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Parte 20 "Flashback"

(Partes con "este tipo de letra" significan flashbacks, cosas que están narradas en pasado)

Por favor, escucha la canción cuando llegues a la parte del Flashback. Es muchísimo mejor. Gracias.

~

— ¿Qué carajos es esto? — preguntó Hans mirándome.

Cuando volteé, vi esa hoja. Mi corazón se detuvo y sentía que me iba a desmayar.

—No... — dije intentándolo negar — Hans, yo...

Pero no podía.

—Rebeka, ¿es una broma?

Me acerqué con pasos lentos y pequeños hacia él, tomando la hoja. Las lágrimas sobre mis ojos caían y rodaban sobre mis mejillas casi haciendo que mi vista se nublara.

—No lo es.

UN DÍA ANTES.

Sus labios junto con los míos se deslizaban de una forma exquisita y sentí como él sonrió.

—No seas burlón — dije separándome.

Él me miro sin bajarme.

— ¿Y qué si lo soy?

Enredé mis dos brazos alrededor de su cuello atrayéndolo nuevamente hacia mí besándolo, y en el último momento jalando su labio inferior.

—Eso pasa — le sonreí.

Mordió su labio y me bajo sonriente.

—Creo que me debes algo.

Y cuando iba a hablar, la gente gritando y corriendo de un lado a otro me lo impidió.

— ¿En serio? — Dije haciendo mi cabello hacia atrás — ¿por qué siempre que vengo pasa esto?

—Tal vez eres un amuleto de mala suerte.

Golpeé a Hans.

— ¡Carson! — Gritó él y Carson se acercó a nosotros con Gigi, Candace y Lilyth de la mano — llévate el auto de Rebeka, déjalo cuando sea seguro.

Le di mis llaves y él asintió.

— ¡Yo tengo a Hela! — Liam gritó alzando su mano.

Sonreí y mi amiga y yo compartimos una mirada.

—Perra con suerte — le susurré.

Ella solo se encogió de hombros y luego desapareció de la mano de Liam.

—Vamos — dijo Hans literalmente cargándome en su hombro y corriendo hacia el carro.

En esta posición en la que estaba podía ver con tanta claridad todo el caos que estaba pasando, gente corriendo y escapando de la policía, otra siendo arrestada, y en ese preciso momento vi a Charlie, y ella me miraba. Así que lo único lógico que vino a mi mente fue pararle los dos dedos del medio.

— ¡Métetelos por donde más te quepan! — grité para luego darle una nalgada a Hans y sonreírle.

Casi podía jurar que una mala palabra salió de los labios de ella pero no me importaba.

Hans me puso en el asiento del copiloto para luego rodear el auto y arrancar en segundos.

— ¿Qué fue eso? — preguntó pisando el acelerador.

— ¿Qué fue qué? — contesté mientras me ponía el cinturón de seguridad.

—Beka — me miró por unos segundos — me acabas de dar una nalgada.

—Ah eso — me encogí de hombros — ¿no te gustó?

Él frunció el ceño.

—No, mientras corremos de la policía para que no termináramos en la cárcel, no creo que sea lo más apropiado.

—Bueno — dije poniéndome cómoda en el asiento — para otra vez te muerdo una.

Las horas pasaron y nosotros seguíamos dando vueltas por la cuidad hasta que la policía dejara de buscar. Estábamos escuchando música mientras yo devoraba una dona que habíamos comprado en una gasolinera.

—Creo que es de las pocas veces que no me toca verte borracha — dijo Hans con las manos al volante.

—Pocos tienen ese privilegio — contesté con la boca llena de dona.

Tomé mi bolso y lo abrí.

—Bueno, lo mejor de la noche es que alcancé a vender todo — dije sonriente y mostrándole el dinero a Hans.

Miró mi bolso por unos segundos antes de volver la vista a la carretera.

—Hay veces que verdaderamente no sé cómo es que lo haces.

—Los beso a todos — volteo hacia mí — a hombres y mujeres por igual, sin discriminación.

Mi celular comenzó a vibrar.

—En un momento te sigo compartiendo tips de venta — dije contestando la llamada que era de Hela.

"¿Qué pasa"? — pregunté acabándome mi dona.

