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Mirando al Sunkern

Como les prometí en el capítulo anterior, hoy se retoma la historia principal.


Tras la primera participación de Alisa en un concurso, las chicas continuaban su viaje hacia ciudad Nanisore. En ese momento, caminaban por un pastizal muy verde en el que se apreciaba a unos cuantos Pokémon.

―¿Cuánto falta para que lleguemos? ―preguntó Honoka.

―Teddiursa, Sa.

―No mucho. Deberíamos llegar en la tarde ―respondió Alisa.

Aquella respuesta fue música para los oídos de la pelijengibre; ya estaba ansiosa por desafiar al gimnasio y ganar su tercera medalla. Sin embargo, nunca estaba de más agrandar al equipo antes de una batalla importante, y bastaba con mirar los alrededores para encontrar candidatos.

―Oigan, chicas, creo que voy a atrapar otro Pokémon primero. ¿Puedo? ―Las miró a ambas con ojos suplicantes, sobre a todo a Yukiho―. ¿Sí? ¿Sí?

La castaña miró a su hermana menor con seriedad.

―Solo uno. No dos, no tres, no cuatro. Solo uno. ¿Entendido?

―¿Qué? ¿Solo uno?

―Sí. No dejaré que te la pases yendo de aquí para allá y te distraigas con cada Pokémon que veas; nosotras también queremos llegar pronto a ciudad Nanisore.

La mayor hizo un puchero.

―Entendido.

―Recuerda: solo uno.

Con solamente una chance de atrapar a un nuevo compañero, Honoka tenía que elegir muy cuidadosamente. Había Pokémon muy interesantes pululando en el área, tales como Mareep, Hoppip y Ponyta; cualquiera sería una muy buena opción.

―Veamos, veamos... Teddiursa, ¿alguna idea de a quién debemos atrapar?

―Teddiursa, Teddiursa ―dijo el osezno negando con la cabeza.

―¡Agh! ¡No sé! ¡Hay muchos Pokémon buenos por aquí! ¡Yukiho, por favor sé más flexible y déjame atrapar más!

―No ―respondió la menor secamente.

―¡Yukiho, eres muy cruel!

―Quizás yo podría ayudarte un poco ―comentó Alisa acercándose a Honoka―. Pienso que deberías atrapar algún Pokémon de un tipo diferente a los que tienes.

―De un tipo diferente...

La mayor comenzó a pensar en los Pokémon en su equipo: contaba con Teddiursa, Komala y Gligar; en otras palabras, dos tipo normal y uno tierra/volador. Habiendo especies de otros tipos por ahí, ya podía pensar en algunas opciones.

―Oye, Alisa-chan, sé que no puedes revelar el tipo en el que se especializa un gimnasio, pero... ¿podrías hacer una excepción y decirme el del gimnasio Nanisore? Así sabría qué atrapar.

―Honoka-san, tú misma lo dijiste: no puedo revelar información sobre las demás. Es un asunto de respeto.

―Por favor, solo una pista chiquitita.

―Lo siento.

Onee-chan, deja de fastidiar a Alisa.

Sin ayuda de ningún tipo, Honoka tendría que elegir por su cuenta.

―Bien, iré a dar una vuelta a ver qué encuentro. Ustedes espérenme aquí. Vamos, Teddiursa.

―¡Teddiursa!

Mientras la pelijengibre se alejaba de ahí, Alisa y Yukiho la miraban con inquietud.

―¿Cómo crees que le irá? ―preguntó la rubia.

―No lo sé. Solo espero que no se tarde mucho.

Volviendo con Honoka, esta y Teddiursa corrían de un lado a otro mirando a todos los Pokémon que estaban cerca y asustando a algunos. Ya se encontraba a cierta distancia de las menores, por lo que estas no podían decirle nada, mucho menos reprenderla.

―Ay, pequeño, en serio no sé qué atrapar.

―Sa, Sa.

―Pero no quiero volver con las manos vacías. Tengo que atrapar algo.

Sintiendo la inquietud de su entrenadora, Teddiursa se descargó dándole una patada a lo que tenía más cerca, un objeto redondeado de color amarillo. Con lo que no contaba era que dicho objeto, tras rodar un par de metros, comenzaría a llorar:

―¡SUNKEEEEERN! ¡SUNKEEEEERN!

