenía claro que Emilia me había caído realmente bien y que en ella había encontrado a alguien que solo le importaba por quién era yo, y no por tener unos padres famosos como mis anteriores amigos de Oregón. Como mi ex mejor amiga Roxy.

Me limpio la cara con las manos y unos segundos después de que Emilia me soltara de su abrazo, le ofrezco una sonrisa acompañada de un simple y silencioso gracias.

Emilia era una gran amiga de verdad.

Hola, aquí os dejo el primer capítulo de mi nueva novela. ❤️ Espero que lo disfrutéis y que dejéis vuestros votos y comentarios en el capítulo para saber que os ha parecido.

Burgui92, LaChicaAnonima18 ,AdictaAlChicoDelPan , Bemykata, Yomira99, GrisbelBrito, _DulcePrincesa, SheilaCandel, Alis0nCrawf0rdxn, MariFers11, odilia223, perlaParraSanchez, ErikaJMQ, ChristineTxM

Espero que os guste mi primer capítulo. 

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