"Necesito un favor"

"No" — dije al instante.

"No seas mala, por faaa"

"Bueno, ¿qué quieres que haga?"

Una risita salió de sus labios y ya comenzaba a sospechar qué era.

"Necesito que si mi mamá te llama, le digas que estoy contigo durmiendo porque... teníamos un trabajo de última hora, ¿okey?"

Suspiré.

"Está bien, por favor cuídate y luego vamos a tener que hablar muy seriamente tú yo jovencita"

"Te amo" — gritó colgando.

Guardé nuevamente mi teléfono en una de las bolsas de mi abrigo negro y volteé con Hans.

— ¿Ya podemos volver a casa?

Se fijó en la hora del carro y asintió. Dio la vuelta y comenzó a manejar directamente hacia mi casa, unos minutos después se detuvo frente a ella.

—Gracias — dije bajándome del coche.

—Beka — asomé mi cabeza por la puerta del auto.

— ¿Qué pasa?

—Tu dinero — contó algo y me lo dio.

Sonreí tomándolo y cerré la puerta, caminé hasta la puerta de mi casa y metí la llave en el cerrojo abriéndola. Dejé mi abrigo en la entrada y subí a mi cuarto dejándome caer en mi cama.

***

Giré la cabeza de tantas manera que parecía que me dolía el cuello.

— ¿Cómo es posible que ya vaya a entrar a la universidad y no sepa ni qué es eso? — me pregunté a mí misma.

Digamos que la clase de cálculo no era mi preferida.

— ¿Cómo vamos Rebeka? — me preguntó el profesor pasando a un lado de mí.

—Ohhh excelente — dije anotando números a lo idiota en mi calculadora y negando, borré algunas cosas en mi cuaderno para hacer pensar que estaba mal.

Pasó de mi lado y me relajé.

—Cerca — dije y la campana que indicaba que esta case había terminado sonó como música para mis oídos.

—Bueno chicos, mañana lo revisaremos en clase — indicó el profesor dándonos permiso para retirarnos.

Tomé mis cosas y salí del aula, miré hacia ambos lados del pasillo y caminé hacia la derecha.

—Hola guapa — Hela se puso a mi lado.

— ¿Cómo te fue? — pregunté.

—Bien, te cuento en el receso.

—Okey, me toca sueco — dije yéndome de ahí.

Caminé por los pasillos hasta llegar al aula y entré, vi que ya estaban algunas personas pero no todas, el profesor todavía no había llegado así que tomé asiento en mi lugar de costumbre y comencé a sacar mis cosas.

— ¡Beka!

Un grito hizo que saltara de mi lugar y volteara, Carson estaba a mi lado con una enorme sonrisa.

—Hey  — dije extrañada.

—Que milagro verte por aquí, ¿me puedo sentar?

—No...

—Gracias — sonrió y se sentó a mi lado.

En realidad a mí me gustaba estar sola en esta clase.

— ¿Y qué haces por aquí?

Lo miré con cierta incredulidad.

— ¿Qué hago en clase de sueco? — pregunté para estar segura que estábamos en la misma sintonía.

—Aja — dijo subiendo los pies a la mesa.

—Vengo a tejer — tomé mi libreta y en eso el profesor entró, habló algunas cosas explicando los ejercicios y comenzó a anotarlos en el pizarrón — ¿y cómo está Buddy?

—Bien, está en casa.

Lo miré angustiada.

— ¿Solo?

—Aja — contestó como si no fuese algo malo.

— ¿Y por qué no lo llevas a una guardería?

Me miró como si mi pregunta fuese la más estúpida.

—Porque nos tenemos que registrar, y cuando sepan que el padre adoptivo de Buddy no lo lleva ni lo recoge, van a saber que algo está mal, y por consiguiente, adiós Buddy.

Asentí entendiendo. Comencé a hacer los ejercicios y noté que Carson también los hacia y a la perfección.

— ¿De dónde aprendiste sueco? — pregunté mirando su libreta.

—Ah ya sabes, la niñez — dijo como si fuera obvio — desde niño lo aprendí, lo hablaba con mis padres.

Asentí y puse mi nombre en la hoja para entregarlo.

—Bueno, tú tampoco lo haces nada mal — río mirando mi trabajo.

—Soy buena en esto — dije encogiéndome de hombros y llevando el trabajo.

Después de la clase de sueco tocaba deportes y yo estaba cansada hasta la punta del... pie. Sí hasta ahí.

La hora de ir a casa había llegado y yo estaba más que feliz de eso, bueno, por una parte no tanto.

—Mamá tiene la camioneta y papá el carro, así que mi madre me trajo y se fue, por lo tanto iré en el hermoso transporte público — dije mientras usaba a Hela como mi transporte.

—Te llevo — me miró.

—Gracias, prefiero llegar completa a mi casa — estábamos en el estacionamiento de la escuela — y no quiero traumatizar mi mente en el camino.

Vi como Liam estaba esperándola.

—Ay por favor, tú estás para traumatizar a cualquiera con tus acciones, todo lo que sé me lo enseñaste.

—Nadie te dijo que lo tenías que poner en practica — miré a Liam — bueno, yo me voy, suerte.

Caminé con mi mochila en la mano hacia la 'parada de autobuses. Estaba que me mataban los pies y todo mi cuerpo, y juraba que tenía un moretón en el trasero.

Saqué mi teléfono y vi cuánto le faltaba al autobús para llegar, pero ya estaba frente a mi cara. Pagué el pasaje y me senté donde estaban dos asientos vacíos.  Y tomé el que estaba cerca de la ventana para relajarme. Dejé la mochila en el piso y comencé a ver por la ventana mientras el autobús avanzaba. Las calles se iban perdiendo de mi vista, las tiendas se iban saliendo del recuadro que tenía. Mis ojos no pudieron evitar mirar hacia el callejón, por más que intenté distraerme, no sabía que esta ruta pasaba por aquí.

Mi mirada se quedó estancada ahí.

—To... todo va a estar bien — mi madre me miraba acurrucándome más hacia su cuerpo. Estaba cubierta de sangre, miraba la herida en su pecho como seguía sangrando

Yo temblaba del frío y dolor.

— ¡Beka!

La voz de mi hermano sonó haciendo que abriera los ojos. Él estaba frente a mí llorando.

—Vas a...

Pero no pudo terminar su oración, un disparo se escuchó y no pude hacer nada.

—No, no — traté de acercarme a él pero estaba muy débil.

—Shh — dijo cayendo lentamente, su mirada iba perdiendo esa luz. Sus ojos café ya no me miraban.

Todo el callejón estaba oscuro, pero podía ver como la silueta que había hecho todo esto desaparecía.

Tomé la mano de mi hermano mientras tosía sangre, mi estómago dolía como el infierno, pero mínimo sabía que todos íbamos a estar juntos. Mi ropa estaba llena de sangre y mugre.

— ¿Señorita?

Volteé y quité algunas lágrimas que habían escurrido.

—Lo siento — dije tomando mi mochila y bajando del autobús.

Caí de rodillas en la acera y traté de respirar.

— ¡Rebeka! — mamá vino hacia mí saliendo de la casa corriendo.

Me abracé a sus piernas tratando de buscar algo seguro.

—Todo ya está bien Beka, respira.

Las luces rojas cubrían la oscuridad del callejón, mucha gente comenzó a llegar y mi vista cada vez se iba nublando más. Alguien me tomó subiéndome a una camilla, intenté voltear hacia mi familia pero no podía.

—Mi... mi her — traté de pronunciar pero ya no había fuerzas, sentía que lloraba pero ninguna lagrima caía de mis mejillas, ya no había.

— ¡La tenemos!

Respiré y ahí fue cuando perdí el conocimiento.

— ¡Beka!  — gritó mamá haciendo que volviera a la realidad.

—El... el callejón — dije sin abrir los ojos — lo vi.

Me levantó.

—Hay que entrar a la casa, todo está bien.

***

—Fin — dijo Colby cerrando su libro.

Sonreí.

—Me gustó mucho, el desenlace, la trama, el clímax, todo.

—Beka, es el cuento de la tortuga y la liebre — lo guardó nuevamente.

—Pero tiene una muy buena trama — dije dándole un sorbo a mi chocolate.

—Beka.

