Quemado #4
Espero que les guste~
Nota: Tengo el Headcanon de que Karamatsu sabe tejer :3
Karamatsu se siente algo...aprensivo después de verse. Sabía que el daño fue grande, recuerda perfectamente el rostro angustiado de sus padres que lo abrazaron con suavidad y entre lagrimas la primera vez que despertó después de ser bañado con un liquido desconocido, pero aun así, ver el reflejo que le devolvía el espejo de cuerpo completo, con las marcas ahora permanentes en su piel de un horrible y tormentoso recuerdo.
No se sentía feo ni repulsivo pero las cicatrices le daban un cierto escalofrió, acompañado del recuerdo de las miradas frías y desinteresadas de sus hermanos que estaba seguro lo perseguirían por el resto de su vida. No cree que pueda volver a verse a un espejo en corto periodo de tiempo.
-Tus cicatrices estarán algo sensibles por un tiempo, así que no te olvides de usar esto dos veces al día- Dekapan empujo en pote a las manos de Kara en cuanto este se volvió a vestir, este frunciendo apenas el ceño al notar que el pote en si estaba en blanco, de seguro siendo una crema experimental o algo así que de cualquier modo iba a hacer su trabajo. -En cuanto a tu ojo...- se acerco y el Matsuno se quedo quieto, permitiendo que el hombre mayor pegara un nuevo trozo de gasa sobre su ojo herido, agradecido de que fuera cuidadoso y suave. -...no tengo nada de momento pero dame unos días y seguro puedo hacer algo para que tu visión no este tan borrosa pero quizás necesites anteojos después, eso ya lo veremos-
-Esta bien, gracias- metió el pote en el bolsillo de su buzo, mostrando la mejor sonrisa que pudo mientras se despedía y se alejaba, dejando escapar un suspiro tembloroso al salir, resistiendo la necesidad repentina de frotarse el rostro con cierta ansiedad, sus dedos temblando mientras rozaba la cicatriz que cubría casi toda su mejilla derecha de manera casi distraída.
-¿Estás bien, Karaboy?- Chibita lo miro con preocupación
-No quiero volver a casa- volver sería tener que enfrentar a sus hermanos, quienes de paso en realidad ni siquiera debían haber notado su ausencia, y sinceramente, esta muy cansado para eso. Lo ama con cada fibra de su ser y aunque cree que no vaya a ser algo que cambie de un día para otro, tiene nuevos sentimientos encontrados. Hay tristeza ahora al pensar en ellos, una punzada de dolor directo en su pecho, y hay miedo también, hasta el punto en el que siente nauseas. No quiere volver, no quiere ser el saco de boxeo una vez.
No quiere que se burlen de su aspecto actual.
-Oye- el más bajo duda pero termina por extender su mano para tocar el brazo ajeno, con mucho cuidado, mostrando una sonrisa amable cuando el más alta fue rápido en verlo. Se ve perdido, casi como un niño, y algo desesperado, suplicando que no lo envíen a donde no quiere. Chibita no será quien lo mande al matadero. -Algo de tu ropa quedo en mi casa de esa vez que te mudaste conmigo y también tu bolso de tejer, puedes quedarte conmigo todo el tiempo que quieras- siente que es lo mínimo que puede ofrecer, un lugar seguro y tranquilo, lejos de sus hermanos. Kara se ilumina, aliviado y agradecido, asintiendo sin pensar mucho en ello. -Bien pero llama a tu mamá- lo miro con seriedad mientras empezaban a caminar. -O estoy seguro que ella podría ahorcarme esta vez si cree que te secuestre de nuevo- hizo una mueca. Explicarse esa parte a una madre ya enojada fue malo pero al menos, ella estaba dispuesta a perdonarlo, siempre y cuando no hiciera ninguna tonteria como esa a futuro.
-Esta bien- Kara bufo, extrañamente divertido de solo imaginar a su mamá furiosa apareciendo en la puerta de Chibita para reclamar su desaparición, contento de tener a alguien que estuviera dispuesto a algo así. Por suerte, su mamá cree que es una buena idea mantenerse alejado de sus hermanos por un tiempo y ella misma se encarga de acercarle algunas de sus cosas, llenando su rostro de besos, ordenándose que le mande mensajes y la llame para mantenerla informada.
Y así es como Kara se pasa el tiempo mayormente acomodado en la sala, con ropa cómoda, tarareando de manera casi distraída mientras teje. Usa shorts y remera sin mangas, una comodidad más que nada porque sus cicatrices a veces le pican, medias incluso para ocultar sus pies maltrechos pero deja su buzo favorito de lado, sin querer ver de momento el símbolo verde en su pecho, que esta dispuesto a reemplazar con el buzo azul cielo que planea tejer en cuanto termine la bufanda la naranja que alguna vez empezó.
Aprende a no sentirse del todo incomodo con su propia apariencia, verse al espejo cada mañana al cepillarse los dientes lo obliga a eso, pero aun así, no sale mucho de la casa. Se encarga de limpiar y ordenar, se mantiene lejos de la cocina después de que encender la hornalla enciende un ataque de pánico que casi se desmaya si no fuera porque Chibita se lanzo a ayudarlo, teje en cada momento libre que tiene con el televisor encendido o la radio como ruido de fondo.
Es muy tranquilo, pacifico, llena su corazón de calidez. Aun hay una pequeña parte de si aun añora a sus hermanos pero al mismo tiempo, los prefiere lejos de momento pero sabe, en lo más profundo de si, que no es algo que durara mucho porque sus hermanos son egoístas. Si él no esta siendo miserable como todos los demás, ellos mismos lo buscaran para arrastrarlo a ese pozo sin fondo. Si uno cae, todos serán arrastrados.
Y sabe que llego el día cuando Osomatsu irrumpe en la casa de Chibita cuando este vuelve del trabajo, gritando reclamos e insultos que mueren en cuando ambos se ver. Kara puede ver el horror dibujarse en la expresión de su hermano, su angustia notable a medida que recorre su cuerpo y ver las grandes cicatrices de quemaduras que ni el mejor maquillaje del mundo podrían cubrir. Algo en su interior se estremece cuando el mayor da un paso en su dirección y el miedo termina por inundarlo cuando el de rojo extiende las manos con toda la intención de tocar, quizás de sacudirlo.
Ah, y ahí es como empieza un ataque de pánico. Hasta allí su paz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro