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Parte 19 "¿Y si gano?"

Y cuando iba a empezar a jugar con él. Liam se aparece cargado literalmente a la rubia de mi amiga que está totalmente inconsciente.

—Voy a llevarla a casa — dice Liam mirando a Hans.

Y bueno, él y yo nos encontramos en una posición bastante comprometedora diría yo.

—Cuídala — contesta él.

Liam asiente y Hela balbucea cosas tocándole la cara.

—Yo venía en el carro de Hela, y me iba a quedar con ella — dije haciendo un puchero.

Hans me miró.

—Bueno, ¿dónde estábamos? — le sonreí pícaramente.

—Donde te llevo a casa — me tomó de las manos levantándome.

—No — dije sentándome nuevamente en el sillón — hay que jugar.

—Rebeka— contestó en un tono cansado.

Mis ojos se cerraban.

—A la mierdaaaa — me quité los botines de tacón y me acosté — despiértenme cuando vayamos a desayunar.

—Hans — la voz de Carson me hizo abrir los ojos, estaba frente a él con una mirada bastante preocupada — alguien se llevó a Hela.

—Liam — dije sonriéndole y volviendo a cerrar los ojos.

—Él la llevó, ya estaba... iba a decir peor que Beka, pero creo que no — le paré el dedo de en medio — vamos, levántate.

—Me quedaré a terminar todo esto — dijo Carson yéndose.

Hans se puso a un lado de mí.

—Rebeka, es tiempo de irnos y tienes que levantarte.

—No puedo — le susurré.

Y era cierto, la adrenalina que la bebida me proporcionaba, se había acabado y el cansancio en mi cuerpo se volvió tan extremo que hasta me costaba hablar.

—Vamos — me tomó por debajo de las rodillas y de la espalda.

Quería abrir los ojos y sonreírle pero verdaderamente me estaba costando mucho.

***

—No, cuando te digo que necesitamos otro cargamento es porque lo necesitamos — una voz se escuchaba muy a lo lejos — mi padre se encarga de la zona norte y yo de la sur, a él deben de decirle eso, yo quiero mi cargamento completo para mañana.

Traté de abrir los ojos pero todavía me pasaban mucho.

—Habrá consecuencias sino — y con eso terminó.

Los pasos se acercaron a mí y noté como el colchón se sumergió. Alguien puso una toalla mojada sobre mi frente, lo que ayudó a que pudiera abrir los ojos.

—Hey — una imagen borrosa de Hans fue lo primero que vi.

— ¿Qué día es hoy? — pregunté.

—Jueves.

Quise levantarme inmediatamente pero mi cuerpo reaccionó mal.

—Beka, Carson ya habló a la escuela avisando que nadie íbamos a ir, falsificó algunas cosas, todo está bien.

Tome la toalla y lo miré.

—No es bueno mezclar cosas — dije quejándome. Miré hacia abajo y me encontré que solo tenía una camiseta larga, no había que ser muy inteligente para saber quién era el dueño — ¿por qué tengo otra ropa?

— ¿De verdad querías dormir en top y falda? — se levantó del colchón y vi que solo iba vestido con pantalones de pijama.

—Bueno, voy a replantear mi pregunta — lo miré — ¿me quitaste la ropa sin mi permiso?

—No — frunció las cejas — tú fuiste al que más o menos cuerdamente dijiste que querías una pijama — me miró — además, no es la primera vez que te veo desnuda — y con eso salió de la habitación.

— ¡Pues tampoco va a ser la última! — Grité — ahg, maldito.

Me levanté y mis pies tocaron el frio suelo de madera, espera ¿dónde estaba? Di brinquitos hasta un cajón y comencé a buscar unos calcetines, me los puse y salí de la habitación. Cuando giré mi cabeza a la derecha vi que ahí estaba Hans en la cocina, este parecía un departamento muy pequeño, pero no era el de Carson.

