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Parte 13 "Te quiero... lejos"


Mis manos comenzaban a sudar, miré Hans.

— ¿Qué hiciste?

Él solo miró hacia abajo mirándolo.

—Rebeka, esto...

Mi sangre comenzaba a bajarse.

—Nos tenemos que ir — dijo tomando la bolsa junto con mi mano.

La rechacé por puro instinto y me miró.

—Beka...

—No, no quiero ir ahí contigo — tomé mi celular.

— ¿Qué vas a hacer exactamente? — dijo siguiéndome,

—Llamaré un taxi — mis dedos temblorosos no me dejaban teclear ningún número y comenzaba a desesperarme.

— ¿En serio crees que un taxi va a venir aquí?

Cerré los ojos y no pude más.

— ¡Yo no soy parte de esto Hans, no soy como tú o Carson!, ni siquiera sé porque te sigo — mi pecho subía y bajaba — te quiero... lejos.

"Algunas horas antes de esto"

Iba en el asiento del copiloto mientras Hans manejaba.

—Bueno, me gusta mucho la plática en mi cabeza y en suponer que me vas a secuestrar, pero ya quiero saber a dónde vamos — dije mirándolo.

Hans iba apretando el volante.

—Llama a Carson — dijo entregándome su celular.

Lo tomé.

—No sé...

—No tiene contraseña — dijo adivinando que le iba a preguntar eso. Lo cual se me hizo extraño ya que ¿quién en esta época dejaba su celular sin contraseña?

Entré a contactos y busqué a Carson entre ellos, cuando vi su nombre lo apreté y comenzó a sonar.

"Todo bien" — contestó él.

"Quiero que tengas a todos a fuera, nada de errores"

Okey, ni puta idea.

"Hans... creo que tu destino va a cambiar un poco" — dijo Carson y por su tono de voz se le notaba un poco nervioso.

"¿A dónde y qué pasó?"— dijo deteniéndose, y entrando a el carril de bicicletas.

"Una entrega fue retenida en el puerto"

"Carajo, estoy con Beka" — dijo dando una vuelta y regresando por donde veníamos.

"Bueno, es tu decisión, yo llegaría ahí en una hora"

Vi como Hans peleaba dentro de su cabeza.

"Te quiero ahí en una hora" — y con eso colgó.

Lo miré. Tampoco era tan imbécil para no saber qué estaba pasando.

—No, ni lo pienses en llevarme ahí, los amigos no hacen eso — dije mirándolo.

—Rebeka, no te voy a forzar, pero te lo pido como un favor — dijo aumentando la velocidad

Miré mis manos y me debatía entre hacerlo o no.

— ¿Quieres que te lleve a algún otro lado? — preguntó mirándome de reojo.

—Hagámoslo — dije emocionada.

***

Bueno, jamás me he caracterizado por tomar las mejores decisiones, pero creo que en esta ocasión merezco un reconocimiento... por la más estúpida y peligrosa.

— ¿Qué estaba pensando? — dije mirando a Hans.

Él estaba sacando no sé qué de la cajuela del auto, mientras yo veía esa enorme bodega.

—Rebeka, solo entramos, tomamos el bolso y salimos, nada más — dijo cerrando la cajuela.

Miré su mano.

— ¿Qué tienes ahí? — pregunté.

—Esto es para ti — un bonito pasamontañas, creo que iba a ser mi complemento de todos los días desde hoy — no voy a arriesgarme que te reconozcan.

Lo tomé.

—Y ahora me explicas por qué no me puedo quedar en el auto cuidándolo — comencé a ponérmelo.

—Porque para esto se necesitan dos personas, mientras tú entras rápidamente por el... bolso, yo iré a... charlar.

Mi pelo caramelo quedaba aplastado por el pasamontañas, y solo mis ojos sobresalían de él.

—Toma — dijo dándome un arma.

Miré el arma y luego a Hans.

