Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El amor llega en dragón

Volvemos con la historia regular.


Con su hermana Yukiho como nueva integrante del equipo y con la Medalla Tallo del gimnasio Tasukete en su poder, Honoka y su comitiva se dirigían a ciudad Nyanya para su segundo reto oficial. Mientras caminaba, la pelijengibre cantaba una alegre canción junto a Teddiursa, quien hacía los coros.

- Onee-chan, ¿podrías caminar en silencio?

- No puedo, Yukiho. Estoy demasiado feliz para estar callada.

- ¡Teddiursa!

- Entonces siempre estás feliz.

- ¡Yukiho, eres mala! -exclamó Honoka haciendo un puchero.

- Yukiho-chan, no veo qué tiene de malo que tu onee-chan cante. De hecho, me gusta que sea así de alegre.

La castaña se sonrojó ligeramente.

- En serio no puede ser tan linda.

A pesar de su nerviosismo, trató de poner la nota de cordura.

- Como sea, onee-chan, vas a tener que entrenar muy duro para tu siguiente duelo de gimnasio. Tus Pokémon son fuertes, pero eso no es suficiente para garantizarte medallas.

La verdad era que, a pesar de llamarse a sí misma entrenadora, Honoka no era muy dada a entrenar a sus Pokémon, dependiendo más de su fuerza innata, y teniendo dos Pokémon relativamente poderosos como Teddiursa y Komala, más flojera le daba entrenar.

- Yukiho, suenas como mamá.

- Ella de seguro te diría lo mismo. Alisa-chan...

- ¿Sí?

Nuevamente la castaña comenzó a ponerse nerviosa: ese pelo rubio y esos ojos azules tenían un extraño poder sobre ella.

- Alisa-chan..., tú... tú...

- ¿Yo qué?

- ¡Tienes que ayudarme a que onee-chan entrene a sus Pokémon como corresponde!

Yukiho habló tan atropelladamente que Alisa no pudo entender lo que decía.

- ¿Podrías repetir lo que dijiste, por favor?

- Tienes que... ayudarme a... que onee-chan... entrene a sus Pokémon... como corresponde.

La de ciudad Harasho soltó una risita.

- De acuerdo, lo haré.

- Qué risa tan bonita.

Mientras las menores interactuaban, Honoka aprovechaba de mirarlas con una sonrisa en su rostro.

- Me alegra ver que se lleven bien, Teddiursa.

- Sa.

- Creo que se volverán grandes amigas.

- Teddiursa.

- Por cierto, Honoka-san...

La rubia enfocó de repente su atención en la pelijengibre.

- ¿Sí, Alisa-chan?

- ¿Qué clase de Pokémon te entregó Hanayo-san? Aún no lo hemos visto.

- Cierto. ¿Por qué no lo averiguamos?

Honoka tomó la Pokébola que le entregó la líder del gimnasio Tasukete y dejó salir al Pokémon que se encontraba adentro.

- ¡Shroomish!

«Shroomish, el Pokémon Hongo. Tipo planta. Vive en las zonas húmedas de los bosques. Cuando se siente amenazado, lanza un polvo tóxico desde la parte superior de su cabeza».

- Un tipo planta, como se esperaba de Hanayo-san.

- ¡Shroomish! -Se le notaba algo inquieto.

- ¿Y en qué evoluciona?

- ¿En serio no lo sabes, onee-chan?

- No, je, je, je, lo siento. Me gustan los Pokémon, pero no estudiar sobre ellos.

- Ay, onee-chan...

Yukiho lanzó un suspiro de frustración.

- Dudo que hubieses llegado tan lejos si no hubieras conocido a Alisa-chan. Tienes suerte de que sea hermana de una líder de gimnasio.

Honoka hizo un puchero y decidió consultar su Pokédex.

«Breloom, el Pokémon Hongo y la forma evolucionada de Shroomish. Tipos planta y lucha. Ataca a sus enemigos liberando esporas venenosas y luego los remata con poderosos puñetazos».

- Tipos planta y lucha... Eso significa que...

A pesar de no ser una lumbrera, Honoka se dio cuenta de la clase de reto que le esperaba en el gimnasio Nyanya. Tras tragar saliva, miró a Teddiursa, quien se encontraba en sus brazos.

- ¿Teddiursa?

- ¿Qué pasa, Honoka-san?

La cara de la mayor era digna de un funeral. El hecho de que no supiera tanto como debería sobre Pokémon no significaba que fuera una completa ignorante.