El llanto llamó la atención de Honoka, quien no esperaba escuchar algo así.

―¿Eh?

En cuanto reparó en la fuente, se dio cuenta de que se trataba de un pequeño Pokémon. Dada su morfología, con pequeñas hojas sobre su cabeza, quedaba claro que se trataba de una criatura de tipo planta.

―¿Estás bien, pequeño? ¿Acaso te lastimaron?

Honoka no sabía qué había pasado exactamente, por lo que Teddiursa comenzó a moverse con lentitud en su lugar y a mirar hacia otro lado, haciéndose el tonto.

―Sa... Ursa... ―decía continuando con su farsa.

―Ya, ya, ya, calma, calma. Nada malo va a pasarte.

Mientras Honoka hablaba, aprovechaba de abrazar y acariciar al Pokémon en un intento por consolarlo. Su esfuerzo pareció dar resultado, ya que este pasó del llanto al sollozo y después a una calma relativa.

―¿No ves? Ya estás mejor, je, je.

―Sun... kern...

―Eres un Pokémon muy lindo, ¿sabes?... Creo que voy a ver tu información.

Honoka sacó su Pokédex.


«Sunkern, el Pokémon Semilla. Tipo planta. Se alimenta únicamente del rocío que queda sobre las hojas de las plantas. Para defenderse de sus enemigos, agita las hojas de su cabeza».

―Así que usas tus hojas para defenderte... Es como si yo me defendiera moviendo los brazos.

―¿Sunkern?

―Bueno, creo que voy a dejarte por aquí. Estoy buscando a algún Pokémon para capturar y...

Honoka no pudo terminar de decir lo que quería: un sonido agudo y amenazante que venía desde el aire la interrumpió. Al levantar la cabeza, la ojiazul se topó con un Spearow, uno muy molesto y que parecía más que dispuesto a atacar al Pokémon planta que tenía en las manos.

―¡Spearow!

―¡SUNKERN! ―exclamó al borde de las lágrimas. Casi de inmediato, comenzó a agitar sus hojas en un intento por defenderse.

―¡¿Qué quiere ese Spearow?! ―preguntó Honoka mientras evitaba como podía los embates del Pokémon volador.

―¡Teddi... ursa! ―Teddiursa, al ver a su entrenadora en peligro, decidió arrojarse contra la amenaza, de manera literal, y usar Arañazo. Lamentablemente, no podía luchar contra la habilidad de vuelo de Spearow, por lo que terminó en suelo y comiendo polvo.

―Ursa... ―dijo con un tono rencoroso.

―¡Spearow!

Sin tiempo para nada más, Honoka tomó a Teddiursa, sujetó con fuerza a Sunkern y salió corriendo de ahí como si usara Velocidad Extrema.

―¡No sé por qué está pasando esto! ¡¿Acaso hicimos algo malo?!

No era momento de pensar, sino de mover las piernas.

(...)

Mientras Honoka se dedicaba a su misión autoimpuesta, Alisa y Yukiho tenían una plática sentadas en el pasto. Sus Pokémon aprovechaban de tomar algo de aire, con Vulpix intentando hacerse el lindo con Iney como siempre.

―Espero que onee-chan no tarde mucho. Cuando se emociona por algo, es complicado que se calme.

El suspiro de frustración que lanzó después dio a entender lo molesta que le resultaba la situación; no le gustaba lidiar con ello, sobre todo por lo mucho que quería a su hermana mayor.

―Yukiho-chan, no es bueno que te alteres tanto; no te hace bien. Estoy segura de que Honoka-san volverá pronto. Tú tranquila.

La castaña miró al horizonte.

―No entiendo cómo puedes tenerle tanta paciencia. ―Yukiho lanzó un resoplido―. Tal vez es porque no la conoces tanto como yo. No digo que no la quiera, al contrario, pero... A veces quisiera que se tomara las cosas un poquito más serio. Solo un poquito.

―No todas las personas son iguales, Yukiho-chan. Tomarse todo muy en serio tampoco es bueno. Lo digo por experiencia.

―¿Acaso Eli-san es muy seria?

―Mucho. A veces demasiado. No es que no tenga su lado divertido, sobre todo cuando está con Nozomi-san, pero a veces quisiera que fuera un poco más relajada.

