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Parte 16 "¡Lo siento!"


Mis manos tiemblan a mi lado.

— ¿Cómo ha ido todo? — pregunta.

Volteo y veo que su ojo derecho está muy hinchado y casi negro, uno de sus pómulos tiene el mismo color. Y su labio se encuentra roto.

—Carajo — digo y él sonríe.

— ¿Te divertiste rompiendo palas en la fiesta?

Me congelo y lo miro.

—Yo habría tenido que romper palas si tus amigos no hubieran tocado a los míos.

—Bueno, así que consideras a esos tipos tus amigos.

Introduje la llave en el cerrojo.

—Oh no, no hemos terminado — dijo él poniendo una mano en la cerradura.

—Yo creo que sí — Carson lo tomó del hombro.

Blaze volteo y rio.

—Su príncipe azul.

Carson me miró.

—Nosotros nos encargamos Beka — miré por encima de su hombro y vi que Hans estaba recargado en su coche de espaldas junto con otros chicos.

Sin más explicaciones me subí a mi coche y arranqué.

***

—Oh pero mira este — mamá se fue por otro pasillo.

—Mamá, con el primero está bien — dije siguiéndola.

El baile de invierno iba a ser mi último baile antes de ir a la universidad, y era este fin de semana, así que mamá se encontraba muy feliz buscándome un vestido.

—Rebeka, ya deja de quejarte y ve a probarte estos — y me entregó un montón de vestidos.

Sin renegar acepté y entré al probador.

—Y ¿con quién iras este año? — pregunto desde afuera.

El primer baile de este tipo fue con un chico que me invitó y después terminó por cambiarse de escuela, la segunda vez fue con alguien que me acosté y me invitó porque pensó que eso me haría feliz, pero terminó siendo más incómodo, y este último año no tenía idea. ¿Moraleja de la historia? Sí. Nunca vayas a un baile con un chico que conociste por la calentura del momento y terminé en tus fotos de anuario.

—Creo que con Hela — me subí el cierre del vestido rosa y salí.

Di una vuelta y mamá seguía mirándome.

—No, pruébate otro.

Hice cara de asco y entré.

— ¿Cómo es que ese amigo tuyo sea mayor de edad y vaya todavía en preparatoria?

Me quité el vestido y tomé uno naranja.

—Ya te lo dije mamá, entró tarde a la escuela y perdió un año — deslice la cortina y ella hizo cara de fuchi, así que por ultimo quedaba un azul cielo. Me lo probé y salí.

—Ahh ese está hermoso, nos lo llevamos.

Miré la etiqueta.

—Y tiene descuento.

—Cámbiate Rebeka, que tu padre y Colby nos esperan en el auto.

Después de pagar el vestido, íbamos de camino al cementerio como todas las semanas.

—Mira — dijo Colby enseñándome su libro nuevo.

Sonreí.

— ¿Otro?, vaya creo que sabes leer mejor que yo.

Él rio.

—Eso ya lo sabíamos.

Hice cara de indignada.

— ¿Disculpa? Yo no fui el que se atoró en la lavadora.

— ¿Disculpa?, yo no fui la que se puso a llorar porque no podía resolver una tarea de arte — dijo imitando mi agudo tono.

***

Mentiría si dijera que me gustaba estar aquí. Era un infierno para mí ver esto. Pero en cierta parte me hacía sentir más cerca de él.

—Hola — dije sentándome en el pasto.

Mis padres sabían que me gustaba estar sola cuando iba a visitarlo.

—Ya va a ser el baile de invierno otra vez y estoy tan emocionada al respecto — reí y miré la lápida — creo que si estuvieras aquí irías conmigo.

Mi hermano mayor había fallecido hace muchos años, y yo me sentía tan culpable por todo, que venir a ver su tumba hacia que todos los recuerdos volvieran a mi mente.

—Y bueno, si te hace sentir alegre estoy tomándome mis medicamentes sin alcohol y solo los correctos.

