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Uniendo tipos y caminos

- ¡Rattata, usa Tacleada!

- ¡Teddiursa, Arañazo!

Las garras del pequeño oso fueron más rápidas que el Pokémon Ratón, quien quedó fuera de combate por el golpe.

- ¡Sí! ¡Teddiursa, lo hicimos!

- ¡Teddiursa!

El entrenador de Rattata, un chico joven, suspiró resignado tras la derrota.

- Rattata, regresa.

- No tienes que sentirte triste. Ambos lo hicieron bien.

- Lo mismo digo de ustedes. ¿En serio era su primera batalla? -preguntó él con asombro.

- Sí, aún no puedo creer que ganamos, je, je -dijo Honoka rascándose la nuca, cerrando un ojo y sacando un poco la lengua-. Por cierto, ¿sabes dónde hay un centro Pokémon? Quiero que atiendan a Teddiursa.

- Seguro, hay uno en el siguiente pueblo. No está muy lejos de aquí.

- Entonces voy para allá. Muchas gracias.

- No hay de qué. Ojalá podamos luchar en otra ocasión.

(...)

Tras media hora de trayecto, Honoka llegó a un pequeño poblado. Su Teddiursa se acunaba en sus brazos como un bebé.

- Parece que te gusta que te consientan, ¿no?

- Teddiursa.

Hacía tres días que todo había comenzado. Tras un largo período de espera, la pelijengibre finalmente se había convertido en la entrenadora que tanto quería ser, dejando atrás su antigua vida en Pueblo Faitodayo. No cabía en sí de felicidad, en especial cuando veía la cara de Teddiursa.

Durante el poco tiempo que llevaban ambos de conocerse, Honoka pudo darse cuenta de algunos detalles de la personalidad de su Pokémon: el osezno era bastante inquieto y glotón, además de que no le gustaba estar en su Pokébola. Sumado a eso, prefería viajar en los brazos de su entrenadora y que esta lo mimara, cosa que ella hacía.

Nada más llegar al pueblo, la chica se dirigió al centro Pokémon. No había muchas personas, algo esperable en un lugar pequeño.

- Buenas tardes.

- Buenas tardes, señorita -saludó la enfermera Joy-. ¿En qué la puedo ayudar?

- Quisiera que vieran como está mi Teddiursa. Acabamos de tener una batalla y salió un poco golpeado.

- Por supuesto. Chansey, ven a darme una mano.

- ¡Chansey!

- ¡Oh! Es la primera vez que veo un Chansey en persona. Espera un poco.

Honoka sacó su Pokédex para consultar sobre el Pokémon asistente de la enfermera Joy:

«Chansey, el Pokémon Huevo. Tipo normal. Se dice que atrapar uno trae la felicidad al que lo capture. Pone varios huevos al día que comparte con personas y Pokémon heridos».

- Chansey, ¿puedes llevarte a Teddiursa para que lo traten?

- ¡Chansey!

- Teddiursa, pórtate bien mientras te atienden.

- ¡Teddiursa!

El Pokémon Huevo se llevó al osezno en una camilla.

- No parecía muy dañado, así que creo que no demorará mucho.

Honoka se sentó en un sillón a esperar y comenzó a buscar información en su Pokédex.


«Teddiursa, el Pokémon Osito. Tipo normal. Es común verlo lamiendo sus palmas, las cuales suelen estar cubiertas de miel».

- Creo que el mío no es el único glotón, je, je. Ahora buscaré sobre Rattata.

«Rattata, el Pokémon Ratón. Tipo normal. Sus largos y afilados colmillos crecen durante toda su vida, por lo que los lima royendo objetos duros».

A los pocos minutos, el Pokémon de la ojiazul regresó con ella.

- Gracias, enfermera Joy.

- ¡Sa!

- No hay de qué, vuelve cuando quieras.

Antes de que la entrenadora pudiera despedirse, ambas mujeres lograron distinguir a dos personas, un chico y una chica, que parecían estar en una actitud diferente al resto de la gente. Ella lucía un tanto nerviosa, sonrojándose y escondiendo una Pokébola a sus espaldas, mientras que él se veía interesado en qué pasaría.

