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Parte 9 "No es lo que crees"

Alguien hablaba por teléfono muy cerca de mí. Solo hablaba, esperaba y respondía.

Mi mente estaba activa pero mi cuerpo... mi cuerpo no sabía qué carajos estaba pasando. Me abracé más a lo que fuera que estuviera ahí, estaba tan a gusto dormida. Era de esas veces que ya tu mente está despierta pero te cuesta infinidades de fuerzas abrir los ojos.
Bueno, así estaba yo.

—Hey — una voz ronca dijo al mismo tiempo de que lo apachurré.

Abrí los ojos y una imagen muy borrosa estaba frente a mí, cabello negro y tez clara.

— ¿Todo bien?

Y mi mirada se despejo. Okey, estaba abrazada de Hans.

— ¿Dónde estoy? — pregunté mirándolo.

Bostecé y él sonrío.

—Bueno, como ayer dijiste que te ibas a quedar en la casa de Hela, pero ni tú ni ella estaban... aptas para caminar ni hacer nada, Carson y yo las trajimos a mi casa.

— ¿Y Hela?

—En otra habitación con Carson y Gigi.

Reí.

—Vaya, creo que alguien ganó anoche.

—No creo que haya sido él — dijo calmadamente.

Y yo seguía abrazada de él.

—No es lo que piensas — dije mirándolo — solo que eres como un oso de peluche enorme, y estás bien pachoncito.

Hans rió y yo juraría que el alcohol seguía en mi sistema.

—Lo noté cuando te traje, te aferraste a mí como un koala — dijo llevando su pelo negro hacia atrás.

Miré mi ropa, pero ya no tenía mi vestido verde.

—No tengo mi vestido —  miré que estaba vestida con unos shorts enormes y una camisa de botones atada por detrás.

—No es lo que piensas — dijo repitiendo mi frase — cuando llegamos Hela gritó algo y tú gritaste y comenzaste a quitarte el vestido y a decir que querías sexo.

No vuelvo a tomar alcohol, no vuelvo a tomar alcohol.

—Y cuando te empezaste a desabrochar tu brasier, me quite mi camisa y la abotoné por detrás y te puse unos shorts — dijo totalmente divertido.

—Vaya, creo que fui el entretenimiento de anoche — y con todo el pesar del mundo, me levanté de la cama.

Hans seguía con el mismo pantalón de anoche, sin su camisa y sin zapatos.

—Yo solo quería sexo y terminé atada — él seguía muy divertido con la situación — creo que fui la única que no tuvo sexo.

Y él frunció las cejas.

— ¿Y qué, ahora eres adivina o cómo supones que tuve sexo? — preguntó.

Rodé los ojos mientras medio peinaba mi cabello.

—No creo que las chicas que estaban a tu lado anoche eran para contarles chistes.

Y una sonrisa burlona se formó en su rostro.

—Y yo era quien te espiaba.

Abrí la boca y la cerré nuevamente. Si no tienes nada bueno que decir, no lo digas.

—Como sea — dije dándole la espalda — ¿me ayudas?

Se levantó de la cama poniéndose detrás de mí mientras sus dedos rozaban mi piel y escalofríos recorrían mi cuerpo.

—Ahhh, tienes las manos heladas — grité .

— ¿Te acuerdas de algo? — preguntó mientras desabotonaba la camisa e ignorando mi comentario.

Mis ojos estaban cerrados, quería dormir más.

— ¿Algo que deba recordar? — pregunté, abriendo mis ojos.

Sus ojos se conectaron con los míos, pero bajó la mirada para seguir con la camisa.

—Nada especial — y noté que ya era el último.

—Gracias — dije quitándomela y entregándosela.

—A ti te hace más falta — y sus ojos miraban mi frente.

Reí.

—Tengo brasier y tú nada.

Hans y sus ojos se quedaba quietos y mirando mi frente.

—Tú tienes más frio.

Me la puse y abotoné solo algunos.

—Esto literalmente lo podría usar de vestido — dije tomando la perilla de la puerta — gracias— tomé los bordes de la camisa, haciendo una reverencia.

— ¿Sabías que hay un animal que hace popo cuadrada? — dijo divertido.

Fruncí el ceño. Eso me lo había dicho Colby.