Las chicas se miraron; ambas buscaban exactamente lo opuesto.

―No sé si cambiarán algún día, pero eso no significa que siempre habrá discusiones. Nosotras también tenemos personalidades diferentes, y aun así nos llevamos bien, Yukiho-chan.

Alisa apoyó su cabeza en el hombro de Yukiho, para sorpresa de esta. La única reacción de la castaña fue sonrojarse, cosa que la rubia no notó.

―Ojalá eso sea así por siempre.

―Sí..., lo mismo digo ―respondió Yukiho con nerviosismo.

En el fondo, su respuesta era verdadera. Lo que esperaba, eso sí, era que el estatus de su relación cambiara: que de amigas pasaran a ser novias.

―Por cierto, Yukiho-chan... ¿no te interesaría atrapar un Pokémon a ti también?

―¿Qué? ¿Atrapar otro Pokémon?

―No lo sé, yo solo lo sugería.

La de Faitodayo comenzó a analizar la opción seriamente. Ya tenía a Vulpix, pero nunca estaba de más tener a otro compañero; era la que menos Pokémon tenía del grupo y estaba consciente de ello.

―¿Tú también atraparás algo?

―No, esta vez pasaré.

Yukiho miró al cielo; quería pensar bien las cosas y disfrutar de la calma que vivía con Alisa en ese momento, aunque su interior no dejaba de alborotarse.

(...)

―¡Spearow!

―¡SUNKERN!

Honoka seguía corriendo mientras intentaba alejarse del Spearow. En sus brazos, Teddiursa y Sunkern mostraban actitudes distintas; mientras el primero trataba de voltearse y amenazaba a su perseguidor, el segundo se había largado a llorar a un volumen tan alto como el de un Exploud.

―¡Teddiursa, ahora no es momento de pelear! ¡Sunkern, no sigas llorando! ―La pelijengibre estaba desesperada; no podía controlar a ninguno de los dos Pokémon y las piernas ya no le daban.

―¡Spearow!

―¡Aire...! ¡Necesito... aire...!

Agotada, Honoka se detuvo tratando de recuperar el aliento. El Spearow no tuvo contemplación y comenzó a atacarla aprovechando que estaba indefensa.

―¡Déjame! ¡Por favor, déjame! ¡No te he hecho nada! ¡Ninguno te ha hecho nada!

Técnicamente, Teddiursa lo había atacado hacía un rato, pero el Pokémon volador lo hizo primero.

―¡Teddiursa! ―El osezno, enfurecido, se soltó del agarre de su entrenadora y comenzó a preparar las garras; no dejaría que ningún rival lo derrotara.

―¡Spearow!

Aprovechando su capacidad de volar, el ave atacaba desde todos los ángulos posibles. De vez en cuando recibía algún rasguño, pero nada particularmente importante.

En el entretiempo, Sunkern seguía llorando.

―Calma, pequeño. Teddiursa se hará cargo de la situación.

―¡SUNKERN! ¡SUNKERN!

A pesar de la confianza que su entrenadora le tenía, el Pokémon normal no podía hacerle frente al volador; se veía al primero agotado, esforzándose por mantenerse en pie.

―¡Espera un momento, pequeño! ―Lo detuvo Honoka―. Voy a usar otra estrategia. ¡Ve, Gligar!

―¡Gligar!

Con un Pokémon que planeaba, la ojiazul esperaba poder revertir la situación. El gran problema fue que, como al Pokémon de tierra le costaba elevarse, Spearow pudo atacarlo más de una vez.

―¡No, Gligar!

Honoka estaba realmente preocupada. Aunque seguía llorando, Sunkern pudo voltearse un poco y ver la desesperación en los ojos de la chica. Fue entonces que, en medio de su lloradera, usó un movimiento inesperado para todos.

―¡Sun... kern!

―¿Eh? ¿Qué haces, pequeño?

El Pokémon planta había lanzado al cielo un enorme y resplandeciente pilar de luz. Nada más elevarse, el sol comenzó a brillar con intensidad: se trataba del movimiento Día soleado.

―Es increíble... ―balbuceó Honoka.

Lamentablemente para Sunkern, la luz llamó la atención de Spearow. Siendo el Pokémon Semilla su objetivo original, dejó tranquilo a Gligar y se lanzó contra él.

