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Extra: Tratando de pensar en frío

- ¡Hitmonchan, usa Megapuño!

- ¡Ninetales, Ventisca!

- Hit... mon... ¡chan!

- Nine... ¡tales!

Un viento tan helado como para congelar lo que alcanzara dio de lleno contra el Pokémon tipo lucha, dejándolo fuera de combate.

- ¡Hitmonchan, no!

- ¡Hitmonchan no puede continuar, Ninetales gana! ¡La victoria es para Eli, la líder del gimnasio!

El adusto rostro de la ganadora daba miedo en ese momento; parecía esculpido en piedra.

- Pero cómo... Se suponía que tenía ventaja contra los tipo hielo -se quejaba el retador-. ¡Es imposible que perdiera! ¡Debiste hacer trampa!

- Primero, mi Ninetales es parte tipo hada, así que los ataques de lucha no son tan efectivos como con otros tipo hielo; segundo, la ventaja de tipo no es suficiente para ganar una batalla. Deberías saber eso.

- ¡Voy a volver pronto y obtendré mi medalla! ¡Ya lo verás! ¡Terminarás llorando y pidiéndome clemencia!

- Si no mejoras, ni te molestes en retarme otra vez. Ninetales, regresa.

El retador se fue ofuscado del gimnasio. En cuanto a Eli, dio media vuelta con la intención de dirigirse a otro lugar del edificio. Antes de retirarse, eso sí, le dijo lo siguiente a su ayudante sin voltearse a mirarla:

- Yoshino, voy a estar en mi oficina. No quiero que nadie me moleste.

- Como ordene, Eli-sama.

Tras esas palabras, la rubia dejó el campo de batalla.

Tal como su hermana Alisa le contó a Honoka, Eli era una líder dura e implacable. Era especialista en Pokémon tipo hielo, lo que, sumado a su carácter frío con sus oponentes y con la gente que no le agradaba, le había granjeado el apodo de la Reina de las Nieves. Por lo mismo, pocos se atrevían a hacerle frente.

En su oficina, sin embargo, la ojiazul mostraba un costado distinto de sí misma.

- Por fin algo de paz.

Tres fotos ocupaban un lugar principal en su escritorio. En la primera, una pequeña rubia sonreía con un hombre y una mujer adultos a cada lado; en la segunda, dos rubias, una mayor que la otra, miraban a la cámara; y en la tercera, una rubia y una pelimorada sonreían abrazadas. Cada vez que veía esas fotografías, Eli no podía evitar sentirse en calma consigo misma: ahí estaban sus seres queridos, aquellos que sabían que no siempre era la Reina de las Nieves y que en realidad tenía un corazón dulce y amable.

Sentada en una silla, la líder de gimnasio se enfocó de nuevo en las fotos. Hacía unos días que su hermana se había ido para iniciar su propio viaje, así que se sentía un poco sola.

- Alisa, espero que estés bien.

Mientras pensaba en su amada hermana, Eli comenzó a recordar cuando le dio su huevo Pokémon.

(...)

Flashback

- Alisa, ¿puedes venir un momento?

- Ya voy, onee-chan.

La menor siguió a la mayor por un pasillo del gimnasio. Llegaron a un salón en el que un huevo blanco se encontraba sobre un pedestal.

- Alisa, ha llegado el momento.

- ¿Momento? ¿De qué hablas, onee-chan?

- Durante estos años te he enseñado todo lo que sé sobre los Pokémon: sus debilidades y fortalezas, los cuidados que hay que tener con ellos, sus hábitats... Dime ahora, ¿te sientes lista?

- ¿Lista para qué?

- Solo responde.

- ... Sí, me siento lista.

- ¿Preparada?

- Preparada.

- Yo también lo creo.

- ¿Por qué me preguntaste esas cosas, onee-chan?

- Porque es hora de que pongas en práctica todo lo que aprendiste, y qué mejor forma que dándote algo que has querido desde hace tiempo.

Alisa comenzaba a sentirse ansiosa. En cuanto a Eli, se acercó al pedestal, tomó el huevo y caminó hacia su hermana con él.

- Alisa, a partir de hoy este huevo Pokémon te pertenece. Cuídalo mucho.

- Onee-chan...

La pequeña sintió cómo la alegría se desbordaba en su interior. Por fin tenía a su primer Pokémon, aunque aún no hubiese nacido.

- ¡Onee-chan! -exclamó abrazando a su hermana mayor-. ¡Gracias, gracias! Prometo que lo cuidaré bien y que el Pokémon que salga de ahí será mi amigo.

- Confío en ti, Alisa -dijo Eli, sonriendo.

(...)

Presente

- De ese huevo salió un Vulpix hembra que ella llamó Iney. Estoy segura de que se cuidarán mutuamente mientras dure su viaje.

De ahí se enfocó en la foto en la que aparecía con la pelimorada. Un solo pensamiento recorrió su cabeza en ese momento, uno que la había estado atormentando durante días y al que todavía no le encontraba solución:

- ¡¿Qué Pokémon le regalo?!

La chica era Nozomi, líder del gimnasio Washiwashi y su novia desde hacía tiempo. Las dos se habían conocido en un evento en una ciudad pequeña al que ambas fueron invitadas, y si bien la líder del gimnasio Harasho trató de mostrarse como siempre, levantando murallas de hielo figuradas para evitar que se le acercaran, la de Washiwashi logró traspasar todas sus defensas y descubrir su verdadero yo. Eventualmente, desarrollaron una amistad muy profunda que no tardó mucho en convertirse en amor. La ojiturquesa, a pesar de su labor como líder en su ciudad, se las arreglaba para viajar con frecuencia al hogar de la rubia (aunque en algo ayudaba el movimiento Teletransportación). Eso hacía que esta última no se sintiera tan sola.

Todo lo acontecido en la relación le hizo convencerse a Eli de una cosa: Nozomi era la persona con la que quería estar durante el resto de su vida, y eso significaba que debían hacer el intercambio. Ahí radicaba el problema: la combinación de los tipos favoritos de ambas era demasiado infrecuente, tan infrecuente que se limitaba a dos Pokémon de una misma cadena evolutiva.

- ¿Qué Pokémon le doy? Piensa, Eli, piensa... A quién quiero engañar, no hay más Pokémon con esa combinación. No sé qué hacer.

La puerta de la oficina abriéndose la sacó de su ensimismamiento. Una pelinegra bajita y de ojos rubí se hizo presente, para sorpresa de la rubia.

- ¡¿Nico?!

- Vaya forma de saludar, en especial cuando hacía un tiempo que no nos veíamos. Sí, soy yo. Aproveché mi estadía en esta ciudad para venir a visitarte.

- Le dije a Yoshino que no dejara entrar a nadie a este lugar.

- No la vi. Vine directo para acá.

La información no fue del agrado de la más alta.

- Esa Yoshino...

Nico era la líder del gimnasio Niconii y también una connotada artista. En ese momento estaba de visita en ciudad Harasho para una presentación.

- Bueno, ya estás aquí. Toma asiento.

- ¿Qué estabas haciendo antes de que llegara? -preguntó la aludida mientras cerraba la puerta.

- Pensaba.

- ¿En qué?

- Quiero dar el siguiente paso con Nozomi.

- ¿Siguiente paso? ¿Te refieres al intercambio?

- Sí. ¿Tú y Maki ya lo hicieron?

- Aún no, pero ya atrapé al Pokémon que pienso regalarle. Estoy segura de que se va a sorprender.

- Qué suerte tienes... Yo en cambio tengo que devanarme los sesos para darle uno a Nozomi -dio un suspiro-. ¿Recuerdas cuando te dije que quería capturar una Jynx para regalársela?

- Sí, y ya sabemos lo que pasó.

- Nozomi se me adelantó -dijo la rubia con algo de frustración-. No podía rechazarla, sabes que la amo.

- Y con eso perdiste tu oportunidad.

Eli no necesitaba que Nico le recordara aquello.

- Ya no puedo regalarle una Jynx o una Smoochum; sería redundante.

- ¿Qué tal si tenemos una batalla? Tal vez eso te ayude a despejarte y a pensar con claridad.

- Acabo de tener una -respondió la rubia atropelladamente.

- ¿En serio? ¿Y quién ganó?

- Yo, el tipo no supuso ningún reto para mí.

- Apuesto a que yo puedo ser mejor oponente -dijo la pelinegra mientras sacaba una Pokébola y la extendía frente a la cara de su amiga.