— ¿Dónde estamos? — pregunté sentándome en la única silla que había.

—Es mi departamento — dijo sacando un bote de jugo del refrigerador.

— ¿Qué no dormías con Carson?

Negó.

—No iba a vivir con él para siempre — me dio un vaso.

—Gracias.

Me miró recargándose en la isla de la cocina.

— ¿Cómo es que ayer pudiste vender todo lo de tres días en una noche?

Me encogí de hombros tomando de mi jugo.

—Creo que soy buena en ventas.

Noté como a Hans se le quería escapar una sonrisa pero no la dejó salir de sus labios.

—Vamos, necesitas reírte — dije levantándome de la silla — gracias Hans — lo tomé de su brazo.

—Tú has hecho lo mismo por mí.

***

Hela y yo nos miramos.

—Tú

—Tú

Comentamos al mismo tiempo.

—Tú eres la que tienes unas ojeras del tamaño de tu cara — dije acostándome.

Ella se sentó a mi lado.

—Pues funcionó el plan de hacerme la borracha — me miró — gracias por tu entrenamiento.

—Yo no me hago la borracha nunca — le sonreí — yo sí me pongo.

Los pasos de mamá se acercaron.

—Beka, iré a la escuela de Colby, para darlo de baja.

Mi pequeño hermanito tomaba clases en las tardes, como un extra.

—No es necesario mamá — rebusqué en mi bolso — aquí está el dinero.

Ella no lo tomó, simplemente me miró.

— ¿De dónde sacaste eso Rebeka?

—Mamá, no te he dicho pero estoy trabajando por las tardes.

Que no me pregunte dónde, que no me pregunte dónde.

— ¿Y qué haces?

¡Mierda!

—Mamá — lo dije en un tono como si me ofendiera — ¿en serio?

Le tomo unos segundos quitarme la mirada y tomar el dinero.

—Perdón, es solo que es mi instinto — me besó en el pelo — no quiero que ese trabajo tuyo te distraiga de la escuela.

— ¿Más? — Interrumpió Hela ganándose un pellizco en su barriga— ¡Señora me está agarrando mis lonjitas su hija!

—Bueno, iré a pagar unas cosas — mamá tomó su abrigo — no jueguen rudo niñas, se cuidan.

Y con eso se fue, mi rubia amiga me miró.

—Eres una persona mala, lo sabías ¿no?

Me encogí de hombros,

—Siempre lo supe, y venderé mi alma al diablo si eso salva a mi familia.

Hela se quedó mirándome un rato.

— ¿Hay galletas de vainilla con chocolate de las que me gustan? — preguntó levantándose de mi cama y bajando.

La imité.

—No creas que te vas a salvar de hablar de Liam — dije interceptándola.

—Hey — me quitó y entró a la cocina, abrió el congelador y sacó el paquete — no hay nada de que hablar.

Entrecerré los ojos.

—Aja — me senté en la mesa — suelta la sopa ya rubia.

Pero ella siguió comiendo, así que le quité la caja.

— ¡Rebeka! — gritó levantándose.

— ¿Por qué es tan difícil decirme algo tan sencillo Hela?

Me miró sin decir mucho, pero yo entendía.

— ¡Te gusta, maldita luz roja después de las doce! — grité.

— ¿Luz roja después de las doce? — preguntó ella confusa.

— ¡Porque después de las doce nadie te respeta! — y bajé de la mesa riendo.

Ella vino atrás de mí.

—¿Ya me das mi caja? — dijo estirando sus manos.

—No evadas el tema — se la di — pero ¿cómo pasó eso? — pregunté intrigada, nos sentamos en el sillón a disfrutar de las galletas heladas.

—Pecas, no lo sé, es que es tan bueno — dijo lamiendo la galleta.

Hice cara de asco.

—Mejor hablemos sin comida — se la quité.

—Me gusta por Dios, no estoy diciendo que me voy a casar, y tú ay estás haciendo un drama de ello.