- Con Teddiursa y Komala voy a tenerla difícil.

- ¡Shroomish!

El Pokémon planta salió corriendo; no conocía a ninguna otra persona aparte de Hanayo y Yurika, así que verse de repente con tres extrañas y un Teddiursa glotón fue motivo más que suficiente para asustarlo.

- ¡SHROOOOOOOOMISH!

- ¡Shroomish, vuelve aquí!

- ¡Ursa, Sa!

Las tres chicas salieron en persecución del Pokémon planta.

- ¡¿Cómo un Pokémon con piernas tan cortas puede correr tan rápido?! -se quejó Yukiho.

- ¡Hanayo-chan me matará si no lo entregó en el gimnasio Nyanya!

- ¡Iney, ve y usa Polvo de nieve!

Alisa llamó a la acción a su Pokémon, quien disparó una ráfaga de aire frío frente a Shroomish, creando un pequeño muro de hielo que le cortó el camino.

- ¡Mish!

- ¡Shroomish, regresa!

La pelijengibre regresó al escurridizo Pokémon planta a su Pokébola.

- Eso estuvo cerca.

- Sa.

- Parece que tendremos que apurarnos en llegar a ciudad Nyanya. Nadie nos asegura que Shroomish no hará lo mismo otra vez.

- Buen trabajo, Iney.

- ¡Vul!

Las aventureras decidieron continuar con su viaje.

(...)

Uno de los obstáculos a atravesar en el camino que separaba a ciudad Tasukete de ciudad Nyanya era una ruta montañosa bastante dura. En ese lugar vivían Pokémon como el Gogoat desbocado de la otra vez.

Cuando las chicas llegaron al inicio de aquella ruta, notaron que la oficial Jenny local conversaba con un asustado joven. Un Growlithe se encontraba junto a ella.

«Growlithe, el Pokémon Cachorro. Tipo fuego. Growlithe es sumamente leal a su entrenador, a quien protege con ladridos y mordidas. Su sentido del olfato está muy desarrollado».

- Se lo juro, oficial Jenny. Unos ladrones me atacaron en la cuesta y se llevaron todas mis Pokébolas. ¡No sé qué haré si mis Pokémon no vuelven conmigo!

- ¿Cuántas eran las personas que lo atacaron?

- Tres.

- Mmm... Esto se oye mal. Creo que tendré que pedir refuerzos.

- ¡Growlithe!

- Disculpe, oficial...

Honoka se involucró en la conversación.

- ¿Es cierto eso de que hay ladrones de Pokémon en la ruta?

- ¡Lo es! ¡Créeme que lo es! -exclamó el joven asaltado.

- Nos dirigimos a ciudad Nyanya. Debemos atravesar esa cuesta -informó Yukiho.

- ¡No lo hagan! ¡Si quieren conservar a sus Pokémon, aléjense de ese lugar!

- Este es un tema de investigación, pero lo más recomendable es que no se acerquen por el momento -comunicó la oficial Jenny.

- ¿Qué hacemos, Honoka-san?

- Si quieres mi consejo, mejor esperemos a que se calmen las cosas, onee-chan.

La comepan pareció evaluar las opciones brevemente. Al final, su respuesta fue clara y concisa:

- Sigamos.

- ¡¿No me oíste?! -gritó el hombre alterado-. ¡Están robando Pokémon! ¡Podrías quedarte sin ese Teddiursa que estás cargando!

- ¡Ursa!

- Onee-chan, sé que no es tu fuerte, pero piénsalo bien.

- ¿Estás segura de que es la decisión correcta, Honoka-san?

- Yukiho, Alisa-chan, sé que más adelante puede haber ladrones de Pokémon; pero recuerden que nos espera no solo mi siguiente batalla de gimnasio, sino también alguien que está aguardando recibir algo muy importante.

La ojiazul mayor sacó la Pokébola de Shroomish y la contempló por unos segundos.

- Hay algunos riesgos que tenemos que asumir.

- ¡¿Pero qué pasará si te quitan a Teddiursa?!

- No dejaremos que eso pase. ¿Verdad, Teddiursa?

La contagiosa determinación de Honoka tuvo efecto en su Pokémon.

- ¡Teddiursa!

En respuesta, Yukiho lanzó un resoplido de derrota.

- No te pongas a llorar si pasa algo, onee-chan.

- ¡En marcha!

- Si decides continuar tu camino, no te detendré, pero ten mucho cuidado. Trata de contactarte con la policía si de verdad hay ladrones en ese lugar.