—Ah no, no, no, no, Hans. Te ayudo en esto porque soy estúpida, pero de ahí a tener un arma en mis manos, es muuuy diferente, no — dije nerviosa.

—No está cargada, es solo para asustar — dijo metiéndola en mi abrigo — tranquila — vio como estaba comenzando a hiperventilarme — te dije que no voy a forzarte a nada, y sigo manteniéndolo, pero no voy a dejar que nada te pase, nunca — tomo mi mano.

Pocas veces mi corazón latía tan rápido, y toda esta adrenalina y miedo me traía malos recuerdos, pero había que enfrentarlos. No era la primera vez que pasaba por algo así.

—Vamos — dijo soltándome y caminando sigilosamente hacia la entrada.

Todo parecía estar vacío, no había luces o voces. Simplemente todo estaba silencioso, y mi respiración era lo único que hacia ruido. Hans iba delante de mí, y cuando estuvimos frente a una pequeña oficina se detuvo y giró hacia mí.

—Ahí debe estar el bolso — metió la mano en sus jeans — tómala con cuidado, sal y enciende el auto, yo iré a la otra oficina por algo — dijo dándome las llaves en mi mano y desapareciendo.

Unas persianas grandes blancas cubrían las dos ventanas, así que no podía ver mucho. Tomé la perilla y la giré, se trabó un poco pero al final la puerta se abrió. Una luz naranja iluminaba toda la pequeña oficina y entré. No había mucho ahí, solo un diminuto escritorio y muchos papeles sobre él, una silla y algunas plantas de decoración. Mis manos temblaban y comencé a buscar un bolso, cualquiera que fuera. Pero sobre el escritorio no había nada, en la silla tampoco y comenzaba a ponerme de nervios, retrocedí  y vi un pequeño marco, lo tomé y vi a un señor sentad y un chico de pelo castaño está a su lado, ninguno de los dos parece estar feliz, pero este chico se me hace conocido. Cuando dejo el marco, mis pies tropiezan con algo. Bingo.

Un bolso gris de gimnasio estaba metido debajo del escritorio, lo tomé y ni si quiera me molesté en abrirlo, salí de ahí y comencé a caminar rápido mientras buscaba las llaves del coche de Hans en mis bolsillos.

—Carajo — dije rebuscándolas.

— ¿Ya te vas sin despedir? — Alguien detrás de mí me puso la mano sobre mi boca y sentía que el corazón se me iba a salir — no pensabas llevarte eso, ¿o sí bonita?

Su voz era carrasposa y ronca.

Cierro los ojos y noto como mi cuerpo se contrae, No, no, no, otra vez no. Sin pensarlo y antes de que lo procese por mi mente, le doy un cabezazo y una patada en su pierna para salir corriendo. Me agarra del abrigo pero jaloneo y se cae con todo y él.

—Maldita... — oigo como se queja en el suelo.

Tomo las llaves y trato de que entren en el cerrojo pero mis inútiles manos no me dejan, trato de concentrarme y giro la llave para que entre y así lo hace, pero un golpe en mi cabeza hace que caiga al suelo sin previo aviso.

Quien me había detenido antes ahora está frente a mí con un arma apuntándome.

—Dame esa maldita bolsa ahora — dice.

Yo solo se la lanzo mientras mi cabeza retumba.

—Bien, que bueno que eres obediente, pero lo de antes lo vas a pegar — una mugre sonrisa sale de su rostro.

Oigo como el seguro del arma es retirado y siento como toda mi sangre se congela, un disparo seco hace que mis oídos se aturdan y mis ojos permanecen cerrados. Pero un peso sobre mis piernas hace que los abra.

Un grito ahogado sale de mi garganta, el tipo está sobre mí con una tiro en la cabeza y sangrando.

— ¡Rebeka! — oigo una voz y mis ojos siguen concentrados en el tipo, lo dejo a un lago y me hago hacia atrás.

Me quito el pasamontañas negro.

— ¿Estás bien?, ¿estás herida? — dice acunando mi cara en sus manos.

Quitó mi cara y retrocedo.

—No...

Hans me mira confundido.

— ¿Te hizo algo? — pregunta como si el tipo muerto no estuviera ahí.

Niego con la cabeza.

—Bueno — Se quita su chaqueta negra y la pone sobre mis hombros, con todo lo que había pasado, no me daba cuenta de que estaba temblando del frío. Toma el bolso y abre el coche.

De vuelta al principio.

Mis manos comenzaban a sudar, miré Hans.

— ¿Qué hiciste?

Él solo miró hacia abajo mirándolo.

—Rebeka, esto...

Mi sangre comenzaba a bajarse.

—Nos tenemos que ir — dijo tomando la bolsa junto con mi mano.

La rechacé por puro instinto y me miró.

—Beka...

—No, no quiero ir ahí contigo — tomé mi celular.

— ¿Qué vas a hacer exactamente? — dijo siguiéndome,

—Llamaré un taxi — mis dedos temblorosos no me dejaban teclear ningún número y comenzaba a desesperarme.

— ¿En serio crees que un taxi va a venir aquí?

Cerré los ojos y no pude más.

— ¡Yo no soy parte de esto Hans, no soy como tú o Carson!, ni siquiera sé porque te sigo — mi pecho subía y bajaba — te quiero... lejos.

Él solo me mira sin expresión alguna. Sus ojos azules tratan de buscarlos los míos pero rehúyo. El sonio de un coche hace que volteé, Carson baja de él y nos mira.

— ¿Todo bien?

Un murmullo perteneciente de Hans se escucha.

—Oh mierda — Carson camina hacia mí — ¿quieres que te lleve a tu casa?

Asiento y recoloca la chaqueta de Hans sobre mis hombros, me siento en el lado del copiloto y Carson cierra mi puerta.

—Llévala a una farmacia, yo me encargo de esto — oigo como Hans le dice y su amigo asiente entrando al auto.

***

Carson se estaciona a fuera de mi casa y abro la puerta para salir.

—Beka — dice y yo volteo — si sientes cualquier molestia... o quieras hablar al respecto, llámame — me da una sonrisa de boca cerrada.

Asiento y salgo.

—Gracias — digo cerrando la puerta.

Camino y entro a mi casa. Respiro y veo que papá está en el sillón con Colby.

—Hola amor — saluda mirándome.

—Hola, estoy cansada. Bajo luego a comer — dijo entrando a mi habitación.

No puedo más y comienzo a llorar. Lanzo la chaqueta de Hans al suelo y me recuesto en mi cama. Abrazo mi almohada y cierro los ojos. El cuerpo del tipo aparece y los baro inmediatamente, saco la mano y busco en mi cajonera mis pastillas, pongo dos en mi mano y las trago.

—Todo va a estar bien, estás en un lugar seguro. Ya no están, estas en un lugar seguro — repito hasta quedarme dormida.

***

Un dedo me está picando mi ojo derecho y abro el otro. Colby está frente a mí.

—Hola — dice y sigue picándome el ojo.

—Ey — digo tratando de morder su dedo y él ríe quitándolo — ¿cómo entraste?

Él me mira como si fuera la pregunta más tonta.

—Pues por tu puerta — dice y gira la cabeza.

—Le puse seguro — digo y me siento sobre la cama.

—No, estaba sin seguro — me mira y sus ojos comienzan a inspeccionarme, giro mi rostro pero ya lo sabe — ¿por qué estuviste llorando?

Cinco años... cinco años tiene mi hermanito, pero una capacidad increíble.

—Problemas de chicas — digo y él abre los ojos.

— ¿Con tu novio?

Río y niego.

—No tengo novio.

—Adivina qué — dice sonriendo.

—Ay no — digo y me levanto — ¿ahora qué es?

— ¡Una cabrita bebé!

Veo por el barandal de las escaleras y mi padre juega con una cabra.

