—Disculpen, necesito tomar un poco de aire

Morgan limpió las comisuras de sus labios con la servilleta, dejándola al lado izquierdo de la mesa antes de levantarse y caminar con dirección al balcón de la casa. Abrió las puertas del salón con un manotazo, acercándose a la barandilla del mirador preguntándose si una caída desde esa altura sería suficiente para matarla.

No, pensó, aquello no podría resultar así de fácil.

Respiró hondo una, dos, tres veces, hasta que la nariz le escoció y los ojos comenzaron a lagrimearle. La cabeza le dolía y el anillo en su dedo anular pesaba como si estuviese hecho de plomo. Respiró una vez más. Luego, dio un giro sobre sus pies cuando una pesada mano se posó sobre su hombro.

—Severus—resopló, alejándose de su agarre. El hombrecillo rió entre dientes, apoyándose de espaldas en la barandilla—Me asustaste

—Lo noté

—¿Qué quieres?

—Vine a buscarte. Parecías abrumada y le pedí a tu padre unos minutos a solas contigo. O debería decir, ¿mi futuro suegro?

Morgan rodó los ojos golpeándole el estómago con el dorso de su mano

—Muy gracioso

—Sólo digo la verdad

—Hoy estás más animado de lo normal, incluso pareciera que disfrutas esto

Severus encogió los hombros

—Puede que si

—Permíteme reformular la frase; pareciera que disfrutas de mi sufrimiento—Severus se permitió una carcajada estruendosa, molestando aún más a Morgan

—No puedes negar que la velada está resultando muy pintoresca

—¿Porqué? —cuestionó, alzando las manos por encima de su cabeza—¿Por qué, de todas las personas en este mundo, porqué precisamente él?

—Cálmate—dijo Severus en un susurro, compadeciéndose un poco de su amiga y de la furia que parecía desbordarse de sus ojos marrones—No es tan malo como parece

—¿No? Estamos hablando de Sirius Black, maldición—Morgan le dio la espalda observando la espesura de las enredaderas extendiendose por toda la pared. Reprimió un sollozo que le quemó el pecho, evitando bajo cualquier circunstancia que su mejor amigo la viese llorar. Ella era una Avery, la primer mujer en su línea sanguínea después de una interminable lista de varones, ni más ni menos, tenía que comportarse como lo que era y no como una simple chiquilla berrinchuda. Las manos heladas de Severus apretaron sus brazos desde atrás encerrándola en un abrazo sincero—De todas las ideas de mi padre esta es la más absurda

—Por no decir ridícula—agregó él quien, aun si no parecía afectado en lo mínimo por el compromiso, tampoco lo celebraba

—Todo habría sido más fácil si sólo me hubiesen emparejado contigo—Severus rio—En serio. Hemos sido amigos desde niños, hubiera resultado menos embarazoso

—¿Tú crees? Porque yo difiero completamente con eso

—Esto es terrible—se lamentó, acercándose de nuevo a la barandilla echándole un vistazo a la altura. Con cada minuto que pasaba, la idea de arrojarse hacia el vacío resultaba cada vez más tentadora—Sirius Black, nada menos. No puedo pensar en una forma en que esto pueda empeorar

—Creo que olvidas el hecho de que muy probablemente tu hermana está enamorada de Black desde hace años—Morgan jadeó—Lo cual es bastante malo considerando el que ella va a convertirse en mi esposa

—Ya está, me arrojaré desde aquí—mencionó, quitándose los pendientes  y los zapatos. Severus reprimió una carcajada manteniéndose quieto mientras apretaba los labios. Morgan se acercó a la orilla y antes de que tomara impulso, él la detuvo—Déjame, Sev, es la única manera de salir de esto

—¿Y pasar yo solo por este drama? No lo creo. Ahora—Se inclinó frente a ella acercándole las zapatillas y ayudándole a colocárselas de nuevo. Luego, le puso él mismo los pendientes regalándole una sonrisa amplia que ella pocas veces había visto—Recupera la compostura que debemos volver a la mesa

—¿Debo seguir observando el horrible rostro de Sirius durante otro cuarto de hora? No podría

—Sé que es insufrible, pero puedes hacerlo—Apretó sus hombros dando un ligero masaje intentando relajara—Al menos inténtalo. Hagámosle saber a nuestros padres que todo va como ellos lo han planeado mientras buscamos una forma de salir bien librados de esto, ¿bien? podemos hacerlo sólo... confía en mi

—¿Alguna vez no lo he hecho?

Severus le sonrió

—Muy inteligente de tu parte

—Sigo pensando que sería más fácil si nos hubiesen comprometido

—Y yo sigo pensando que resultaría demasiado raro, pero no te culpo—exhaló con dramatismo—Al menos podrían decir que tienes buen gusto

Morgan suspiró

—Eres un idiota