Quemado #10
Espero que les guste~
Nota: Esto esta resultando más largo de lo que había esperado xD
Por primera vez en mucho tiempo, Karamatsu tiene la casa para si mismo. Su padre esta en el trabajo, cumpliendo horas extra según lo que escucho para tener un poco más de dinero. Su madre fue a reunirse con unas amigas, una salida tranquila que obviamente necesitaba con urgencia. Choromatsu se fue a una tienda para comprar mercancía de Nya-chan, sin saber que en realidad que Osomatsu le robo todo el dinero que tenía para ir a apostar. Todomatsu esta en el trabajo, mientras Jyushimatsu esta jugando al beisbol con unos niños en el parque y de seguro, Ichimatsu esta rodeado de gatos en algún callejón.
Así que esta solo, tranquilo, y se permite relajarse del todo, sentado en la sala, mirando dibujos animados por alguna razón, tejiendo algo. A estado tejiendo mucho últimamente, incapaz de usar su amada guitarra hasta que la piel de sus dedos se sintiera menos fina y sensible, pero es bueno, a estado vendiendo algunas de las cosas que hizo. Es lo más que puede hacer. Su madre se negó a dejarlo limpiar, alegando que teme que los productos químicos pudieran dañar su piel cicatrizada, sin siquiera aceptar los guantes de goma como excusa. Aunque si puede usarlos para lavar los platos al menos pero ya no puede cocinar, no sin sentir que todo su cuerpo arde ante las llamas de las hornallas. Al menos, también puede encargarse de la ropa.
Es un NEET, no tiene trabajo ni nada por el estilo, pero siempre ayudo como pudo en la casa y no hacerlo lo hace sentir como una especie de parasito. Aunque esta contento de lograr ganar algo de dinero con su tejido, algo que guarda celosamente, sin confiar exactamente en el Matsuno rojo y su adicción a las apuestas.
En todo caso, es bueno estar un poco fuera de su cuarto solitario, sin tener que estar mirando por encima de su hombro cada dos por tres por su repentina paranoia.
Esta distraído, riendo silenciosamente cuando uno de los personajes cae en un montón de cemento y de alguna manera sale solo para terminar en una estatua de pose exagerada, que en realidad no escucha la puerta abrirse o los pasos acercarse. Ni siquiera presta atención a la figura ligeramente encorvada que se adentra en la sala.
-Lo siento- se sobresalta, rápido en desviar la vista, abriendo los ojos con sorpresa al encontrarse con uno de sus hermanos llegando temprano a casa. Es Ichimatsu, quien luce unas ojeras bien oscuras en una clara señal de que no a dormido mucho en los últimos días, y el cabello más despeinado de lo usual, luciendo cansado pero ansioso y nervioso al mismo tiempo. Su sorpresa es lo suficientemente grande como para que el miedo no aparezca de momento. -Lo siento mucho- el gato es quien habla, siendo sostenido entre los brazos del adulto, cuyos labios están apretados con aprensión. Kara solo puede mirarlo, tomado con la guardia baja. -Las disculpas nunca serán suficientes pero...-
-...lo siento- y esta vez, la disculpa viene directamente de la boca de Ichimatsu. Es extrañamente sincero, sin tono brusco ni aburrido, solo un tono normal pero lleno de arrepentimiento genuino. Kara juega con sus ajugas, sin poder creer del todo lo que estaba escuchando. -Mi intención nunca fue hacerte daño hasta el punto en el que me tuvieras miedo, yo solo...- cierra los ojos con fuerza, respirando profundo como si se estuviera armando de valor. -...estaba celoso- el menor se atreve a mirar al mayor. Sabe que su hermano de azul se merece más que unas disculpas pero cree que puede ser un buen primer paso, como hizo Jyushimatsu. -Tenías tanta confianza y eres tan bueno, yo quería ser como tu pero sabía que yo era una escoria que nunca podría ser tan bueno como tu y estaba tan celoso- no tiene muy en claro como explicar su envidia, sus años de ver de lejos a su hermano de sonrisa confiada y que no temía ser el mismo, haciendo que su anhelo creciera hasta ahogarlo. -Lamento ser un bastardo envidioso, lamento haberte lastimado...lamento todo- se rodilla, dejando al gato de lado a favor de inclinarse del todo hasta que su frente toca el suelo. Se siente humillado pero cree que es lo correcto. -Lo siento, Karamatsu Nii-san-
Ichi se queda en esa posición, sin esperar una respuesta y sin animarse a ver el rostro ajeno, sintiendo que sus granas de llorar aumentan a medida que el silencio se extiende. Cada segundo se siente eterno.
