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Parte 24 "¿Rebeka?"




Me quedé mirándolo divertida.

— ¿Comiste verga de payaso o por qué tan gracioso?

Él solamente rodó los ojos —Tan sarcástica como siempre, Beka.

Abrí la puerta del coche.

—Bueno, cuando tengas cosas serias que decirme, hablamos.

— ¿Esto no te parece serio?, Beka, estamos hablando del hombre del señor que casi nos mata y tú te lo tomas muy a la ligera.

Volteé.

—Ni siquiera estoy segura de eso Blaze, no voy a hablar a lo idiota y a suponer cosas que no van — me salí pero él me tomó de la muñeca.

—Beka, no quiero que vuelva a pasar lo mismo.

Intenté soltarme pero alguien más ya tenía su mano en la de Blaze.

—Uy, cuidadito con esas manos niño, que pueden desaparecer — Miré a Carson con una sonrisa malévola.

Blaze me miró por última vez soltando mi mano.

—Solo aléjate Beka — dijo y cerré la puerta. Blaze arrancó.

Respiré sintiendo nuevamente el aire en mis pulmones.

Carson me miró pícaro — Uy Beka, no sabía que te gustaba ese tipo de juegos rudos.

—Andas mal hijo, yo no le hago a eso.

— ¿Algo nuevo que contarme? — preguntó Carson levando las cejas pícaro.

—No seas cochino — puse la mano sobre mi pecho falsamente indignada— cosas tan sucias no pasan por mi cabeza.

—Bueno, eso habría que preguntárselo a Hans.

Le di un suave codazo sonriendo.

— ¿Qué se traen tú y Blaze entre manos? — preguntó arrebatándome mi bebida para darle un sorbo.

—Ahg, nada importante — tomé mi sándwich dándole una mordida.

—Beka, ese tipo no es de fiar — dijo dándome mi bebida para luego quitarme mi sándwich y morderle — no le hagas mucha confianza — casi no podía tomarle seriedad a Carson por la comida masticada en su boca.

—Por favor, ¿me vas a decir que anda en malos pasos? — Le di un sorbo a mi bebida, divertida — si camino dos pasos me encuentro a alguien que está metido en esto, Carson. Creo que a este punto nada podría estar más desastroso.

—Uy, pero que mala calidad de almuerzo — Carson hizo cara de asco volviéndole a dar una mordida —pero lo acepto como recompensa por salvarte.

—Yo jamás pedí ser salvada — volteé hacia atrás de Carson y vi que Hans venía hacia acá — ahí viene el patrón, firmes.

Los dos nos pusimos en saludo militar.

— ¡Señor jamón rajado!, ¡a sus órdenes! — gritó Carson para luego acabarse el sándwich.

Hans lo miró sin gracia, y luego a mí.

—Hoy tendremos que hacer varias entregas. Ayer me distraje y no pude entregarlas todas.

— ¿Andar con los intestinos de fuera le llamas estar distraído? — Carson entrecerró los ojos.

***

—Rebeka.

Levanté la mirada.

Estábamos en el psicólogo con mis padres, mamá me veía con preocupación y tristeza, mientras que papá trataba de analizarme, ¿si me encontraba molesta o no?

—Sinceramente no sé qué es lo que quieren que diga — Me encogí de hombros — no estoy enojada. Les agradezco como no tiene una idea todo lo que han hecho por mí. Pero creía que de verdad teníamos una buena relación.

—Rebeka, a ningún padre se le da un manual de cómo serlo, en ese momento ellos pensaron que era lo mejor para ti que fuera de esa manera — dijo la psicóloga mirándome.

—Ya lo dije, no tengo rencor, no voy a pasar una hora hablando sobre eso. Lo que fue, fue y ya.

Mamá me miró.

—Hija, por favor.

—Mamá, me siento triste y decepcionaba de pensar que contaba con ustedes para todo — admití.

Mi celular vibró y vi que era un mensaje.

~ ¿Lista? — HANS

No tardé mucho en mandarle mi ubicación.

—Bueno, ¿tú qué hubieras hecho en su lugar? — dijo la psicóloga mirándome.

—Lo menos que quiero es sonar grosera, pero, ¿qué hubiera hecho al ver que mi hija está llorando desconsoladamente por su familia mientras sé que lo que le hemos dicho de su familia es mentira? — Pregunté levantando la ceja — usted dígame, doc.

