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6} Classroom

-Conseguir una vacante a esta altura hubiese sido imposible años atrás, pero es cada vez mayor la cantidad de jóvenes que desertan los estudios...

La recepcionista seguía hablando y hablando, obteniendo como respuesta todo el acuerdo de mi tía, quien estaba ultimando los detalles de mi inscripción.

Resoplé y empecé a tamborilear los dedos contra la mesada con aspecto apresurado, aunque no me encontraba ansioso por nada, solamente quería que la vieja se callara.

Finalmente me entregó una hoja donde estaba impreso mi horario escolar y salimos del cuarto.

-Espero que tengas suerte en tu primer día.

Me deseó mi tía.

Pude vislumbrar algo de preocupación en su sonrisa.

-Gracias.

Asentí, acomodando la estúpida mochila sobre mi hombro y empezando a caminar hacia el lado contrario.

Miré alrededor comprobando mis prejuicios: el lugar era una mierda y toda la situación en sí también lo era, pero decidí darle un descanso a los nervios de mi tutora. Le eché un vistazo al horario de clases y descubrí que iba a empezar con... Química.

Su puta madre.

Me dirigí al salón de clases que me habían indicado anteriormente como quinto año. Me adentré sin tocar primero, lo que no causó nada en absoluto ya que el curso entero era un revuelo gracias a que el profesor no se hacía presente aun. Tomé el primer asiento vacío que divisé sin prestar atención a nada más. Chequeé mi móvil. La clase tendría que haber empezado hacía treinta minutos.

Genial. Tal vez la escuela pública iba a encajar conmigo.

Abrí mi correo electrónico desde el celular esperando encontrar novedades. Los fines de semana trabajaba manteniendo el diseño y la actividad en las páginas web de diversas empresas locales, como un patio de comidas del centro o una pista de patinaje. Nada importante, pero con buen dinero incluido.

Levanté la vista de mi teléfono solo un segundo, suficiente para encontrarme con dos cabezas curiosas giradas en mi dirección. Los conocía. Habíamos coincidido en un par de fiestas. Me molestaba que en ese preciso instante estuvieran murmurando entre ellos sobre mí, pero estaba seguro de que se encargarían de esparcir en esta nueva institución que no soy de fiar, y eso es algo bueno. No quería tener que demostrárselos por ahora.

La puerta se abrió repentinamente y el bullicio cesó de inmediato. Un hombre, supongo que se trataba del profesor, ingresó a la habitación mostrando un severo ceño fruncido.

-Si alguien más, aparte de la señorita Mileston y el señor Braylor, cree que escribir insultos con las formulas de la tabla periódica es divertido, pueden unirse a ellos en el arduo castigo que les espera la semana próxima.

Anunció con satisfacción.

Algunos de los presentes ahogaron unas risas repentinas, pero yo seguía concentrado en la mirada de enfado del profesor, dirigida al umbral de la puerta.

-Pueden pasar ahora.

Permitió a quienes se encontraban detrás.

Un chico entró, apretando los labios con fuerza, probablemente reprimiendo una sonrisa. Seguido de él, una chica cruzó la entrada sin molestarse en ocultar su diversión. Le sonrió al profesor e hizo su camino hasta sentarse en la última fila. Sé que se sentó en la última fila porque fui girando mi cabeza para poder observarla, mientras mi corazón dejaba de funcionar paulatinamente.

No.

No, no.

No.

Me acomodé en mi asiento, llevando mi atención al frente y frotando mi cara con ambas manos. Solté una corta y silenciosa risa nerviosa, pensando en cuan jodida estaba mi cabeza ese día.

Por supuesto que esa no es. Por supuesto que no.

Miré de nuevo sobre mi hombro sin poder evitarlo. Bueno, ella tenía sus ojos y su cabello, pero sus rasgos aniñados no estaban allí. Además, se veía alegre. Estaba riéndose con un grupo alrededor de ella. No podía ser que la otra persona fuera feliz en esos momentos, lo sabía porque conocía cómo terminaron algunos casos de los niños abusados por Jeremy.

Drogas. Prostitución. Desordenes Mentales. Suicidios.

No. Ella no era quien yo creía.

Pero mis latidos ya estaban desbocados y esa anomalía en mi corazón me estaba provocando una seria falta de control. Limpié el sudor frío que caía por mi frente y suspiré fuertemente, tratando de calmarme.

-¿Eres el muchacho nuevo, no es así?

El profesor se dirigió a mí.

Asentí, sin procesar muy bien su pregunta.

-¿Justin Bieber?

Inquirió, leyendo el listado a través de sus anteojos.

Un ruido salió de mi garganta como una afirmación.

Me dio la bienvenida, pero yo no era consciente de sus palabras.

Miré a la chica una tercera vez. Parecía mantener un emocionante intercambio de palabras con un chico sentado en el banco delante de ella. Los dos debatían felizmente algún asunto desconocido, y entonces...

ella frunció el ceño.

Exactamente igual que cuando era una niña.

Chelle. 


Love is Possible (Bieber is Back #2)

Tatiana Romina


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