- Creo que quiere darle un Pokémon.

- ¿Será por la tradición?

- Seguramente.

- ¿Teddiursa?

- Oh, veo que no la conoces, pequeño -dijo la enfermera Joy con una sonrisa-. En la región Otonokizaka es tradición regalarle un Pokémon a las personas que son especiales para uno, ya sea un mejor amigo o alguien que quieres que sea tu pareja.

- ¿Sa?

- Pero no puede ser cualquier Pokémon. Debe ser uno que combine los tipos favoritos de ambos.

- Teddiursa.

- También es válido si el Pokémon gana un tipo secundario al evolucionar. Si se acepta el regalo, la relación entre ambas personas durará para siempre, o al menos eso dicen.

Honoka y la enfermera vieron cómo la chica, armándose de valor, agitó la Pokébola frente al chico. De ella salió un Magnemite.

- Consultemos a la Pokédex -comentó la pelijengibre.

«Magnemite, el Pokémon Imán. Tipos eléctrico y acero. Puede flotar gracias a las ondas electromagnéticas que genera. Se alimenta de electricidad».

- De eso hablaba, Teddiursa. A uno de los dos le gusta el tipo eléctrico y al otro el tipo acero. Si él acepta a Magnemite, significa que está aceptando los sentimientos de ella.

El chico pareció sorprenderse ante el accionar de la chica. Daba la impresión de que no se lo esperaba.

- Vamos, di que sí -pensaba Honoka con un brillo en los ojos.

Finalmente, él tomó la Pokébola que la muchacha sostenía y regresó a Magnemite a ella antes de colocársela en su cinturón: había aceptado.

- ¡Sí! ¡Lo hizo, lo hizo! ¡La ama!

- ¡¿Ursa?!

Los eufóricos gritos de la ojiazul causaron que la recién formada pareja se volteara a verla con curiosidad.

- E-E-Esto... Yo... Ignórenme, ¿sí? JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA.

(...)

- ¿Sabes, Teddiursa? Yo creo en esa tradición.

Honoka conversaba con el osezno en uno de los sillones. Para entonces, era la única persona en el centro Pokémon, sin contar a la enfermera Joy.

- ¿Ursa?

- Pienso que es un detalle muy lindo dar o recibir un Pokémon de esa persona especial..., aunque no sé cuál podrían regalarme a mí; creo que no tengo un tipo favorito, jeje.

- Ursa.

- Yo estuve enamorada una vez, hace tiempo -suspiró-. Me enamoré de mi mejor amiga, Kotori-chan.

- ¡Sa!

- Desde pequeñas fuimos muy unidas y hacíamos todo juntas. Siempre ha sido una chica hermosa, y no solo físicamente, así que supongo que fue normal que me sintiera... atraída por ella. Pero Kotori-chan siempre estuvo enamorada de nuestra otra amiga, Umi-chan. Cuando me di cuenta de que ella no sentía lo mismo por mí, decidí hacerme a un lado para que las dos pudieran unirse -dijo con una voz un tanto melancólica.

- ¿Teddiursa?

- Creo que Umi-chan le corresponde a Kotori-chan, pero es muy tímida para admitirlo, je, je.

- Sa. Ursa, Teddiursa.

- Sé que Kotori-chan también cree en la tradición, y con lo romántica que es, estoy segura de que le regaló un Pokémon a Umi-chan. Eso sí, nunca se lo he preguntado y ella tampoco me lo ha dicho.

- Teddiursa.

El osezno colocó su palma sobre la mano de Honoka.

- Tranquilo, pequeño, estoy bien. Ya encontraré a la chica perfecta para mí. ¡Faito dayo!

Teddiursa pareció calmarse al ver que su entrenadora no lucía particularmente triste. Tal vez el no ser correspondida le había dolido en su momento, pero para ella eso era historia antigua; quería creer que algún día encontraría un nuevo amor.