-Tengo miedo...- se encoge ante eso. Sabe que una disculpa no borra todo lo que hizo pero aun así, su corazón se retuerce. -...pero aun te amo- levanta la vista tan rápido que siente una punzada en su nuca, mirando al mayor con los ojos bien abiertos. Kara tiene una mano sobre el lomo del felino que se acurruca contra su costado, su expresión triste y los ojos en el animal. -Te amo. Los amo tanto que duele pero tengo miedo de que me lastimen y no sé como solucionarlo-
-¿Aun me amas?- ah, esta llorando pero a la mierda, no le importa, no cuando hay alivio inundando su sistema, mezclado con cariño puro, de ese que no suele mostrar abiertamente. -¿Incluso si soy la escoria más grande del mundo?- la esperanza que había sido aplastada y destruida aquel día afuera de Dekapan, cuando su simple presencia fue suficiente para enviar al otro a un ataque de pánico, esta floreciendo una vez más.
-Una cosa no quita a la otra- Kara se atreve a decir, pasando sus manos por el pelaje del felino, alisándolo de manera casi distraída. -Sigues siendo mi hermano...- se anima a levantar la vista, mostrando una ligera y triste sonrisa. -...pero no puedo seguir siendo tu saco de boxeo- es una realidad.
-¡No lo serás!- había decidido, desde el momento en el que vio a Karamatsu cubierto de cicatrices y sin atreverse a mirarlos, que tenía que cambiar. Las cosas no estaban bien y no podía permitir que siguieran así, no si quería conservar a su hermano mayor. -Intentare ser mejor, no quiero lastimarte o que me tengas miedo otra vez- su corazón se estremece de solo recordar el miedo en el rostro ajeno al mirarlo. -Y si alguna vez, vuelvo a una de mis viejas costumbres, solo dile a Jyushimatsu. Él me hará reaccionar- el de amarillo no tendrá problemas para hacerlo reaccionar a golpes y eso le iba a doler, porque tenía mucha fuerza pero estaba dispuesto, valía la pena.
-Si tu lo dices- Kara sonríe, pequeño pero sincero. Ama a sus hermanos y elige darles una segunda oportunidad, aunque sabe en lo más profundo de su interior que si las cosas volvieran a estar tan mal como antes, no habría otra chance. No quiere ser el saco de boxeo de nadie, se niega a serlo porque, aunque suene egoísta, cree que merece algo mejor que eso. -Creo en ti, hermano- e Ichimatsu vuelve a llorar con más ganas ante aquella frase que pensó que nunca más escucharía, ignorando que se siente como un niño y que de seguro debe verse horrible, demasiado aliviado como para que algo de eso le importe. -Ah, ven aquí- hace un gesto ligero e Ichi no duda, gateando hasta acercarse. Kara acomoda la manta que cubre sus piernas y sus cosas de tejido, palmeando su regazo después de un segundo de vacilación. El de violeta se desploma, apoyando su cabeza en el regazo ajeno y medio acurrucándose, abriendo los brazos para el gato que se decide unirse.
El rostro de Ichi es un desastre pero no le importa, no cuando hay dedos amables y temblorosos que pasan por su cabello en una caricia ligera antes de que el mayor volviera a su tejido. Solo se acomoda, sonriente y contento, permitiéndose dormir junto a su hermano, feliz de poder ser su compañía y no su fuente de miedo. Todos se encuentran con esa escena cuando regresan y aunque su sorpresa es grande, ninguno comenta.
Algo de la tensión en aquella casa simplemente se derrite.
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