Duras enseñanzas
Honoka y su grupo habían llegado a un pequeño pueblo en su camino a ciudad Nanisore. Un sitio así perfectamente podría haber servido como una parada de descanso, de no ser por algo que vieron pegado en una pared.
- ¡Chicas, miren! ¡Tsubasa-san va a estar aquí!
- ¿Qué, en serio? –preguntó Yukiho.
En efecto, la integrante de la Élite Cuatro de Otonokizaka daría una charla sobre Pokémon en la escuela del pueblo, con entrada gratis para cualquier interesado.
- ¡Vayamos a verla! Me gustaría conversar con ella.
- ¿No la importunaremos? Además, solo la hemos visto una vez. De no ser por ella, te habrías quedado sin Pokémon, onee-chan –señaló Yukiho en un tono un tanto acusador.
- No me recuerdes eso –dijo Honoka haciendo un puchero.
- Creo que sería interesante ir –opinó Alisa–. Tsubasa-san es una entrenadora con mucha experiencia. De seguro conoce muchas cosas increíbles sobre los Pokémon que nosotras no.
- ¡Excelente! Entonces vayamos. Tú opinas igual, ¿verdad, Teddiursa?
- Teddiursa, Teddiursa.
- ¡Andando!
Honoka se puso en marcha, pero había un pequeño detalle que no consideró.
- Onee-chan, ¿sabes dónde está la escuela del pueblo?
La pelijengibre se detuvo abruptamente y volteó su cabeza como una poseída.
- Eh... Je, je, je, creo que mejor le pregunto a la gente –dijo mientras se rascaba la cabeza y sacaba la lengua.
- Ay, onee-chan, nunca vas a cambiar –comentó Yukiho con resignación.
- ¿Sabes, Yukiho-chan? Soy consciente de que Honoka-san es energética, pero ahora parece más motivada de lo normal. Supongo que es porque verá a Tsubasa-san.
La castaña miró de reojo a la chica que le robaba los suspiros.
- ... Siento pena por Tsubasa-san.
(...)
Tras las respectivas consultas, las chicas se dirigieron a la escuela del pueblo. La gran cantidad de niños felices corriendo hacia la entrada les ayudó a distinguir el lugar correcto.
- Así que Tsubasa-san vendrá a este lugar... Ya ansío verla –dijo una feliz Honoka.
- Recuerda que ella vino para una charla, no para vernos –le recordó Yukiho.
- Yo seré feliz si puedo hablar aunque sea un minuto con ella. ¡Ella es muy genial!
- ¡Sa, Sa!
El ánimo de Honoka contagió a Teddiursa, aunque el principal motivo de este para entusiasmarse era porque hablaban de una entrenadora fuerte, y la fuerza era algo que fascinaba al Pokémon.
- Buenos días –las saludó una chica que ejercía de portera en cuanto las vio acercarse–. ¿Vienen a la charla de Tsubasa-san?
- ¡Sí! –exclamó Honoka de manera exagerada.
- Disculpe la efusividad de mi onee-chan –dijo Yukiho mirando con molestia a su hermana–. Es solo que ella ya vio una vez a Tsubasa-san y está ansiosa por volver a verla.
- Lo entiendo. Yo también soy una gran fan de Tsubasa-san. Adelante, pasen. Todavía deben quedar sitios libres.
Las chicas entraron y caminaron por los pasillos del colegio. Eventualmente, llegaron al gimnasio, donde sería el evento en cuestión.
- Aquí hay asientos disponibles –indicó Alisa.
Las tres se sentaron y se dedicaron a ojear el lugar.
Mucho público se había reunido, sobre todo niños. También se veía a unos cuantos Pokémon, la gran mayoría en sus primeras etapas. Aquel cuadro hizo que Honoka recordara cuando ella también era una niña y junto a Kotori y Umi soñaban con ser entrenadoras. Ya había pasado un tiempo desde que ese sueño se hiciera realidad, y eso era algo que la alegraba todos los días, a pesar de las dudas ocasionales por su desempeño.
- Todavía no logro reencontrarme con mis amigas, pero pude conocer a alguien genial en mi viaje. Estos niños pronto la conocerán también y aprenderán mucho sobre los Pokémon –pensaba feliz–. Estoy segura de que muchos de ellos se volverán grandes entrenadores en el futuro.
Los pensamientos de Honoka, eso sí, se vieron interrumpidos por el bullicio infantil.
- ¡Queremos ver a Tsubasa-san! –gritó un niño.
- ¡Sí, queremos verla! –lo secundó una niña.
- Calma, niños. Tsubasa-san llegará pronto. –Intentó calmarlos una profesora, aunque su intento cayó en oídos sordos.
- ¡Queremos a Tsubasa-san! ¡Queremos a Tsubasa-san! ¡Queremos a Tsubasa-san!
- Niños... Siempre perdiendo la paciencia rápido –señaló Yukiho desde su asiento.
- No seas tan dura con ellos, Yukiho-chan. Son solo niños. Es normal que quieran ver a alguien como Tsubasa-san ahora mismo.
Alisa tomó la mano de su amiga para calmarla, lo que hizo que esta se sonrojara un poco.
- ¡Yo también quiero ver ya a Tsubasa-san! –exclamó Honoka, interrumpiendo la charla de las dos menores.
- ¡Onee-chan, compórtate! ¡Ya no eres una niña chiquita!
La impaciencia en el lugar era palpable, y no se sabía por cuánto tiempo más las cosas se mantendrían en orden.
(...)
- Nos llena de orgullo que visite nuestro pueblo, Tsubasa-san. Espero que no resulte inconveniente para usted.
- No hay problema. Parte del trabajo de la Élite Cuatro es motivar a la gente para que interactúe con los Pokémon y surjan nuevos entrenadores, y a mí me agrada hacerlo.
Tsubasa conversaba con la conductora del auto que la llevaría a la escuela. Se le veía muy feliz por la charla que daría.
- Estoy segura de que los niños ya ansían verla.
- Los niños... Me encantan los niños. Todavía recuerdo la primera vez que di una charla de este tipo. Los niños fueron los que más se me acercaron para conversar y para ver a mis Pokémon.
- No me extraña, los pequeños son muy curiosos.
Esa palabra, curiosos, había causado sus efectos en Tsubasa. Aún recordaba a aquella chica a la que había rescatado en el camino a ciudad Nyanya, misma chica que le había provocado una gran curiosidad. Algo tenía, algo que hacía que pensara en ella de tanto en tanto, provocando las burlas ocasionales de su amiga Anju, también de la Élite Cuatro y especialista en el tipo hada.
- Vaya, así que Tsu-chan está enamorada.
- Claro que no. Apenas la he visto una vez. Solo me da curiosidad, es todo.
- ¿Por qué? ¿Hay algún motivo? –preguntó Erena, también integrante de la Élite Cuatro y novia de Anju.
- ... No lo sé... La veo con potencial y con mucha energía... Bueno, no negaré que es bonita...
- Ahí está la respuesta. Nuestra Tsu-chan se enamoró de esa chica.
- ¡Ya te dije que no es eso!
Sea lo que fuere, quería volver a ver a esa inquieta pelijengibre. Sabía que podría reencontrarse con ella si esta llegaba a la Liga, pero no deseaba esperar tanto tiempo. Por el momento, solo podía recordar el breve encuentro entre ambas.
(...)
Un helicóptero surcaba los cielos de Otonokizaka. Una letra G lo decoraba en cada costado.
- ¿Seguro de que encontraremos buenos especímenes en ese pueblo?
- Claro que sí, señor. Además, dudo de que esos pueblerinos puedan defenderse de nosotros y de nuestro poder.
- Excelente. Entonces debería ser fácil conseguir muestras.
- Solo hay un pequeño detalle: nos enteramos de que una integrante de la Élite Cuatro estará ahí también.
- ¿La Élite Cuatro? ¿Por qué recién me vengo enterando ahora?
- Eh... Porque... también es información nueva para nosotros, señor. Acabamos de recibirla.
El hombre de rango superior se ajustó sus lentes.
- ... Seguiremos adelante con nuestro plan.
