IV
» Capítulo 4: El primer intento «
Regulus Black nunca fue muy bueno en las clases de astronomía, pero tenía una amiga que sí lo era. Morgan dedicó gran parte de su mañana en hacer la tarea que la profesora de astronomía les había mandado, Regulus se sentía frustrado por tal obligación, así que Morgan se ofreció a hacerla por él.
Escribió con su mano izquierda porque Regulus tenía la letra chueca y debían fingir que él realmente se quemó las pestañas investigando acerca de las constelaciones y de cómo los pueblos antiguos decidieron vincularlas mediante trazos imaginarios, creando así siluetas virtuales sobre la esfera celeste. Las letras de Regulus eran como diminutas patas de araña que se enredaban entre sí sobre el pergamino conectando las palabras de una forma muy extraña. Morgan se puso en una posición incómoda sobre la mesa, apoyando el brazo sobre el borde dejando que las puntas de sus dedos frotaran el papel, pero sin correr la tinta. Regulus sonrió, observando a Morgan escribir con delicadeza.
Él se ofreció a hacer su tarea de Xilomancia dado al nulo conocimiento de Morgan sobre la asignatura, siendo que la escogió porque necesitaba créditos extra antes de graduarse. Regulus estaba bien con eso. Era algo bueno en las ramas de la adivinación aun sí no le importaba demasiado ser un adivino.
Morgan terminó el ensayo comenzando en un pergamino diferente los trazos de un mapa estelar para complementar la investigación. Regulus estaba demasiado seguro de que la tarea no requería una exposición ilustrada, sin embargo no la detuvo, convencido de poder obtener puntos extra por el detalle. Morgan le sonrió mientras le mostraba los trazos plegados de diminutas estrellas brillantes.
—Eres muy buena en esto, Morgan
—Creo que, modestia aparte, si lo soy
—Tengo suerte de ser tu amigo—dijo, pasando sus dedos por el lienzo casi terminado—De otra forma no podría acreditar la asignatura y mamá se pondría loca
—No debiste escoger astronomía este año, deberás presentarlo como EXTASIS—Regulus alzó los hombros restándole importancia—Tu madre de verdad estará molesta si no pasas el examen
—Para eso te tengo a ti
—¿Crees que yo estaré ahí para resolverlo por ti?
—No, pero puedes ayudarme a estudiar. Eres la mejor en astronomía—Las mejillas de Morgan se encendieron—Te debo una. Ya con esto me has auxiliado a sobrevivir la asignatura y a no quedar como un tonto frente a todos
—Estás ayudándome con xilomancia, nuestras cuentas están saldadas
—Tus manos realmente son mágicas—mencionó tomándolas entre las suyas. Las palmas de Morgan se encontraban manchadas con tinta, pero eso no le detuvo para llevarlas hacia el rostro del chico y acariciar sus mejillas. Éstas se pintaron como pequeños lunares sobre su piel arrancándoles una risa—Eres una creadora de estrellas
—¿Y sabes cual es mi favorita? El corazón del león—Su mano descendió hasta el lado izquierdo de su pecho sintiendo los latidos de Regulus contra su piel cálida. El estudio de las estrellas siempre fue un asunto especial para Morgan siendo que desde pequeña estaba en contacto con ellas. Los antiguos Black llevaban los nombres de las constelaciones y sus descendientes el de sus estrellas. Regulus era la estrella más brillante de la constelación del león, aquella que se posicionaba justo en el corazón y que predecía para los nacidos con la luna bajo el Régulo ser rico, religioso, satisfecho, bien servido y amante de la vida. Sin embargo, el corazón del león también auguraba la conjunción de Marte y Saturno, registrando eventos especialmente aterradores, como los asesinatos, golpes de Estado, revoluciones, revueltas, manifestaciones, derrocamiento de jefes de estado y eventos similares. Morgan sabía que, cuando el Regulus brillaba sobre el manto del leo, entonces algo terrible se avecinaba.