- Eh... No creo que sea buena idea luchar -replicó la rubia con nerviosismo.

- ¿En serio? -preguntó Nico con una sonrisa maliciosa en los labios-. Weavile lleva un tiempo sin afilar sus garras.

- Aleja eso de mí.

Eli se abrazó a sí misma y comenzó a tiritar ligeramente.

- Pero también es un Pokémon de hielo.

- ¡DIJE QUE ALEJARAS ESO DE MÍ!

Se veían pequeñas lágrimas en los azules ojos de la rubia. Además, tiritaba con mucha más fuerza que antes.

- Está bien, está bien.

La ojirrubí guardó la Pokébola en su bolsillo. Entre tanto, la puerta se abrió dejando ver a una alterada Yoshino. Al parecer, el grito de Eli había sido tan fuerte que había retumbado por todo el gimnasio.

- ¡¿Pasó algo, Eli-sama?!

A pesar de que los temblores persistían, con menor intensidad, eso sí, la entrenadora tipo hielo decidió evitar que las cosas pasaran a mayores.

- Nada... No pasó nada -respondió desviando la mirada.

- Buenas tardes, Yoshino.

- ¡Nico-sama! Qué sorpresa, no esperaba verla por acá... ¿Pero no se suponía que nadie podía entrar, Eli-sama?

- Era tu trabajo encargarte de eso, Yoshino -reclamó la aludida, recuperando la compostura.

- Discúlpeme, nunca pensé que alguien vendría mientras estaba en el baño.

La ojiazul solo suspiró.

- A esta altura da igual. Ahora cumple con tu trabajo y no dejes que nadie más venga.

- Como ordene, Eli-sama, y perdón por mi descuido -respondió la asistente mientras hacía una reverencia. Tras eso, se retiró, no sin antes cerrar la puerta.

- En serio deberías ver eso -dijo Nico rompiendo el breve silencio que se produjo tras la marcha de Yoshino.

- ¿Ver qué?

- Tu problema con los Pokémon de oscuridad. ¿Te imaginas lo que pasaría si se extiende esa información por Otonokizaka? Ya lo estoy viendo: «Primicia: La Reina de las Nieves le tiene miedo a los Pokémon de oscuridad».

- ¡No te burles de mí!

- Solo estoy diciendo los hechos. Has tenido suerte de que hasta ahora no te has enfrentado a ninguno en una batalla de gimnasio, ¿pero qué pasaría si eso ocurriera? Lo más probable es que te quedarías llorando y temblando como una jalea mientras a tus Pokémon les dan una paliza.

- ... No entiendo cómo te gustan Pokémon como esos.

- Les encontré su encanto. Son lindos como la gran Nico Nii.

Eli lanzó un suspiro largo como respuesta.

- Ya, hablando en serio, deberías solucionar tu problema con los Pokémon de oscuridad. Ni Nozomi les teme, y eso que tienen ventaja sobre los de ella.

- ... Nos estamos desviando del tema, Nico. Quiero ver qué Pokémon le regalo a Nozomi. Mis miedos... dejémoslos para después.

- Como quieras -dijo la pelinegra con tono molesto-. Yo quería ayudar.

- Pues ayúdame con lo importante aquí. Dame ideas.

La líder del gimnasio Niconii lanzó un ruidoso resoplido.

- Veamos..., Jynx no porque ella ya te dio una... Smoochum sería prácticamente lo mismo... Tal vez Froslass. Sé que no es un Pokémon psíquico, pero a ella también le gustan los fantasmas.

- Conseguí una hace poco, y se supone que no puedes regalar un Pokémon que tengas tú; debe ser único para ella.

- Me la estás poniendo difícil.

Nico comenzó a rascarse la cabeza. Realmente no era dada a pensar mucho, pero no podía irse dejando a su amiga sin alternativas, menos sabiendo que quería afianzar su relación.

Finalmente, tras considerar muchas opciones, encontró una que podría ser buena.

- ¿Por qué no le regalas un Eevee?

- ¿Un Eevee?

- Sí, tú tienes un Glaceon, ¿no? ¿A qué otros Pokémon puede evolucionar?

- A Vaporeon, Jolteon, Flareon, Espeon... ¡ESPEON!

- Sí, un tipo psíquico. Sé que no va a tener una combinación de tipos como querías, pero...

- Podría funcionar.

Los azules ojos de Eli empezaron a brillar, pero de repente recordó algo que le hizo poner una objeción a la que parecía una buena idea:

- Tú tienes un Umbreon. ¿No sería casi como...?

- ¿Qué clase de excusa es esa, Eli? Tú eres la que va a hacer el intercambio, no yo.

La rubia se avergonzó de haber pensado lo que pensó; había sido un impulso un tanto infantil.

- Si de todas maneras quieres involucrarme, dile que se trata de un regalo por parte de ambas: mío en calidad de mejor amiga y tuyo en calidad de novia. Digo, los mejores amigos también hacen intercambios a veces, ¿no?

- Tienes razón, Nico. Creo que finalmente encontré la solución que quería. Gracias por la ayuda.

- No podías esperar menos de la gran Nico Nii -dijo la pelinegra con tono presuntuoso y haciendo una pose para acentuar su aire de arrogancia-. Ahora, pasando al tema de los Pokémon de oscuridad...

- ¡Un problema a la vez, Nico!

- Oye, esto es serio. Como líder de gimnasio, no puedes...

Las palabras de la bajita murieron en su boca. Su celular estaba sonando y debía contestar.

- ¿Aló?... Sí, soy yo. ¿Qué quieres?

Por la expresión de Nico, Eli intuyó que estaba tratando algo importante.

- Bien... Bien... Estaré allí en unos minutos. Adiós.

- ¿Quién era?

- Era Sora, mi representante -respondió la pelinegra cortando la llamada-. Me dijo que estaba todo listo para mi último ensayo antes de la presentación y que debía volver al hotel cuanto antes.

- Ya veo. Bueno, si estás ocupada, no te retendré.

- Antes de irme, quiero que me confirmes algo: ¿es verdad que Alisa empezó su propio viaje? Nozomi me comentó de eso hace poco.

- Sí, es verdad -respondió la rubia con un tono algo nostálgico-. Era momento de que comenzara a explorar el mundo por su cuenta.

- Me pregunto si hará eso que tenía en mente y que me contó una vez. Sea eso lo que elija o no, solo queda desearle lo mejor... Bueno, llegó el momento de irme. Ya me pondré en contacto contigo. Adiós, ojalá nos veamos pronto.

- Adiós y buena suerte en el concierto. Ah, y nuevamente gracias por ayudarme.

- No hay de qué. ¡Nico Nico Nii! -exclamó mientras realizaba un curioso gesto. Tras eso, se retiró.

- Esa Nico... Sigue igual que siempre. Bueno, no puedo quejarme, su visita resultó ser de ayuda.

Ya habiendo decidido qué Pokémon le daría a su amada Nozomi, lo único que había que hacer era encontrarlo. Ya tenía una idea del sitio, no obstante: el mismo en donde capturó a su Glaceon.

Determinada a llevar a cabo su plan, salió de su oficina y se dirigió a su habitación. Yoshino la vio al pasar, sorprendiéndose por la cara de confianza que mostraba la líder.

- ¿Pasó algo, Eli-sama?

- Yoshino, el gimnasio estará cerrado mañana.

- ¿Eh? ¿Cómo dijo?

- Dije que el gimnasio estará cerrado mañana. Tengo algo importante que hacer y no estaré disponible.

- ¿Puedo saber qué?

Eli solo sonrió y dijo:

- Secreto.

No queriendo revelar nada, reemprendió el rumbo hacia su habitación.

En lo que respecta a Yoshino, quedó descolocada: su jefa no solía hablar con ella en un tono tan juguetón.

- Quizá Nico-sama le contó algo sobre Nozomi-sama y eso la puso de buen humor. No es que me competa, pero... a veces quisiera que Eli-sama confiara más en mí y me tratara un poco mejor.

Volviendo con la rubia, una vez en su cuarto sacó una mochila de su clóset y comenzó a guardar todo lo que iba a necesitar; estaba empecinada en regresar a ciudad Harasho con un Eevee para dárselo a su traviesa Nozomi.

- Todo sea por el amor.

No había dudas en su mente: el siguiente sería un gran día.


Hasta aquí el primer extra de esta historia.

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