- ¿Habla en serio, señor?
- Sabes que no soy de los que habla estupideces. Si dije que continuaremos, lo haremos. De todas formas, los de la Élite Cuatro también son entrenadores, y por lo mismo, no son invencibles.
El peliceleste sacó una Pokébola de su bolsillo y la miró detenidamente.
- No hay mal que por bien no venga. Podríamos obtener muestras sumamente valiosas en esta incursión.
(...)
- Es un honor tenerla en nuestra escuela, Tsubasa-san.
- Al contrario, yo soy la que se siente honrada.
La castaña saludó a la directora del establecimiento y se dirigió al gimnasio acompañada por miembros del cuerpo docente. En el lugar de reunión, por su parte, Honoka y su grupo esperaban la llegada de la experta en dragones, aunque la comepan lo hacía a su manera.
- ¡¿QUÉ QUEREMOS?! –exclamó como si fuera una líder barrabrava.
- ¡A TSUBASA-SAN! –le respondían los niños.
- ¡SA, SA! –los secundaba Teddiursa.
- ¡¿QUÉ QUEREMOS?!
- ¡A TSUBASA-SAN!
- ¡SA, SA!
Mientras la pobre profesora a cargo trataba de poner orden, Yukiho lanzó un suspiro de resignación.
- No sé para qué me molesto en intentar que onee-chan se comporte. ¡Se supone que yo soy la menor!
De inmediato, clavó sus ojos en Alisa.
- Alisa, ¿algunas tuviste problemas así con tu onee-chan?
- No, nunca. Onee-chan siempre fue una chica bien portada, y yo tampoco hacía muchas travesuras.
- La envidio –pensó Yukiho.
En eso, llegó la persona que todo el mundo quería ver.
- ¡Es Tsubasa-san! –exclamaron varios niños, quienes se acercaron corriendo a ella.
- Hola a todos. ¿Cómo están?
Chillidos ensordecedores de júbilo inundaron el gimnasio.
- ¡Niños, niños, atrás! ¡Tsubasa-san vino a dar la charla! ¡Ya podrán hablar con ella después! –gritaba la pobre profesora encargada.
En medio del griterío, la castaña miraba a los demás asistentes, y fue entonces que se encontró ni más ni menos con Honoka. Los ojos de ambas hicieron contacto, y la pelijengibre sintió cómo sus mejillas se calentaban ligeramente.
- Es ella –pensó Tsubasa.
- Me vio –hizo lo propio Honoka.
Todavía rodeada de niños, la de la Élite Cuatro se agachó y les dijo:
- ¿Pueden dejarme pasar, pequeños? Quiero hacer algo antes de empezar con la charla.
- ¡Sí! ¡Sí! –dijeron mientras asentían casi como si estuvieran coordinados.
Los niños se hicieron a un lado y le dieron paso a Tsubasa, quien se acercó a Honoka, para asombro de esta y del público en general.
- ¡Viene para acá! ¡¿Qué hago, qué hago?! No puedo verme tonta frente a alguien tan genial como ella. Calma, Honoka, calma. Solo actúa normal –pensaba nerviosamente.
- Onee-chan, no tirites.
- Tranquila, Honoka-san. Sabes que Tsubasa-san no va a regañarte ni nada por el estilo.
- Teddiursa, Teddiursa.
A los pocos segundos, la integrante de la Élite Cuatro estaba frente a la inquieta ojiazul.
- Honoka-san, es un gusto volver a verte.
El aura de la castaña aumentó los nervios de la pelijengibre, quien habló de forma atropellada.
- ¡Lo mismo digo, Tsubasa-san!
Lejos de molestarse, la ojiverde sonrió complacida.
- Buenas tardes, Tsubasa-san –la saludó Alisa.
- Buenas tardes –repitió Yukiho.
- ¡Ursa!
- Buenas tardes, chicas. También me alegro de volver a verlas. Lo mismo digo sobre ti –le dijo al Pokémon.
Tsubasa volvió a mirar a Honoka después. Se notaba a kilómetros lo interesada que estaba por interactuar con ella. Por el lado de la pelijengibre, tenía un deseo similar, aun cuando su nerviosismo seguía presente.
- Eh..., Tsubasa-san..., la charla... –le recordó la profesora encargada en voz baja a la ojiverde, bajándola de su nube.
- ... Ya voy. Chicas, hablaré con ustedes en cuanto esto termine. Nos vemos después.
En cuanto la castaña se fue, lo único que hizo Honoka fue chillar como niña pequeña.
- ¡Sí, volví a ver a Tsubasa-san! ¡Y ella todavía se acuerda de mí!
- ¡Onee-chan, baja la voz!
Era momento de que la charla sobre Pokémon diera inicio.
(...)
- Ya estamos en posición. Preparen todos los implementos para la operación.
- ¡Sí, señor!
Del helicóptero detenido en el aire, descendió gente misteriosa con jet-packs en la espalda, sorprendiendo a la gente que los vio llegar.
- ¿Quiénes son ustedes?
- Eso no importa. Ahora dennos a sus Pokémon y nadie saldrá herido.
Como era de esperarse, los habitantes del pueblo se negaron, por lo que los criminales decidieron pasar a la acción.
- ¡Vayan!
Muchos Pokémon con capacidades somníferas fueron llamados al combate, y dichas capacidades salieron a relucir. En pocos segundos, todos los aldeanos y los Pokémon en las cercanías cayeron dormidos.
- A seguir con el plan.
(...)
- Hay una cosa que deben recordar...
- ¡Invasores! ¡Hay invasores en el pueblo!
La charla de Tsubasa fue interrumpida por una chica que entró corriendo al gimnasio.
- ¡Oiga, no puede entrar así! ¡Estamos en medio de una actividad! –le dijo la profesora encargada.
- ¡Perdón, pero Tsubasa-san es la única que puede ayudarnos! ¡Acaban de incapacitar a la oficial Jenny y ahora se están robando a los Pokémon!
- ¿Qué?
- ¡Tsubasa-san, ayúdenos, por favor!
La gente reunida en el lugar, sobre todo los niños, comenzaron a preocuparse. Muchos abrazaron a sus Pokémon con fuerza, casi como si fueran a perderlos nada más soltarlos. Ese panorama fue algo que Tsubasa no pudo soportar.
- Tranquila, iré en este momento. No tolero a los ladrones de Pokémon.
- ¡Tsubasa-san...!
El grito hizo que la castaña desviara la mirada y viera a una Honoka que lucía un tanto sería.
- ... Quiero ayudarte.
- Honoka-san...
- Sé que no tengo la suficiente experiencia, pero no dejaré que alguien pierda a sus Pokémon.
Aquella sensación desagradable le era familiar a la ojiazul. No quería que alguien más la experimentara.
- Tsubasa-san, deja que te ayude. Es difícil que onee-chan cambie de opinión cuando algo se le mete en la cabeza.
- También queremos ayudar –dijo Alisa.
La decisión debía hacerse rápidamente.
- ... De acuerdo. Vayamos.
- Bien.
Tsubasa, entonces, le preguntó a la chica dónde estaban los criminales.
- Están cerca de aquí. Solo tienen que ir derecho.
- Entendido. Chicas, nos vamos.
- ¡TSUBASA-SAN! ¡TSUBASA-SAN! –la arengaron los niños mientras se marchaba.
No podían perder tiempo. Tenían que apresurar el paso si querían atrapar a los criminales antes de que escaparan.
- Lamento que tengamos que hablar en circunstancias como esta –le dijo Tsubasa a Honoka mientras corrían.
- Descuida, esto no es algo que esperáramos –respondió la comepan.
(...)
- ¿Ya empacaron las Pokébolas?
- Sí, señor.
- ¿Obtuvieron las muestras por si acaso?
- Sí, señor.
- Excelente. Ahora a esperar el premio mayor.
Ya no había rastros de Pokémon en el área, solo de gente dormida. En cuanto a las Pokébolas, un dron tomó la caja que las contenía y las llevó al helicóptero.
- ¡¿Acaso ustedes son los ladrones de Pokémon?!
Tsubasa llegó al lugar visiblemente molesta, acompañada de Honoka, Yukiho y Alisa. El panorama mostraba a unos veinte sujetos más el líder de estos.
- ¡Respondan en este momento! –exigió la de la Élite Cuatro.
- ¿Ladrones nosotros? Somos investigadores de campo muy ocupados –contestó el peliceleste.
- ¡No trates de burlarte de mí! Vi ese dron, y estoy segura de que transportaba algo. Quizás Pokébolas.
Honoka vio un detalle en la ropa de estos y se dio cuenta de que le resultaba familiar.
- Esa G...
- ¿Pasa algo, Honoka-san? –preguntó Tsubasa.
- ... ¡Estos tipos tuvieron algo que ver con el robo en un laboratorio!
- ¿En serio son los mismos, onee-chan?
- Estoy segura –respondió con una seriedad inusual en ella.
- O sea que son una amenaza real –comentó Alisa.
- Veo que conoces algo sobre nosotros. Somos el Equipo Génesis, los que le daremos un nuevo amanecer a la humanidad. Yo soy Aden, uno de los comandantes.
Las cuatro chicas se mantenían alerta.
- Nuestra meta requiere de tantos Pokémon como podamos, así que sean amables y entreguen los suyos. Le estarán haciendo un gran favor al mundo.
- ¡Ni de broma! –exclamó Honoka–. ¡No dejaré que se lleven a mis Pokémon!
- ¡Los Pokémon son nuestros amigos! –la secundó Alisa.
- ¡Ustedes ya causaron demasiados problemas! –afirmó Yukiho.
- No hagan las cosas más difíciles. Entréguense ahora –finalizó Tsubasa.
- ¿Acaso no se dan cuenta de que las superamos en número? Ustedes son las que deberían rendirse.
Los reclutas y sus Pokémon lucían amenazantes, pero las chicas no se dejarían amilanar.
- Honoka-san, tú y las demás encárguense de estos tipos. Yo me enfrentaré a Aden.
- De acuerdo. ¿Usarás a Druddigon contra ellos?
- Esta vez usaré un Pokémon diferente.
La de frente amplia sacó una Pokébola de su bolsillo.
- ¡Vamos, Dragonite!
- ¡Draaaaaa!
- Genial, Tsubasa-san.
- Después podremos hablar al respecto. Ahora hay que encargarse de ellos.
Tras esa breve plática, las tres chicas restantes llamaron a sus Pokémon a la batalla.
- ¡Ve, Teddiursa!
- ¡Ve, Iney!
- ¡Ve, Vulpix!
Aden sonrió con malicia.
- Vaya, vaya, tres perfectos especímenes.
- Que no se te olvide que yo soy tu oponente –le recordó Tsubasa.
- Como digas. Reuniclus, sal a pelear.
- ¡Reeeuniii!
Con ambos grupos listos, era momento de iniciar la batalla.
- ¡Usa Somnífero! –Se escuchó una multitud de voces.
- ¡Usa Canto!
- ¡Usa Espora!
Con tantos ataques para dormir, Honoka y su grupo tenían problemas. No les quedó más que esquivar y contraatacar como pudieron.
- ¡Iney, Rayo de confusión!
- ¡Vulpix, Fuego fatuo!
Los Pokémon confundidos y quemados del Equipo Génesis se convirtieron en una molestia para sus entrenadores.
- ¡Ahora usa Polvo de nieve, Iney!
- ¡Y tú, Vulpix, usa Brasas!
Si bien ambos Pokémon usaron todas sus fuerzas, todavía les faltaba para derrotar a tantos enemigos. Honoka y Teddiursa trataban de ayudar, pero como no podían atacar a distancia, lo tenían difícil.
- Teddiursa, trata de golpear rápido y huir.
- ¡Ursa!
Tsubasa, aunque enfocada en su propia batalla, miraba de reojo a las chicas de tanto en tanto para ver cómo les iba. Estaba preocupada, y presentía que si no intervenía, no podrían recuperar a los Pokémon robados.
- ¿Qué estás mirando? Yo soy tu oponente, ¿recuerdas? –se burló Aden.