―¡Spearow!

―¡Sun... kern!

Tras su movimiento anterior, Sunkern pudo realizar uno ofensivo a continuación: Rayo solar. A pesar de la desventaja de tipo, tuvo la suficiente potencia como para dejar a Spearow fuera de combate; nada más recuperarse un poco, el Pokémon volador salió huyendo, lastimado y humillado.

―Sunkern, eso fue genial.

―Sun... ¡SUNKERN! ―Nuevamente se puso a llorar; tal poder lo asustó.

―¡Ya, tranquilo, tranquilo!

Viendo a sus Pokémon lastimados, Honoka decidió posponer el tema de la captura y volver con las chicas. Yukiho estaba a cargo de las medicinas, así que debía ponerse en marcha inmediatamente.

(...)

―¡SUNKERN! ¡SUNKERN!

Mientras recorrían todo el camino de vuelta, Sunkern continuó llorando. Honoka no sabía qué hacer para calmarlo, mientras que Teddiursa, quien intentaba recuperarse en los brazos de la pelijengibre, solo quería darle un buen golpe para que se callara.

―¡Sunkern, no es necesario llorar!

―... ¿Sun...?

Por primera vez en varios minutos, el Pokémon planta dejó de llorar, cosa que Teddiursa agradecía.

―... Ursa... ―bufó desganado.

―Los Pokémon fuertes no deberían llorar.

―¿Sunkern?

―No estoy mintiendo: eres un Pokémon muy fuerte, pequeño. No muchos habrían espantado a ese Spearow con un ataque tan poderoso, je, je.

―Sunkern...

―Creo que podrás defenderte por tu cuenta muy bien; pero ya hablaremos luego de eso. Primero hay que encontrar a Yukiho para curarte; después veremos qué pasa.

Unos cuantos Pokémon salvajes se apreciaban en los alrededores. Algunos eran algo intimidantes, por lo que Sunkern se asustó y se ocultó entre los brazos de Honoka más de una vez; las palabras que la chica le dijo no parecían haber tenido el efecto deseado.

―¿Qué pasa? ¿Acaso viste algo que te asustó? Tranquilo, no hay nada que temer. Yo estoy aquí y también Teddiursa.

―Sa... ―dijo el osezno con sequedad.

―Bueno, Teddiursa es un poco difícil de tratar... ¡pero no es un mal Pokémon! ¡Lo digo en serio!

―¿Sun...? ―preguntó Sunkern mirando a Honoka tímidamente.

―Tú también eres un muy buen Pokémon, o al menos eso es lo que vi. Tal vez algún día encuentres a un buen entrenador que vea eso.

―Sunkern...

―O tal vez sigas por aquí bebiendo rocío y teniendo una vida tranquila. No lo sé, no soy un Xatu.

El Pokémon planta decidió mirar mejor el rostro de la pelijengibre; podía sentir la energía que transmitía esta, casi como si fuera un pequeño sol. Irónicamente, aquella chica tan alocada le transmitía una enorme sensación de paz, por lo que, aprovechando eso, se acurrucó aún más entre sus brazos en busca de calma. Eso sí, decidió que no se dormiría; con Teddiursa mirándolo como si quisiera trocearlo no era prudente bajar la guardia ni por si acaso.

(...)

―¡Yukiho!

Onee-chan...

―Honoka-san...

Honoka finalmente volvió con sus compañeras de viaje.

―Yukiho, necesito pociones ahora mismo. Teddiursa, Gligar y este pequeño requieren atención.

―Entendido.

La castaña buscó en su mochila y sacó un par de botellas de poción. Honoka las tomó, sacó a Gligar de su Pokébola y aplicó la cura en todos.

―Listo. Con eso debería bastar.

―Ursa...

―Gli...

―Sunkern...

Onee-chan, ahora que tus Pokémon se sienten mejor, dime qué fue lo que pasó. ¿Cómo terminaron así? ―preguntó Yukiho.

Honoka contó los detalles de su encuentro con Sunkern y de la persecución posterior. A ratos, eso sí, hacía que la historia sonara más dramática de lo que en realidad era.

―Vaya... ―murmuró Alisa.