- ¿Qué te parece si pasamos aquí la noche y continuamos con el viaje mañana? El sol se está ocultando.

- ¡Teddiursa, Teddiursa! -exclamó el pequeño oso con una cara feliz.

- Entonces está decidido. ¿Sabes? No estamos lejos del primer gimnasio. Ganar allá será el primer paso para convertirnos en campeones de la región.

- ¡Teddiursa!

- Y también estaré más cerca de reencontrarme con Kotori-chan y Umi-chan -pensó.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido fuerte que venía desde la puerta. La fuente era una chica rubia de ojos azules, más joven que Honoka, quien sostenía entre sus brazos a un Pokémon blanco con apariencia de zorro.

- ¡Resiste, Iney! ¡Solo un poco más!

- Vul... pix...

Nada más ver el estado del Pokémon que traía la chica, la enfermera Joy le ordenó a Chansey que trajera la camilla y preparara todo para una intervención de emergencia.

- Espera mientras tanto. Haremos todo lo posible para que Vulpix se recupere.

- Gracias..., enfermera Joy... -agradeció la rubia al borde del llanto.

La chica se dirigió a uno de los sillones y ahí vio a Honoka, quien la miraba con preocupación.

- ¿Estás bien?

- ...

- No me gusta ver a la gente triste. Habla conmigo si quieres, tal vez pueda ayudarte -dijo la pelijengibre con una sonrisa sincera.

La joven se sentó al lado de Honoka y dio un profundo suspiro.

- Iney quedó muy mal.

- ¿Iney?

- Mi Vulpix.

- Vulpix...

La comepan decidió consultar su Pokédex:

«Vulpix, el Pokémon Zorro. Tipo fuego. Nace con una única cola que después se divide en seis. Al crecer, desarrolla aún más colas».

- No, Iney no es así -interrumpió la rubia al ver la imagen-. Es de un tipo diferente.

- ¿En serio?

- ¿Sa?

- Sí, Iney es un Pokémon de hielo.

- A ver...

Honoka realizó una nueva búsqueda.

«Vulpix de Alola, el Pokémon Zorro. Tipo hielo. Expulsa aire frío a -50ºC. Crea rocas de hielo con sus colas para refrescarse cuando hace calor».

- Así que hay dos tipos de Vulpix.

- Iney fue un regalo de mi onee-chan. Me la dio cuando pensó que estaba lista para ser entrenadora.

- ¿Y qué fue lo que pasó?

- ... Tuvimos una batalla con un entrenador... Nos dieron una paliza... Iney quedó muy mal... No sé qué haré si...

Las lágrimas que la chica tanto había tratado de contener finalmente comenzaron a fluir.

- Se pondrá bien -dijo Honoka sin atisbo de duda-. Yo sé que será así.

- ¿Eh? ¿Cómo...?

- Llámalo corazonada, je, je. No creo que Iney sea tan débil como para dejarse vencer, y tampoco creo que quiera verte triste.

- ¡Teddiursa!

La rubia no sabía cómo reaccionar, pero la comepan transmitía algo especial, algo que daba energías incluso en los peores momentos. Tras secarse un poco las lágrimas, sonrió levemente.

- Gracias por escucharme, eh..., eh...

- Disculpa, no me he presentado, qué distraída soy, je, je, je. Me llamo Honoka y vengo de Pueblo Faitodayo. Este pequeño es mi compañero, Teddiursa.

- ¡Teddiursa!

- Mucho gusto. Yo soy Alisa, de Ciudad Harasho.

- ¡¿Ciudad Harasho?! ¡Eso queda muy lejos!

- Sí, y mi onee-chan es la líder de gimnasio.

Honoka estaba impresionada. Había oído rumores de que esa líder era sumamente fuerte, y ahora hablaba con su hermana como si nada.

- Yo también conozco líderes de gimnasio. ¿Has oído sobre Kotori-chan o Umi-chan?

La cara de asombro de Alisa no tenía parangón.