— ¿Qué pasa?

— ¿Qué es coger?

Escupí literalmente mi chocolate y lo miré asustada.

— ¿De dónde escuchaste eso?

—Yo te pregunté primero — dijo mirándome.

—Amm... bueno. Es algo que debes preguntarle a mamá y decirle que lo escuchaste de ella.

— ¿Es una mala palabra?

—Solo no la uses por favor, es muy, muy mala — me levanté del pequeño sofá que tenía en su habitación.

—Te quiero.

Volteé y le sonreí.

—Yo mucho más.

Bajé trotando las escaleras y puse mi taza en el lava platos.

— ¡Rebeka! — oí el grito de mamá y supuse que Colby ya le había preguntado.

— ¡Iré al supermercado! — dije saliendo corriendo de la casa, fui hacia la acera y cuando el frío golpeo mi cuerpo recordé que me había olvidado de mi abrigo — bueno, mínimo sigo viva.

Un claxon sonó a mi lado y solo agaché la cabeza.

—Gracias destino, ahora moriré — volteé hacia la calle y vi a Hans arriba del coche — que milagro verte por aquí.

Abrió la puerta del copiloto.

—Sube —dijo y reí.

—Brinca — lo miré — ah, ¿no jugábamos a Simon dice?

—Beka, necesito que me hagas un favor.

Sin más, me subo al auto.

—Hay veces en las que pienso que me quieren por algo más que por favores.

—Me debes uno, ¿recuerdas?

Hago una cara de decepción.

—Pero pensé que ese favor incluía menos ropa y más acción.

Él me mira.

—Necesitamos pedir prestado algunos papeles del orfanato.

—Y por pedir prestado quieres decir, robar.

—Efectivamente — dice encendiendo el auto.

Cierro la puerta y me pongo el cinturón. No tengo ni idea a qué orfanato vamos.

— ¿Cómo le explicarías a un niño lo que es coger? — pregunté mirándolo.

— ¿Qué? — dijo confundido.

—Nada — me hundí en el asiento.

***

—Ni de chiste voy a entrar ahí — dije sentada en la cajuela del coche.

—Pero ¿por qué?

—No.

Estábamos frente al orfanato donde hacíamos servicio en la escuela. El orfanato "Maricel's"

—Mira, esto es lo qué pasa. Necesitamos unos papeles de Buddy, y este es el orfanato donde fue traído la primera vez, los sacamos rápidamente, y nos vamos.

Verdaderamente no quería entrar.

—Sabes que no dejaría que pasar nada — dijo poniéndose frente a mí tomándome los codos.

Suspiré.

—Está bien, todo rápido.

Tomé la linterna y comenzamos a avanzar hacia la parte trasera donde estaba la oficina y todos los archivos, normalmente a esta hora ya todos los niños estaban acostados y las madres deberían estar en misa.

Hans abrió una ventana.

—Sube — dije tomándome de la cintura y poniéndome sobre la ventana.

Me deslice cuidadosamente y entré, asomé mi cabeza y vi a Hans.

— ¿Te ayudo?

Él me miró incrédulo.

—Sí, solo lo decía por cortesía — encendí la linterna y esperé a que Hans subiera, cuando vi su linterna encendida supe que ya estaba arriba.

—Okey, los archivos deberían estar en...

—La oficina central de la madre — respondí caminando hacia allá.

Las botas de Hans retumbaban en el piso de madera.

—Shhh, camina menos pesado.

—Que graciosa eres.

Sonreí y volví a mirar hacia el frente, tomé la perilla de la puerta pero como suponía, estaba cerrada.

—Las llaves las guarda una madre, pero están en misa. Así que podemos entrar por la ventada que da al patio.

—Hacer servicio aquí te ha ayudado a saber esto.

—Aja — respondí caminando hacia el patio.

Los juegos estaban sin movimiento, por excepción a algunos columpios.

—Esto si da miedo — dijo y me miró — ¿dónde está la ventana?

Apunté a una enorme.

—Tadaa.

Alcé las manos como niña pequeña para que la cargaran

—No tiene para abrirse Rebeka — Hans me miró.

—Tú cárgame.

Y así lo hizo, y era cierto. La ventana no era corrediza pero hacia mucho que ya estaba rota y tenía un mosquetero el cual se quitaba y se ponía, así que lo quité y entre.

—Magia — dije y Hans subió sin problema alguno.

—Bueno, tú revisa aquel estante, y yo este — dijo y encendió su linterna.

Rodé los ojos y comencé, tomaba carpetas, las leía y las volvía a poner en su lugar.

— ¿Por qué no tienen todo esto en digital? — preguntó Hans.

—Las madres prefieren todo en físico, yo creo que piensan que satanás las va a hackear.

Los minutos pasaron y mi vista se comenzaba a cansar, al igual que mi espalda.

—Ahg, mi cuerpo necesita alcohol — dije tirándome en el piso.

Vi a Hans con una hoja en la mano, llevaba varios minutos leyéndola y no podía dejar de mirarla, reí, parecía asustado y sorprendido. Cerré los ojos para poder descansar un poco.

— ¿Qué carajos es esto? — preguntó Hans mirándome.

Cuando volteé, vi esa hoja. Mi corazón se detuvo y sentía que me iba a desmayar.

—No... — dije intentándolo negar — Hans, yo...

Pero no podía.

—Rebeka, ¿es una broma?

Me acerqué con pasos lentos y pequeños hacia él, tomando la hoja. Las lágrimas sobre mis ojos caían y rodaban sobre mis mejillas casi haciendo que mi vista se nublara.

—No lo es.

Vi la pequeña foto y sentía que mi mundo se derrumbada.

— ¿Eres tú? — preguntó anonadado.

Pero yo no podía dejar de mirar la foto, todavía tenía mi pómulo morado con algunos cortes en la cara.

—Rebeka — dijo tomándome para que lo mirara.

Mis ojos nublados por las lágrimas lo miraron.

—Sí, soy yo.

FLASHBACK.

Mamá estaba en la pequeña cocina viendo qué podíamos comer, pero no había nada.

—Beka, vamos —Carter me miraba esperando a que acabara mi tarea.

—No me presiones K.K — Dije y mi estómago rugió — tengo hambre.

Mi hermano miró a mamá, pero ya sabía que no había nada. Mi padre seguramente estaba en los callejones consiguiendo algo que consumir. Era un drogadicto, no era mal padre, él trataba de cambiar pero las malditas drogas hacían que no pudiera.

—Ven — mamá me extendió su mano, ella era muy delgada, su cara afilada era igual a la mía, mi pelo y mis ojos los había heredado de ella, sus manos flacuchas no solían ser así, pero todo era por falta de alimento — vamos a comer algo rico.

Sonreí levantándome de la alfombra.

— ¡Sí! — grité tomando su mano.

—Espera — volteé y K.K se quitó su chamarra dándomela — esta frío afuera.

Me la puso y tomó su gorro poniéndomelo.

—Y no quiero que te resfríes.

Sonreí y lo abracé.

—Gracias K.K — Dije y él me abrazó — te traeré algo muy rico, lo prometo.

Asintió y volví a tomar la mano de mi madre. Salimos y era cierto, el frío estaba muy fuerte, como jamás lo había sentido. El barrio en el que vivíamos era una de las zonas más pobres de Oslo, lleno de delincuencia, pero yo no lo veía así, estaba feliz por salir con mi madre.

Hacia algunos años nos habíamos mudado de Suecia a Oslo, por lo que todavía estaba aprendiendo el idioma, en casa hablábamos Sueco, era mi idioma natal.

—K.K Me está enseñando Noruego, él es muy bueno — dije mirando a mamá.

Ella sonrió, amaba verla sonreír. Su cara se iluminaba y nos veía con tanta ternura y cariño que mi corazón se aceleraba.

—Ustedes son muy buenos, estoy feliz de que se estén adaptando — la noche comenzaba a caer y algunos faroles no funcionaban muy bien, cuando llegamos frente a una panadería, mi boca se llenó de agua.

Miré a mamá, esperando a qué dijera algo, no podía pedirle que me comprara uno cuando claramente sabía que no podíamos costearlo.

—Espera aquí — dijo ella entrando.

Puse mis manos sobre la ventada y disfruté del calor que emanaba de adentro, cerré los ojos pegando mi mejilla también. Me asusté cuando oí los truenos y miré hacia el cielo despegándome de la ventana.

—Creo que va a llover — dije y oí la campana de la puerta, mamá acababa de salir — está bien mamá, podemos comer otra...

Pero me enseñó una bolsa de papel y sonreí.

—Vamos, vamos a la casa para compartirlo con K.K — Dije tomándola del brazo.

Caminamos de vuelta a casa, pero cuando íbamos caminando por un callejón, uno pasos nos seguían mamá volteo pero sin esperarlo cayó fuertemente al suelo arrancándomela de su mano.

— ¡Mamá! — grité pero algo me golpeo en el estómago cayendo igualmente.

Dolía, dolía mucho.

— ¿Qué, qué quiere? – preguntó la suave voz de mamá.

—Necesito el dinero — abrí los ojos y vi una silueta de hombre — tu esposo nos debe demasiado, y necesitamos saldar cuentas.

Intenté levantarme, pero volvió a golpearme con un tubo que tenía en la mano.

— ¡No! — Gritó mamá y se acercó a mí poniéndome detrás de su cuerpo — Por favor, haz lo que quieras conmigo, pero no toque a mi hija, te lo imploro.

Mi mente comenzaba a desconectarse de mi cuerpo, sentía como la sangre subía por mi boca.

—Espero que a tu esposo no le hagas mucha falta.

Y un disparo se escuchó, sin nada de fuerzas abrí los ojos y me arrastré hacia donde podía ver un bulto.

—Ma... mamá — dije y escupí sangre.

Su cuerpo estaba temblando y la sangre comenzaba a salir de su abdomen. La lluvia nos cubría haciendo que el maldito frío se sintiera más fuerte.

—Shhhh, todo va a estar bien — me susurró abrazándome.

La lluvia caís sobre nosotras y su sangre se escurría por la calle. Mi cuerpo comenzaba a temblar, y no solo era del frío.

—Todo va a estar bien — vi que su pelo castaño estaba empapado de agua, pero al tomarlo noté que también había sangre en él. Me encantaba jalarlo y ver como el rizo se volvía a hacer.

El cuerpo de mi madre temblaba y sus ojos no dejaban de verme, ya no sabía qué decir para calmarme, así que volvía a repetir lo mismo, como si ella también lo quisiera creer.

—To... todo va a estar bien — mi madre me miraba acurrucándome más hacia su cuerpo. Estaba cubierta de sangre, miraba la herida en su pecho como seguía sangrando

Yo temblaba del frío y dolor.

— ¡Beka!

La voz de mi hermano sonó haciendo que abriera los ojos. Él estaba frente a mí llorando.

—Vas a...

Pero no pudo terminar su oración, un disparo se escuchó y no pude hacer nada.

—No, no — traté de acercarme a él pero estaba muy débil.

—Shh — dijo cayendo lentamente, su mirada iba perdiendo esa luz. Sus ojos café ya no me miraban.

Todo el callejón estaba oscuro, pero podía ver como la silueta que había hecho todo esto desaparecía.

Tomé la mano de mi hermano mientras tosía sangre, mi estómago dolía como el infierno, pero mínimo sabía que todos íbamos a estar juntos. Mi ropa estaba llena de sangre y mugre. Miré a mamá-

Sus ojos abiertos no dejaban de mirarme, y la sangre de su cuerpo inmóvil comenzaba a manchar mi ropa, no podía dejarla ahí, pero mi cuerpo no estaba en condiciones de poder hacer algo, Comenzaba a cerrar mis ojos.

—P...perdón.

No tenía ni la más remota idea de cuánto tiempo había pasado.

Las luces rojas cubrían la oscuridad del callejón, mucha gente comenzó a llegar y mi vista cada vez se iba nublando más. Alguien me tomó subiéndome a una camilla, intenté voltear hacia mi familia pero no podía.

—Mi... mi her — traté de pronunciar pero ya no había fuerzas, sentía que lloraba pero ninguna lagrima caía de mis mejillas, ya no había.

— ¡La tenemos!

Respiré y ahí fue cuando perdí el conocimiento.

FIN DEL FLASHBACK.