La miré con una sonrisa.

—Lo último que me acurdo que te gustó fueron unos condones de tuti frutti, oye, esto no pasa todos los días — nos miramos — bueno sí, pero es muy divertido.

El celular de Hela vibró apagando nuestras risas.

—Es Liam — me miró — que hoy a las once habrá carreras y tenemos que estar ahí, bueno, más tú.

Sonreí.

—Que amable.

***

—No

—Sí — Hela me miró.

Mi estómago no era del todo planito ni mucho menos, sí, amaba ponerme tops aunque mi barriga sobresaliera, pero esto ya era abuso.

—Es solo brasier — dije mirándola — el pantalón me aprieta y hace que mis lonjitas quieras salirse más, parece que se me va a salir la masa.

Me quité el pantalón y comencé a buscar otra cosa. Tomé una blusa de manga larga con cuello de tortuga y me la puse, un jeans normal y lo ajuste con un cinturón que combinaba con mis botas negras de agujeta, tomé mi abrigo negro también y con collar.

—El día de hoy no me da ganas de prostituirme — dije tomando mi bolso.

Bajamos las escaleras.

—Que milagro, Dios mío — Hela me siguió.

—Me voy papá — dije besándole la mejilla.

—Ni una gota de alcohol Rebeka — me apuntó con el dedo.

Levanté las dos manos para luego tomar mis llaves.

—Ni sé qué es eso.

Mi amiga y yo salimos.

— ¿Cómo no? — Subimos al auto — es lo que tomas como si fuese agua.

Enciendo el coche y pongo la ubicación.

—Hay muchas cosas que me tomo como agua — dije arrancando.

Me gustaba mucho Oslo de noche, las lindas luces que iluminaban el negro de la oscuridad, la nieve imperceptible que caía, el ambiente callado y libre que se vivía, era lo que más me gustaba. Las mentes de las personas con las que me había rodeado, tan libres y abiertas. Sin prejuicios sobre las cosas, cuando era pequeña creía que siempre iba a ser la misma rutina de todos los días. Pero, cuando algo cambia en tu vida, por más significativo que sea, el poder que tú le des, es qué tan grande va a ser ese cambio en tu día a día.

—Llegamos — Hela se quitó el cinturón y bajó.

Yo hice lo mismo y bajé, respiré profundamente el aire frio del ambiente. Si mi yo del pasado me hubiera dicho que iba a estar en este momento así, me hubiera reído y no lo hubiera creído. Todo cambia, a veces para bien... y otras veces para mal.

— ¡Vamos! — Dijo apurándome.

Apresuré le paso hasta llegar a su lado. La calle donde estábamos, era más pequeñas que la de la vez pasada, pero con la misma cantidad de gente.

— ¡Hey! — Hela levantó la mano y Carson vino hacia nosotras.

—Ey, que bien que están aquí — dijo sonriéndonos, me miró — Hans te va a dar la... venta de hoy.

—Que bien — sonreí — nos vemos en un rato, a cuando nos persiga la policía.

Hela levantó los dos lugares en señal de aprobación y caminé, hacia donde estaba Hans. Pero la pregunta aquí era ¿dónde estaba Hans?

—Vamos a ver, si fuera un maldito ¿dónde estaría? — me pregunté poniendo las manos sobre mi cadera.

Y vi un carro deportivo negro, con vidrios arriba.

—Tenemos una respuesta ganadora — y caminé hacia el carro.

Toqué el vidrio pero no me abrió la puerta, así que la abrí por mí misma.

—Hola — Me recargué en ella.

Tomó una bolsa y me la entregó.

—Aquí está lo de esta noche — dijo sin mirarme.

Lo tomé.

—Bueno, tendré que implementar mis tácticas para vender todo esto — intenté no sonreír.

Subió su mirada para verme.

—Rebeka, te lo advierto — dijo con una voz grave como siempre — no juegues conmigo, que si empezamos a jugar no te va a gustar.

No pude evitarlo más y dejé que mi sonrisa saliera al aire.

—Lo que pasa aquí es que — me agaché para quedar a milímetros de su rostro, y aún más cerca de sus labios — que solo vamos a jugar cuando yo quiera.

Un pequeño roce de labios y me separé caminando. Me detuve y comencé a mirar por dónde empezar. Pero como lo había anticipado, Hans ya estaba frente a mí.

— ¿En serio crees que vamos a jugar cuanto a ti se te antoje?

Hice mi cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos.

—Si pierdes esta carrera, vamos hacer lo que yo quiera — dije caminando hacia él mientras retrocedía y su espalda chocaba contra la pared de concreto.

— ¿Y si gano? — preguntó divertido.

Me encogí de hombros yéndome, pero su cuerpo se encorvó hasta que su boca estuvo a la altura de mí oído.

—Vamos hacer lo que yo quiera.

Pasó por un lado y se fue. Sonreí y miré por donde se había desaparecido.

—Bienvenido a mi juego

***

—Cien coronas — dije mirando al tipo.

Se debatió entre sí pero al final, sacó su billetera pagándome, sonreí y guardé el dinero en mi bolso. Comencé a caminar y más gente se acercaba a mí para comprar.

—Mira lo que tenemos aquí — volteé para ver quién carajos era y señores, nada más, ni nada menos que... ah la mierda no me acordaba como se llamaba. ¿Charlott?, nah, ese es muy femenino ¡Charlie!, la oxigenada ex de Hans.

—Estoy ocupada, si quieres jugar a aventarme, le puedo llamar a tu madre para que venga y juegue contigo — dije entregándole una bolsita a un chico y aceptando el dinero.

—Veo que ya eres la puta de Hans — dijo cruzándose de brazos.

La miré.

—Se te va a desteñir el pelo de los corajes — le pasé por un lado chocándole el hombro.

— ¿No te da vergüenza? — dijo siguiéndome.

¿En serio?, ¿esta chica planeaba seguirme toda la noche?

—Mira, cosa número uno — me volteé — puta de él, no tuya imbécil — sonreí — dos, si tanta envidia y ganas de coger tienes, ¡búscalo y cógetelo! — grité exasperada yéndome de ahí.

Caminé entre la gente y me encontré a Carson sonriéndome.

— ¿De qué te ríes? — dije golpeando suavemente su hombro.

—Veo que Charlie te persigue — me colgó un brazo sobre el hombro — por cierto la carrera, ya está por terminar.

Volteo con él.

— ¿Y cómo vamos? — pregunto.

—Hans va atrás.

Sonrió y camino hacia la pista, y veo que ya está toda la gente esperando el final, así que me uno y veo que los carros ya vienen, trato de forzar la vista para ver qué carro es el que viene primero, pero poco tarda uno en pasar a máxima velocidad frente a mis ojos y frenar hasta sacar humo.

— ¡Me engañaste! — digo riendo y viendo a Carson, él solo sonríe y se encoje de hombros.

Volteo nuevamente hacia la pista y veo que Hans baja del auto ganador. Sus botas negras retumban en el pavimento y me mira. La vestimenta negra que lleva hace que se vea más rudo, como si de una mirada te fuera a matar.

Comienza a caminar apartando a las personas hasta llegar a mí y levantarme sin ningún esfuerzo ni negación mía y unir nuestros labios en un feroz y salvaje beso.

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¡WEEEEEEEEEEEEEE! ¡NAMAMEEEESSSSSSS!

Ja ja ja

¡Me encantó! ¿A ustedes qué tal les pareció? Cuéntenmelo que me E-N-C-A-N-T-A leer sus comentarios.

Hoy en vivo a las 5 PM por mi Instagram /Hora México/

Eternamente agradecida:

Daira

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