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Summer

Al pequeño yo, que gustaba de espiar, siempre me veía al descubierto por el amigo de mi querido. Sólo escuchaba su risa y más nada.

Me gustaba ver sus interacciones, por más que le odiara al 'intruso', me gustaba que sea feliz. No sé cómo, pero en mi cabeza de niño raro, deseaba que sonriera y jugara todo lo que su energía daba. Lo he hecho otra vez, es que me pierdo en su recuerdo y me es imposible divagar.

Quiero contarte lo principal porque no tengo mucho espacio para empuñar al lápiz contra la hoja. Es por eso que es hora de iniciar por la alegre tristeza que fue conocerle.

Sabes que es verano cuando el vecindario tiene un aura diferente, los niños gritan y juegan a lo que sea y hasta la hora que se les permita, son como pequeñas pandillas de juegos. Nunca he sido de salir y socializar con los de mi edad o los de mi vecindario, pero me divertía al verles a todos, en especial a él, jugando y por qué no, llorando también. Por bobadas, claro.

Yo supe lo que la calidez significaba en verano, cuando una pelota rompió la ventana de mi casa. Ahora que lo pienso un poco mejor, debió ser presagio de lo que sucedería y como terminaría yo o nosotros. Rotos como una ventana. Como la ventana de aquél verano.

Él se encontraba jugando con todos los niños del vecindario, los brazos y piernas se movían por todo lado y cuando quería percatarte a quién le pertenecía cada extremidad, terminabas con dolor de cabeza porque parecían una masa humana sin fin.

Esa masa humana se movía al ritmo de la vieja pelota que poseían, esa pelota estaba llena de parches, de lodo y hasta de dibujos hechos con bolígrafo. Cada uno gritaba y le reclamaba al otro o exigían el pase de la pelota, pero el grupo era muy individualista, sin embargo, eso no borraba su alegría. Su sonrisa, la de él, no desaparecía, seguía en lo suyo e incluso señalaba con su dedo indice a sus compañeros de juego. Supongo que era muy feliz.

Puedo sentarme a conversar con ustedes, pero ya les dije; no tengo mucho tiempo. Dejemos claro que él fue, es y será quien me ha marcado en mi tonta vida.

Verano no tenía mucho sentido para mi, ya que disfruto mucho del invierno. En verano, las personas sudan demasiado y el calor abruma. No, eso no era para mi en absoluto. Pero siempre hay algo que le hace a uno cambiar de opinión, al menos así fue en mi caso, pero no fue un algo, fue un alguien.

Verano, verano, calurosos verano. Como les había comentado, me quedaba prendido de la ventana mirando y escuchando el barullo de los otros niños, sinceramente, odiaba a esa sucia pelota y la odié aún más cuando rompió una de las ventanas de mi casa, en mi mente sólo podía escuchar las palabras de mi madre, que decían; <¿Tu hiciste esto, niño malo?> Ahg, nunca han sentido que todo lo malo les sucede a ustedes y son sólo '¿Por qué a mi? bueno, así me he sentido en mucho, mucho tiempo, gracias a 'nosotros' todo eso está por terminar.

Estaba concentrado en ver sus interacciones, absorto en su ceño fruncido o su alegría al llevar el balón consigo. Me molesté mucho cuando un niño, nada amable, le empujó para quitarle la pelota. Él cayó de espalda, me preocupé horrores y el muy lindo se mantenía riendo. Yo me preocupaba por su dolor y él se concentraba en hacer sonar su risa. En fin, me quede perdido en pensamientos y admiración que no vi como ese niño, 'pata chueca', pateaba la pelota hacia mi dirección. Sólo escuché la pelota colisionando con el vidrio, para después ver los pequeños trozos cayendo al suelo dentro de mi casa.

Creo que en ese momento los mosquitos dejaron de volar y todo aquello que caía se quedó suspendido en el aire. Los niños se lamentaron, unos se quedaron congelado, otros sudaban y muchos más querían dar la fuga. Uno de ellos comenzó a señalar al otro, <Es tu culpa, nos castigarán> la discusión comenzó y los empujones también. No sabían qué hacer y peor cómo pagar por el daño son que sus padres se enteren, pero lo más importante era; rescatar la pelota.

La discusión continuó con mucha exaltación de por medio, ninguno tenía el valor de ir a reclamar la pelota, el causante del daño se negaba rotundamente e inclusive hizo berrinche y se fue corriendo a esconderse en su casa. Todos se miraban, estaban a la expectativa, no respiraban y sus ojos pasaban de uno a otro, nadie se atrevía. Entones, la risa estridente se hizo notar más que nunca en verano. Se levantó con cuidado, sacudió sus pantalones, estiró un poco sus extremidades y sonrió con tranquilidad. <Yo lo haré>

Mi preocupación se mantenía con la ventana rota, mi mente se preparaba para el escándalo que mi madre armaría, no para ver una sonrisa frente a mí. No me percaté del lindo niño que se acercaba a paso decidido, los mechones salvajes de su cabello se habían calmado al estar pegados en su frente producto del sudor, sus dientes perlados brillaban y yo, yo estaba congelado.

La seguridad en él se podía notar, muy natural la verdad, no le fue difícil avanzar entre el pequeño muro de mi casa y los arbustos que adornaban la entrada, un pequeño salto bastó. Le hubiera recomendado pasar por el pequeño espacio que daba a la puerta, pero no podía hablar y tampoco quería quitarle de las manos la esencia de hazaña. Poco a poco iba avanzando hacia la ventana donde me encontraba, más estático no podía estar yo. Su sonrisa creció cuando me vio con el susto dibujado en mi rostro, escuché su voz y vi sus labios moverse, <¿Podrí->, no le dejé terminar, me asusté. No era. ni soy la persona más sociable que pueda existir en el mundo, mi yo introvertido, o sea 'yo', se apresuró a tomar la pelota y relanzarla en el rostro contrario. No fue mi intensión, yo nunca le he querido hacer daño, pero sé que lo hice y no sólo cuando niños, no sólo en esa ocasión.

Escuché un 'Auch' salir de sus labios, pero no me inmuté, me mantuve agachado con la espalda contra la pared, gracias a mi poca estatura logré pasar desapercibido. Escuché sus pasos alejarse, no mencionó nada más. Lamenté mucho haberle quitado la sonrisa de un golpe, en serio lo hice, sigo haciéndolo, pero mi pesar ahora es más grande, no le di lo que pedía, seguir lamentándome no me llevará a mucho, hay palabras que uno no dice, hay palabras que uno espera escuchar.

Esa tarde me riñeron como no tienen idea, pero no me importó, yo sólo quería haberle dejado terminar su frase, quería no ser cobarde. Si, me castigaron, no tuve mesada por dos semanas porque mi madre dijo que debía 'pagar mis deudas', no importaba ya que no tenía como disfrutar de la tonta mesada. Cuando no tienes amigos con quien compartir golosinas, es mejor no comprarlas.

Así pasé los veranos y demás estaciones. Así fuimos creciendo como las flores del jardín de la señora Park. Todos crecieron, crecimos, los que antes salían a corretear por las aceras ya no estaban, la tecnología nos había golpeado de lleno, los amigos de barrio ya no importaban tanto como los de la escuela o los amigos de internet. Poco a poco la calle se volvió vacía y solitaria. De hecho, entendía a la triste calle, me sentía la calle. Siempre fui la calle.

No desesperes querido lector, ahí no acaba, de hecho aquí empieza.

¿Le seguía viendo? Claro que sí, ¿le escribía y dedicaba mis pensamientos? por supuesto. Les seguía viendo en la escuela, y digo 'les' porque su amigo era una lapa. Entraban y salía de su casa a a cierto tiempo y yo me mantenía en la ventana durante todo el lapso. Déjame respirar, y disculpa si mi letra y sentido se ven aturdidos desde aquí, ya comienza.

Aquel verano, donde no le vi en compañía de su amigo por lo menos en una semana entera. Aquel verano dónde le vi caer.

Suelo concentrarme en la labores interiores del hogar, pero mi padre me mandó a regar el jardín frontal. Estaba de pie con la manguera en la mano , regaba con cuidado las plantas y me preguntaba sobre toda el agua que se invertía en ellas. Siempre en la luna me encontraba, pero me lograron sacar de ahí, desde esa tarde mis viajes a la luna no fueron tan constantes, al menos por un tiempo.

Tenía una sensación extraña en mis pies y parte de los pantalones, pero la luna seguía llamándome. Mi reflexión sobre el agua me tenía atrapado, tanto así que cuando su voz rozó mis oídos desperté. <Hola, ¿podrías ayud-> su voz se desvaneció como su cuerpo sobre mis mojados arbustos. Me asusté. Así comenzó mi ciclo de desesperanza, en aquel verano.

A quien lea,

¿No me he demorado en actualizar, verdad? merezco comida como recompensa. Sé que no es el grandioso escrito, y sinceramente aprecio que se den el tiempo de leer. Muchas gracias por el apoyo y disculpen lo predecible del escrito. Muchos saludos y enormes cantidades de amor para ustedes.

PD: Si gustan pueden pasar por <Ghost>, un shot que publiqué. Está medio raro.

Beevit.



























































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