—Beka, te lo prometo que jamás o hicimos con la intención de dañarte — Mi padre me miró y yo sentía que el corazón se me hacía trozos.

—Yo lo sé papá, sé que su intención siempre ha sido mantenerme segura, solo quiero un poco de espacio.

Vi por la ventana la motocicleta de Hans y me levanté del sofá.

—Me retiro — dije dándole un beso en la mejilla a mamá saliendo de la sesión.

Colby estaba a fuera sentado en una de las sillas esperando con el teléfono de mamá jugando, cuando escuchó el ruido de la puerta volteo mirándome.

— ¿Ya estás mejor?

Sonreí caminando hacia él, me puse en cunclillas para poder estar de su tamaño.

—Ya estoy mejor — le sonreí — pórtate bien, volveré para la cena — me levanté y besé su cabello.

— ¡Cuídate!— gritó despidiéndome.

Le lancé un beso trotando hasta la salida, Hans estaba esperándome arriba de su motocicleta con un casco en mano.

—Gracias — dije tomándolo para después subirme y agarrarme de su cintura.

—Carson ya está esperándonos allá, solo que él fue a hacer unas cuentas entregas en el carro.

***

Hay veces en las que me pregunto, ¿Beka, tú quieres morir o qué?, ¿Qué acaso no aprecias tu vida?, pero viendo en el lugar en el que estoy, y con la gente con la que estoy, fácilmente me contesto: Creo que no.

—Hans — dije quitándome el casco mirando alrededor.

—Vamos — puso el casco sobre la motocicleta.

Estábamos en una de las partes más peligrosas y con más índice de delincuencia en Oslo. En los callejones había gente tirada sobre bolsas de basura, gente comprando y vendiendo droga sin pudor. El hedor que había ahí era increíblemente fuerte y desagradable, cuando caminábamos la gente nos miraba y sentía que en algún punto nos iban a asaltar. Todo esto me traía recuerdos y eso era lo que menos estaba buscando.

— ¡Ahí están!

Brinqué del susto y Hans al igual que Carson que había gritado, rieron.

— ¿Asustada florecita? — Preguntó Carson

—No sabría cómo decir que estoy ahora — Respondí abrazándome, estaba haciendo algo de frío y mi chamarra no me cubría lo suficiente.

— ¿Cómo te fue con las entregas? — Hans se quitó su abrigo gris poniéndomelo sobre los hombros mientras miraba a Carson.

—Ahh, terminé vendiendo dos paquetes más de lo esperado, así que para hacer las entregas de aquí necesito dos paquetes más.

Sin mirar a Hans me acurruqué en el abrigo.

—Gracias — susurré y él solo asintió.

—Beka — dijo y lo miré — ¿podrías ir a la bodega por dos paquetes más en lo que Carson y yo repartimos esto?

Tomó mi mano y puso las llaves de la motocicleta sobre mi palma, lo miré.

— ¿Y dónde se supone que está la bodega?, además, no creo que pueda llegar muy campante ahí diciendo, "Hola, quiero dos paquetes de drogas, ¿me los da?

Carson soltó una carcajada.

—Ya te mandé la ubicación a tu celular — dijo Hans — un hombre te va a recibir en la entrada, ya le di instrucciones de que tú vas a ir, así que no vas a tener mayor problema con ello. Vas a ir hasta donde veas un edifico y ahí un chico te va a guiar y a dar los paquetes.

Asentí dándome la vuelta y caminando nuevamente hacia la motocicleta. Reí, que clase de confianza me tenía Hans prestándomela. Creo que no sabe que jamás he manejado una.

—Okey bonita — dije montándome, me puse el casco y supliqué — no me estrelles por favor, o mínimo no mientras me vean ellos — introduje la llave y la giré escuchando el motor. Saqué mi teléfono y vi la ubicación, no era muy lejos y ya tenía noción de dónde era.

Arranqué la motocicleta y empecé a manejarla sin ningún problema. Mis manos comenzaron a ponerse heladas por el aire. Las calles pasaban y el silencio solo hacía que mi mente repasara lo que había pasado en la mañana.

— ¿Esto no te parece serio?, Beka, estamos hablando del hijo del hombre que casi nos mata y tú te lo tomas muy a la ligera.

Me detuve en un semáforo en rojo y traté de despejar mi mente de todo eso. Froté mis manos para calentarlas un poco, y levanté la mirada para ver si podía avanzar. Aceleré nuevamente cuando la luz se colocó en verde nuevamente. A lo largo del camino pude visualizar el edificio y vaya que no era nada pequeño. 

Me detuve frente a la casilla donde un hombre con un arma estaba cuidando.

—Vengo de parte de Hans — dije levantando mi casco.

Él asintió abriendo la reja dejándome entrar. Aceleré hasta llegar a la entrada, apagué la motocicleta y me bajé dejando el casco sobre ella. Había un portón enorme donde entraban y salían camiones, y suponía que esa no era la entrada, hasta que vi a un chico frente a una puerta de metal igualmente con un arma en su cadea, caminé hacia ahí y él me miró.

— ¿Eres la chica que viene de parte de Hans? — preguntó viéndome de arriba abajo.

—Sí.

—Bueno, entra — después de poner algunos números la puerta se abrió.

— ¡Agust, ven ayudarnos! — Gritó un chico arriba de un camión — uno de los chicos está lesionado y no tenemos quien cuide el cargamento.

El chico me miró y luego al camión sin saber qué hacer.

—Mira, vas a subir la escaleras, caminas hasta el fondo y ahí te vas a encontrar a alguien que te de los paquetes, le dices que eres amiga de Hans.

Asentí no muy convencida y él corrió subiéndose el camión. Entré y la pesada puerta se cerró a mis espaldas, comencé a caminar en la dirección en la que el chico me había dicho. Todas las habitación y cuarto que había en ese lugar tenían fuertes puertas de metal sin nada de ventanas para mostrar qué había adentro. Cuando llegué al fondo vi una habitación con ventana y supuse que ahí podía haber una persona que me ayudara. Así que sin dudarlo toqué la puerta.

— ¿Quién? — preguntó una voz bastante grave de un hombre.

¿Y qué podía contestar?, ¿yo?, ¿Beka?, sinceramente no tenía idea alguna idea de qué contestar.

La puerta plateada se abrió dejándome ver un hombre muy alto frente a mí. Seguramente había tardado tanto pensando qué contestar que él se había desesperado.

— ¿Quién eres tú? — preguntó mirándome seriamente.

—Vengo de parte de Hans — dije tratando de no titubear.

— ¿Hans? — Frunció su ceño, confundido — ¿qué hace una chica como tú con mi hijo?

Decir que ese comentario me sorprendí fue poco, casi se ma salieron los ojos al escuchar eso.

— ¿Su hijo? — pregunté casi atragantándome. Pero ahora que ponía atención, se parecían bastante, en la altura, lo corpulentos que eran, a diferencia del cabello ya que el de él era café, los dos poseían los mismo ojos azules.

— ¿Qué haces aquí? — dijo analizándome.

— ¿Se escucharía muy raro si le digo que vengo por un encargo de... producto?

Él  me miró de arriba, y entró nuevamente en la habitación que pude notar que era su oficina, se sentó en una silla detrás del escritorio.

—Pasa  — dijo sin mirarme mientras buscaba cosas en un cajón.

Entré sentándome en una de las sillas de madera que había.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó.

—Rebeka — dije y me miró, casi podía jurar que estaba sorprendido.

Sacó dos paquetes enormes poniéndolos sobre el escritorio y volviendo a poner su mirada sobre mí.

—Y dime Rebeka, ¿vives aquí? — preguntó entrelazando sus manos.

No sé si era yo, o de verdad estaba mal, pero decirle dónde vives a un narcotraficante no era algo que sonara bien en mi cabeza.

—No es por desconfiar — respondí mirándolo — pero, ¿necesariamente tengo que contestar?

—Es solo por hacer platica — recargó su espalda sobre su silla.

—Sí, estoy en la misma escuela que Hans.

Él asintió y su mirada se desvió mientras pensaba algo.

Yo junté mis manos observando la oficina, no había nada en especial, ni era la típica oficina donde ponían sobre el escritorio fotos familiares. No, solo había cajas sobre cajas.

—Bueno, no te entretengo más — dijo levantándose con los dos paquetes en las manos.

Los tomé imitándolo, él parecía que seguía evaluándome.

—Gracias... — lo miré con una sonrisa incomoda.

Los soltó y me devolvió la sonrisa, pero esta no parecía incomoda.

—Cuídense.

***

—Que si — susurré mirándolo.

—Que no — contestó Carson.

—Ahg, que sí — volteé deteniéndome.

— ¿Cómo van a respirar en el agua?, los delfines salen a tomar aire — dijo pegándome con la linterna en la frente.

— ¿Se pueden callar los dos? — Hans volteo mirándonos feo.

Estábamos en un callejón donde los faroles estaban fundidos, y la luz de la luna junto con nuestras linternas era lo único que nos iluminaba.

—Pero son peces — dije volviendo a caminar.

—Andas mal — Carson negó con la cabeza — ¿segura que no te diste un toque de la mercancía?

—El que anda mal es otro.

—Ya, fue todo lo que aguante — Hans se volteo hacia mí tomándome de los pies cargándome sobre su hombro.

—Mira, excelente servicio — le sonreí a Carson.

—Muérdele una nalga para que se calle Hans.

—No — volteé con él — mejor muérdesela a él.

—Al siguiente que hable le va a tocar entregar el pedido solo — Dijo Hans caminando.

Ninguno de los dos volvió a hablar hasta que llegamos al local, ahí debíamos de entregar un cargamento bastante grande.

— ¿Me vas a seguir llevando por el culo por delante o qué? — pregunté.

Hans me bajó y miró a Carson.

—No hagan algo muy estúpido, voy a hablar y regreso, cuiden el cargamento — dijo desapareciendo.

Carson y yo volteamos mirándonos.

—Cetáceo.

—Pez — dije al mismo tiempo.

— ¿Ya vas a la universidad y no sabes la diferencia?

—Mira, como que ando muy preguntón el día de hoy — me recargué en la pared de ladrillos cruzando los brazos sobre mi pecho.

— ¿Qué harás con el dinero de esto? — preguntó mientras pateaba una lata y metía sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Una parte va para la casa, otra para Colby y luego para lo universidad, lo que sobre son mis ahorros. ¿Y tú?

—Pagos del departamento, cosas de Buddy y ya — sacó una caja de cigarrillos ofreciéndome uno, pero negué con la cabeza — creo que lo que sobre, una parte va a ser para un carrito, Buddy quiere uno.

Reí mientras él encendía su cigarrilo, algunos pasos se escuchaon haciendo que los dos voltearamos.

—Es de la mejor calidad — dijo una voz y reconocí que era la de Hans. Venía delante de un hombre algo mayor, suponía que era el comprador — Las bolsas.

Carson asintió y sacó del coche las bolsas llenas de mercancía entregándoselas al hombre, él las abrió revisándolas superficialmente para luego entregar un bolso donde suponía estaba el dinero.

—Salúdame a tu padre — dijo el hombre despidiéndose.

Hans me lanzó la bolsa y la atrapé en el aire.

—Eso fue lo último de la noche — sonrió.

—Me debes una cena — Carson tiró su cigarrillo al suelo y lo aplastó con el tenis — y a Buddy se le antojaban unas alitas.

—Bueno, dejamos este dinero y pasamos por él para ir a cenar, hoy fue un gran día de negocios.

Carson subió a su auto mientras que Hans y yo en la motocicleta. La primera parada fue en la bodega, donde dejamos la mayoría del dinero, Hans separó sus ganancias, las de Carson y las mías, y la última parada fue en el restaurante donde acordamos vernos con Carson y Buddy.

—Tienes una araña — dijo Hans acercándose.

— ¡Quítamela! — grité sacudiéndome toda.

Él frunció el ceño golpeándome en el hombro.

—Muerta — bajó de la motocicleta y yo lo miré.

— ¿No hubiera sido mejor primero matarla y luego decirme que era una araña para evitarme el maldito susto?

—Tomaré nota — dijo entrando al lugar.

Había venido un par de veces a este restaurante con mis padre, la comida solía ser buena, pero no era mucho de mi agrado, sabía que, lo que lo caracterizaba eran sus deliciosas alitas con una salasa nunca vista.

— ¡Hans! — gritó Buddy corriendo a abrazar sus piernas, él se agachó tomándolo y sonriéndole.

—Hombrecillo — Dijo Hans caminando en brazos con él hasta la mesa donde estaba Carson de espaldas a nosotros, con una mano libre le pegó en la nuca a Carson — ¿cómo dejas sin atención a Buddy, imbécil?

—Ahg, si lo estaba viendo, inútil, ya sabías que venían ustedes.

Yo sonreí sentándome frente a él, Hans se sentó a mi lado y Buddy al lado de Carson, en su silla especial con sus pequeñas manitas sobre la mesa, luego miró a su hermano mayor.

—Yo quiero alitas — pidió sonriéndole. Carson levantó el dedo haciendo que una mesare viniera hacia nosotros para tomar nuestro pedido.

—Serían cuatro órdenes de alitas, agua y dos rondas de cerveza — pidió él, luego me miró — ¿tú también quieres cerveza Beka?

Por primera vez y en toda mi existencia, negué con la cabeza.

—Gracias, pero hoy no.

Carson sonrió falsamente sorprendido — Que milagro.

La chica anotó todo yéndose. La noche pasó bastante tranquila, hacía mucho que no disfrutaba de algo así, aunque mi cabeza estuviera hecha una mierda al igual que mis pensamientos, en ese preciso instante nada de lo malo que había pasado rondó por mi mente, solo risas, comida y no mucho más.

***

Hans quitó mi blusa por encima de mi cabeza arrojándola por algún lado del departamento dejando mi pecho totalmente descubierto.

— ¿No has llevado brasier todo el día? — preguntó mirándome con lujuria, sus ojos verdaderamente brillaban.

Me mordí el labio acercándolo a mi boca — No — sus labios se movían frenéticamente sobre los míos, sus besos llevaban una combinación del cigarro que siempre fumaba con alcohol y eso era malditamente delicioso.

No tardó en acunar todo mi pecho con una sola de sus manos robándome un gemid, y con su mano libre me colocó sobre el isla, bajé mis manos hacia su pantalón y sin despegarme de sus labios comencé a desabotonarlo y bajarlo hasta el punto que sus bóxer negros fueron visibles. Hans no perdió el tiempo y sin delicadeza alguna, también se deshizo de mis pantalones tirándolos al suelo, se despegó de mi boca para comenzar a besar mis muslos, recargué mis palmas echando la cabeza hacia atrás. Sus besos comenzaron a subir y la sensación cada vez me mata más, uno de sus dedos comenzó a frotar mi parte más sensible haciendo que gritara, podía imaginarme como Hans estaba gozando al verme así. Hizo a un lado mi ropa interior introduciendo un dedo, mis manos volaron a su cabello halándolo mientras trataba de contenerme, aumentó el ritmo para luego detenerse de la nada, cuando levanté mi cabeza para mirarlo, me tomó con sus dos manos del trasero acercándome más al borde abriendo mis piernas para que pudiera entrar en ellas y comenzó a deslizar el condón a lo largo de su miembro. Lo tomó con una mano entrando de una sola estocada haciendo que los dos soltáramos un gemido, sin tener piedad comenzó a entrar y salir de manera salvaje, mi boca no paraba de decir obscenidades, una mano estaba en mi trasero apretándolo mientras que su otra mano libre masajeaba mi parte más sensible al mismo tiempo que aumentaba el ritmo de sus estocadas.

—Mierda — dije echando la cabeza hacia atrás, sentía que estaba por explotar. Mis ojos estaban en blanco, todo era un mar de sensaciones increíbles — Voy a... voy a llegar — dije entre gemidos.

Hans aumentó más el ritmo y sentí que él también estaba cerca. Grité acabando, Hans se detuvo y los dos terminamos jadeando. Sonreí recuperándome.

—Diez de diez — dije mirándolo.

Hans solo me miró extrañado pero divertido.

No pensaba hacerle caso a Blaze, sé que los dos tenían problemas pero siendo imbécil no iba a resolver nada.

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¡Lo siento y lo lamento muchisisisisimo mis amores! De verdad siento haber tardado tanto con este capítulo, pero mis clases ya comenzaron y estoy desde muy temprano hasta muy tarde en ellas. Prometo estar más al pendiente de la historia, para que no se vayan.

Sus opniniones/ O teorías: Here

Muchisisisisimas gracias por su apoyo mis amores. Gracias

Eternamente agradecida:

Daira

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