I
El olor a agua salada se filtraba por su nariz, mientras sentía la brisa acariciar su piel y la arena bajo el tacto de sus dedos. Sus ojos azules se movieron hasta vislumbrar algún punto perdido en la distancia. Su mente gritaba que estaba en casa, donde siempre quiso estar, pero, ¿por qué no se sentía correcto?
Amaba ese lugar, con todo su ser, extrañar su lugar de origen era un sentimiento constante; al menos estar cerca del mar disipaba esa angustia. Aun así, no deseaba regresar para quedarse; sabía que estaba donde debía estar, y eso era todo lo que necesitaba tener claro.
Se dejó caer hacia atrás y se mantuvo mirando el cielo pintado por los colores del atardecer. Estaba pasando los últimos días de sus cortas vacaciones antes de volver, sabía que su vida en la tierra daría inicio, apenas llegara a Busan. No tenía miedo, al contrario, se sentía emocionado por la expectativa de lo que estaba por llegar. Con un último suspiro, se decidió que era hora de volver al hotel. Seguramente HoSeok se estaría preguntando dónde estaba y no quería preocuparlo.
Se sacudió la arena que se había pegado a sus manos y se levantó. No había traído casi nada, más que una toalla por precaución y su teléfono; ya que solo quería mirar el atardecer. En ese horario todavía no era un buen momento para entrar al mar, la playa estaba algo llena de personas y no podía arriesgarse a ser visto. El mundo marino debía quedarse escondido del ojo humano, justo como hasta ahora. Se colgó la toalla a los hombros y emprendió camino de vuelta a las habitaciones.
Su paso por la isla Jeju era temporal. Cuando pudo retomar la comunicación con HoSeok, este le informó que se encontraba en aquel lugar por trabajo, pero que podía pasarse y él le pagaría la estancia para volver juntos a Busan. Su propuesta fue una salvación, había huido de casa, pues su padre se negaba completamente a dejarlo ir, porque no concebía la idea de que quisiera irse de su lado a un mundo tan peligroso. Le dolió dejarlo, pero su mayor sueño siempre fue vivir en el mundo terrestre y no estaba solo. Tenía a su abuela materna, que era muy amorosa con él, siempre lo apoyaba y se ofreció para darle un techo en donde vivir. Por otro lado, su mejor amigo, él, vivía en este lugar desde hace un par de años y le había ido muy bien, no tenía forma de quejarse.
Él también quería vivir ese sueño, el mundo terrestre tenía mil y una maravillas que deseaba apreciar desde lo más profundo de su ser. A veces sentía que estaba idealizando mucho la vida que deseaba vivir, pero no lo sabría hasta pasar por ello. A sus casi treinta años no había vivido nada, no era un niño, pero su padre lo trataba como tal. Por mucho que fuera difícil para él desde la pérdida de su madre, no podía anclarlo a un dolor que se negaba a superar. A él también le dolía la situación, pero lamentablemente le tocó aprender a vivir con ello y continuar. Llorar no se la devolvería. Cuando era pequeño no lo entendía, él quería a su madre, por desgracia no iba a volver a verla ni escuchar su voz otra vez.
Vivir con ese dolor sin el apoyo de su padre fue duro, se refugiaba en el escape que otro mundo le brindaba, varias veces le habían mencionado que aquel espíritu aventurero y curiosidad lo había heredado de su madre. Lastimosamente, eso fue lo que la llevó a la muerte, pero él no pensaba correr con la misma suerte. Solo pedía confianza de parte de un hombre que quería, pero no iba a darle lo que deseaba, se negaba a perder lo único que le quedaba.
Su ánimo decayó de inmediato, en ocasiones perderse en sus pensamientos no era nada bonito, con un nudo en la garganta y el corazón apretujado intentó distraerse con los alrededores. El hotel tenía varios puntos que llamaban mucho la atención, la zona por la que pasaba era la VIP, las habitaciones eran bungalows, bastante espaciosos y decorados de una forma que te hacían sentir toda la experiencia de estar en la playa, lo que se esperaría de todo lugar, pero de una forma exclusiva y rústica a la vez. HoSeok y él estaban en la zona económica, pero no por eso menos hermosa. Era casi como un departamento con vista al mar; estaban igualmente decorados con pilares de madera de roble, en las paredes había pinturas meticulosamente colocadas, todas con temática marítima.
Casi corrió por las escaleras cuando estuvo en el edificio y tocó desesperadamente la puerta de la habitación esperando que fuera abierta.
—¿Qué te pasa, estás loco? —se quejó el peli rosa al ver cómo entraba con rapidez.
—Perdón, pero necesitaba llegar —se lanzó al sofá y suspiró con fuerza. Tenía planeado no salir de esa habitación en lo que restaba del día, se relajaría, vería alguna película mientras cenaba algo delicioso y...
—Tenemos hoy un evento y necesito que vengas —pronunció HoSeok con firmeza, sin dejar de mirarse al espejo, mientras acomodaba su cabello para que no se viera muy desordenado.
Mierda.
—¿Por qué yo? —hizo un pequeño berrinche, siendo completamente ignorado por el mayor. Su plan de relajación se fue al caño. Aunque le interesaba saber sobre qué era el evento, su amigo no vestía de una forma elegante, estaba más, ¿relajado? Era un estilo playero, informal, quizá sería divertido.
—Porque lo digo yo y debes acompañarme —terminó por mirarse al espejo, antes de voltearse para mirarlo—. Es tu responsabilidad como mejor amigo. ¡¿Qué haces cerdo?! ¡Vas a llenar todo el sofá de arena! —le lanzó un cojín, lo que le provocó un par de carcajadas al peli azul.
Disfrutaba mucho la compañía de HoSeok, se sentía acompañado, tenía la seguridad de que junto a él y su abuela sus días se harían más llevaderos en este proceso de adaptación. Tenía objetivos y expectativas claras.
—Iré a darme una ducha, cómo desaparezcas te voy a dejar solo —TaeHyung entrecerró los ojos, apuntó con el índice y el medio a los suyos y luego a los del contrario, amenazante.
No se equivocó, pero aun así se sentía algo aburrido. Su dizque "mejor amigo" lo dejó solo, después de arrastrarlo hasta aquí, estaba indignado. Casi se lanzaba sobre la barra, quería ahorcar al bar tender. Llevaba un par de minutos intentando llamar su atención para comprar una bebida, pero su conversación parecía ser más importante que un cliente. Estuvo apunto de irse de aquel lugar, cuando otro de los que atendían la barra se acercó con una bebida para él, aquello lo dejó genuinamente sorprendido, no había ordenado nada.
—Te la envía el chico de allá —con discreción, señaló una de las mesas más apartadas del lugar, donde la luz era más tenue, ofreciendo así mayor privacidad.
Entrecerró los ojos para ver mejor y un chico de cabello negro le hizo una seña de saludo, a lo que el tritón sonrió en agradecimiento. ¿Debería ir a saludar? No lo conocía de nada, pero le había regalado una bebida, tampoco sabía si confiarse del todo, era un extraño, pero no parecía ser mala persona.
Las malas personas nunca parecen malas personas.
Buen punto.
Intentó alejar cualquier pensamiento extraño que pudiera perturbar su tranquilidad y decidió confiar. No sucedería nada malo, eran solo paranoias. Sí, eso. Miró el líquido en la copa y se veía como: ¿vino? Qué sofisticado, dio un sorbo ligero y se sorprendió por el grandioso sabor que tenía. Volvió su mirada sorprendida al chico que le envió la bebida y este aún lo miraba, quizás debía acercarse, ¿por qué no?
Se levantó de su asiento y caminó hasta aquella mesa apartada, más de cerca pudo apreciar mejor al joven. Su cabello negro estaba ligeramente ondulado, llevaba un peinado informal, pero le daba un buen estilo. Sus ojos oscuros se posaron en él, en el labio inferior adornaba un lindo piercing, con el que parecía que jugaba junto con su lengua por la parte interior, mientras una sonrisa se asomaba en sus labios rosas. Quedó sin aliento. Era hermoso.
—¿Seguirás de pie ahí o vendrás a sentarte? —TaeHyung parpadeó un par de veces y por fin su cuerpo pareció responder a las señales que mandaba su cerebro, esto era una locura.
—Perdón —sonrió avergonzado y se sentó al lado del chico desconocido, con una cierta distancia.
—Entonces, ¿puedo tener el honor de conocer el nombre de la persona a la que he invitado a una bebida? —sonrió dirigiéndole una mirada divertida, lo recorrió de pies a cabeza justo como había hecho él segundos antes, aquello le provocó algo de nervios.
—Soy TaeHyung, Kim TaeHyung —extendió su mano hacia el pelinegro, quien correspondió el saludo.
—Mi nombre es JungKook, un gusto conocerte —movió su mano hasta la copa que al parecer estaba tomando y dio un trago para luego continuar—. Si se puede saber, ¿qué te trae por estos lugares?
—Son simples vacaciones —quitó importancia mientras dirigía su mirada hasta el centro del salón—. En un par de días volveré a casa, así que no me queda mucho aquí, ¿y usted?
—No me trate de usted, me hace sentir muy mayor, puedes tutearme, si no te incomoda —aclaró soltando una ligera carcajada—. Vengo por trabajo, también estoy a poco tiempo de irme. Me gustaría quedarme un poco más, disfrutar del lugar, pero el dinero no se hace solo —se encogió de hombros y terminó por tomar el líquido que aún le quedaba en la copa.
—¿Por qué me invitó la bebida? Hay muchas personas en este lugar —suavizó su tono para que no sonara como una queja. No quería que lo malinterpretara, era simple curiosidad, nunca nadie había hecho tal cosa por él, era un poco nuevo.
—¿Por qué no? A mis ojos eres la persona más atractiva de todos los que están aquí, perdón si te incomodo, pero llamaste mi atención y no quería estar solo toda la noche —se sinceró vagando la mirada, parecía avergonzado, TaeHyung pensó haber visto un sonrojo apoderarse de sus mejillas, pero lo atribuyó a la falta de luz—. Si aceptabas, quizás podríamos tener una charla agradable, justo como ahora, si no, hubiera sido una lástima.
—Uste-, tú también eres muy atractivo, si me permite el halago. —JungKook se veía muy confiado, y aquello llamaba mucho la atención del peli azul. No pensó que esa noche conocería a alguien nuevo, era agradable, no podía negarlo.
—Es tranquilizador que pienses eso, no desearía incomodarte con algún comentario fuera de lugar —mordió su labio inferior y volvió su mirada al frente—. A veces uno no sabe con exactitud si el riesgo valió la pena —se movió un poco más en el sofá hacia TaeHyung.
—Creo que esta vez tuviste algo de suerte —le guiñó un ojo cuando volvió a mirarlo, acción que provocó una sonrisa compartida y miradas cómplices. Definitivamente, esto era muy nuevo para el tritón.
Pareció perderse por unos segundos en la mirada del contrario, sus ojos brillaban de una forma muy hermosa, eran tan profundos como el océano mismo y, oh, a TaeHyung le encantaba apreciar el océano. La distancia se acortó poco a poco, ninguno dejaba de mirarse y cuando JungKook bajó su mirada hasta los labios contrarios, el peli azul supo a dónde quería llegar. Sin alargar más, el momento se inclinó hasta que sus labios colisionaron. El beso fue lento, con movimientos suaves, casi como si quisieran grabar la sensación en su mente. Los belfos contrarios se sentían suaves contra los suyos y profundizaron más el momento cuando TaeHyung posó su mano en la mejilla de JungKook y este se acercó más a su cuerpo. Poco a poco se fue intensificando, tenía sentimientos encontrados mientras se encontraba disfrutando de aquello, era emoción, felicidad, confusión, éxtasis, no podía explicarlo en palabras, simplemente se dejó llevar por el momento y ya, siendo guiado por aquel chico que acababa de conocer y aun así se encontraba besándolo como si su vida dependiera de ello.
Se tuvieron que separar porque la falta de aire comenzaba a quemar en sus pulmones, pero luego de una profunda exhalación, esta vez fue TaeHyung quien se lanzó a besarlo. Deseaba volver a sentir esa sensación, fue muy gratificante y su deseo aumentó cuando JungKook no le negó el beso, al contrario, lo siguió con más intensidad de la que esperaba. Pero este encuentro duró menos que el anterior. El primero en separarse fue el pelinegro, quien podía verse muy sonrojado.
—Eso fue intenso —escondió su rostro entre sus manos, avergonzado. Si bien quería tener una velada agradable, nunca imaginó terminar besándose con aquel chico, pero las cosas llegan cuando menos te la esperas y era un completo caos en su interior. Disfrutó mucho esos besos y, aunque no se conocieran de nada, solamente se dejaron llevar por el momento.
—Y que lo digas. —Sí, eran sensaciones muy nuevas, pues nunca se había besado con una persona que acababa de conocer, pero hay una primera vez para todo, ¿no?
—Si no le molesta, señor Kim, me gustaría tenerlo esta noche solo para mí —hizo puños en su camisa y con un jalón pegó sus labios por tercera vez en la noche.
Los días siguientes no vio más a JungKook, imaginaba que era por cuestiones de su trabajo, y aunque quisiera no podía buscarlo, ya que no conocía su apellido y el hotel era enorme. Le hubiera gustado hablar con él una última vez. Sabía con seguridad que lo más probable es que no volverían a verse y por esa misma razón es que deseaba despedirse, pero se tuvo que resignar a la idea cuando llegó el día de su partida.
Intentó no pensar mucho más en la situación y simplemente se mantuvo al margen todo el día. HoSeok se perdió un rato por la mañana y luego llegó diciendo que ya tenía el transporte que los llevaría al aeropuerto, solo se limitó a agarrar sus maletas y seguirlo hasta la entrada del hotel. Aun con un atisbo de esperanza buscó entre las personas que al parecer se irían ese mismo día y por un momento pensó haberlo encontrado, pero toda emoción se escabulló cuando se dio cuenta de que no era él.
Ya completamente resignado, volvió a donde estaba su mejor amigo, quien lo esperaba en la puerta del auto que los llevaría al aeropuerto. Los besos de aquella noche lo dejaron completamente encantado, no sabía qué le había hecho aquel chico, pero no podía dejar de pensar en él.
—Te veo perdido, ¿sucede algo? —preguntó el peli rosa al no escucharlo hablar en todo el trayecto, puede que se haya perdido un poco de más en sus pensamientos.
—No, es solo que hace mucho tiempo no veo a mi abuela y sigo pensando en qué hacer cuando llegue —mintió, pero su amigo no pareció darse cuenta de ello, le sonrió y dio un par de palmaditas en su espalda a modo de darle ánimos.
—Todo saldrá bien, TaeTae.
No lo negaba, sabía que las cosas iban a salir bien, deseaba ver nuevamente a su abuela, ya que hacía un par de años no la veía, pero por medio de HoSeok pudieron volver a comunicarse y fue cuando le ofreció ayuda para que viviera junto a ella. Ese día lloró por lo feliz que se sentía, por fin estaba cumpliendo lo que tanto anhelaba y no iba a perderlo por capricho de nadie.
El camino al aeropuerto fue largo, pero bastante tranquilo. Dormitó la mayor parte del camino, pero quería guardar todo su cansancio para cuando estuviera en el avión. Nunca había montado en uno y le daba mucho miedo. Simplemente, creía que volar en el aire en un armatoste de metal no era para él. Su cuerpo estaba tenso, luego de pasar por la zona de chequeo y lo que sea que fuera la otra cosa donde revisaban sus maletas, no las volvió a ver.
No fue más fácil cuando a los pocos minutos llamaron de su vuelo que ya debían abordar, ¿no podía irse nadando? No era tan difícil después de todo.
—Relájate, Tae. No es tan malo, si quieres estar tranquilo puedes dormir, pero te aseguro que no sucederá nada —HoSeok intentó calmarlo mientras colocaba su maleta de mano en el compartimento que se encontraba encima de los asientos.
—Lo intento y te odio por no dejarme ir nadando —su asiento estaba al lado de la ventanilla y no sabía si alegrarse o llorar.
—Debes ir acostumbrándote, aparte, no podías llevar tu equipaje por el agua —masculló entre dientes—. No gasté todo ese dinero en ropa para que quieras arruinarla con el agua salada.
El peli azul se encogió en su lugar y desvió la mirada hacia la ventana. Aún les quedaban unos minutos para despegar y aprovecharía ese tiempo para calmarse o dormir. Dio un último vistazo al exterior y cerró los ojos, algún día iba a volver.
No tardó mucho en caer profundamente dormido. Aunque no lo demostrara, estaba exhausto. Su amigo no era precisamente hábil haciendo maletas, así que pasó toda la noche organizando el equipaje de ambos. Descansó un poco por la mañana, pero pronto llegó la hora de partir, por lo que apenas pudo conciliar el sueño. Sin embargo, el vuelo transcurrió rápidamente, despertándose poco antes de llegar al aeropuerto de Busan. Desde la ventanilla, observó cómo la costa se perfilaba en la distancia, sintiendo más emoción que nervios.
Ansiaba ver a su abuela de nuevo. Este pensamiento casi lo hizo emocionarse hasta las lágrimas. Los minutos pasaron como si fueran segundos y, al llegar al aeropuerto, cualquier rastro de fatiga desapareció de su cuerpo. La emoción lo inundaba de pies a cabeza, entregándose por completo a esa sensación. No pasó mucho tiempo hasta que les entregaron sus maletas, caminando con entusiasmo por el lugar, siguiendo a HoSeok.
La casa de su abuela era su primera parada. Sabía que ella no podía ir a recibirlo al aeropuerto, y lo comprendía perfectamente. La emoción por verla lo hacía sentir como si el tiempo pasara volando, estaba ansioso por abrazarla y revivir esos momentos llenos de amor y cariño que solo ellos compartían.
No tardaron mucho en llegar a la zona costera donde se encontraba la casa de la mujer. Con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, salió casi corriendo del taxi. Su abuela estaba sentada afuera, esperando su llegada, y lo abrazó con emoción cuando él se detuvo frente a ella. Aunque parecía contener las lágrimas, finalmente no pudo evitar romperse al ver nuevamente a su nieto, a quien había extrañado tanto. Conocía las razones por las cuales no lo había podido ver desde hacía tanto tiempo, y tenerlo otra vez frente a ella la llenaba de alegría.
Él le recordaba tanto a su hija; eran idénticos, incluso en su personalidad. Parecían dos niños en busca de aventuras. De la misma manera que con su hija, ella estaba dispuesta a apoyar a TaeHyung en todo lo que lo hacía feliz. Tenerlo viviendo con ella le brindaba la oportunidad de guiarlo y enseñarle a vivir la vida que tanto anhelaba tener.
Y TaeHyung se sentía sumamente feliz de lo que sabía que estaba por venir.
—Sí, Hobi —rodó los ojos con fastidio,mientras seguía escuchando sus regaños.
—Es una gran oportunidad, ¿irás? —preguntó, siendo escuchado por el menor a través del teléfono.
—Iré, pero no creo que me acepten. —No confiaba en que lo contrataran, mucho menos para aquel trabajo, pero la insistencia de su amigo lo hacía dudar. Era una oportunidad de oro y en caso de suceder lo contrario sería genial.
—Deja de ser tan pesimista —rio a carcajadas por las quejas del peli rosa y siguió caminando. Seguía sin encontrar la tienda que le había indicado, iba a preguntarle, pero cualquier palabra murió en su garganta cuando vio a la persona que estaba de pie delante de él.
Seguía escuchando como HoSeok le decía que en unos minutos estaría llegando para llevarlo a su casa, pero no podía poner atención a sus palabras.
—Hobi, hablamos después —colgó la llamada y guardó su teléfono, para acto seguido acortar los pocos metros que lo separaban de aquel pelinegro que tanto quería volver a ver.
—¿Qué posibilidad había de encontrarnos en el mismo lugar luego de aquel día? —JungKook fue el primero en hablar, provocando que una sonrisa se posara en los labios del mayor.
—No lo sé, estoy tan sorprendido como tú.
Aquel chico se veía muy diferente a como lo vio en el hotel, vestía de una manera muy elegante e incluso su porte se veía como tal, una persona de alta clase.
—¿Me aceptarías un café? —le guiñó un ojo al peli azul, quien inmediatamente asintió.
—No soy mucho de café, pero si es contigo vale la pena —le devolvió el comentario, lo que provocó una risa por parte del contrario.
—Eres todo un coqueto, ¿te lo han dicho ya? —caminó entre el gentío, siendo seguido por TaeHyung.
—No precisamente, ¿quieres ser tú el primero? —pudo apreciar la mirada de reojo que le lanzó el pelinegro y también la pequeña sonrisa que se asomó en sus labios.
—Quizás —agarró su mano y lo guió rápidamente por un camino donde dejaron a todas las personas aglomeradas atrás. El café estaba a unos pocos metros por delante de ellos y cuando llegaron, JungKook le soltó la mano, sintiéndose avergonzado.
Fue hacia uno de los dependientes y pareció pedir un café frío y una malteada de chocolate, luego se encaminó hacia él y le hizo una seña para que lo siguiera. Terminaron sentándose en una mesa que estaba en la esquina derecha del local, aquello provocó casi un déjà vu, pues estaba algo apartada de la gente, justo como el lugar en el que se conocieron.
—¿Te gusta esconderte? —preguntó con diversión.
—No, solo me gusta mantenerme al margen de las miradas curiosas, no sabes quién puede estar fisgoneando en lo que no le incumbe —inclinó la cabeza ligeramente y la apoyó en su mano, sin dejar de mirar al chico delante de él.
—Entiendo —JungKook le parecía un chico sumamente interesante, algo en él hacía que quisiera conocerlo más. Era extraño—. Te busqué —el pelinegro pareció confundido al inicio, por lo que se apresuró a aclarar—, en el hotel, intenté encontrarte, pero no tuve éxito.
—Oh, ese mismo día que nos conocimos de vuelta a mi habitación me tropecé con una piedra y pasé los últimos días sin poder salir de ella —cerró los ojos y suspiró con exasperación—. Te iba a buscar yo mismo, pero me fue imposible.
El mayor se acomodó en la mesa cuando un mesero trajo lo que había pedido JungKook, la malteada de chocolate se la dieron a él y el pelinegro agarró el café con una sonrisa, para luego agradecerle al mesero.
—Ahora míranos, aquí —prosiguió, no podía negar que le gustaba la idea de conocer más al chico. Por otro lado, no podía evitar pensar en el beso, quería acercarse nuevamente y besarlo ahí mismo, sin importarle si había personas mirando o no, pero no lo haría, debía llamar a la compostura—. ¿Eres nuevo en la ciudad?
—Sí, antes vivía un poco... lejos —dio un sorbo de la bebida que le había comprado el pelinegro y se sorprendió por el delicioso sabor de esta—. Y me mudé con mi abuela, no la veía hace mucho, por lo que ella se ofreció a dejarme vivir con ella.
—Oh, qué lindo —sonrió conmovido, aun sin dejar de mirarlo—. Si quieres, puedo mostrarte la ciudad, algún día que estés libre —propuso. La respuesta definitivamente sería si, pasar más tiempo con JungKook no sonaba para nada como una mala idea. La respuesta murió en sus labios cuando el teléfono comenzó a sonar insistentemente, colgó la llamada y dejó otra vez el teléfono encima de la mesa.
—Sí, sería un gusto —el teléfono volvió a sonar, interrumpiéndolos, por lo que se decidió a contestar al fin—. ¿Sí?
—TaeHyung, estoy aquí fuera, ¿dónde estás? —preguntó HoSeok, sonaba algo enojado.
—Ya voy, dame un segundo —no esperó a que respondiera y colgó la llamada—. Lo siento... —comenzó diciendo, pero el pelinegro lo interrumpió.
—Tranquilo, yo también tengo cosas que hacer —intentó tranquilizarlo. Agarró el teléfono del peli azul que estaba todavía desbloqueado y se adentró en los contactos para agendar su número enviandose el número de este para también tenerlo en el suyo—. Ya tienes mi número, por si quieres escribirme.
La mirada que le lanzó el pelinegro hizo que TaeHyung tuviera que acomodarse nuevamente en el asiento, pasó la lengua con suavidad por su labio inferior, jugando con el piercing y luego se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.
—Nos vemos luego, Kim —sonrió de medio lado al ver la expresión del mayor.
TaeHyung lo vio caminar por su lado y salir de la cafetería. Aquel chico era todo un caso, pero no podía quejarse, le encantaba. Él también se levantó del asiento y caminó con rapidez hasta la salida del supermercado; había olvidado por completo que HoSeok lo estaba esperando. Cuando lo vio recostado fuera de su auto, supo que estaba en problemas.
—Voy a matarte —valió la pena el sacrificio.
—Perdóname, Hobi, me entretuve —rascó su nuca avergonzado.
—¿Con quién estabas? —preguntó de brazos cruzados. Sabía que le reclamaba porque se le había olvidado que estaba esperándolo.
—No es nada, me distraje —recalcó, HoSeok suspiró cansado y asintió.
—Está bien, pero no me dejes así otra vez —le advirtió, mientras caminaba hasta el asiento del conductor. TaeHyung asintió, el tiempo que pasaba con JungKook se pasaba muy rápido, deseaba poder disfrutar de más momentos juntos.
Ya sentado en el asiento del copiloto, se dirigió a sus contactos y buscó el número del chico. No sabía cómo se había agendado, aquello le daba curiosidad. Cuando en la zona de la "J" no vio su nombre. indagó un poco, y finalmente encontró un nombre que llamó su atención y no pudo contener su sonrisa al leerlo.
Mi nueva adicción 💞
Quería intentar camuflar su nerviosismo, pero no podía dejar de caminar de un lado al otro. TaeHyung se encontraba de pie en la sala de espera, con las manos ligeramente sudorosas y el corazón latiendo rápido. Miraba el reloj una y otra vez, esperando que llegara el momento en que le dieran paso para entrar a la entrevista de trabajo. A su alrededor, había otros candidatos también nerviosos, parecía que ensayaban mentalmente sus respuestas y repasaban sus currículums una vez más.
Pensaba que debió haber venido más preparado, pero por la ansiedad lo olvidó por completo. La mañana fue muy caótica para él. Estuvo sentado intentando ponerse un calcetín y se resbaló cayendo de cara al suelo. De solo acordarse, quería sobarse esa zona que aún le dolía. Luego de eso, intentando agarrar un plato para desayunar, tiró uno al suelo y, por la impresión, también tiró su comida con su codo. Odiaba su torpeza cuando estaba nervioso, pero en parte agradeció no haber desayunado, ya que estaba seguro de que terminaría vomitando.
Intentó respirar con calma y se sentó, ya que caminar de un lado a otro no le calmaba los nervios. Trató de distraerse con su teléfono, pero no tuvo éxito. Sin embargo, al repasar su chat con JungKook, recordó la conversación de la noche anterior. Suspiró con una sonrisa en los labios. JungKook era naturalmente coqueto, y decir que no le atraía sería mentira. Era irresistible, con una personalidad atrayente y aún había mucho por descubrir de él.
Habían hablado extensamente sobre el tour que JungKook le ofreció por Busan, o al menos por la zona donde vivían. Le mencionó varios lugares que debía visitar sí o sí. La zona costera ofrecía vistas preciosas, y estaban emocionados por explorarlos juntos, tal vez en dos días. Ambos ansiaban volver a verse, y Taehyung cada vez sentía más deseos de besarlo.
El tritón comenzó a bromear, preguntándole si tenía planeado secuestrarlo, a lo que JungKook afirmó, dijo que definitivamente ese día iba a secuestrarlo e iban a pasar un largo día apreciando las bellezas de esa ciudad. Taehyung no pudo negarse. También recordaba haberle hablado sobre la entrevista de trabajo que tenía hoy y le deseó mucha suerte, esperando que pudiera conseguirlo. Agradeció sus palabras, ya que de alguna forma necesitaba calmar la ansiedad que lo carcomía desde esa hora de la mañana. Dijo que si no era ese trabajo, había más. Él era una persona inteligente que valía mucho la pena tener en un buen puesto. No le hacía falta conocerlo tan a fondo para estar seguro de ello. Tenía un buen ojo.
Las ansias lograron disiparse al recordarlo, si lograba conseguirlo definitivamente JungKook sería el primero en saberlo, pero su calma no duró mucho, cuando escuchó su nombre ser llamado por la recepcionista. Se levantó de su lugar y se acercó a ella. La rubia le dedicó una sonrisa amistosa y mencionó que podría pasar, ya que el jefe estaba esperando dentro. TaeHyung pudo percatarse del estado de la mujer, al parecer estaba embarazada, por lo que no se iba a ir antes de unas pequeñas palabras.
—Muchas felicidades —señaló la barriga abultada para que supiera a qué se refería, con un ligero sonrojo hizo una reverencia a modo de agradecimiento.
Suspiró profundamente y caminó derecho a la puerta. El sonido de sus pasos resonaba en el pasillo y las palpitaciones de su corazón se sentían en sus oídos. No tenía por qué estar nervioso, todo saldría bien.
«Todo saldrá bien», se repitió en su cabeza.
Dio suaves toques en la puerta de madera oscura, escuchando un "adelante" desde dentro, por lo que abrió la puerta y entró. Ya estando dentro podía jurar que su mente le hizo una buena jugada o que esto era algún tipo de broma, no podía ser cierto.
JungKook estaba sentado delante de él, con la misma expresión de sorpresa que juraba y él tenía en su rostro. Y no pudo dar un paso más, luego de escuchar sus palabras.
—Estás contratado.
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