- ¡Growlithe!

- Descuide, oficial Jenny, lo haré. ¡Muy bien, chicas, vámonos!

- ¡Teddiursa!

Honoka se adelantó unos metros, dejando a sus compañeras atrás.

- ¡Oye, chiquilla, no estoy mintiendo! ¡Hay ladrones allá arriba!

La ojiazul no escuchó la advertencia.

- Vamos, Yukiho-chan. No hay que perder de vista a Honoka-san.

Las dos menores comenzaron a caminar más rápido.

- Alisa-chan..., quisiera que onee-chan me hiciera caso.

La mirada de la chica era un tanto apesadumbrada.

- ¿Yukiho-chan?

- Onee-chan es tonta, algo infantil e impulsiva..., pero es la persona que más quiero en este mundo. No quiero volver a verla como la vi.

- ¿A qué te refieres, Yukiho-chan?

La castaña solo guardó silencio.

(...)

Tres años antes

Honoka había vuelto a su casa desde el laboratorio de la profesora Minami. Los rastros secos de sus lágrimas seguían siendo bastante notorios; despedirse de sus mejores amigas no había sido nada fácil.

Ya en su hogar, lo primero que hizo fue dirigirse a su habitación y encerrarse ahí.

- Chicas, buena suerte en su viaje. No importa cuánto tiempo me tome, pero yo también haré lo mismo algún día.

Pequeños sollozos acompañaban sus pensamientos.

En medio de su tristeza, escuchó que golpeaban la puerta.

- ¡Onee-chan!

No hubo respuesta.

- ¡Onee-chan, ¿puedo pasar?!

Mismo resultado.

Como nadie le dijo que no, Yukiho entró al cuarto. Vio a Honoka tendida de lado sobre la cama con los ojos rojos e hinchados.

- Onee-chan, ¿estás bien? ¿Te traigo algo de comer?

La pelijengibre no reaccionaba. El dolor la había dejado sin palabras.

- Sé que es difícil despedirte de tus mejores amigas, pero no dejes que eso te deprima... No dejes que eso acabe con esa alegría que te caracteriza.

Yukiho colocó su mano sobre la cabeza de Honoka.

- Sabes que aquí estoy para lo que necesites, y también mamá y papá. Por favor, no pierdas tu esencia. Antes de que te des cuenta, las verás de nuevo.

A pesar de que la menor trataba de consolar a su hermana, de a poco se iba contagiando de su tristeza. No aguantaba verla así.

- Voy a estar en mi habitación por si quieres algo, onee-chan.

Yukiho dejó sola a Honoka y se dirigió a su propio cuarto. Una vez ahí, no pudo soportarlo más y lloró como nunca antes lo había hecho, dejando fluir las lágrimas que se le agotaron a su hermana.

(...)

Actualidad

- Nunca había visto a onee-chan tan decaída antes, y eso también me terminó afectando a mí. Yo estaba acostumbrada a verla como la ves tú: una chica torpe, llena de vida y determinada a hacer las cosas; pero la onee-chan que veía en ese momento era todo lo contrario. Tardó mucho tiempo en volver a ser como era.

- Honoka-san me había contado algo al respecto.

- Conozco a mi onee-chan y sé cuánto le duele perder las cosas que son importantes para ella. Que Kotori-san y Umi-san se fueran sin ella fue un golpe demasiado duro. Podría terminar igual si pierde a sus Pokémon.

Yukiho hizo una pausa.

- Aunque quisiera, no podría ayudarla si los ladrones la atacan. Todavía no tengo ningún Pokémon con el cual luchar.

Unas pocas lágrimas se asomaban por los ojos de la castaña.

- Onee-chan, ya sé cómo te sentiste en ese momento. Yo me sentí igual cuando te fuiste de la casa.

- Yukiho-chan...

Los azules ojos de Alisa se posaron en la aludida, quien se sonrojó al verla tan cerca.

- ..., eres una buena hermana.

Yukiho se ponía cada vez más nerviosa. No entendía cómo Alisa podía ser tan linda.

- No sé cuántas personas se preocuparían así por un ser querido. Creo que muchas se hubiesen hecho a un lado en una situación así y esperarían a que los problemas se resolvieran solos.

Eso era verdad: incluso aunque Honoka no le hablara, Yukiho siempre trataba de estar ahí, llevándole comida y conversándole. Producto de todo el tiempo que pasaban juntas, la relación entre ambas hermanas se fue haciendo cada vez más estrecha, y, eventualmente, Honoka terminó abriendo su caparazón y recuperando poco a poco su antiguo ser.

- Debiste haber soportado mucho dolor viendo a Honoka-san así.

- En eso ella me gana -replicó Yukiho mientras se calmaba un poco-. Ella soportó el dolor del abandono por tres años. Yo solo aguanté una semana -finalizó con una sonrisa triste.

(...)

El pedregoso camino de la cuesta hacía sus efectos en los pies de las jóvenes. De todas formas, Honoka trataba de mantener el buen ánimo haciendo lo de siempre: cantar mientras Teddiursa era su segunda voz.

- Onee-chan, no estoy de humor para escucharte. Me duelen los pies y tu canto hace que me duelan los oídos.

- Yukiho, eres mala. ¿Qué tiene de malo que me divierta un poco?

- ¡Teddiursa, Teddiursa!

Algunos Pokémon eran testigos de la travesía de las viajeras: unos cuantos Gogoat se veían en los riscos, además de uno que otro Pokémon de roca.

- ¿Crees que de verdad haya ladrones en esta cuesta, Honoka-san?

- No, no lo creo. Probablemente ese hombre se confundió.

- ¿Y si no, onee-chan?

Honoka prefería mantenerse positiva: ningún delincuente aparecería en su camino, al menos eso quería pensar.

Sin embargo, algo pasó que le alteraría el panorama.

La Pokébola donde estaba Shroomish comenzó a agitarse por su cuenta. Casi inmediatamente, el Pokémon Hongo salió de ahí.

- ¡Shroomish!

- Como antes, Shroomish se lanzó a la carrera, tratando de escapar de las chicas.

- ¡Vuelve aquí, este camino es complicado!

- ¡Sa, Sa!

Honoka salió persiguiendo de nuevo al Pokémon planta, quien no tenía ninguna intención de dejarse atrapar.

- ¡Vamos, Yukiho-chan! ¡Honoka-san nos necesita!

Alisa tomó la mano de la castaña y ambas comenzaron a correr.

- ¡Está tomando mi mano! ¡Tranquila, Yukiho, no te pongas a sudar! ¡Mantén la calma!

En cuanto a la rubia, tenía preparada la Pokébola de Iney por si acaso.

- ¡Ahora sí Hanayo-chan me matará si se entera!

(...)

Mientras tanto, en el gimnasio Tasukete:

Hanayo y Yurika se encontraban cuidando las plantas del invernadero. Hoppip y Chespin ayudaban también.

- ¡Achú!

- ¿Se resfrió, Hanayo-san? ¿O tal vez es una alergia?

- Creo que alguien está hablando de mí, Yurika-chan.

(...)

- Ese tonto tenía unos Pokémon bastante interesantes.

- Sí, y ahora son nuestros, ja, ja, ja.

- Ojalá vengan más incautos con Pokémon que podamos robar.

Tres hombres descansaban sobre unas rocas. Efectivamente, ellos eran los ladrones que habían atacado al joven hacía poco.

- ¡Shroomish!

- ¡Shroomish, vuelve aquí!

- ¡Teddiursa!

Los maleantes vieron algo que hizo que sus ojos brillaran con el fulgor de la codicia: un Shroomish y un Teddiursa se acercaban a donde ellos estaban, y la única persona con ellos era una chica con aire de tonta; robar parecía pan comido.

- ¡Alto ahí!

Honoka se detuvo de golpe frente a los tres hombres. Se veían realmente amenazantes.

- ¡¿U-u-u-u-ustedes son los ladrones?!

- Somos más bien los encargados del peaje de esta montaña -dijo el que parecía ser el líder-. El costo para pasar son esos Pokémon que están junto a ti. Dánoslos por las buenas o tendremos que tomar medidas extremas.

- ¡¿Mish?!

- ¡¿Sa?!

- ¡No! ¡No les entregaré a ninguno!

En medio de aquella escena, se hacían presentes Alisa y Yukiho.

- ¡Honoka-san!

- ¡Onee-chan!

- ¡Vaya, vaya, más gente! Espero que traigan Pokémon con ustedes que puedan darnos.

Alisa sujetó la Pokébola de Iney. Por ningún motivo pensaba entregarla.

- ¡Nunca!

- Sabía que no debíamos haber venido aún.

- Muy bien, no nos dejan otra alternativa. Queríamos ser buenos, pero lamentablemente no quisieron cooperar. ¿Qué opinan, muchachos? ¿Vamos con todo?

- ¡Sí, jefe! -gritaron al unísono.