Por el contrario, Sirius, la estrella más brillante del canis maior traía consigo llamas extenuantes de canícula. Cuando brillaba en el centro del cielo auguraba los cambios de estaciones por unos más cálidos como el verano, donde el sol tostaba la piel de las personas y las aguas termales burbujeaban a la par. La estrella perro centelleaba en el corazón de su constelación y en el invierno, su brillo parpadeaba en luces de colores. Normalmente el Sirius no llevaba jamás consigo desgracias conjuntas, pero eso era algo de lo que Morgan aún no estaba segura.
Quizá ese era el motivo por el que los hermanos eran tan diferentes entre sí. Ambos eran las estrellas más importantes en el firmamento, pero pertenecían a constelaciones diferentes.
Regulus gruñó entre dientes, disgustado por el nombre.
—Siempre supe que serías un Gryffindor, incluso tu nacimiento astral me lo dijo. Es por eso que me sorprendí de verte en Slytherin
—La casa de Gryffindor es para los mestizos—espetó rodando los ojos. Morgan sacudió la cabeza apretando las mejillas del chico en un gesto conciliador
—Severus es un mestizo y no es uno de los leones
—Existen pocas excepciones
—No cambias, Regulus
—Tampoco tú, Morgan—Él miró de nuevo el mapa donde Morgan había ya dibujado a la Ursa maior, el hydra en el sur y a virgo en el oeste. La estrella señalada con su nombre en pequeñas letras chuecas centelleaba al centro desmeritando al centenar dibujadas alrededor de él. Regulus se preguntó si sus palabras eran verídicas y sí él era, entre todas las estrellas del firmamento, su favorita—Me gusta verte dibujar cómo si conocieras cada parte del cielo. Es relajante
—Lo sería más si lo hicieras tú mismo—Morgan se carcajeó, pasándole el pergamino terminado y firmado con las siglas R.A.B. Regulus sacudió la cabeza, entregándole su tarea—Gracias por lo de xilomancia, por cierto, creo que te has convertido en un genio de la adivinación
—Por favor, ¿leer ramas de árbol y trozos de madera? Es demasiado fácil para cualquiera
—Presumido
Morgan le mostró la lengua mientras intentaba llenar su mochila con los materiales de la siguiente clase. La biblioteca se encontraba parcialmente llena, así que tenían tiempo de sobra para salir antes del timbre y dirigirse al gran comedor para la hora de la comida.
Los alumnos de ultimo año debían presentar sus Éxtasis y los de quinto sus Timos, razón suficiente para que la biblioteca del colegio reventara. Todos querían obtener mínimo un aceptable en sus exámenes, pero para eso debían estudiar días y noches enteras sin distraerse en lo absoluto.
Morgan tomó su bolso poniéndose de pie para dejar la mesa cuando Regulus la detuvo desde su lugar tomándola de la muñeca. Ella le miró con el ceño fruncido sin mencionar una palabra. Regulus le hizo una señal para que se sentara, viendo a su alrededor cerciorándose de que nadie los escuchara.
—Necesito hablar contigo—dijo en un susurro. Morgan ladeó la cabeza sin comprender la urgencia para detenerle de disfrutar un sándwich de pavo sin corteza, pero, si el asunto era importante para él, entonces suponía poder quedarse un rato más. Dejó su mochila de vuelta en el piso, apoyando su mentón sobre las manos esperando sus palabras—Ayer estuve hablando con Severus y Lucius sobre uh... los caballeros de Wualpurgis—Morgan suspiró—Me invitaron a unirme
—Sólo era cuestión de tiempo, supongo
—Si, eso creo—Regulus se inclinó sobre la mesa entrelazando los dedos de Morgan con los suyos apretándolos con fuerza. Sus ojos se clavaron en los contrarios, expectantes—Lo medité durante toda la noche y llegué a una conclusión, pero me gustaría saber tu opinión al respecto
—¿Mi... opinión? —Morgan se confundió. Nunca, en sus diecisiete años de vida, jamás, alguien le había pedido su opinión para algo. La prueba perfecta es que estaba comprometida con un idiota por la gracia de sus padres sin que estos le dejaran decir algo al respecto. Una espina se clavó en su corazón. El chico frente a ella era el primero en preocuparse por su sentir, por los pensamientos que Morgan podría tener respecto a la situación y de como su familia y la mayoría de sus amigos estaban envueltos en esa locura de los mortífagos. Acarició los nudillos de Regulus, sintiéndose terriblemente conmovida. Una pequeña lágrima le resbaló por el puente de la nariz—¿por...porqué necesitas saber lo que pienso acerca de eso? Tú decisión está tomada
—Pero podría cambiar. Necesito motivos diferentes, saber... que es lo correcto
—Regulus, estar del lado del que-no-debe-ser-nombrado nunca será el camino correcto
—Tus padres creen lo contrario
—Y ellos son la muestra fehaciente de la desdicha que acarrea ser un caballero de la mesa del señor oscuro—Morgan acarició su rostro, escuchando a los alumnos cuchichear—Amo a mis padres, pero sus decisiones han repercutido en mí y en Genevieve. Justo como las de tus padres sobre ti y Sirius, ¿quieres que la historia se repita como un maldito circulo vicioso?
—¿De que hablas? Eso pasará de todos modos. Cuando Sirius y tú se casen tu padre te obligará a aceptar la marca tenebrosa
—No si me niego a hacerlo
—Por favor, ¿de cuando acá "negarse" nos ha ayudado en algo? La marca es un hecho. Aun si no fuera tu voluntad, mi hermano te arrastraría a ello
—Sirius jamás aceptaría algo como eso—siseó. Regulus chasqueó la lengua—Conozco la impertinencia de Sirius, pero eso sería simplemente ridículo
—Él está en una especie de... comunión con nuestros padres. Hace un año tuvieron una pelea muy fuerte y salió de casa. Se fue a vivir con los Potter y mamá enloqueció, lo usual. Estuvo a punto de quemarlo del árbol familiar, pero se lo impedí. Yo me molesté de igual forma con él por su maldito afán de querer convertirse en un traidor a la sangre, pero no por eso iba a dejar que lo sacaran del árbol. Le retiré la palabra y Sirius volvió a casa poco después. La condición para que mamá lo dejara quedarse fue aceptar el compromiso. Y si eso, como te conté, fue el motivo para aceptar casarse contigo, entonces no veo porque ser un mortífago no lo sea también
—Él estaría traicionando sus ideales
—No se tiene algo tan absurdo como eso en casa, Morgan, lo sabes
—Yo no... no podría casarme con un mortífago, Regulus
—No todo está dicho aun, no te preocupes por eso. Le prometí a Severus darle mi respuesta durante la cena, así que creo que me queda tiempo para analizar las cosas
—¿Hablaste con Genevieve sobre esto? —Regulus agachó la mirada, negando
—Intenté hacerlo, pero Severus me lo prohibió. Cómo va a ser su esposa... él no quiere que lo sepa todavía
El semblante de Regulus cambió de pronto por uno extremadamente triste, pero Morgan no supo a qué se debía. Habían pasado tres días desde el comienzo del colegio y en cada uno de ellos Regulus parecía triste y cansado. Ella creyó se debía al exceso de presión de sus clases y el hecho de ver a su familia tambaleando sobre un hilo bastante delgado. Él y Sirius siempre fueron muy unidos, motivo de sobra para sentirse deprimido por la suerte de su hermano mayor. Morgan despeinó su cabello, mimándolo.
—Lo lamento, Regulus, sé que esta situación también te afecta por partes iguales. A veces me pregunto cuando será el día en que nuestra felicidad no dependa de los negocios de nuestros padres
El muchacho exhaló con pesadez.
—Quizá la respuesta a eso sea la muerte, porque sólo de esa manera podremos ser felices, Morgan
Caminaron juntos hacia el gran comedor, con los brazos entrelazados y sus barrigas rugiendo. Morgan le habló sobre su enorme antojo de sándwich sin cortezas mientras Regulus escuchaba, sonriendo por la voracidad de su amiga. Él llevaba las mochilas de ambos sobre el hombro atrayendo las miradas curiosas de los alumnos en los pasillos, murmurando sobre la cercanía del hermano de Sirius con su prometida.
Justo en el umbral del salón se encontraron al susodicho, portando un suéter con los colores de su casa junto con una bufanda a juego. Regulus hizo una cara de asco y Morgan giró los ojos defendiéndose frente a él.
—¿Dónde estabas? Llevo horas buscándote
—¿Horas? La comida acaba de empezar y ¿tú buscarme a mí? ¿para qué?
—Hicimos un pacto, ¿recuerdas? Dijimos que una vez por semana comeríamos en la mesa del otro. Con James y los demás hemos estado esperándote para empezar
Morgan separó los labios, indignada.
—¿Y quien dijo que sería yo la primera en hacerlo?
—Yo. Si tendré que convivir con las serpientes que tienes por amigos entonces necesito más tiempo para asimilarlo
—¿Y crees que yo no? ¡James Potter es un cerdo!
—Basta de quejas, ven conmigo—dijo, tomándola por el brazo. Morgan se plantó en el suelo sin lograr moverla un centímetro. Regulus rio entre dientes, pasándole la mochila de Morgan a su hermano. Luego, besó la mejilla de su amiga a manera de despedida
—Suerte. Nos vemos luego
—¿Qué? —cuestionó Morgan bajo la mirada atenta de Sirius. Regulus ya había entrado al comedor, pero eso no le bastó a su hermano mayor para quitarle la mirada de encima. Después observó a Morgan con los ojos entrecerrados, como si estuviese evaluando la situación. Finalmente negó
—Nada, andando.
Morgan echó un vistazo hacia las mesas de las cuatro casas apreciando el show de locos que era el cuerpo estudiantil, armándose de valor para pasar entre ellas hacia el espacio de los Gryffindor. Eran pocas las personas que no les miraban, pero aun así Sirius tuvo el valor de darle pequeños empujones con su mano en la espalda baja para alentarla a no dejar de caminar. Morgan lo alejó, alegando poder avanzar sola hasta el lugar desocupado al lado de Lily Evans y de frente a James Potter. Este se atragantó al verla, escupiendo el pastel de calabaza que estaba comiendo.
—Así que no era broma—mencionó, limpiándose los labios. Morgan hizo una mueca—De verdad la única e inigualable Morgan Avery se sentará a compartir los sagrados alimentos con nosotros. Ahora si ya lo he visto todo
—Te dije que hicimos un acuerdo y recuerdo haber mencionado también que esperaras por nosotros para empezar a comer—añadió Sirius sentándose al lado de su mejor amigo no sin antes dejar la mochila de Morgan justo debajo de la mesa junto a la de los demás. Ella lo miró extrañada
—Tardaban tanto que decidí tomar la iniciativa. Pero ver a Morgan aquí seguro me ha alegrado la comida
—¿En serio tengo que aguantarlo? —preguntó. Sirius asintió llevándose una papa frita a la boca
—Lo prometiste
—El arrepentimiento me llegó rápido—sentenció, acercándose un plato. Preparó su sándwich con calma bajo la mirada atenta de los amigos de Sirius quienes parecían aletargados por su presencia, pero se mantuvieron en silencio por orden de Lily Evans. Morgan se lo agradeció en silencio
—No le hagas caso, James tiende a ser muy pesado a veces
—¿A veces? Yo diría que siempre
—¡Hey!
—Pero tiene algo de razón. Cuando Sirius mencionó tu presencia durante la comida nos pareció algo muy extraño, pero supongo es un gran detalle para el paso que van a dar—dijo Lily ofreciéndole una sonrisa a Morgan
—Si, supongo
—¿Cómo van con los preparativos, por cierto? —cuestionó Peter del otro lado de la mesa. Morgan elevó los hombros
—Mi madre se está encargando de eso
—¿Puede hacerlo sola? ¿No necesita hablar con los novios antes de hacer arreglos?
—No
—¿Y qué hay del vestido? —agregó Lily, curiosa. Morgan se frotó la nuca, incómoda
—Ella puede elegirlo. No es la gran cosa—ciertamente para ella no lo era. La boda no le importaba demasiado como para poner su empeño propio en el ajuar que llevaría ese día. Sirius se veía igualmente desinteresado, así que no había problema. Lily pareció estar confundida—Lo mismo para las damas, podrá usar lo que gusten
Se miraron entre ellos, con James aguantando la risa en el centro de la mesa.