—Ehh, ¿quién te lo dijo? — pregunté mirándolo.

—Alguien tratando de evitar un tema — contestó acostándose nuevamente.

¿Ahora soy la única que no sabía la existencia de ese animal?

Al bajar, noté que la puerta del frente estaba abierta. Así que, abrazándome para medio cubrirme del frío, salí a ver qué pasaba. Y ahí estaba el problema.

Suspiré y me coloqué a un lado de mi amiga, viendo su probable sentencia de muerte. Hela me miraba, yo la miraba y luego a su carro.

—Solo es un rasponcito ¿no? — preguntó viéndome.

Para terminar pronto, el faro izquierdo estaba roto, una llanta trasera ponchada, la puerta del conductor estaba abollada y el parabrisas tenía unas grietas.

—Algo así — conteste — ¿qué pasó? — pregunté mirando hacia atrás.

Carson estaba detrás de nosotras viendo nuestra reacción.

—Cuando Hela dijo que iba al baño tomó sus llaves y se subió al carro intentado manejar al baño de su casa — contestó Carson con una bolsa de hielo en la frente — cuando le diste de reversa pisaste la botella que habías tirado, y cuando oíste el crujido abriste tu puerta golpeándola con un poste. Y del coraje le aventaste una roca y terminó en tu faro y luego la luz del poste se fundió y el foco le cayó al parabrisas.

Mil maneras de morir se queda pendejo a Hela borracha.

— ¿Cómo lo recuerdas? — preguntó ella.

—Es que quedó grabado con las cámaras del lugar — respondió Hans, apareciendo en escena y tragándose la risa.

Mi rubia amiga me miró.

—No tengo todo el dinero para arreglarlo, lo gasté en ropa.

—Mitad y mitad — dije sonriéndole.

—No pecas, tú no lo has estrellado.

—Rubia, solo tómalo.

—Gracias.

Y me abrazó.

—Dividámoslo entre cuatro — la voz de Hans hizo que nos separáramos.

—No tienen que hacerlo chicos — Hela les sonrío.

—Yo no lo haré — dijo Carson mirándola.

Todos lo miramos mal.

—¿Qué? Oigan, no seas sádicos. Tengo muchas deudas y gastos pendientes.

— ¿Gastos pendientes? Que largo nombre para la hierba. Vete al carajo — Hela lo miró.

—Ven y llévame — le respondió — ¿o a caso chocarías?

Y mi rubia amiga le levantó el dedo.

—Eso te gusta.

—Propongo ir a desayunar — dije haciendo menos sexual el ambiente.

***

Yo seguía con la misma camisa de Hans, solo que me puse una chaqueta encima mientras desayunábamos.

—Liam es un buen tipo — dije dándole un mordisco a mi hamburguesa.

—Claro que es un buen chico — Hela sonrío — pero si no hubiera sido por él, tú no te hubieras subido a la mesa ni yo tampoco, y por consiguiente no la hubiéramos quebrado y tampoco caído.

Carson escupió su sopa de la risa.

—Eso fue muy divertido — dijo limpiándose.

Gracias a Dios había acabado mi hamburguesa.

— ¿Y cómo se conocen ustedes dos? — pregunté mirando a Hans y Carson.

—Mi papá y su papá se conocían — respondió Carson — comprador y vendedor — rio — y casi, literalmente vivo en su casa.

Hans seguía sin decir una palabra.

—Y... ¿ganaron? — pregunté tratando se llenar el espacio.

— ¿Qué? — Carson me miró divertido.

—La pelea por el territorio de la escuela — dije.

Hela abrió la boca sorprendida, Carson solo comenzó a reír y Hans, él solo me miraba extrañado.

— ¿Territorio de la escuela? — dijo Hans.

—Sí, algo así me dijo Hela — respondí confundida.

Carson iba a contestar pero Hans lo cayó hablando.

—Territorio por venta de drogas, Rebeka — respondió serio.

Mientras el paso de los meses se iba acercando, el frio también iba aumentando.

Así que el pórtico de mi casa, y las escaleras en las que estaba sentada, no estaban muy cómodas.

—Beka — Hela me llamó pero no hice caso.

Miraba como el sol lentamente se escondía.

—Tú nunca preguntaste.                                       

Me levanté y la miré.

—Vaya, ¿entonces si un carro viene a atropellarme tú no me dices nada porque yo no pregunté?

Hela y yo teníamos la misma altura así que nos quedamos viendo.

— ¿Estas enojada conmigo por no haberte dicho, o porque te comienza a gustar?

— ¿Es enserio? — Pregunto — ahora no solo vas a esconder cosas de mí, sino que pones palabras en mi boca.

Hela suspir, alejándose.

—Es que no sé cuál es tu puto problema.

— ¿Sabes cómo terminan las personas involucradas en eso Hela?

Ella respiró tratando de mantenerse serena.

—Rebeka, ¿y tú en que saldrías afectada si no te gusta o no quieres nada con él? — Preguntó levantando una ceja — admite que ese es tu problema, te empieza a gustar y tienes miedo de su mundo.

— ¿Sabes qué?, hablamos mañana — digo tomando la manila de la puerta.

—Solo quiero que sepas que yo no estoy enojada contigo — y con eso se fue.

Entré y cerré la puerta, estaba hasta el tope con eso discusión de mierda. Mamá y Colby estaban en la sala viendo televisión mientras papá estaba en el cuarto de lavado. Así que caminé hacia ahí.

—Hola — digo recargándome en el marco de la puerta.

Él estaba doblando ropa.

—Hola cariño — dice amablemente.

— ¿Quieres que te ayude?

Él asintió y ambos comenzamos a doblar ropa en silencio.

— ¿Todo bien con Hela?

Asentí sin decir nada. No era algo que quisiera hablar en estos momentos con ellos, sé que por todo lo que ha pasado se preocuparían mucho, y eso era lo menos que quería.

—Bueno, no soy tu madre y el mundo de las mujeres es algo que no vengo manejando — río él sigue — pero, sé que no hay nada que no haga la una por la otra y aunque no sé de qué es su problema, pero lo van a resolver pronto.

Dejé la prenda que tenía en las manos a un lado, quería abrazarlo.

—Gracias papá.

—De nada Beka — dice y me aparto — ve y dile a tu madre que si puede hacer algo rico de cenar.

Asiento y voy a la sala.

—Dile a tu padre que solo estamos a unos metros de distancia — dice ella divertida levantándose — vamos Colby, hay que hacer la cena.

La cena había pasado con tranquilidad y lo apreciaba. Esto era lo que quería toda mi vida: tranquilidad. No un mundo lleno de... mierda. Pero la cabeza me seguía dando vueltas con el tema de Hela, así que al día siguiente, lo primero que hice fue tomar el coche y manejar allí.

Mis dedos estaban golpeando sobre el volante mientras decidía qué hacer.

—Sí — me digo para mí misma.

Y dejando de pensar, bajo del auto y toco la puerta. Espero unos momentos y la madrastra de Hela es quien me recibe.

—Hola Beka, ¿cómo estás? — dice sonriéndome.

—Bien, disxulpa mis modales pero... ¿está Hela?

Y sin dejar que ella conteste, Hela salé, toma mi mano y subimos a mi auto.

—¿Qué...

—Necesito que me lleves a un lugar — dice callándome — no hay rencores y no necesitas hablar conmigo, te dije que no estaba enojada y es cierto.

Le doy una sonrisa dulce.

—Siento haberme portado así ayer, solo... solo que tomé muy mal la respuesta de Hans.

Se encoge de hombros.

—Cada quien lo toma diferente.

Enciendo el auto y la miro.

— ¿A dónde vamos?

—Bueno, no creo que sea uno de tus lugares favoritos.

Manejé siguiendo el mapa del lugar que Hela me había pedido, y cada kilómetro que avanzábamos, todo se ponía peor.
La casa frente a la que estábamos, parecía que solo fuera de un cuarto. Estaba en muy, pero muy malas condiciones y no creo que con este frio nadie pudiera vivir ahí.

—Hela — digo mirándola.

Ella voltea.

—Te explicaré rápido — toma un respiro y sigue — el padre de Carson era drogadicto, su madre murió después de que tuvo a Buddy. Y el padre de Hans, como ya sabes, es uno de los mayores narcotraficantes de Oslo. Así por razones del destino, ellos dos se encontraron, Carson y Hans han sido mejores amigos desde que eran niños. Cuando el padre de Carson murió por una sobredosis el padre de Hans quería adoptarlos, pero digamos que ély la ley no son muy buenos amigos, y no pudo. Así que fueron dados en adopción.

Fruncí el ceño.

—Pero ¿Qué Carson no vive con Hans?

—Como él ya cumplió la mayoría de edad, sí. Pero Buddy está viviendo con estas personas.

Vuelvo a ver la casa.

— ¿Entonces, qué hacemos?

Y mi amiga sonríe malévolamente.

—Vamos a llevar a dar un paseo a Buddy.

—O sea, vamos a secuestrarlo.

—Ehh... secuestro ante los ojos de sus padres adoptivos — y saca dos pasamontañas rosas — ¿lista?

— ¿Es enserio?

Y se pone su pasamontañas.

—Por supuesto que sí.

Tomé el mío y suspiré, tranquilidad era lo que buscaba y ahora estaba a punto de llevar a cabo un secuestro. Pero, mirando la casa y con este frío, ningún ser humano debería vivir en esas condiciones. Así que sin más, igualmente me coloqué mi pasamontañas.

—Vamos — dice bajando del auto.

Caminamos lentamente, Hela estaba haciendo tantas señas que ya le quedaba corto el policía vial en navidad. Cuando estábamos en la puerta, tomó la perilla, abriendola silenciosamente y entramos. La temperatura era igual de helada que afuera. Caminamos hasta entrar a una pequeña división donde había solo una cama. Y ahí estaba Buddy, sentado en la cama al lado de un señor acostado boca abajo. Y como si él ya supiese quienes somos, una enorme sonrisa se forma en su rostro y lo tomo en brazos. El pobre niño ni llevaba más que una simple chamarra. Cuando lo pegué a mi cuerpo, estaba totalmente helado.

—Listo — dice Hela saliendo.

Un crujido de la cama me hace casi correr y salimos sin cerrar la puerta, subimos al auto. Inmediatamente me quito mi chamarra de peluche colocandosela a Buddy para que entre en calor, me quito de igual manera mis guantes y se los pongo. Encendí el carro y prendí la calefacción.

— ¿Cómo estás? — le pregunté.

El niño solo alzó su pulgar. Sonreíy arranqué el auto.

— ¿A dónde vamos? — pregunto.

—A casa de Hans.

Veo como Buddy sonríe y yo conduzco mientras la música está de fondo. En algunos momentos miraba el retrovisor viendo a Buddy, apreté el volante viendo la negligencia, era tan solo un niño y ya tenía que entender todo. Estacioné frente a la casa de Hans y con cuidado bajé a Buddy, pero él no me quita la mirada.

—Ya te puedes quitar tu gorro con hoyos — dice.

Y de los nervios que tenía, ni me había acordado de quitarme esto.

—Hay que ir adentro — Hela lo tomó en brazos caminando hacia la puerta.

Me quito el pasamontañas y lo dejo en la parte trasera del auto para luego bajarme y seguirlos. Carson no tardó en bajar y correr hacia Buddy para abrazarlo.

—A todo esto, ¿por qué no fue Carson por Buddy? — pregunté mirando a Hela.

—Ya tiene antecedentes con la policía, así que si lo detienen una vez queda preso por varios, varios años.

Carson tiene en brazos a Buddy, mientras le dice cosas y besa incontables beses el rostro de su hermanito puedo ver como el niño sonríe y él lo aprieta más contra su cuerpo, unas pequeñas lágrimas se resbalan de los ojos de Carson, haciendo que se me apachurre el corazón. Jamás había visto este lado de él.

—Pasen, estamos haciendo pasta — Carson sorbe su nariz para luego limpiarse las lágrimas, Buddy lo mira — tu favorito.

Y entramos. Buddy corrió a la cocina y ahí estaba Hans, vestido todo de negro incluyendo su chaqueta de cuero, en la isla con tomates rojos.

—Hola renacuajo — lo saluda.

El niño se sienta a su lado y comienzan a hablar. Hela me mira de reojo y se acerca.

—Solo cenamos y nos vamos — me da una sonrisa de boca cerrada.

—No pasa nada — digo sentándome frente a Buddy.

La noche transcurre en risas y platicas pero Hans y yo no hemos cruzado una sola palabra. Cuando nuestras miradas se encuentran solo nos quedamos así.

— ¿No se van a dar cuenta de que Buddy no está en la casa? — pregunto bajando la mirada a la pasta.

—Probablemente dentro de dos días — responde Carson encogiéndose de hombros.

—Pero, ¿Qué el gobierno no debería de ponerlo en mejores manos?

—Al gobierno no le interesa mucho los hijos de padres drogadictos y menos si uno está metido en este mundo.

Cuando terminé mi comida me levanté y lavé el plato.

—Voy a estar en el carro — le aviso a Hela y me dirijo a Buddy — cuando necesites algo, lo que sea. Sabes que siempre te voy a ayudar — beso su frente y el asiente con su boca manchada de salsa.

Tomé mi abrigo y salí, el frio me recibe y me quedo sentada en una banca afuera de la casa. Las luces de las calles son lo único visible con esta oscuridad y eso es algo pacifico.

— ¿No era la respuesta que esperabas?

Volteo y Hans está recargado en el marco de la puerta viendo a la calle.

— ¿De qué hablas?

Me mira.

—No todo en este mundo es perfecto ni vive en regla, y lo siento si piensas que es así.

Frunzo el ceño.

—Yo nunca he dicho eso.

—No necesitas decirlo, tus acciones muestran más.

Me levanto y me coloco frente a él.

— ¿Mis acciones?, ¿qué, no hablarte o ponerme a tus pies es algo malo?

Una risa burlona sale de sus labios.

—Esperar a que todo embone en tu concepto de vida perfecta, es malo.

— ¿Y qué más te da a ti? — pregunto ya irritada.

Su cabeza se agacha para mirarme directo a los ojos y no bajo la mirada.

—Solo necesitas un poco más de realidad — me pasa por un lado y se va.

Cierro los ojos y escucho un portón abrirse, volteo y veo que Hans ha sacado una moto de pista negra.

—Vamos, quiero que veas un poco de esa realidad — dice ofreciéndome su casco.

— ¿En serio?, primero me dices eso y ahora me invitas a dar un paseo.

—No es nada malo.

—Tengo escuela mañana — respondo calmadamente.

Pero Hans no dice nada y sigue ofreciéndome el casco. Yo miro hacia arriba pensándolo.

—Siento que vamos a morir de frio en esa moto — digo tomando el casco y subiendo.

Su pecho vibra de la risa.

—Sujétate — dice encendiendo la motocicleta.

Miro hacia los lados buscando algo pero no hay nada.

—Las motocicletas no tienen cinturón de seguridad — dice y alza su chaqueta — tendrás que sujetarte de mí.

***

Estoy frente a la casa de Hela esperándola para irnos a la escuela.

— ¡Hey! — grita saliendo con su abrigo en mano, despeinada y sube al carro.

— ¿Por qué simplemente no te levantas más temprano? — le pregunto arrancando el carro.

Hela se encoge de hombros.

—Es más rico dormir.

Rio.

—Oye, papá va a hacer una cena esta noche, y dijo que los invitara — mi amiga me mira sonriendo.

—Está bien, yo le digo a mis padres.

Después de un rato, llegamos a la escuela y me quito mi cinturón de seguridad, pero Hela vuelve a abrocharlo.

— ¿Qué? — pregunto mirándola.

—Mhhh... creo que aquí no me gusta — dice nerviosa.

La miro raro y vuelvo a quitármelo y salgo.

—Beka — Hela me grita bajando del carro y yo sigo sin entender.

Cuando volteo hacia el otro lado, veo a todos los chicos, incluyendo a Hans... abrazado de una chica.

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¡Wuenas! Mis bellos amorcitos de mi alma.

¿Cómo están el día de hoy? — bueno, les quería decir que "Love Me" ya tiene fecha de actualización. ¡Todos los sábados!, no importa la hora, yo les actualizare ese día.

Pero, mejor platíquenme ¿qué tal les pareció el capítulo de hoy?

Recuerden que siempre, pero siempre los leo y e encantan sus comentarios. ¡SI QUIEREN APARECER EN MI INSTAGRAM, SOLO COMENTEN!

Bueno, sin más que decir, los dejo.

Mi Instagram es: dairacstbooks.

Allá siempre les público cuando subo capitulo.

Eternamente agradecida:

Daira

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