- ¿Dijiste «Umi-san»?

- Sí, ¿por qué?

- La adoro, es mi líder de gimnasio favorita después de mi onee-chan -dio a conocer la rubia con mucha convicción.

- Nunca me hubiera imaginado que Umi-chan tendría una admiradora tan apasionada -pensó Honoka.

- Mi sueño es conocerla en persona.

- Pues yo me dirijo a verla.

- ¡¿En serio?!

- Sí, a ella y a Kotori-chan. No las veo desde que dejaron Pueblo Faitodayo.

La conversación entre las dos chicas siguió fluyendo de manera espontánea. Para Alisa, Honoka fue una especie de bálsamo, alguien que la ayudó a alejar por un rato la preocupación y el dolor que sentía por el estado de Iney; para Honoka, Alisa fue alguien con quien podía conversar después de tres días sin contacto humano real, mucho tiempo para una persona que no estaba acostumbrada a la soledad.

- ¡Ya lo he decidido! Me quedaré contigo hasta que Iney se recupere. Claro, si no te molesta.

- ¿De verdad? ¿No tienes problema con eso? -preguntó la rubia con asombro.

- Para nada, necesitas a alguien que esté contigo para animarte. ¿Tú qué dices, Teddiursa?

- Teddi, Teddiursa -respondió el osezno afirmativamente.

- Muchas gracias. Prometo compensártelo en algún momento.

- No te preocupes, no es necesario.

Durante los siguientes dos días, Honoka se quedó con Alisa en el Centro Pokémon. Aprovecharon su estancia tanto para recorrer el pueblo como para comprar artículos importantes tales como pociones y víveres.

Al cabo del tercer día, Iney ya se encontraba mejor.

- ¡Iney!

- ¡Vulpix!

Alisa solo atinó a abrazar con fuerza a su Pokémon en cuanto volvió con ella.

- Todavía necesitará un tiempo más de descanso para recuperarse por completo. Te recomiendo que no lo uses en batallas hasta que haya recobrado sus fuerzas.

- De acuerdo, enfermera Joy.

- Me alegro de que Iney esté bien, Alisa-chan -dijo Honoka con una sonrisa-. Hola, pequeño, tu entrenadora me habló mucho sobre ti.

- ¡Vulpix!

- Eh, Honoka-san..., Iney es hembra.

La mayor sacó un poco la lengua y cerró un ojo como reacción. Su torpeza nuevamente hacía de las suyas.

- Como sea, de verdad me alegro de que estés bien.

- ¡Vulpix!

- ¡Teddiursa!

- Bueno, creo que ha llegado el momento de que continúe mi viaje. Cuídate mucho, Alisa-chan. Ojalá nos veamos pronto.

La rubia comenzó a sentirse un poco triste. Honoka había estado con ella cuando más necesitaba a alguien y ahora se iba; no quería que eso pasara.

- Eh, Honoka-san...

- ¿Sí?

- Quisiera..., quisiera..., quisiera viajar contigo.

- ¿Eh?

- Sé que aún tengo mucho que aprender para ser una buena entrenadora... y creo que viajando con alguien más podré mejorar. Además, no quiero que a Iney le vuelva a pasar algo como lo de hace unos días.

- Alisa-chan...

- Y también quiero conocer a Umi-san en persona. Por favor, prometo que no seré una molestia.

Honoka no pareció pensárselo mucho. Sonriendo y extendiendo la mano, dijo:

- Bienvenida a bordo.

La menor no cabía en sí de alegría.

- ¡Gracias, Honoka-san! ¡Gracias, gracias!

- No hay de qué, je, je, je. ¿Verdad, Teddiursa?

- ¡Teddiursa, Teddiursa!

La estancia de la pelijengibre en aquel pequeño pueblo terminó dándole más de lo que esperaba. Ahora con una nueva compañera de aventuras, el camino hacia el primer gimnasio de la región se veía mucho más interesante y ameno.

- ¡En marcha!


Como dato curioso, Iney significa 'escarcha' en ruso.

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