Capitulo 9
Dicen que las despedidas son amargas y realmente lo estoy viviendo.
Debería de estar feliz, eufórica porque tengo mi libertad, pero lo único que he hecho es llorar y abrazar a mis amigas que están igual o peor que yo.
―Te voy a extrañar― Stefany no me suelta.
―Yo tampoco―Besa mi frente ―Prométeme que no te vas a rendir.
―Lo prometo―Meto en mi bolsillo el papel que me ha dado con los datos de su hija, le prometí que la buscaría para saber como esta.
Ahora su hija tiene 20 años, la edad en la que ingrese a prisión. No volvió a saber de ella después de que su abuela paterna se la llevara. Como no tenían más familia y ella era su única pariente, se quedó con la niña cuando ella ingresó a prisión. Dice que la mujer la odia y la culpa por la muerte de su hijo, quien murió después de una pelea de ambos en un accidente, ahora ella guarda las esperanzas de saber que fue la vida de su hija y yo le prometí buscarla y darle la información para que pueda estar tranquila.
―Mi blanquita― Fabiola me abraza y termina levantando mi peso estrujando entre sus brazos, quedando sin oxígeno cuando me entierra su gran busto en mi rostro.
― ¡Fabiola, suéltala que la vas a matar! ― Me suelta a regañadientes y es el momento que inhalo con fuerza recibiendo el oxígeno a mis pulmones.
―Yo también te voy a extrañar― Esta vez cuando me abraza procuro poner mi cara hacia un lado.
Todas las chicas hacen filas esperando abrazarme y despedirse.
―Cuídate, quieres―Yoli mientras me abraza.
Voy a extrañar mucho a esta mujer, es quien hacía reír en momentos de tristezas.
―Prométeme que vas a triunfar y no dejarás que nadie vuelva a pisotear―Sabrina limpia mi rostro ―Eres valiente, inteligente, no volverás a bajarle la cabeza a nadie, promételo―Asiento sin poder articular alguna palabra― Se que esto solo será un trago amargo que quedará en el pasado.
―Ustedes no son un trago amargo, al contrario, sé que suena absurdo, pero ustedes han sido la mejor experiencia que haya tenido. Su lealtad, su amistad y la forma que cuidaron de mí me hicieron ver que hay personas que valen la pena entregar el corazón. Las quiero y les juro que volveré a triunfar y no me olvidaré de ustedes. Lo que soy yo volveré a verlas y estaré pendiente de ustedes y de sus familias.
Las chicas sollozan y una vez más me despido de ellas.
―Búscame, faltan unos meses para que salgas y vas a empezar a mi lado―Yamila asiente antes de despedirme con un abrazo.
―Es hora Blanquita― El guarda me mira con una sonrisa y sus ojos llenos de tristeza.
Cristina es una guarda de seguridad que también cuido de mí.
―También voy a extrañarte―Digo y antes que me saquen me lanzo en sus brazos para abrazarla, sé que está prohibido y ella no le importa incumplir las normas y me abraza.
―Todos te extrañaremos― Me separa y carraspea volviendo a su compostura rígida y seca ―Ven, vamos, es hora de irnos.
―¡Recuerda la pizza!―Grita una.
―¡Yo quiero chocolates!
―¡Mándanos vibradores!
No puedo evitar reír entre lágrimas.
Me doy la vuelta y las chicas me miran con sus ojos llenos de lágrimas, les lanzo un beso y empiezo a caminar hacia el pasillo donde conduce otros pasillos y mi libertad.
En camino me encuentro con algunas reclusas, se despiden de la mano y me desean suerte. No importa si crean o no que soy culpable, aprendí de cada una de ellas.
Sigo mi camino hasta que llegó a la salida. Las puertas se abren y respiro hondo antes de seguir con mis pasos hasta que observó en unos metros están los Muñoz, mi otra familia que sin importar los años siguieron visitándome y estar a mi lado.
Corro y los abrazo a ambos, Mamá Elvira y Papá Germán me abrazan con fuerza mientras yo lloro como si descargara mi alma.
―Tranquila, cariño, todo va a salir bien.
Me llevan con ellos y abren la puerta para entrar en la parte de atrás. Mamá Elvira entra conmigo mientras Papá Germán conduce.
No se para donde voy ni que voy a hacer. Tuve que vender el departamento para pagar a mi abogado y mi auto no creo que exista. Debo pensar en buscar un trabajo mientras me ubico. Sé que no será fácil, pero no pienso rendirme. No soy la misma chica que hace 4 años que se dejó intimidar de las personas y solo quería esconderse, no, esta vez lo haré grande y seguiré con toda.
Llegamos a la casa de los Muñoz, me bajo y Germán ayuda con mi pequeña maleta.
―Cariño, vas a ver que todo va a estar bien―Sonrió antes las palabras de mi madre y cuando la puerta se abre un grito hace que me espante.
―¡Sorpresa!―Varios niños gritan lanzando confeti, mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas y soy abrazada por varias manos.
―No puedo creer como han crecido―Los abrazo sintiendo paz al estar con ellos.
En algún momento en mi vida pensé que estaba sola y me doy cuenta de que no vemos lo que realmente sucede. Tú nunca estás sola, no importa si no tienes familia de sangre, encuentras personas que son de corazón.
Voy a luchar con fuerzas y seré el Ave Fénix que surgirá entre las cenizas. Lo juro por mi familia.
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