CUATRO: PERO
—¿JiMin-ssi?
Parpadeó.
Regresó de la bruma que cubría sus pensamientos y se encontró con la situación actual.
Estaban en el auto del alfa, habían abandonado la exhibición de joyas a una hora de hacer una subasta en millones de dólares sólo porque su ex le hizo pasar un mal rato. Sus sentidos se habían apagado por largos minutos, su mente estaba en blanco al igual que la expresión en su rostro.
—¿Puedes atender? Estoy manejando —insistió YoonGi.
Pronto llegó a sus oídos el tono predeterminado de un teléfono Samsung.
Tomó el teléfono con indecisión. Estaba cansado y ya no quería meterse en problemas o causar malentendidos con la persona del otro lado de la línea, ¿qué si lo trataban mal sólo por contestar? Definitivamente se estaba volviendo un paranoico.
—¿B-Bueno?
—Tú no eres mi Yoonie.
Un nudo se formó en su garganta. Era una voz fémina, se atrevía a decir que de una persona mayor.
—¿Quién eres muchacho?
—Mi nombre es JiMin. —Miró de reojo a YoonGi; atento a la carretera—. Él está conduciendo y no puede atender, lo siento.
—Yo soy la abuela de mi Yoonie. Puedo preguntarte... ¿Dónde vas sentado?, ¿adelante o atrás?
—Amm, adelante —contestó vacilante.
—¡Maravilloso! ¡Estoy muy feliz!
Se contagió de la melodiosa risa de la mujer, tan clara y dulce que lo hizo sonreír también.
—¿Pueden venir a verme?
—¿Ahora? —Sus ojos se abrieron con sorpresa.
—Los esperaré en el hospital.
Oh.
—Su abuela quiere que vaya a verla —avisó. Miró de reojo al pelinegro que sólo asintió.
—¿Te molesta si vamos primero con ella?
JiMin musitó una negativa.
—Bien, porque puede ser un poco difícil si no se hace lo que quiere.
—¿Es muy cercano a su abuela?
—Lo soy, ella se hizo cargo de mi crianza desde que era un niño, fue una mujer estricta pero le tengo mucho cariño. Tiene algunos problemas de salud por ahora, sin embargo no me preocupa, es una mujer fuerte.
—Se pondrá bien, ya lo verá. —Trató de animar.
—Puedes tutearme JiMin-ah. —Lo miró unos segundos para sonreírle, regresando su entera atención a la carretera.
¿Era normal que su corazón latiera tan rápido?
El cuarto número veintitrés del área especial del hospital era de los cuartos más grandes que había visto. Parecía más una habitación que un cuarto de hospital, contaba con un armario amplio, una sala de estar equipada cómodamente con un sofá cama y una mesita de café, un baño privado con una tina además del cubo de la ducha. La decoración era por mucho más hogareña, hasta podría decir que cálida. Y la cama era el doble de grande que una normal.
La envidia no era buena, pero... diosa.
Agachó la cabeza con timidez, quedándose tras el empresario.
—Abuela YoonJi —YoonGi soltó la cintura de JiMin para tomar las manos de la dulce omega, dejando un beso sobre su frente—. ¿Cómo te sientes?
—Oh querido, bien como siempre. —Le restó importancia con la mano, dirigiéndose a JiMin una enorme sonrisa—. ¿Por qué no mejor me presentas?
—Abuela, él es Park JiMin.
—¡Eres tú! —La mujer sonrió encantada cuando lo miró—. Le hablé a mi Yoonie de tu gesto amable en el restaurante, ¿ahí se conocieron?
—Es usted... —expresó sorprendido—. M-Min YoonGi es su nieto...
—Oh, ahora entiendo porque mi Yoonie no quería que le presentara a nadie, ya tenía a un buen prospecto a su lado. —Sonrió.
—¿Tú ayudaste a mi abuela? —cuestionó YoonGi con sorpresa.
JiMin asintió. Sus mejillas estaban calientes y seguramente tan rojas como el rubí que se escondía en los bolsillos del alfa.
Ahora que la veía mejor, era una copia exacta de su nieto. Sus ojos felinos, la boca pequeña, el brillante cabello negro que en ella se encontraba manchado de algunos hilos color plata. En su piel se veía el pasar de los años, sin embargo no dejaba de verse como una mujer fuerte y alegre.
—La encontré en el pasillo y le ofrecí un poco de agua. —Miró a la omega con preocupación—. ¿Se encuentra bien? Tal vez debí llamar al médico esa vez.
La abuela YoonJi negó y palmeó el espacio libre en la cama, sonriéndole a JiMin para que se sentara a su lado.
Con un poco de vergüenza se sentó en el espacio libre, ganándose una preciosa sonrisa que iluminó el rostro de la pelinegra, ella con sus suaves manos tocó sus mejillas.
—Yoonie, me alegra que hayas conseguido un buen omega... además de bonito.
Se ruborizó al instante, soltando una risita nerviosa.
—Abuela, no lo avergüences.
—Lo siento, mi niño. —Guiñó un ojo al rubio, tomando sus manos—. Te voy a contar algo. Mi muchacho nunca deja que nadie se siente adelante con él, eres el primero y tenía que conocerte. Estoy muy feliz ahora que mi hijo encontró a una buena pareja; amable, servicial y realmente bonito. Puedo quedarme tranquila.
Una punzada de culpa lo atravesó directo al corazón. Casarse con él no sólo era para cubrir su relación con alguno de esos alfas que lo rodeaban, también era para no decepcionar a tan dulce mujer. Él no podría, seguramente YoonGi tampoco y ahora lo entendía.
Pero ver a la omega tan feliz, creyendo que su nieto por fin tenía una pareja que amaba lo suficiente para dar un paso tan importante como el matrimonio, le hizo dudar.
Simplemente no podía mentirle.
—Señora Min-
—No, mi niño, llámame abuela YoonJi. —Le acarició con dulzura la mejilla.
—Abuela YoonJi... es-espero que se mejore pronto y viva muchos años más.
Lejos de él y sus mentiras. Mordió su labio antes de sonreírle.
—También lo espero, cariño, quiero ver a mis nietos crecer.
Oh, mierda.
—Yo me enamoré primero de él —contaba YoonGi—, así como lo ves es tan despistado que se metió a mi auto por equivocación. Pero me alegro de que lo haya hecho... cuando lo miré, sentí como si toda mi vida la hubiese vivido sólo para encontrarme con él.
—Oh, eres un romántico empedernido, Yoonie —se burló la omega.
JiMin no podía creer la capacidad que tenía Min YoonGi para mentir. Hasta él se estaba creyendo todas esas tonterías del enamoramiento a primera vista por la forma tan fresca y singular que tenía para decir esas cosas.
Tuvo que retirarse de la habitación después de media hora de preguntas interminables por parte de la abuela de YoonGi que sólo él mismo podía responder pues su cerebro no lograba crear mentiras tan rápido como el ojizarco, el tiempo de visita había terminado y sólo un familiar podía quedarse la noche. El alfa le pidió que lo esperara en la recepción para llevarlo a casa como prometió, pues antes tenía que despedirse.
Encontrándose solo pudo pensar mejor las cosas, sobre todo en el corazón roto de la pobre anciana cuando se diera cuenta que le habían visto la cara. No podría con la culpa si continuaba con esta farsa.
Sin embargo no podía tomarse tan a la ligera renunciar a esa oportunidad. Su vida estaba en juego y esa debía ser su mayor prioridad.
—Toma. —YoonGi se sentó en la silla de al lado, extendiéndole un café recién comprado de la cafetería al oji verde—. Fue una noche agitada, ya no pudimos hablar de la propuesta.
—YoonGi-ssi... seguro no crees en el matrimonio.
—Claro que creo, por eso nunca lo voy a hacer —bromeó.
O eso le pareció a JiMin, así que sonrió.
—Parece que le temes al compromiso. —Rio bajito—. Creo que dos personas tienen que amarse lo suficiente para casarse, así que no me parece correcto tratarlo como un negocio.
—El amor no es lo más importante, ni garantiza un matrimonio feliz. En mi opinión, el matrimonio es más una responsabilidad. —Tomó la mano ajena con delicadeza—. Puedo prometerte que aunque sea un negocio, haré lo posible por ser un buen esposo.
—¿Qué tal si me enamoro de ti? Finges no tener sentimientos pero eres un buen hombre.
La mano del alfa se tensó sobre la suya, su semblante volvió a estar serio como de costumbre. Rio, negando con la cabeza.
—Es una broma, tranquilo.
—Confío en que JiMin-ah es un hombre responsable —respondió, dedicándole una sonrisa ladeada—. Y también creo que nos iría bien juntos, podemos hacerlo si no me odias antes.