- Ya lo sé, y planeo detenerte a como dé lugar.
- Pues veamos si puedes detener esto. Reuniclus, Bola sombra.
El Pokémon psíquico creó un orbe de energía oscura y lo lanzó contra Dragonite, quien se elevó para esquivarlo.
- ¡Dragonite!
Este miró a su entrenadora, quien hizo un gesto que solo él pudo entender.
- ¡Usa Meteoro Dragón!
- ¡Draaaa!
El Pokémon dragón lanzó una poderosa bola de energía de su boca hacia el cielo, la cual estalló en varios aerolitos que comenzaron a caer sobre el campo de batalla, aunque Reuniclus no tuvo problema para esquivarlos.
- Parece que tu poderoso ataque no logró dañar a mi Reuniclus.
- No le apuntaba a él.
- ¡¿Cómo?!
El peliceleste miró a su alrededor y vio que todos los Pokémon de sus reclutas habían sido alcanzados por el movimiento de Dragonite, derrotándolos automáticamente. Un poder así era esperable en una integrante de la Élite Cuatro.
- Ya viste de lo que somos capaces mi Dragonite y yo. Ahora devuelve a todos los Pokémon que robaste.
Asustados, los miembros del Equipo Génesis usaron sus jet-packs para volver al helicóptero.
- ... Eso fue... increíble -balbuceó Honoka.
Sin enemigos que derrotar, ella y las demás se enfocaron en Aden.
- Voy a repetirlo: devuelve a todos los Pokémon.
- Ya escuchaste a Tsubasa-san. No puedes apartar a la gente de sus compañeros –dijo la pelijengibre.
- Ustedes no interfieran. Estamos en medio de un combate.
- ¡Hiciste que nos atacara un grupo! –exclamó Yukiho–. ¡Éramos tres contra... los que sean!
Y ahora ustedes son cuatro contra mí. Bien, no negaré que tienen al Pokémon más poderoso de su lado, pero no pienso irme con las manos vacías. Que no pueda llevarme a sus Pokémon no significa que no obtendré mi botín... Reuniclus, Espacio raro.
- ¡Reuniii!
Un campo de energía psíquica rodeó a todos, haciendo que los Pokémon de las chicas se movieran muy lentamente, mientras que Reuniclus vio su velocidad incrementada, zigzagueando en el aire como un Ninjask.
- ¡Tenemos que detenerlo! –exclamó Yukiho.
- Yo intentaré algo. ¡Iney, Rayo de confusión!
- ¡Vul!
Fue demasiado fácil de eludir.
- ¡Vulpix, Fuego fatuo!
- ¡Vul-pix!
Mismo resultado.
Mientras las chicas estaban distraídas con Reuniclus, Dragonite emitió un quejido. Para cuando se dieron cuenta, vieron a Aden volando en su jet-pack y con una jeringa recién usada en su mano.
- ¡Dragonite! –exclamó Tsubasa.
- Gracias por su colaboración. Reuniclus, regresa.
El peliceleste abordó el helicóptero a la vez que el Espacio raro se desvanecía. En cuanto abordó el vehículo, este comenzó a moverse.
- ¡No podemos dejar que escapen! ¡Ve, Gligar!
- ¡Gligar!
- ¡Sigue a ese helicóptero!
El Pokémon de tierra saltó sobre su cola y se lanzó a la batalla, pero no fue lo suficientemente rápido.
- No lo va a alcanzar –dijo Honoka con molestia.
- ¡Dragonite, Hiperrayo!
El ataque del dragón dio en la cola del helicóptero, ladeándolo antes de que cayera. En cuanto vieron aquello, las chicas y sus Pokémon fueron corriendo al sitio del suceso, encontrándose con un inesperado panorama.
- ¿Pero cómo pasó esto?
En el lugar estaban una caja llena de Pokébolas y los restos del helicóptero. Del Equipo Génesis, por otro lado, no había rastros.
- Parece que escaparon –señaló Alisa.
- Por lo menos la gente recuperará a sus Pokémon –dijo Honoka–. Supongo que es algo bueno.