Miré su nombro y una lagrima muy pequeña salió de mi ojo, rápidamente la limpie.

—Yo puedo ir contigo — los brazos de Colby me rodearon por el cuello y cerré los ojos acurrucándome en él.

—Sería la mejor idea del mundo — me levanté y lo miré — todas me tendrían envidia.

Él sonrió y sus ojos café me miran con cuidado.

— ¿Me quieres como a él?

Me hinco y tomo sus manos poniéndolas a los lados de mí cara.

—Te quiero como no tienes una idea y haría todo por ti, jamás pienses lo contrario.

***

Papá, mamá y Colby habían salido por un problema de mi padre en el trabajo, dijeron que no era algo grave pero igualmente era un problema. Mientras que yo colgaba mi vestido para el baile de invierno.

—Es muy bonito —  Hela me sonríe.

La volteo a ver.

—No puedo negar que mamá tiene muy buenos gustos.

— ¿Y con quién vas a ir?

—Pensaba que podíamos ir juntas — la volteo a ver.

Ella sonríe.

— ¿Cómo novias?

Río.

—Pues ¿por qué no?

Comenzamos a reír y nos detenemos cuando oímos que alguien está tocando la puerta.

— ¿Esperas a alguien? — me pregunta Hela.

Niego con la cabeza.

— ¿Y tú?

Ella niega igualmente.

—Vamos a ver — digo y salimos de la habitación. Bajamos las escaleras y cuando pongo mi mano sobre la perilla volteo con Hela — ¿Segura?

Ella asiente y abro la puerta.

— ¿Por qué no me sorprende?

Hans y Carson están detrás con una bolsa de gimnasio cada uno.

—Ah no, sus mierdas fuera de mi casa — digo tratando de cerrar la puerta.

—Alguien intentó entrar a mi casa y no sé quién fue — y a Hans le importó una mierda, puso su mano y entró.

Me hice a un lado y cerré la puerta.

—Me quedaré en el departamento de Carson estos días, pero no puedo dejar esto ahí — dijo Hans mirándome.

—Pues ve y déjalo en tus bodegas.

—No puedo, es la venta para el baile de invierno y corro el riesgo de que lo roben de ahí, si ya intentaron entrar a mi casa, no dudo que lo hagan con las bodegas — y sin pedir permiso los dejó en el sofá.

—No, no, no — tomé el bolso y se lo volví a dar — no voy a poner en riesgo a mi familia por tus drogas.

— ¡Te pagaré! — gritó mirándome.

— ¡Pues no necesito tu dinero! — refute alzando los brazos.

Miré como Hela y Carson nos veían muy entretenidos.

—Que monos se ven peleando — dijo Hela sonriente.

Entrecerré los ojos.

—Bueno, y ya que son tan buenos amigos tú y Hela, ¿por qué no las dejas en su casa? — dije apuntando a mi mejor amiga.

— ¿Es enserio? — Hans me miró incrédulo.

—Es el mejor plan que he oído — Hela me miró — dejar unos bolsos llenos de drogas en mi casa donde mi papá es policía.

Cierto.

—Bueno, pues mi padre es...gerente en relaciones a la familia.

— ¿Qué significa eso? — Preguntó Carson.

—Su padre es quien se asesora de niños abandonados, conseguirles un hogar y eso — respondió Hela.

—Ahh — Carson seguía un poco pensativo.

—Aja, y eso está muy relacionado con la ley — dije mirándolos.

Todos me miraron incrédulos.

—Bueno, esté o no, no quiero una bodega de drogas en mi casa.

—Beka... por favor — Hans me miró.

—Lo siento, pero no — abrí la puerta y vi que la camioneta de mi madre estaba estacionándose — y salgan con esas cosas antes de que mis padres los vean.

Carson y Hans tomaron los bolsos y salieron.

—Yo... voy con ellos — Hela salió detrás y se subió a su auto. Saludaron a mi padre y se fueron.

—Hola — dije saludándolos.

Mamá, y papá venían con una cara no muy agradable.

— ¿Qué pasó? — pregunté mientras le ayudaba a quitarse el abrigo a Colby.

—Nada — dijo papá sentándose en el sofá.

—Han suspendido a tu padre — mamá me miró.

Me quedé helada ante esa respuesta.

—Pero... — tartamudeé mirándolos — en este mes se tiene que pagar adelantos de la universidad, el depósito del departamento.

—Pues, los ahorros alcanzan para pagar la mitad de la universidad, pero no para más — dijo mi padre jalándose el pelo.

Carajo, y era demasiado tarde para becas, ya todas estaban ocupadas.

— ¿Quiénes eran los chicos que salieron, Beka? — preguntó mamá cambiando de tema.

—Oh, Hans y Carson — dije encogiéndome de hombros.

—Alguno me pareció conocido.

—Mamá, ya conoces a Hans — dije subiendo a mi habitación.

Me arrodillé frente a la cómoda que estaba en mi cuarto y abrí el cajón, saqué mis ahorros y los conté dos veces, no servía ni para completar los pagos de la universidad.

— ¡Maldita sea! — dije cerrándolo nuevamente.

Me levanté y bajé las escaleras rápidamente.

— ¡Voy a salir! — grité tomando las llaves del carro y saliendo.

Me subí al auto y me coloqué el cinturón, y le envié un mensaje a Hela para que me enviara la ubicación de dónde estaba, no tardó ni cinco segundos en mandarla y rápidamente conduje hacia ahí, al departamento de Carson.

Luego de perderme dos veces por la ciudad, llegué y bajé del coche. Me acerqué a la puerta y presioné uno de los botones plateados que era el correspondiente al departamento y esperé hasta que el ruido que abriera la puerta, unos segundos tardó en sonar, entré y comencé a subir las escaleras para llegar.

— ¿Qué no era mejor idea un elevador? — digo ya cansada.

Cuando llego al piso correcto vuelvo a fijarme en mi teléfono y veo el número de departamento. Di dos toques en la puerta y un muy sonriente Carson abrió.

—Es muy buena la paga — dijo y yo solo puse un mechón de pelo detrás de mí oreja.

— ¿Crees que eso es a lo que vengo?

—No — se hizo a un lado para que pudiera pasar — estoy seguro.

Entré y vi a Hela echada en el sillón viendo una caricatura.

—Hans está en el cuarto de invitados contado... mercancía — Oí la voz de Carson detrás de mí cerrando la puerta.

—No sé...

—De esa puerta blanca — apunto a una que estaba por el pasillo — a la siguiente.

Asentí.

—Gracias — dije dirigiéndome para allá.

— ¡No quiero oír gemidos! — gritó Hela.

Pero la ignoré y toqué la puerta.

—Adelante — dijo su grave voz.

Giré la perilla y lo miré.

—Hans...

—Espera — dijo y vi que estaba sobre su cama con un montón de paquetes, tanto pastillas de muy diferentes colores y formas como polvos, hierba y otras cosas.

Estaba contado paquete por paquete, así que miré la habitación y me senté en el bote de ropa sucia. Puse mis manos sobre mis rodillas y comencé a ver las paredes para comenzar a distraerme.

— ¿Qué tanto miras?

Bajé la vista y vi como Hans me veía algo confundido.

— ¿Ya podemos hablar?

— ¿Qué pasa? — preguntó volviendo a meter cada paquete en los bolsos.

— ¿Ya tienes donde guardar eso?

—No — dejó los bolsos en el suelo.

— ¿Cuánto me pagaras si las cuido?

Él me sonrió.

—Cinco mil coronas cada bolso.

Me levanté y me puse frente a él.

—Trato — dije estirando mi mano para estrecharla.

Él la miro y luego a mi cara.

—Hecho — dijo y la tomó.

Pero cuando iba a soltarla, la apretó más fuerte jalándome hacia él, haciéndome quedar atrapada entre sus piernas y a milímetros de su rostro.

—Y seis mil coronas por cada paquete — su aliento fresco golpeaba mi cara, y sus ojos azules intensos no abandonaban los míos.

—No lo sé... — susurré, me tomó de la parte de atrás de las rodillas y chillé cuando me mis dos muslos estaban a los lados de los suyos, sus manos bajaron a mi espalda baja sin pasar de ahí.

—Es algo sencillo — podía notar como su voz se había hecho más grave.

Pasé saliva y mi pecho subía y bajaba, mi respiración se había controlado. Hace solo unos momentos estaba analizando la pared y ahora estoy así. Vamos Rebeka, respétate amiga.

Pensé en la gran cantidad de dinero y que eso ayudaría muchísimo a pagar mi universidad.

—Está bien — dije.

Sonrió.

***

Terminé de ponerme mi labial nude y junté mis labios para que se esparciera.

— ¡Ya llegué! — la voz de Hela se escuchó abajo.

Ajusté mi coleta y vi que todo estuviera en su lugar. Tomé mi bolso y bajé cuidadosamente las escaleras. No quería que antes de llegar al baile se rompiera mi vestido.

—Wow, se te ve mejor a ti que al gancho — dijo Hela sonriendo.

Mi vestido azul claro era una preciosidad. Llevaba los hombros descubiertos dejando ver más piel.

—Se ven hermosas — dijo mamá saliendo con su celular.

Hela llevaba uno en color morado.

—Vamos, déjenme tomarles una foto — mamá sonrió.

Mi amiga y yo nos abrazamos y el flash de su celular nos cubrió.

—Otra mamá — dije.

Hela y yo volteábamos a la cámara mientras nuestros labios estaban unidos, la tomó.

— ¡Niñas! — gritó.

— ¿Qué?, ¿acaso eres homofóbica mamá? — dije para molestarla.

—Solo, mándame mensaje cuando estés en el hotel— mamá se fue al su cuarto, y cuando oí la puerta cerrarse dejé la sonrisa.

Como el salón del baile quedaba un poco alejado de mi casa, habíamos quedado con Hela y nuestros padres en rentar una pequeña habitación en un hotel cerca de ahí.

—Ya saqué los bolsos del cobertizo y están en el auto — dije tomando mi abrigo.

—Hora de irnos — Hela sonrió y se colocó nuevamente su abrigo.

El clima estaba muy frio, como era común en estos tiempos. Entramos al auto y revise por el retrovisor los bolsos, intactos.

—Eee... es hora de laaaa...fieeesssstaaaa — canturreo Hela poniéndose el cinturón.

Hice lo mismo y encendí el auto. Mi rubia amiga prendió la radio y comenzamos a oír música en todo el trayecto. Alguno que otra platica extraña salió, pero estaba muy feliz y demasiado nerviosa al respecto de lo que iba a pasar.

— ¿Y si en vez del hotel termino en la cárcel esta noche? — dije y noté como mis manos comenzaban a sudar.

—Te llevo ropa para que te cambies, no ha de ser muy cómodo ir a la cárcel en ese vestido — Hela se retocó el labial en el espejo.

—Hela, estoy hablando en serio.

Cerró el espejo y me miró.

—No va a pasar nada de eso Rebeka, tranquilízate que los nervios son tu peor enemigo.

Tomé aire y seguí conduciendo.

—Además, Hans y Carson van a estar ahí por cualquier cosa, sabes que no dejarían que nos pasara nada.

Asentí.

—Solo es que no me asusta todo esto.

—Vamos, la adrenalina es excelente.

Quince minutos después nos encontrábamos bajando las cosas del carro. La luz de la luna junto con los faroles iluminaban las calles dándoles un aspecto mágico.

—Es momento de brillar — dijo Hela sonriéndome con un bolso en la mano.