—Esto tiene que ser broma

***

Estoy en las escaleras de la casa viendo como Colby juega con la cabra el nuestra yarda delantera. Debo admitir que es bonita, tiene su pelaje muy blanco y es bien pequeñita. Pero todavía me da risa la explicación de mi padre al traerla

+

—Amor, es que mírala, es un bebé. ¿Quieres dejarlo morir? — pregunta él.

— ¿Pero por qué la trajiste a casa? — mamá lo mira.

—Es que en la veterinaria no la querían porque es visca.

Frunzo el ceño, ahora ya nos caracterizamos por adoptar animales viscos.

—Bueno, pero yo no la quiero dentro de la casa — dice y se va a su cuarto.

+

Le doy otro trago a mi chocolate caliente y rio cuando mi hermanito le explica a la cabra por qué no puede entrar a la casa.  Acomodo un poco más mi cobija que tengo sobre los hombros y me relajo. Pero esa paz termina cuando veo como un coche negro deportivo se estaciona frente a la casa. Y como ya lo esperaba, Hans salió de él. Vestía unos pans grises junto con tenis blancos, una sudadera de tela negra cuya capucha tenía puesta y sobre ella una chamarra de mezclilla. Noté que no estaba esperando que yo estuviera sentada en las escaleras viéndolo, porque cuando sus ojos se cruzaron con los míos y se abrieron, vi como se detuvo pero traro de disimular.

—Beka — dijo acercándose.

Colby dejo de hablar con la cabra y lo miró.

— ¿Eres tú? — preguntó alzando mucho la cabeza para poder ver a Hans.

— ¿Qué? — preguntó él mirándolo.

— ¿Tú eres el novio de mi hermana con el que tuvo problemas?

Me atraganté con el chocolate y terminé por vomitarlo.

—Colby — dije levantándome — ya te dije que no.

Hans estaba detrás de nuestra cerca de madera.

— ¿Estás bien? — pregunta mirándome.

— ¿Qué haces aquí?

Mete las manos en los bolsillos de su pans y me mira.

—Solo quería... quería disculparme por lo que viste.

Cierro los ojos y respiro.

—Yo fui quien quiso ir — me alejo.

—Rebeka.

Volteo.

— ¿Vas a seguir hablándome?

—No lo sé — digo sinceramente.

Y escucho como la puerta se abre.

— ¿Quién es? — pregunta mi madre.

— ¡Es el novio de Rebeka! — grita Colby.

— ¿Enserio?— mamá parece sorprendida — ven pasa, justo íbamos a cenar — dice mamá caminando y abriéndole la puerta de la cerca.

—Yo... ya me iba, no quiero incomodar — dice Hans viendo como abro los ojos.

—Por supuesto que no, ¿verdad Rebeka? — mi madre me mira y levanta las cejas.

—Algo por el estilo— respondo.

—Está jugando, pasa — dice mamá casi arrastrando a Hans por el patio.

***

Después de la casi no incomoda cena. Subí a mi habitación para darme un baño y prepara mi tarea del otro día.

Veo como la pantalla de mi celular se enciende y es un mensaje de Hela.

"Explícame esto" —Foto.

Desbloqueo mi celular y entro a la conversación. La foto que Hela me mandó es un grupo de chicos a fuera de nuestra escuela.

"No entiendo" — escribo y envió.

"Rebeka, uno de esos chicos es el de las carreras, y estaba a fuera de la escuela en la que vas. ¿No se te hizo raro que nos sacaran de clase justo antes de que eso pasara?

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Woooooooooooooooooooooooooooooooo, eso fue.

Holaaaaa mis beshosss amores preciosos. ¿Cómo están? Primero que todo, y antes que nada.

¿Qué tal les parecio el capítulo?

Hoy hubo mucho Behans, ¿o es Hansbek?— ¿Cómo le dicen ustedes?

Espero de verdad que les haya gustado. Y lamento la espera, no me he sentido de lo mejor, pero igual les traigo cap. ¡Gracias por leerlo!

Eternamente agradecida:

Daira.

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