Adolescente #2
Espero que les guste~
Nota: Kimiko es mi propio personaje inventado para esto. Su nombre significa «valioso» (ki), «bonita» (mi) y «niña» (ko)
Nota-2: Según lo que pude encontrar y leer, Japón tiene el mismo problema que muchos piases. Algunos de su población empieza a fumar a los 14 o 15 años, incluso si es ilegal que se le vendan cigarrillos a los menores de edad, encuentran la manera de conseguirlos
Nota-3: No estoy a favor de que los adolescentes fumen ni nada por el estilo, ni siquiera me gustan los cigarrillos, pero tengan en cuenta que Karamatsu tiene alma de adulto y esta atrapado en su cuerpo adolescente. Además, se supone que los sextillizos son fumadores
Nota-4: "Chan" es un sufijo que se usa básicamente para llamar a niños pequeños o a animales, y en ocasiones a chicas o mujeres de cualquier edad con quienes exista una relación cercana. También puede ser un sufijo diminutivo que indica afecto o cariño pero no se puede usar en alguien que se considera superior porque se consideraría condescendiente. En todo caso, me paso todo esto por la raja para poder usarlo a mi manera ^_^
Karamatsu se siente distraído, comiendo su desayuno casi en piloto automático, su mente intentando entender del todo su nueva situación. Murió, asesinado más bien por accidente en todo caso, y aunque pensó que su alma volvería al infierno o al menos tendría la oportunidad de llegar al cielo, por alguna razón, su alma volvió atrás en el tiempo. Es un adolescente, tiene 14 y cumplirá 15 ese mismo año, el último de la secundario si mal no recuerda y el peor de todos. Puede recordar lo incomodo que fue todo, la tensión en casa que no desaparecía incluso cuando estaba en la escuela, le sensación de soledad al ver a todos alejados y negándose a siquiera mirarse entre ellos, sintiéndose abandonado y perdido ante cada comida por si mismo.
Realmente no quería repetir justamente ese año.
-Karamatsu- se sobresalto, alzando la vista, relajándose apenas ante el rostro de su hermano de rojo. Osomatsu le muestra una sonrisa con una disculpa silenciosa por haberlo tomado por sorpresa pero de verlo reaccionar, en especial después de verlo durante un tiempo con esa expresión en blanco que no le gustaba nada. -Es hora de cambiarse o llegaremos tarde- hace un gesto.
-Cierto, cierto- esta en secundaria, eso significa obedecer un horario y usar uniforme. Se levanta, apenas recordando dejar todas las cosas sucias en la pileta y disculpándose mentalmente con su mamá, corriendo para poder cambiarse. No a usado uniforme en años y después de ponerse tanto los pantalones como la camisa, duda por un segundo con la corbata. -¿Cómo era que se ataba esto?- hace una mueca, intentando recordar porque la corbata de su traje para entrevistas de trabajo fue atada por Chibita en ese entonces, sin notar que sus hermanos parecen mirarlo fijamente.
Ellos están preocupados, tanto por su despertar lleno de lagrimas de dolor y amargura mezcladas con extraño alivio, como por su actitud ida y al parecer, algo olvidadiza. A pesar de que hay distancia entre ellos, comparten una mirada, pensativos.
-¿Necesitas ayuda, Nii-san?- Todomatsu decide avanzar, con una sonrisa dulce y amable, ya con el uniforme completo e impecable, aunque le queda algo grande al decir verdad.
-Por favor- se queda muy quieto, dejando que el menor ate su corbata, siguiendo sus movimientos y esperando que le pudieran salir la próxima vez. Incluso entonces, no puede evitar mirar a su hermano y sentir un cariño que calienta su pecho. Había lo adorable y pequeño que había sido Totty a los 14, luciendo casi como un niño, en especial por sus mejillas siempre rojas y su tono de voz algo agudo.
-¡Listo!- declara con orgullo, admirando su corbata bien armada y estirando las manos para poder arreglar el cuello de la camisa ajena, asintiendo con satisfacción.
-Gracias, Todomatsu- Kara le sonríe con puro cariño, levantando su propia mano para acariciar la cabeza del menor, cuidadoso con su pelo ya peinado pero lleno amor fraternal que se nota desde lejos. El más pequeño parece sorprendido por unos segundos, antes de sonreír con encanto, sus mejillas oscureciéndose un poco más mismo tiempo que se apoyaba en el toque. No nota la mirada de los demás a favor de apartarse y terminar de vestirse.
Se pone los zapatos en la entrada, agarra su bolso y después de despedirse, sale. Puede recordar como llegar a la escuela, había recorrido ese camino solo más de una vez, así que se aferra a la tira de su bolso y avanza, sin notar realmente que esta yendo adelante de todos.
-Necesito un maldito cigarrillo- es lo primero que cruza por su cabeza cuando llega al gran edificio, quedándose por unos segundos en el portón de entrada y haciendo una mueca, viendo muchos alumnos que seguían con su rutina pero sintiéndose perdido. No había tenido amigos en secundario y eso le recuerda lo solo que realmente estaba en ese momento. -¿Puedo siquiera fumar a esta edad?- pensó, bufando. No le importaba realmente, incluso si sabía que no le vendería eso a un menor de edad, pero en serio necesitaba uno, aunque supuso que tendría que sobrevivir sin ellos de momento y quizás, podría ver como conseguirlos después de clases.
Ahora que lo recuerda, ¿Dónde se supone que era su salón?
-¿Eh?- sus hermanos se adelantan y él se sobresalta, obligándose a avanzar una vez más, cambiando sus zapatos por los de interior para poder adentrarse en el edificio. Camino con cierta aprensión, mirando a su alrededor, intentando recordar donde rayos estaba su salón antes de que tocara el timbre y tuviera problemas pero su memoria muscular tomo control y termino en donde necesitaba estar.
Las clases son tan aburridas como las recordaba y lucha por concentrarse para tomar notas, intentando que su pierna no se sacudiera demasiado bruscamente, su ansia por fumar solo haciéndose más fuerte con cada segundo lento que pasa.
-¡Libertad!- va al techo de la escuela, ignorando que técnicamente no debería estar ahí, apoyándose pesadamente contra las barandas que lo rodean y dejando escapar un suspiro de cansancio. Se había acostumbrado un poco demasiado a la vida de Nini.
-Te ves cansado, Matsuno-san- se endereza ante la voz y fue rápido en voltear, sin haber esperado que alguien más estuviera allí, parpadeando ante la chica que estaba parada no muy lejos de él, apoyada contra la barandilla en una pose relajada y dejando escapar una bocanada de humo por la boca, con un cigarrillo encendido entre sus dedos. Tiene el cabello grisáceo, que lucía casi plateado de cierta manera, corto hasta apenas rozar sus hombros pero con dos largos mechones algo largos que cuelgan a cada lado de su rostro y de ojos algo raros, de un tono claro de negro que solo resaltan por su ligera palidez. Tenía el uniforme femenino, la falda no muy corta pero las medias blancas un poco más largas que las demás. -¿Estás bien?- ladeo la cabeza, curiosa y él parpadeo.
-¿Me regalas uno?- esta desesperado, no puede negarlo. Fumo mucho a los 18, un paquete apenas duraba una semana pero cuando empezó a entrenar, su propio entrenador le aconsejo sobre disminuir su consumo y no tuvo otra más que cumplir. Paso de fumar toda la semana a una vez a la semana, luego cada quise día y por último, una vez al mes hasta el punto de que dejo mayormente de hacerlo pero cuando estaba estresado, presionado o incluso muy triste, la necesidad volvía de una manera abrumadora. Y en este momento, después de todo lo que había sucedido, estaba desesperado por un cigarrillo. -¿Por favor?- recordó sus modales, sonriendo con nerviosismo y ansiedad.
-¿Quieres uno?- enarco una ceja, sorprendida, analizando al otro. Para ella, él no lucia como el tipo de sujeto que fumaba pero no era quien para criticar, ella tampoco parecía de ese tipo según la mayoría. Era el aspecto de ambos, estaba segura de eso. -Claro, adelante- rebusco en el bolsillo de la chaqueta y saco una caja que extendió hacia el chico.
-Oh, gracias- saco uno de los cigarrillos, un poco tembloroso por la ansiedad, sin importarle siquiera que no eran la marca de la que estaba acostumbrado. Lo sostuvo entre sus labios, aceptando el encendedor que ella pronto le entrego y lo encendió, dando una larga calada. Su joven cuerpo se opuso, quiso toser pero Kara se lo aguanto, demasiado satisfecho para eso. Ahí esta, dulce nicotina. -Que alivio~- lo sostuvo entre sus dedos y dejo escapar el humo en un largo suspiro.