―Entonces, según lo que dijiste, Sunkern no es tu Pokémon.

―No, no lo es.

―¡Sunkern! ―exclamó el susodicho.

En el poco rato que llevaban de conocerse, Sunkern se había interesado mucho en Honoka. Además, con lo cobarde que era, necesitaba alguien que le brindara protección, y qué mejor que una entrenadora.

―¿Eh? ¿Sunkern? ―La comepan se sorprendió al ver al Pokémon moverse de manera inquieta, acercarse a su cintura, cabecear una Pokébola y entrar a ella como si nada; esta apenas se movió antes de que la captura se concretara.

―¿Qué acaba de pasar? ―preguntó tratando de entender la situación.

―Felicidades, onee-chan, capturaste a Sunkern ―dijo Yukiho en un tono neutro.

―¡¿Qué?!

―Es maravilloso, Honoka-san ―afirmó Alisa―. Nuestro equipo se agranda cada vez más.

Teddiursa, por su parte, lanzó un bufido; tendría que lidiar con el llorón de ahora en adelante.

―Pero... yo quería...

Onee-chan, acordamos que atraparías a un solo Pokémon en esta zona. Ya lo tienes, así que nos vamos.

Aunque Honoka no pretendía atrapar a Sunkern, no pensaba liberarlo. Él la había elegido como su entrenadora y no pensaba traicionar esa confianza.

―Bueno..., supongo que tienes razón. Entonces voy a sacarlo para que los demás lo conozcan.

La pelijengibre tomó la Pokébola y la lanzó al aire:

―¡Ve, Sunkern!

―¡Sunkern!

Tras sacar a su nuevo Pokémon, Honoka dejó salir a todos los demás, quienes se acercaron al de tipo planta; este comenzó a sentirse intimidado. Ni siquiera sirvió que los Pokémon de Alisa, sobre todo Iney, trataran de calmarlo.

―Yukiho-chan, también deberías llamar a tu nuevo Pokémon ―sugirió la rubia.

―¿Qué? ¿Nuevo Pokémon? ¿Cuándo...?

―Hace un rato. Los tuyos no fueron los únicos Pokémon que curé, ¿sabes? ―Hizo un breve alto―. Tuve que usar una poción con uno que estaba herido y se desplomó ante nosotras. Después lo atrapé.

―¿Y qué Pokémon es?

Yukiho sacó una Pokébola.

―¡Ve!

―¡Spear!

A Honoka y a Sunkern se les heló la sangre (o la savia, en el caso del Pokémon planta): la castaña había capturado al mismo Spearow que los había atacado hacía un rato. En cuanto el ave vio a su presa, se lanzó contra ella otra vez, provocando un enorme caos. Varios minutos pasaron antes de que las cosas se calmaran por fin.

(...)

―¡Miren, chicas, es ciudad Nanisore!

Honoka no cabía en sí de felicidad. Con el sol en el horizonte, estaba justo frente a su destino; ya podía sentir la medalla en sus manos y el sabor del triunfo en su boca.

―Con Sunkern en mi equipo dudo que puedan hacernos frente. ¡Rápido, ya quiero llegar! ―dijo mientras salía corriendo.

―¡Teddiursa! ―exclamó el osezno, más por las ansias de pelear que por la mención de Sunkern.

―¡Onee-chan, contrólate un poco! ―gritó Yukiho antes de correr tras ella.

―Me alegra ver a Honoka-san tan feliz por su nuevo Pokémon ―se dijo Alisa mientras proseguía su andar, aunque una sombra de preocupación cubrió sus ojos―. Lástima que el gimnasio Nanisore se especializa en el tipo fuego.


Lo diré sin rodeos: este capítulo se fue escribiendo sobre la marcha. Lo único que estaba 100% planeado era que Honoka atrapara a Sunkern; todo lo demás se fue dando circunstancialmente.

¿Por qué un Sunkern? Es por una carta de SIF en la que Honoka aparece en un campo de girasoles, y como ustedes ya saben, Sunkern evoluciona a Sunflora. Por cierto, espero que los haya convencido la personalidad del nuevo Pokémon de Honky; sentí que necesitaba un Pokémon cobarde y llorón en su equipo para que contrastara con los demás.

Por último, creo que ya pueden intuir qué se viene.

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