- Es lo único bueno de todo esto, onee-chan –comentó Yukiho.
- Equipo Génesis... No olvidaré ese nombre –murmuró Tsubasa.
(...)
- Señor, ¿no le molesta que hayamos perdido a los especímenes?
- No realmente. Hubiese sido bueno si los hubiéramos llevado a la base con nosotros, pero todavía tenemos las muestras. Podemos trabajar con eso.
Los miembros del Equipo Génesis volaban en sus jet-packs a toda velocidad. En su cinturón, Aden llevaba pequeños frascos llenos de líquido.
- Esto no ha sido una derrota. Para nada.
(...)
- Tsubasa-san, lamento que esto haya pasado durante su visita –se disculpó la directora de la escuela.
- Descuide, no fue culpa de ustedes. Lástima que haya gente así en esta región.
La charla de la entrenadora de dragones había tenido un abrupto fin. De todas formas, ella solo le endosó responsabilidad al Equipo Génesis por eso.
- ¡Tsubasa-san debió haber estado increíble! –dijo un niño.
- ¡Seguro que sí! –Hizo lo propio una niña.
- ¡ES VERDAD, ES VERDAD, ES VERDAD! –cantaron todos los niños al unísono.
Tsubasa sonrió.
- ¡Niños, calma!
Mientras la profesora trataba de calmar a los pequeños, una Honoka algo nerviosa se acercó a la castaña.
- Disculpa, Tsubasa-san...
- ¿Sí, Honoka-san?
- ¿Qué harás ahora?
- Pues..., tengo muchas cosas que hacer. Más conferencias, batallas, entrenamiento... Mi agenda está llena.
- Entonces..., te irás sin que podamos conversar –dijo un tanto apenada.
- Lo lamento, Honoka-san. Me hubiese encantado hablar contigo, pero no se dio la ocasión. Ojalá nos encontremos en otro momento y lugar.
Antes de marcharse, eso sí, Tsubasa le dijo algo que le levantó un poco el ánimo:
- Por fin pude ver tus habilidades de combate. Hay potencial en ti.
Tras esas palabras, se despidió de todos y dejó la escuela.
- Hay potencial en mí... –susurró.
- Onee-chan, reacciona.
- Honoka-san...
- Sa...
Que su adorada Tsubasa la halagara le dio nuevas energías.
- Chicas, Teddiursa, no quiero que mi potencial se quede solo en eso. Voy a convertirme en una entrenadora que pueda estar a la par de Tsubasa-san. Lo juro.
- Sabes que para eso tendrás que trabajar duro, ¿cierto? –preguntó Yukiho–. Muy, muy duro –dijo con una cara aterradora.
- Eh... Mejor continuemos el viaje a ciudad Nanisore.
Honoka comenzó a correr acompañada de Teddiursa.
- Onee-chan... –dijo la castaña con frustración.
- Yukiho-chan, creo que ella eventualmente lo entenderá.
Alisa colocó su mano sobre el hombro de su amiga para animarla.
De todo lo vivido ese día, algo estaba claro, por lo menos en la mente de Honoka: el Equipo Génesis no se detendría ante nada y Tsubasa era una entrenadora excepcional. Sabiendo eso, y a pesar de su habitual flojera, iba a esforzarse para lograr resultados en ambos frentes.
Sean sinceros, ¿esperaban ver a Tsubasa? Creo que ella tuvo más protagonismo que Honoka en esta ocasión, pero dado que es un personaje esporádico, no lo encontré del todo mal, sobre todo porque no sé cuándo reaparecerá. Necesitaba su tiempo en escena, ¿no?
Sobre Aden, este personaje apareció por primera vez en el final del especial de Hanayo. Su nombre proviene de una de las bases nitrogenadas del ADN: la adenina. Al igual que Tsubasa, es un personaje esporádico, así que no tiene fecha de retorno establecida; y en cuanto a sus motivaciones, pueden hacer sus teorías desde ya.
No fijaré una fecha de actualización, pero sí puedo comentarles que ya tengo planeado más o menos de qué irá el próximo capítulo. Ojalá lo esperen.
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