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Gata #7

Espero que les guste~

Osomatsu respiro profundo, calmandose un poco, para después acercarse al pequeño y arrodillarse a su lado.

-Kara...- llamo suavemente pero el de azul tembló y pareció encogerse en su lugar. -Kara...- lo intento otra vez, acercando su mano y rodeando la pequeña muñeca ajena, haciendo una mueca al verlo sobresaltarse.

-¡No!- tembló, luchando para liberarse, sollozando. El de rojo frunció el ceño pero rápidamente se relajo un poco ey reunió todas sus fuerzas para sonreír ligeramente, esperando poder tranquilizar al menor. Lo llamo un par de veces pero el otro se negó a mirarlo, aun luchando para soltarse. Oso soltó la muñeca ajena, alzando ambas manos para acunar las mejillas del pequeño y sosteniendolo suavemente, acariciándole las mejillas con sus pulgares y susurrando para la ras tranquilizadoras.

-Tranquilo, soy yo- y lentamente, los ojos de Kara se abrieron y lo miraron. Oso sonrió y se quedó en silencio, dejando que el segundo mayor lo analizará con la mirada todo el tiempo que necesitara. No sabía si era por el color de su buzo y de su piel o por la desesperación que seguro brillaba en sus ojos pero Kara pareció encontrar lo que buscaba en la cara ajena porque se relajo. Apenas pero era algo.

-¿N-Nii-san?- la sonrisa del mayor se agrandó un poco ante el reconocimiento y de escuchar esa palabra salir de la boca del de azul después de tantos años.

-Hola Karamachu~- utilizo el apodo que solía usar mucho cuando eran niños. Lo soltó lentamente, dejando que el pequeño mirara a su alrededor, notando como los ojos azules se abrían con gran sorpresa al ver a los demás Matsuno a su alrededor. Ellos le sonrieron entre lágrimas e hicieron un débil ademán de mano como saludo, menos el de morado que sólo pudo asentir levemente sin sacar las manos de su bolsillo.

-Nii-san...- volvió a mirar al mayor y pareció recordar algo importante porque había algo de pánico allí otra vez. -¡Tienen que irse!- sus pequeñas manos se aferraron a las mangas rojas. -Él...¡Él es muy malo y les hará daño, tienen que irse antes de que vuelva!-

-Ho Kara...- lo miro con tristeza. Incluso cuando estaba en problemas y hace solo unos segundos estaba sollozando con miedo hacia ellos, quería que estuvieran a salvo. -...estamos aqui para ayudarte-

-¿A mi?- frunció el ceño, luciendo confundido. -¿Por qué? No valgo la pena- lo dijo como si fuera la verdad más grande en el mundo y eso solo les dolió a un más. Oso abrió la boca, dispuesto a decirle lo contrario, pero uno de sus hermanos se le adelanto.

-Eso es mentira- Choro se acercó para arrodillarse junto al de azul, sonriendo cuando este lo miró. -Tu vales la pena, Karamatsu Nii-san. Mucho más que cualquiera de nosotros-

-P-Pero...- tartamudeo.

-Es cierto, Nii-san- Todomatsu se acercó y se arrodillo del otro lado, sonriendo a pesar de tener los ojos rojos por el llanto anterior. -Eres realmente importante para nosotros- apoyo su mano en el pequeño hombro ajeno. -Lamentamos mucho por no darnos cuenta antes, lo sentimos mucho- estaba a punto de llorar de nuevo.

-¡Te queremos mucho, Nii-san!- canto con energía Jyushimatsu, uniéndose a sus hermanos con los brazos levantado y una gran sonrisa en su rostro.

-...estoy cansado...- murmuró, apretando sus pequeños puños sobre su regazo. -...muy, muy cansado...- suspiro, agotado.

-Esta bien- se voltearon a ver a Ichimatsu, quien también se acercó para arrodillarse con sus otros hermanos. -Puedes estar cansado porque a partir de ahora...- extendió su mano al de azul, con una pequeña pero sincera sonrisa en su rostro. -...te estaremos apoyando y ayudando- Kara los miro a todos, sintiendo nuevas lágrimas correr por sus mejillas. De alguna manera, podía sentir y ver la sinceridad en los ojos de sus hermanos. Sollozo, sintiendo como era rodeado por sus amados hermanos en un cariñoso abrazo. Estaba cansado pero amaba más a sus hermanos. Volvería, solo por ellos.

No muy lejos de allí

-Vaya...funciono mejor de lo esperado- sonrió Kira, mirando la escena desde lo alto de uno de los edificios del lugar.

-¿Dudabas de mi? Me ofendes- hablo el demonio a su lado, sonriendo con diversión y dejando ver unos dientes afilados. Se aprecia a Osomatsu con cuernos y cola rojas pero vestido de traje negro, camisa blanca y corbata roja.

-Puedes ofenderte todo lo que quieras pero lárgate- lo miro con frialdad.

-¿Así me pagas por ayudar a ese bonito ángel de azul? Auch- hizo una mueca exagerada.

-¿Prefieres una espada en tu trasero?- enarco una ceja.

-No, gracias- se negó rápidamente, sudando frío. El demonio sacó un pequeño frasco del saco de su traje, sacándole la tapa y haciendo un gesto con la mano. Se formó un repentino remolino en el cielo, acumulando toda la oscuridad del cuelo, para después encogerlo y meterlo dentro del frasco, volviéndolo a tapar. El cielo ahora está a despejado, dejando ver un brillante sol. Todo a su alrededor parecía tomar color lentamente, incluso los edificios que se veían horriblemente abandonados se estaban arreglando. -Adiós querido, saludos a tu jefe- sonrio y desapareció con una nube de humo roja. Kira suspiro y miro hacia los hermanos. No había querido trabajar con un demonio pero viendo el resultado, todo había salido bastante bien.

Cuando los devolvió al mundo real, todos ellos aplastaron al pobre y confundido Karamatsu, quien no parecía recordar nada de lo que había pasado pero sin negarse al repentino cariño. Kira, otra vez como una gata, los miro fijamente y les mando un simple mensaje a sus mentes, saltando a los brazos del Matsu de azul al verlos temblar.

"Si vuelven a meter la mata, me encargaré personalmente de mandarlos al fuego más ardiente del infierno para que sufran por toda la eternidad".

Ellos asintieron rápidamente, sabiendo sin siquiera dudarlo que ella cumpliría con esa amenaza.

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