- ¡Ve, Fearow!

- ¡Ve, Shelgon!

- ¡Ve, Fraxure!

Tres Pokémon de aspecto intimidante fueron llamados a la batalla. Lo peor del caso era que todos estaban evolucionados; las chicas tenían una seria desventaja.

- ¡Teddiursa, vamos!

- ¡Teddiursa!

- ¡Tú también, Komala! -exclamó Honoka mientras lo llamaba para combatir.

- Buah.

- ¡Ve, Iney!

- ¡Vulpix!

El aroma del combate se podía oler en el aire.

- Definitivamente voy a disfrutar llevarme sus Pokémon cuando terminemos. ¡Fearow, Pico taladro!

- ¡Shelgom, Aliento de dragón!

- ¡Fraxure, Golpe venenoso!

- ¡Hay que contraatacar! ¡Teddiursa, Karatazo! ¡Komala, Golpazo!

- ¡Iney, Polvo de nieve!

- ¡Shroomish! -exclamó el Pokémon mientras lanzaba Paralizador.

Los ataques impactaron creando un verdadero desastre. Por supuesto, la diferencia de poder se hizo evidente: los Pokémon de las chicas quedaron fuera de combate.

- ¡No!

- Demasiado fácil. Hora de llevarnos nuestro botín. Chicos...

- ¡Sí, jefe!

Los ladrones fueron a recoger los Pokémon de las chicas, pero Honoka se puso frente a ellos como escudo humano.

- ¡No voy a dejar que se los lleven!

- Eso no lo decides tú. Perdiste.

- ¡Hazle caso al jefe!

- ¡Teddiursa y los demás son mis amigos!

- Muévete.

- ¡No lo haré!

Los ojos de Honoka lucían algo humedecidos. No obstante, su semblante era serio y su ceño estaba fruncido: no era el momento de ser la chica distraída de siempre.

- Muévete ya.

- ¡Jamás!

- ¡Fearow, Pico taladro!

- ¡Fearrrr!

- ¡Honoka-san!

- ¡Onee-chan!

La pelijengibre cerró los ojos con fuerza esperando al impacto.

- ¡Druddigon, usa Lanzallamas!

- ¡DRU!

Ardientes llamas golpearon a Fearow antes de que pudiese dañar a Honoka.

- ¿Eh? ¿No pasó nada?

- ¡No puede ser! ¡¿Quién se atrevió a atacarnos?!

- ¿De dónde vino ese Lanzallamas? -le preguntó Yukiho a Alisa.

La rubia tampoco lo sabía, pero apenas se volteó pudo darse cuenta de la fuente del ataque.

Un Druddigon de rostro fiero se encontraba junto a una chica de pelo castaño y ojos verdes. La amplia frente de ella resaltaba mucho.

- ¡¿Quién te crees que eres?!

- Alguien que odia a los ladrones de Pokémon.

Honoka se volteó un poco y pudo ver a la extraña. Emitía un aura de seguridad y de poder.

- ¿Quién será ella?

- No permitiremos que alguien nos interrumpa. Esos Pokémon ahora son nuestros, y tu Druddigon también se les unirá.

- Ya veremos.

- ¡Fearow, Pico taladro!

- ¡Shelgon, Cabezazo!

- ¡Fraxure, Garra dragón!

Ni la chica ni su Druddigon se movieron hasta que sus oponentes estuvieron lo suficientemente cerca.

- ¡Druddigon, usa Cola de dragón!

La cola del Pokémon de la extraña empezó a brillar con un resplandor verdoso antes del ataque, el cual fue suficiente para que todo terminara.

- ¡No puede ser!

- En lo que a mí respecta, con eso bastará para que dejen en paz a estas chicas. Lo demás...

El ruido de unas sirenas se dejó escuchar en el aire.

- ... correrá por parte de la oficial Jenny -dijo la ojiverde, agitando un celular en su mano.

Los tres ladrones no tenían escapatoria.

- No puede ser que hayamos perdido contra unas mocosas.

(...)

Una vez que el trío de delincuentes fue arrestado, Honoka y sus acompañantes se centraron en la extraña. Para entonces, el Druddigon de esta última descansaba en su Pokébola.

- Gracias por ayudarnos. No sé qué habríamos hecho si ellos se hubieran llevado a nuestros Pokémon.

- No hay de qué. Ahora voy a curarlos.

La castaña sacó toda clase de pociones y antídotos de su mochila, que posteriormente aplicó en los Pokémon de las chicas.