Hans me miraba, en sus ojos podía notar que no sabía que decir.

—Lo siento mucho — dijo abrazándome.

—Quiero salir de aquí — y salté sin pensarlo dos veces por la ventana corrí del patio hasta la calle subiéndome al carro.

Mis manos estaban temblando, y mi corazón cada vez latía más fuerte, sabía que si seguía así me iba a dar un ataque de asma.

Poco después Hans subió al coche y arrancó.

***

La vista de Oslo era impresionante en la noche, ver como las luces iluminaban las calles me hacía sentir bien.

— ¿Quieres hablar de eso? — preguntó Hans mirándome mientras ponía un mechón de mi pelo detrás de mí oreja.

Estábamos en una colina, y yo estaba abrazada a su cuerpo como un koala. Me hacía sentir segura.

Abrí mis ojos y lo primero que vi fue un techo blanco.

— ¡Mamá! — grité.

Una enfermera corrió dentro de mi habitación y comenzó a mover algunas cosas luego me miró.

— ¿Estás bien?

—Mi... mi mamá, y mi hermano — dije tomando su mano, pero un fuerte dolor en mi estómago hizo que gritara.

— ¡Necesitamos más medicamentos!

Las lágrimas en mis ojos salían, era un conjunto de desesperación, furia, dolor y tristeza.

Miré a Hans, él me escuchaba atento, su mirada parecía triste.

—Todos los días preguntaba por ellos, pero nunca me daban respuesta. Hasta que un día llego un señor con traje a decirme que estaban muertos, pero que sus cuerpos no fueron hallados, que probablemente la mafia los enterró en algún lugar para que no encontraran al culpable, y que mi padre estaba muerto igual. Luego de algún tiempo fui llevada al orfanato "Maricel's"

Miré a la señora con una cobija en la cabeza que me miraba.

—Soy la madre Mila — dijo sonriéndome.

—Soy Rebeka.

—Qué bonito nombre.

—Así se llamaba mi madre

Me dio una sonrisa triste.

—Ven, te enseñaré tu habitación— Me extendió su mano, la miré y pensé si tomarla o no.

Todavía mi cuerpo dolía, me habían quebrado tres costillas, un golpe en la cabeza, algunos moretones en la cara. Pero nada de eso me dolía igual que saber que había perdido a toda mi familia y que estaba sola en este mundo.

Mis ojos comenzaron a llenarse otra vez de lágrimas y rápidamente Hans las limpio con sus pulgares.

— No pasé mucho tiempo en el orfanato, luego llegaron mis padres, los que ahora conoces. Todos los días iban al orfanato a verme, al principio no les tenía confianza, desconfiaba de todos. Pero poco a poco se la fueron ganando. Mi padre no podía tener hijos, y mi madre estaba feliz por adoptar, sabían que adoptando podían mejorarle la vida a alguien más, y así fue — sonreí sorbiendo mi nariz — luego por obra del destino tuvieron a Colby.

Hans sonrió acariciando mi pelo.

Alcé la manga de mi blusa mostrando unas pequeñas letras.

—Son las iniciales de mi familia — volví a cubrir el tatuaje — no tengo fotos de ellos, luego de que me adoptaran, tratamos de ir a mi antigua casa pero alguien la había incendiado, y con ellos todas las fotos y recuerdos. Así que mi padre propuso hacerles una tumba, aunque no hubiera cuerpo, se necesitaba darles paz — mi corazón palpitaba fuertemente, me dolía — tengo miedo Hans. Trato todos los días de levantarme y luchar por ellos, de no fallar en el intento. Mi familia se fue a la mierda por las drogas, y no quiero caer en ello. Pero yo vendería mi alma al diablo las veces que fuera para salvar a Colby y a mis padres, como ellos hicieron conmigo.

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Verdaderamente quiero leer sus comentarios, ¿algo que decir acerca de esto?

Mis amores, siento haberme tardado tanto con este capítulo. Pero como ya lo notaron, es algo fuerte y más largo de lo normal. Cualquier duda que tengan la responderé mañana en el en vivo por mi Instagram a las 4 (Hora México)

Sin más que decir y dejándolos analizar esto, me despido.

Eternamente agradecida:

Daira

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