—Que todo salga bien — imploré poniéndole el seguro al carro.

—Ya verás que todo va a salir de maravilla.

Caminamos hasta la entrada, luego nos pidieron nuestros nombres y entramos. Tenía miedo de que nos revisaran los bolsos de gimnasio pero eso nunca pasó.

Gigi, Candace y Lilyth habían hecho un muy, pero muy buen trabajo. Todo el salón estaba decorado en tonos fríos dándole ese toque de invierno. Sinceramente todo se veía espectacular.

—Se lucieron — Hela levantó la cabeza igualmente para contemplar todo el lugar.

Asentí.

Cuando iba a hablar, de me detuve.

—Wow — fue lo único que se escapó de la boca de mi amiga.

Hans venía hacia acá. Iba perfectamente vestido con un traje negro que hacía que su tez blanca resaltara como nunca y combinando con su pelo, que iba muy bien peinado haciéndole ver elegante,  los ojos azules que poseía se veían a la distancia.

Nos sonrió y noté que sus pasos se hicieron más lentos al vernos, su mirada se detuvo en la mía y luego nos sonrió.

— ¿Están listas?

—Sí

—Creo — contesté a la par de Hela.

—Son buenas noticias — se acomodó las mangas y miró por encima de nosotras — bueno, pueden dejar eso en la cocina.

Pasó por un lado y se fue.

—Supongo que es hora de divertirse — dije tomando un vaso de ponche y agregándole de la botella de ron que había traído.

***

El duro frío se había esfumado después de tres vasos de ponche adulterado, y algunas horas de bailar.

Reía mientras Hela y yo bailábamos de la forma más extraña posible.

—Beka — se acercó alguien a mí, volteé y vi que era un chico.

—Hey —dije quitando algunos cabellos de mi cara que se habían pegado por el sudor.

—Quiero dos verdes.

Asentí y saqué la bolsa de platico de mi vestido.

—Son cien — dije entregándoselas.

Él pagó y se fue.

—Increíble — me guardé el dinero — ya solo me queda un paquete.

Hela sonrió.

—Nadie pensaría que eres la misma Rebeka de hace unas horas.

Me encogí de hombros y la tomé de la mano.

— ¿Qué puedo decir?, amo el drama — caminamos por la pista y algunos me detenían para comprar pastillas.

Hela y yo fuimos a la mesa donde estaban las bebidas y tomé dos vasos y le di uno a la rubia.

—Qué noche, has sido mi mejor cita — digo alzando el vaso — y brindo por eso.

— ¡Salud! — gritó ella alzando igualmente el vaso.

Nos los terminamos de un solo trago y volvimos a la pista. Comenzamos a bailar y la gente se pegaba a nosotras, pero era algo normal que después de algunos segundos se disculparan y volvieran a lo suyo. Me agaché y Hela hacia como que me pegaba en el trasero, luego invertimos los roles. Y seguimos bailando.

Unas manos me tomaron por las caderas pegándome a su cuerpo.

—Hola — susurró una voz en mi oído.

Abrí los ojos sorprendida, e hice rápidamente mi cabeza hacia atrás para terminar dando un cabezazo.

— ¡Carajo! — gritó.

Volteé y vi a Blaze tomando su nariz y mirándome.

—Veo que no eres tan ilusa como pensaba.

Mi cabeza dolía pero me mantuve alerta.

—Puta madre — dijo Hela al verlo —creo que tienes un poco de nariz en tu sangre.

Intentó acercarse a nosotras pero una mancha rubia se interpone y termina en el piso.

— ¿Están bien?

Sonrió, Liam nos mira preocupado.

—Todo bien — levanto el pulgar.

— ¿Quién le hizo eso en la nariz? — pregunta y Hela levanta mi mano.

—Terminé — digo peinándome — me voy a la mierda de aquí.

Camino hacia la salida y cuando veo a Hans recargado en la pared fumando me acerco a él.

—Tu dinero — me lo saco del sostén y se lo entrego en la mano — me largo de este lugar.

Camino hacia mi carro pero me detiene de la muñeca.

— ¡Deja de hacer eso carajo! — grito soltándome.

Él me mira confundido.

— ¿Qué pasa? — dice soltando su cigarrillo y pisándolo con su fino zapato.

—Solo estoy cansada — veo a Hela salir del lugar y voltear a ambos lados buscándome, hasta que me ve y viene hacia acá.

— ¡Pensé que ya te habías ido! — grita golpeándome el brazo.

—Auch — exclamo riendo.

—Necesito tu coche — dice extendiendo su mano.

—Yo te llevo — retrocedo.

—Ammm... no — levanta las cejas volteando hacia atrás y veo a Liam, hago cara de asco y vuelvo a mirarla.

—No, ¿por qué a todos los que conozco?

—Tú solo préstamelo, nos vemos mañana en la mañana en el restaurante del hotel — me arrebata las llaves y se va lanzándome un beso.

La miro como se lleva mi coche para coger.

—Dime que no va a...

—Sí, sí va — digo viendo a Hans — estoy cansada, me duele mi cabeza por golpear a alguien, solo quiero ir a mi hotel. ¿Me puedes llevar?

—Espera, ¿dijiste que golpeaste a alguien?

Asiento.

—Ya Liam se encargó. Por favor vámonos.

Saca las llaves de su pantalón y caminamos por la acera hasta llegar a su coche, quita los seguros y entramos. Me siento y abrocho mi cinturón de seguridad al igual que él.

El camino es tan silencioso que nuestras respiraciones se escuchan, no cruzamos ninguna palabra pero no siento incomodo el ambiente. Luego de algunos minutos veo mi hotel y me siento aliviada. Hans se estaciona frente a él y abro la puerta quitándome el cinturón.

—Gracias — me bajo y entro. Todo está vacío, así que entro al elevador y me quito los tacones, pongo el número de piso de mi habitación y espero a que se abran.

Salgo y me detengo a fuera de mi habitación para buscar la tarjeta que la abre.

—Beka.

Volteo y veo a Hans saliendo del otro elevador.

— ¿Qué pasa? — pregunto.

—Tu dinero — me extiende su mano con un enorme fajo de billetes.

Abro la puerta y entro, Hans viene detrás de mí.

— ¿Y ahora qué pasa contigo? — pregunta lanzando el dinero a la cama y mirándome.

—No lo sé, me siento como un puto crimina, pero soy tan malditamente hipócrita que todos esos sentimientos me los paso por un lado.

—De verdad que no te entiendo — Hans me mira muy confundido.

— ¡Estoy yendo a terapia con una psicóloga Hans, y cuando me pregunta a qué se deben mis insomnios ¿sabes acaso qué contesto?! — Tomo aire — que no lo sé, cuando perfectamente lo tengo en mi memoria.

—Nadie te ha dicho que me protejas — dice avanzando hacia mí.

—Cada vez que intento no meterme más en esto, parecen arenas movedizas, me hundo más. Y a ti parece importarte muy poco — la parte trasera de mis rodillas pega con el borde de la cama.

— ¡¿Crees que acaso me hace feliz involucrarte en todo esto?!  ¡Me siento como la peor persona del mundo a tu lado Rebeka! — me miró y mi respiración se cortó — ¡lo siento!

 

Tomé sin pensarlo dos veces su cara e impacté mis labios contra los suyos.

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QUEEEEEEEEEEEEEE. Jajajajaja, me encanta todo esto.

¿Qué tal les ha parecido el capítulo?

Mis amores, nos vamos a ir que prende candela con esto. Va a ser una historia algo "corta" si es que le podemos llamar así, no creo que tenga más de cuarenta capítulos.

¡Los espero en mi Instagram hoy para aclararles todas las dudas y algunos lindos adelantos!

Hoy a las 5 mis amores.

Eternamente agradecida:

Daira

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