—Bueno, yo estoy ansioso de saber cómo terminará ese circo
—James—le reprendió Remus del lado contrario de Lily. El de gafas alzó las manos—discúlpalo, él de verdad no sabe cuándo cerrar la boca
—Está bien, he escuchado cosas peores salir de ella—Morgan se dedicó a terminar su comida mientras se acercaba un enorme vaso de jugo de mano junto con un platito de pastel de melocotón. James sonrió—Será una gran función, de hecho, porque James Potter, el payaso con los zapatos más grandes será el acto estelar
—¡Oye!
—¿Esto es intentarlo? —le preguntó Sirius escondiendo una risita. Morgan se llevó una cucharada de pastel a la boca
—Él comenzó
—No importa quien comenzó que, ¿podríamos por favor comer en paz? —pidió Lily bebiendo de su vaso. Los demás asintieron produciendo un pequeño momento de silencio. Eso, hasta que Peter habló
—¿Porqué Morgan no lleva el anillo de compromiso?
El cuerpo de Morgan se tensó pues la voz del muchachito era como un megáfono. Los ojos de la mayor parte del comedor se centraron en ellos llevando a Morgan a esconderse detrás de los pliegues de su túnica. Sirius ladeó el rostro percatándose de los dedos libres de su prometida. Sin embargo no hizo un drama del asunto decidiendo seguir atacando su postre.
—Ella es libre de hacer lo que quiera
Morgan suspiró, sintiendo la mano reconfortante de Lily Evans sobre su hombro repitiéndole no tomarle importancia a los comentarios inoportunos de sus amigos. Los únicos sensatos en esa mesa parecían ser Lily y Remus, este ultimo regañando a Peter por su intromisión tan fuera de lugar. Decidieron dejar de excavar en el asunto de la boda, disponiéndose a terminar sus alimentos.
La comida continuó en silencio, con un par de bromas de parte de James Potter hacia Sirius pero Morgan no escuchó nada. Sus ojos se clavaron en la figura detrás de los Gryffindor donde la mesa de las serpientes se encontraba rebosante de estudiantes alegres por algo. Entre la marea de esmeraldas se encontraba un ámbar incómodamente sentado al lado de Severus Snape. Genevieve intentaba terminar su sopa de arándanos mientras el brazo de su prometido le rodeaba la cintura en lo que este mantenía una conversación con Lucius Malfoy. Del otro lado de Genevieve estaba Regulus, observando la forma en que Severus detuvo su charla, susurró algo en el oído de la chica, besó su mejilla y luego retomó la plática. La cara de Genevieve terminó enrojecida y Regulus se puso de pie, abandonando el comedor.
Morgan arrugó el entrecejo, ofuscada por el comportamiento de su mejor amigo. ¿acaso él...?
—Entonces, ¿vienes?
—¿Qué? —cuestionó Morgan volviendo su atención a Sirius. Este parecía haberle estado cotando algo que ella no escuchó. James se carcajeó
—Canuto preguntaba si vendrás a ver el partido de quidditch
—Por lo que tengo entendido hoy no juega slytherin, así que no tengo porque ir
—Tal vez, pero nos enfrentaremos a Hufflepuff y dado a que tu casi esposo es Gryffindor debes apoyarnos
—Preferiría comerme mi propio pie mil veces antes que apoyarlos. Además, Sirius ni siquiera es jugador
—No tienes que animarlos, sólo ver el partido—dijo Sirius gruñendo. Morgan cruzó los brazos por encima de su pecho—Prometiste convivir con nosotros
—Esto no formaba parte del trato
—Bueno, ahora lo hace
—Vamos, será divertido—animó Lily—James es el cazador, le darán una paliza
—¡Hey! —se ofendió—Eres mi novia, Evans
—Si, si, eso no te salvará de la ira de los tejones, ¿vamos? —preguntó a Morgan. Ésta sonrió
—Sólo si Sirius me lo pide de buena manera
—Estás loca
—Prometiste intentarlo
—Eres una aprovechada
—¡Sirius! —le regañó Lily. Remus y Jame sonrieron—Invita a tu prometida al partido
—Bien—el chico bufó—¿Quieres venir a ver el partido con nosotros?
Morgan suspiró de manera exagerada.
—Por supuesto, mi amor
—Te odio
—También te amo, estrellita
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