- ... Ursa...

- ... Buah...

- ... Vul... pix...

- ... Mish...

- Eso bastará por ahora. Creo que lo mejor es que los regresen a sus Pokébolas para que puedan recuperar bien.

Las muchachas obedecieron. El único que se quedó afuera fue Teddiursa, quien se durmió en los brazos de su entrenadora.

Honoka veía atentamente a la desconocida. Le sorprendió cómo había manejado la situación con los ladrones, y no solo eso: mirándola de cerca, se le hacía bastante atractiva.

- Eh..., disculpa...

- ¿Sí?

- Tú... este... quiero decir..., eres genial. Quisiera ser tan fuerte como tú -soltó Honoka sin contenerse.

La chica solo se rio.

- Eres muy graciosa.

La pelijengibre respondió con un puchero.

- Lo digo en serio.

- Tranquila, tranquila, no me estoy burlando ni nada. Todo lo contrario, me gusta tu entusiasmo.

Honoka se sintió halagada. Inclusive se sonrojó un poco.

- Muchas gracias, ah... ah...

- Mi nombre es Tsubasa. ¿Cuál es el tuyo?

- Soy Honoka, y ellas son mi hermana Yukiho y Alisa-chan.

- Mucho gusto.

- Igualmente -respondieron ambas al mismo tiempo. Eso causó que se miraran, aumentando el nerviosismo de Yukiho.

Tsubasa miró con atención a la rubia.

- ¿Te han dicho que te pareces a la líder del gimnasio Harasho?

- Ella es mi onee-chan -reveló Alisa, para sorpresa de la de frente amplia-. ¿La conoces?

- Sí, la conozco.

- Tsubasa. ¿Por qué me suena ese nombre? -pensaba Yukiho.

- Ahora que la veo más de cerca, creo que he visto su cara en alguna parte. -Hizo lo mismo Alisa.

- ¿Y a dónde iban?

- A ciudad Nyanya. Voy por una batalla de gimnasio.

- Oh, así que aspiras a competir en la Liga.

- Sí, de hecho acabo de ganar la Medalla Tallo en el gimnasio Tasukete.

- Vaya, eso es muy impresionante. Ojalá tengas éxito en tu siguiente reto.

Alisa y Yukiho veían la interacción entre ambas con atención. Honoka se veía bastante cómoda hablando con Tsubasa y esta parecía disfrutar la conversación. El mal rato de antes había quedado atrás.

- Ojalá yo pueda conversar así de calmada con Alisa-chan algún día.

De repente, la ojiverde dijo:

- Creo que les estoy quitando tiempo de viaje. Ciudad Nyanya está a una buena distancia de aquí y todavía hay que caminar bastante para llegar. Mejor me retiro.

- Espera, Tsubasa-san, ¿en serio tienes que irte?

- Sí, no quiero ser un estorbo para ustedes. Además, sus Pokémon tienen que descansar.

Honoka puso una cara un poco triste. De verdad se había llevado bien con la castaña.

- ¿Crees que... te volvamos a ver?

- Estoy segura de que sí. Bueno, ahora sí me voy. Adiós, chicas, suerte en su viaje.

Tsubasa se marchó en dirección opuesta a la de las viajeras. Fue entonces que tanto Yukiho como Alisa reaccionaron.

- ¡Ah!

- Ahora recuerdo por qué su cara me parecía conocida.

- ¿Qué? ¿Qué pasa, chicas? ¿Algo ocurre con Tsubasa-san?

- Honoka-san...

- Onee-chan...

Ambas hicieron una breve pausa antes de exclamar lo siguiente al unísono:

- ... ¡Tsubasa-san es miembro de la Élite Cuatro!

- ¿La Élite Cuatro?

- Los entrenadores más fuertes de la región, solo por debajo del campeón -señaló Alisa.

Honoka quedó impactada. Eso explicaba su poder.

- ¡NO PUEDE SER!

El grito fue tan fuerte que Tsubasa, que aún no se había alejado tanto, se volteó y miró a Honoka con una sonrisa en los labios.

- Sí, soy de la Élite Cuatro. Tal vez en algún momento tengamos que enfrentarnos.

Dicho eso, retomó su camino.

El breve encuentro con Tsubasa había marcado a Honoka a fuego: quería volverse tan fuerte como ella. Así podría mostrarse como alguien digna ante sus ojos.

Un nuevo objetivo se había trazado en su lista.

- Chicas, hay que seguir. Ciudad Nyanya nos espera. ¡Faito dayo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro