Podía decir que las cosas salieron mejor de las que pensé. Había estado preocupada sobre mi situación con las otras internas, en especial cuando tienes una imagen de ser malas personas y peligrosas.

Ha sido todo lo contrario, estas chicas, aunque tienen un pasado un poco oscuro, son mujeres que luchan día a día para soportar este encierro. En especial estar separadas de sus familias.

―Como te digo, yo también soy inocente―Dice Yoli, una de mis compañeras.

―Tú no eres inocente, apuñalaste a tu esposo―Responde otra haciéndome reír.

Al principio tenía miedo hasta de reír, ahora lo hago más a menudo con estas mujeres.

―Fue un accidente―Se defiende Yoli cruzando sus brazos tatuados ―Yo estaba en la cocina y él se cayó encima del cuchillo que sostenía.

― ¿Accidente? ―Se burla Freída ― ¿Llamas accidente cuando lo apuñalas 5 veces?

―Lo fue, lo que pasa es que cada vez que lo empujaba para sacar el cuchillo volvía caer sobre él―Las chicas y yo reímos.

―Lo vio con su mejor amiga―Susurra para que solo yo lo oiga a mi lado Yamila, una hindú quien se metió en problemas por culpa de su pareja y ahora está pagando una condena por robo.

Ahora estamos reunidas en el patio, las que al principio quisieron golpearme, ahora son mi compañía.

Llevo dos semanas y las cosas no han sido tan traumáticas como pensé. Me enseñaron que tienen plan de estudios y que puedo hacerlo en línea, hasta una carrera si así lo decido. También una pequeña biblioteca donde puedes adquirir libros, aunque no hay mucha variedad que digamos.

He visto solo una pelea de lo que estoy acá, dos internas se fueron a los golpes después de que una miro mal a la otra. Acá buscan pelea por cualquier cosa, así sea respirar el mismo aire, así que me la paso alejada de todos, no miro o hablo si no es necesario y solo me la paso con las chicas que quisieron golpearme el primer día cuando ellas me invitan a hacerles compañía.

He empezado una ¨ Buena amistad ¨ De por sí decirlo, son chicas que han pasado por diversas situaciones que lamentablemente terminaron en este lugar. Ahora me doy cuenta de que el dicho que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario es una realidad. Aunque cabe decir que también hay unas que merecen el infierno y mucho más, como aquellas que lastiman a los niños, incluso a sus propios hijos, conocí una de esas mujeres.

Asesinó a sus hijos porque según sus palabras le estorbaban.

En la zona en la que estoy es más bien un lugar tranquilo, solo ladronas y estafadoras y una que otra que ha tenido que matar para sobrevivir. Cómo Stefany, una del grupo que también asesinó a su esposo, pero todo fue en defensa propia. Al hombre no le bastaba con serle infiel, golpearla, incluso quiso abusar de su hijastra de 15 años, Stefany lo encontró a tiempo cuando estaba encima de su hija y sin pensarlo le clavó un cuchillo sin remordimiento alguno. Me confesó que está más que feliz por cumplir esa condena de 45 años, que ese desgraciado nunca volverá a hacer daño y son cosas que me hace pensar, hay situaciones que se justifica pagar una condena.

Yo también lo hubiera hecho si alguien intenta hacerles daño a mis hijos.

Pasamos a la sala de televisión y nos entretenemos con el programa que se llama Ridículos, un programa donde muestra videos de risa y cuando es la hora del programa todas nos sentamos y solo se escuchan las carcajadas de las internas, hasta los mismos guardas no se aguantan y terminan llorando de la risa.

Es un momento que te olvidas quien eres y donde estás.

―Hija de puta― Escucho decir a Damara, una del grupo y me doy la vuelta para saber que le ocasionó malestar y ella está mirando fijamente el televisor. Cuando mi mirada sigue su punto, mi cuerpo se estremece al ver a Julia riendo y bailando como si fuera una profesional.

― ¿Esa es la perra que te metió en esto? ―Pregunta Sabrina, la mujer mayor que me salvó de los golpes y creyó en mi inocencia.

―Lo es.

―Quiero informarles a mis fanáticos que hemos recolectado 3 millones de dólares, con su ayuda podremos pronto construir el hospital y...

― ¡Hey! ¿Por qué lo apagas? ―Grita una interna ―Estamos viendo.

―Se acabó el turno, hora de volver a sus celdas―Dice un guarda.

―Estamos viendo a una verdadera heroína, no como esta rata que se robó el dinero de los pobres―Dice la misma interna señalándome.

―Cállate, y mide tus palabras―Dice Fabiola, mi compañera.

Fabiola es la mujer que iba a golpearme ese día en el patio, mide 1.90 y tiene músculos en los músculos. Una mujer realmente intimidante.

― ¿Ahora defiendes a las ratas? ― Me tensiono cuando su grupo se pone a su lado y el grupo de Fabiola se levanta quedando de frente de las otras.

―No me presiones perra―Fabiola se acerca empuñando sus manos a los lados de su cuerpo.

― ¿Acaso la perra te lamió la vagina y por eso la defiendes?

―Si vuelves a abrir la boca para insultar a la Blanquita no me va a importar barrer el piso con tu cara.

―Ella es una perra...

Abro los ojos y ahogando un grito cuando Fabiola, sin pensarlo dos veces, se lanza sobre la otra reclusa, quien es igual de tamaño, pero no tantos músculos. La diferencia es que esta es blanca y Fabiola de color.

― ¡Deténgase! ―Grita a los guardas y empieza a sonar una alarma.

El grupo de la otra se va con el grupo de Fabiola, observó impactada y a la vez maravillada de cómo esas mujeres se defienden, no pelean como suele ser una pelea de mujeres agarradas del pelo, no, ellas son de golpes, patadas y estrangulamiento.

Soy lanzada hacia un lado cuando los guardias llegan a calmar la situación, somos tiradas en el suelo y esposadas para ser llevadas a nuestras celdas.

Me castigaron por 24 horas sin salir, no había comedor, ni patio, ni biblioteca. Nada. Me alimenté en mi celda y estuve ansiosa y nerviosa esperando ver a las chicas que se habían arriesgado y me habían defendido. Después de salir y buscarlas solo estaban Alex y Yamila, las demás estarían por tres días en la zona del castigo por haber iniciado la pelea.

― ¿Por qué lo hicieron? ―Pregunte a Yamila, puesto que llevaba más tiempo en este lugar y las conoce muy bien.

―Porque eres de las nuestras― Dice Alex.

―Acá somos leales una a las otras.

―Pero...―Me encuentro el shock tratando de asimilar todo.

―No pienses mucho Blanquita, eres parte de esta familia.

¿Podría volver a confiar en alguien?

Mi supuesta mejor amiga, quien creció a mi lado y pasamos mucho tiempo juntas, me traicionó. Ahora estas mujeres que no llevan tiempo en conocerme y que no importa si sea inocente o no me defienden arriesgando su vida y la poca libertad que tienen, puesto que los castigos podrían incluir un aislamiento que puede durar días o incluso meses y a ellas no les importó las consecuencias, solo me defendieron.