—No pasará. —Le sonrió bonito, mostrando sus dientes mientras sus ojos desaparecían en dos perfectas líneas curvas—. Lo prometo.
Al lunes siguiente volvió al edificio de YoonGi, sonriendo con soberbia a los guardias de seguridad que tuvieron que dejarlo pasar por orden de TaeHyung. Incluso caminó como si fuera un metraje de cámara lenta para presumir que había pasado los torniquetes y que no podían hacer nada por evitarlo.
El rizado lo llevó en silencio hasta la sala de conferencias, donde lo sentó a lado de la silla de la cabecera a esperar a que YoonGi saliera de una junta. No prestó demasiada atención a lo que decía sobre la reunión, porque de cualquier forma no entendía nada de finanzas, contratos y cosas importantes pero aburridas de cualquier empresario.
TaeHyung le sirvió café y se quedó custodiando la puerta como un perro fiel en espera de su dueño. Era una irrespetuosa analogía, pero justo eso es lo que parecía, el alfa le era tan fiel a su jefe que así le pidiera la cosa más imposible del mundo, TaeHyung intentaría por todos los medios posibles de cumplirle. No sabía si era porque sólo era un buen trabajador o los sentimientos se mezclaban con el trabajo; en su caso, haciéndolo el mejor asistente del mundo.
—Buen día, JiMin.
Botó en su asiento, haciendo chocar la vajilla. Avergonzado, musitó bajito una respuesta. TaeHyung salió de la sala tan pronto el alfa se sentó.
—Tengo una pequeña pregunta. —Miró al pelinegro hacerle una seña para que continuara—. ¿Por qué quieres firmar un contrato?
—Es más seguro. Me gusta tener las cosas claras. ¿Trajiste tus condiciones? —El engrapado en la mesa llamó su atención, el asentimiento de JiMin le hizo tomarlo para inspeccionarlo—. Quisiera repasarlos antes de decirte los míos.
YoonGi trabajaba rápido, iba directo al grano, sin rodeos.
Sus manos comenzaron a sudar.
—¿Las partes A y B deben tener por lo menos dos casas?
—¿Qué? Yo no puse eso. —Se acercó a revisar la hoja, viendo su error con las mejillas coloradas—. Lo siento, quise decir dos cuartos.
—De cualquier forma mi abogado se reunirá contigo para informarte sobre mis bienes.
—No hace falta, si mira más abajo. —Señaló en el papel—, los bienes de cada parte no se convierten en bienes comunes.
Iba a salvar su vida, no su estabilidad económica. JungKook le insistió en aprovecharse aunque sea un poco de los millones del alfa, pero no se sentía cómodo gastando algo que no era ni sería suyo, no era un estafador ni un oportunista. Era como en la actuación, todo lo que se le ofrecía para interpretar un papel al final de las grabaciones debía devolverlo.
Cuando el matrimonio terminara, no quería deber nada. Se iría con las manos vacías, tal como llegó.
—Este contrato tiene validez de un año. Después de la fecha establecida, quedará automáticamente anulado... borra esta cláusula.
—P-Pero es la cláusula más importante, ¿no ves el asterisco? —Picoteó el papel. Un pequeño puchero adornando sus labios—. Un año es mucho tiempo para lo que implica ser esposos de mentira.
—Dime qué es eso que te preocupa. —Se cruzó de brazos.
—Pues muchas cosas. Todo esto es una farsa. ¿Qué pasara cuando me llegue el celo o a ti?
No quería estorbar en ese momento de intimidad ya que era más que obvio que no se lo pasaría junto a él. Buscaría a quien fuera su verdadera pareja para aliviarse, JiMin no podía simplemente estorbar con su aroma de omega, encerrado en su habitación, esperando no escuchar algo que le traume de por vida.
Y sus celos apenas los podía controlar, ¿qué si terminaba cometiendo una estupidez estando controlado por su lobo urgido en abstinencia? No quería que TaeHyung lo odiara o que SeokJin lo enterrara vivo.
—¿Tienes miedo de que te sea infiel? —YoonGi sonrió ladino, entendiendo de todas maneras la preocupación del omega—. De acuerdo. Tres años.
—No, ya está establecido un año.
—Cinco años.
—¡Eso es mucho tiempo! —Puchereó, mirando indignado al alfa.
—Siete años —propuso.
Marcó aún más su puchero, cruzándose de brazos. No iba a desperdiciar su vida encubriendo la relación de YoonGi, en algún momento debía sujetarse los pantalones y revelar su relación el mundo, le gustase a la sociedad o no. ¿Qué si se enamoraba? Seguiría casado infelizmente de por vida porque no sabía negociar.
—Dos años, no más. —Extendió su brazo con intención de estrechar su mano en señal de no aceptar ninguna disputa.
—Trató hecho. —Después de estrechar manos pasó de hoja, leyendo todo sin objeción alguna—. Si esto es todo, después del matrimonio te mudarás a mi casa, TaeHyung te ayudará con la mudanza.
—Bien... ¿Cuáles son tus condiciones? —preguntó con vacilación.
—Quiero que vivas conmigo antes de tu operación. Mi recuperación será más rápida pero me preocupa tu salud. Será más fácil que un médico te visite en mi casa a pagar una enorme factura de hospital.
—No tienes por qué pagar mis gastos y no creo que sea necesario vivir juntos antes de mi recuperación.
—JiMin-ah, seremos esposos. —Suspiró—. Sería ilógico que después de casarnos, te mudaras a casa mucho después de nuestra boda. Además tu recuperación es una buena excusa para decir porque no tuvimos luna de miel.
—Ya pensaste en todo entonces —farfulló sarcástico.
—Lo hice —musitó con seriedad—. Incluso tengo respuesta al por qué no dormiremos en la misma habitación los primeros meses.
—¿Qué tratas de decir?
¿Acaso YoonGi quería que durmieran juntos después de un tiempo? Eso sería una locura, no importa si el papel de su compromiso fuese cien por ciento legal, su matrimonio era una mentira lo viera por donde lo viera.
—Tenemos que visitar a mi abuela de vez en cuando. —Cambió de tema—. Ella será dada de alta pronto y es la primera vez en mucho tiempo que estará sola en casa, así que tenemos que ir al menos un par de veces al mes.
—Estoy de acuerdo con eso.
—Si tengo reuniones sociales debes acompañarme. Si debo viajar, tendrás que venir.
—¿Por qué?
—Porque serás mi esposo, no esperes que vaya solo a todos lados. —Arqueó una ceja en su dirección—. Tienes que estar a mi lado.
—P-Pero-
—Por último, deberás acostumbrarte a muchas cosas, no tengo una rutina sencilla y no siempre voy a ser tan complaciente ni considerado, ¿entendido?
¿Lo estaba siendo ahora? Es decir, ¿estaba siendo complaciente con él cuando trató de aumentar seis años de matrimonio en el contrato? Se iba a casar con un demente controlador.
Y lo estaba haciendo a voluntad.
—Entendido.
Para el fin de semana tenía posesión de un acta de matrimonio firmada por él y el tan codiciado ex soltero; Min YoonGi. Salieron del registro civil como dos personas diferentes a su parecer, que ahora tenían que aprender a convivir en un mismo espacio sin discutir cada cinco minutos por quién tenía el poder.
Sentía un cosquilleo extraño en el pecho, una emoción latente que no le dejaba pensar en algo más que no fuera «"Oh diosa, me he casado"», «"Oh cielos, ¿Qué he hecho?"». Estaba recién casado y se suponía que se prometió que nada cambiaría pero por alguna razón sentía que todo era distinto, hasta el aire fresco que despeinaba sus mechones rubios.
—Es para ti —YoonGi le entregó una elegante maceta de tamaño mediano. En su interior florecía una preciosa orquídea blanca de centro lila—. Significa pureza, amor puro e incondicional.
—¿Ya me amas? —bromeó.
—Es mi forma de decirte que estoy comprometido con esto. —Tomó la mano izquierda del actor con delicadeza, acariciando el dorso con el pulgar—. Mi promesa de ser un buen esposo sigue en pie.
Su corazón latió furioso contra su pecho, sus mejillas se tornaron de color carmín. No debía emocionarse tanto por el gesto. Su matrimonio era falso; no era un regalo, era una ofrenda de paz de parte de YoonGi para que las cosas fueran más llevaderas entre ambos. Aun así no pudo evitar sonreír como un idiota, era una flor preciosa.
Por primera vez, se sintió cómodo mirando directamente al azul puro de los ojos de YoonGi y le sonrió en gratitud.
—Prometo también dar lo mejor de mí para que las cosas funcionen. Es un placer negociar con usted, señor Min.
YoonGi sonrió, arqueando una ceja con diversión. Dejó un beso sobre el nudillo del dedo anular de su mano izquierda.
—Puedo decir lo mismo, señor Min.
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