Quemado #5
Espero que les guste~
Nota: Sé que el fuego lo inicio Chibita pero sus hermanos le lanzaron cosas para callarlo y más encima, le dieron la espalda cuando más lo necesitaban. El fuego dejo una marca permanente, un trauma que quedo en su piel y su memoria, pero las acciones de sus hermanos son las que más le duelen
Osomatsu puede ser un hermano mayor de mierda, usando las palabras de los menores, pero aun así, es un hermano mayor y es el primero en notar que le falta alguien. Hay un lugar vacío en su futón cuando se despierta, futón que él mismo tiene que doblar cuando todos se levantar porque falta quien lo hace normalmente. Le falta una voz, innecesariamente grave que suelta palabras poéticas raras mezcladas con un ingles malo que hace que su interior se retuerza de dolor. Por primera vez, en realidad no hay desayuno en el instante, tienen que comer lo que hay y eso les deja un sabor extraño en la boca, como si faltara algo. También hay un espacio notablemente vacío entre dos de sus hermanos.
Falta Karamatsu.
No le preocupa mucho al decir verdad, porque todos allí son adultos y pueden cuidarse a si mismo pero hay algo raro en toda la situación, en especial cuando su madre abre la puerta de repente en medio de su comida y los mira con tanta ira apenas reprimida que todos se congelan. Su madre es mayormente indulgente, los ama demasiado como para echarlos como seguro debía haber hecho hace mucho tiempo atrás pero podía ser aterradora cuando quería y tenía una mirada fría que podía congelar a cualquiera, incluso en pleno verano.
Ellos tiemblan, porque incluso siendo adultos, aun están bajo el techo de ella y por lo tanto, bajo sus ordenes.
-Más les vale que limpien todo- es lo único que les dice. No los saludo, no les reclamo nada, apenas y los miro, alejándose con paso decididos. Hay angustia en ella, preocupación pero también hay mucha ira. Su padre los mira, inusualmente triste y callado, luciendo dolido, como si hubiera visto algo que lo decepciono hasta casi partirle el corazón pero él no dice nada, solo niega y sigue a su esposa.
Los hermanos comparten una mirada, llena de confusión. No entienden que sucedió exactamente.
La tensión en su casa es palpable, tan mala que hasta se podría cortar con cuchillo. Su madre parece decepcionada por alguna razón que no entienden, no los mira, apenas les habla, tampoco hay reclamos de ningun tipo y ni siquiera hace el intento de cocinarles. Su padre tampoco les habla realmente, solo los mira y les muestra una triste sonrisa, como si intentara decir que todo estaría bien en algún momento, pero por lo demás, no hace el intento de romper la tensión.
Y la falta de Karamatsu solo parece empeorarlo. El día se vuelven una semana y de alguna manera, se vuelven tres, hasta están a la mitad de la cuarta y el segundo mayor no da signos de nada. No llamo, no envió cartas, ni siquiera apareció y aunque hubo un cierto alivio en todos los dos primeros días, para el tercero ya estaban preocupados. Lo buscaron, fueron a todos los lugares que frecuentaba, preguntaron a conocidos y desconocidos pero no hubo buenas noticias. Casi se sentía como si Karamatsu se hubiera desvanecido en el aire.
Y estaban desesperados en algún punto pero Osomatsu tenía un presentimiento.
-¡Oye!- golpeo las manos con la superficie del carro de Chibita, quien lo miro con molestia pero manteniendo una expresión de aburrimiento, sin parecer sorprendido de verlo realmente o siquiera intimidado a pesar de que el Matsuno mayor estaba usando su altura y lo miraba con furia mezclado con desesperación. -Sé que tu sabes donde esta mi hermano- estaba exigiendo una respuestas.
-¿Por qué habría de saberlo?- enarco una ceja, sosteniendo su fiel cucharon con la clara intención de usarlo como arma si era necesario.
-¡Porque no estas preocupado!- hizo un gesto. Sabía que Karamatsu y Chibita eran amigo, no entendía como o por qué, pero sabía que se llevaban bien y que de los seis, el de azul era el más cercano al más bajo, porque este decía sin mucho problema cuanto los odiaba a los demás.
-Escucha, idiota...- golpeo las manos ajenas con su cucharon, apenas sintiendo satisfacción al verlo retroceder con una mueca y optando por moverse, empezando a guardar todo, dispuesto a empacar su carrito para irse a casa de una vez. -...si sé donde esta Karamatsu o no, parece ser solo tu problema, así que tu y tus hermanos pueden irse a la mierda- esta más que preparado para irse. -Y no vuelvan a menos que estén dispuestos a pagar su maldita deuda, bastardos- y se alejo sin más, murmurando maldiciones y groserías en contra de los hermanos Matsuno.
No noto todo que era seguido hasta que entro a su casa y alguien lo empujo para entrar con él.
-¡Hey, maldito idiota!- Chibita cayo al suelo con un gruñido, el Matsuno haciendo presión en su espalda para mantenerlo en el suelo por un poco más de tiempo mientras se apresuraba a sacarse los zapatos y se adentraba aun más en el pequeño departamento antes de que le duelo pudiera intentar echarlo. Podía escuchar la tele en uno de esos canales que pasaban música en ingles y simplemente, lo supo.
-¡Karamatsu!- sabía que él estaba allí, su presentimiento nunca se equivocaba y saber que había estado tan cerca, sin siquiera comunicarse con ninguno, lo lleno de ira. Iba a golpearlo y luego, iba a arrastrar su triste trasero de vuelta a casa para que los demás también pudieran vengarse de él. Habían estado preocupados por el Matsuno de azul y este se estaba ocultando en la casa de su amigo. Entro a la sala, pisoteando con fuerza, con ira y molestia pura en su rostro. -¡Más te vale que tengas una buena razón...!- sus palabras mueren en el momento en el que lo ve. Karamatsu esta ahí, como había presentido, pero es diferente, lleno de cicatrices notables en cada parte de su piel y un parche de gasa cubriendo uno de sus ojos, sus manos notablemente maltratadas sosteniendo un par de ajugas de tejer con una prenda azul a medio a medio terminar. Kara le devuelve la mirada con ese único ojo que tiene visible, bien abierto en una clara señal de sorpresa, su expresión luciendo como la de un niño atrapado a punto de robar las galletas fuera de horario.
Osomatsu tiembla. La preocupación llena su sistema, con la repentina necesidad de acuna a su hermano menor entre sus brazos para revisar y exigirle un nombre a quien golpear, avanzando un paso.
-¿Qué te paso?- Karamatsu no responde, solo aprieta los labios con fuerza, y el mayor puede ver como sus manos tiemblan hasta el punto de soltar lo que estaba haciendo. Acuna sus manos cicatrizadas contra su pecho, en un gesto de nerviosismo y ansiedad que el mayor no a visto en años, su respiración haciéndose cada vez más rápida. Oso siente que su corazón se rompe un poco, angustiado porque su hermano esta herido, alguien lo lastimo. -Karamatsu...- extiende su mano. Tiene la intención de rodearlo con sus brazos para abrazarlo, para brindarle consuelo pero para su absoluto asombro, Kara retrocede antes de que pudiera tocarlo, su respiración empeorando al mismo tiempo que el pánico se mostraba en su expresión.
El corazón de Osomatsu se termina por romper cuando se da cuenta de que su hermano menor lo mira con miedo, aterrado, como si él fuera el monstruo que vino a terminar el trabajo o algo así.
-¡No lo toques!- hay un tirón en la capucha de su buzo que casi lo ahorca, cayendo de sentón y lejos de su hermano que lucha por respirar, encontrándose con el rostro furioso del dueño del lugar. -¡Eres un idiota!- le gruño y el Matsuno vestido de reojo solo pudo mirarlo, apretando los labios, sin poder entender del todo lo que estaba sucediendo pero sintiendo que la ira hacia él era bien merecida. Osomatsu se queda allí, con el trasero adolorido por el golpe, viendo como Chibita alza las manos y se acerca al otro. Le esta hablando suave y amable, cariño hasta cierto punto, algo que parece ayudar al segundo mayor. -Tranquilo, Karaboy. Respira profundo- sus manos se extiende para ponerlas sobre las cicatrizadas, dándole un apretón ligero, exagerando su propia respiración y mostrando una pequeña sonrisa cuando el otro lo copia, tembloroso y lento pero lo logra. -Eso es- el de azul abre y cierra la boca, como si intentara hablar pero nada sale y aun así, el más bajo parece entenderlo. -Me ocupare del idiota- Kara le muestra una sonrisa ligera y sin mirar al mayor, toma su tejido y se aleja con pasos rápidos.
-¿Qué le paso?- Osomatsu reacciona cuando escucha como una puerta se cierra, el cuarto de seguro, mirando al más bajo y exigiendo una respuesta. Esta dolido con la imagen de su hermano herido, angustiado por su obvio miedo y dolido por el rechazo. Tiene muchas ganas de golpear a alguien de repente.
-Que te lo diga tu mamá- lo miro con enojo y el de rojo tenía la repentina tentación de sacudirlo hasta conseguir una respuesta directa de su parte. -Ahora, ¡lárgate de mi casa!- y así es como Osomatsu, entre gritos y golpes, es echado del departamento.
Se queda afuera, sus zapatos tirados, sintiéndose perdido y desolado. Espera que su mamá pueda responder todas sus dudas.
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