-¿Hace mucho que no fumabas?- ella guardo las cosas en su bolsillo, volviendo al suyo.
-Si, yo...mi mamá me mataría si se enterara de esto- es la verdad. Su madre se enojo mucho con él cuando se entero que fumaba a los 18 años, esta seguro de que lo ahorcaría con sus propias manos si se enterara de que ahora empezó a los 14 años.
-Ah, te entiendo. La mía también....- asintió y casi al mismo tiempo, se sentaron en el suelo, apoyando sus espaldas contra el barandal, no del todo lejos el uno del otro. -...pero sin duda, mi hermano estaría furioso, es la caja que compro ayer- bufo para si misma, luciendo orgullosa y el Matsuno no pudo evitar sonreír, él mismo le había robado un par de veces la caja a su único hermano mayor. -Yo no te delato a ti y tu no me delatas a mi, ¿Qué te parece?-
-Es un buen trato- rio. Era extraño fumar en compañía, siempre se había alejado de todos sus hermanos cuando la necesidad por nicotina se volvía insoportable, y era más raro aun estar junto a una chica, en especial cuando ella se veía tan tranquila en su presencia. Aunque, si la analizaba, le resultaba muy familiar. -Estamos en la misma clase- se dio cuenta. La recuerda, especialmente por su color de cabello, pero siempre fue callada y se sentaba en el fondo, pasando desapercibida.
-Sip- soltó otra bocanada de humo, que desapareció con el viento, y tarareo, sin siquiera parecer ofendida por la falta de reconocimiento. -Es genial poder interactuar con uno de los famosos sextillizos Matsuno, en especial si no es el loco que suplica por dinero y te levanta la falda por diversión, ni el de actitud robótica que quiere hacerse pasar por nerd y no puede ocultar las revistas para adultos que tiene en su bolso- el segundo mayor hace una mueca ante eso, sabiendo que no hay defensa para sus hermanos. -Eres Karamatsu Matsuno, ¿verdad?- él se atraganto un poco con el humo, tosiendo.
-¿Cómo es que...?- nunca fueron realmente diferenciados, solo confundidos, llamados por los nombres equivocados más de una vez.
-Las pecas te delatan y tienes colmillos, eso es llamativo- hizo un gesto y él se le quedo mirando, un poco sorprendido por la atención al detalle que la mayoría solía ignorar. -Soy Kimiko...- extendió su mano libre de repente. -...pero como me agradas, te permito llamarme Miko. Es un apodo- le sonrío enormemente, mostrando que sus colmillos estaban un poco alargados como los suyos, notables y llamativos.
-Es un gusto- es extraño socializar con una chica pero aun así, acepta el gesto, dándole un ligero apretón. -Supongo que puedes llamarme Karamatsu, aunque no tengo apodos- ninguno agradable en todo caso.
-¿Puedo llamarte Kara-chan?- lo miro con ojos brillantes, extrañamente emocionada y él no pudo evitar sonreír, algo divertido tanto por el apodo repentino como por la expresión ajena. Ella tenía apariencia de joven, con un aura de mayor cuando fumaba pero de alguna manera, luciendo como una niña pequeña cuando se emocionaba. Era una combinación algo rara pero le agradaba. -Entonces, Kara-chan, ¿Qué te molesta?- aplasto la punta de su cigarrillo terminado para apagarlo, metiendo la colilla en una pequeña bolsa que saco de su bolsillo.
-Es...complicado- la imito, tirando su propia colilla apagada en la pequeña bolsa de igual manera, sintiendo que parte de su ansia por fumar se calmaba pero al mismo tiempo, absteniéndose de pedir otro. Además, no quería imaginar como se veía para que alguien notara que algo lo molestaba.
-Pues, tenemos la siguiente hora libre y nada más que hacer- saco el paquete de cigarrillos para dejarlo entre medio de ambos junto al encendedor, moviéndose para sacarse la chaqueta y sentarse para poder verlo de frente, cruzando las piernas y usando su propia chaqueta para cubrirse. -Te escucho~- y Kara se le quedo mirando por unos segundos, pensativo. En general, se sentía perdido pero por sobre todo, se sentía solo, porque nadie más sabia que lo que sucedió.
-Bueno...- algo en ella inspiraba confianza, la suficiente como para querer hablar de todo aquello. -...es una historia complicada- tomo otro cigarrillo para encender y así, empezar su historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro