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CAPITULO 02

Bajé las escaleras arreglada, un pasamontañas sobre mi cabeza mientras caminaba a la sala. Ryan me miró con ceño fruncido.

-¿A dónde vas? -preguntó dejando de lado una taza de café.

-Quiero salir a correr antes de ir a la escuela. -expliqué sin mucha importancia.

Necesitaba salir de este encierro. El aburrimiento me mata...

-¿Tú?...- pregunto extrañado.

-Si... -digo firme -¿Qué tiene de malo? la primera vez que salí de esta casa fue ayer y después de estar encerrada casi una semana, desde que me mudé contigo, necesito aire.

Él parecía no expresar ninguna emoción en su rostro.

Silencio.

Caminé a tomar una manzana y el habló después de segundos.-Está bien... vuelve a tiempo. No quiero que llegues tarde a clase y lleva a J contigo.

-Ok -respondí con una sonrisa, buscando la correa y a mi alma gemela canina.

Salí de casa y empecé a caminar, entre más avanzaba más detallaba el pueblo. Rústico, frío y vintage todo el lugar es hermoso a su manera claro. Aburrido sin duda...

Tras unos minutos caminando llegué a una zona apartada del camino, con un sendero creado por los peatones entre tantos arboles.

Un bosque.

Los grandes arboles, el olor a madera mojada junto a los sonidos de las ramas moviéndose y la brisa fría que acariciaba mi rostro con gentileza.

Me puse mis auriculares, mordí por primera vez mi manzana y empecé a trotar.

Creo que descubrí un lugar perfecto para correr, alejado de la gente perfecto para despejar mi mente y estar en contacto con la naturaleza.

Observé a las aves volar por encima de los árboles bailando con el viento. Entre más troto más adentro del bosque me encontraba.

Mi mente volaba mientra corría y me concentraba en la música.

Me detuve en un punto remoto con mi respiración caótica, observé mi entorno. Revisé la hora en mi celular y todavía tengo tiempo antes de volver.

●●●

Mierda.

Me perdí como una propia pendeja y todo por culpa de J. Se volvió loco cuando vío una puta ardilla y salió corriendo tras ella.

En fin...

Todo a mi alrededor son arboles, arboles y más arboles. Perdí a mi perro y mi corazón se hace pequeño con solo pensar que puede ser devorado por algún animal de este bosque.

Mi corazón empezaba a bombear más sangre de lo normal y sentí ese miedo pendejo cuando de pequeña me perdí en el súper.

Mi teléfono sin señal...

Maldita suerte...

Mi única esperanza era seguir un camino que encontré después de minutos buscando y pensando, es mi única opción

Comí mi manzana tratando de calmarme, llamando a J como loca por todo el lugar sin rastro

¿Cómo podía correr tan rápido teniendo unas patas tan pequeñas?

-¡J! -grité tratando de que me escuchara.

Ok... era mi segundo día de vuelta a la civilización y ya la cagaba en grandes proporciones.

El camino que seguía me llevó a un lago, uno pequeño del cual pude ver la otra orilla.

Solté un suspiro de alivio y agradecimiento a la virgen de la guayaba por ver a J en la orilla del lago tomando agua.

¡Te encontré desgraciado!

Caminé a el enérgicamente y tomé su correa antes de que saliera corriendo de nuevo.

-Vamos a casa -dije observando el lugar. Y dí la vuelta por el mismo camino en que llegué.

Pero mi respiración se cortó al ver a un chico semi‐desnudo en la orilla del lago con el agua hasta las rodillas, el mismo pelirrojo con ojos azules de la cafetería.

¿Que hace aquí tan temprano?

Él me observó de reojo sin demostrar alguna expresión -¿Perdida rizos?-preguntó con cierta picardía y juro que con una pequeña sonrisa, aunque su rostro demostrará lo contrario.

Sentí como se quemaban mis mejillas al ver a ese chico ahí.

-No.-respondí a secas.

Es alto, mucho más que yo, su piel pálida contrastaba con los rayos del sol y las gotas por todo su cuerpo brillaban mezclándose con las pecas que cubrían su cuerpo el cual parecía haber sido creado por los mismos dioses griegos.

Note tinta en la zona baja de su abdomen pero no pude ver completamente el tatuaje ya que se perdía entre su ropa interior, la cual le quedaba muy bien, ajustada donde debería estar. Era atractivo... mucho...

-¿Entonces que haces aquí?-preguntó a secas entrando más al agua cristalina, hasta que cubrió su cuello.

-Estaba paseado a mi perro.-parte de esto es verdad, hasta que se le ocurrió la brillante idea de escapar.

-Ah...-respondió con falso interés.

Su cabello rojizo pegado a su rostro y sus ojos azules al nivel del agua daban esa impresión de cuando un depredador acecha a su presa, el cosquilleo en mi vientre volvió.

Una suave brisa erizó mi piel y acaricié mi brazo. Silencio por un largo minuto haciendo contacto visual.

Demasiado.

Bajé mi mirada.

-El camino de vuelta al pueblo es por allá -levantó su brazo y señaló un camino. Entre los arbustos, uno distinto al que estaba.

-Gracias... -dije y me marché de ahí, como si este pelirrojo hubiera leído mi mente.

Llegué a casa con todo lo ocurrido repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, como esas canciones contagiosas que no te sacas tan fácilmente, y cada vez volvía al inicio y me preguntaba ¿cuál es su nombre?
¿Quien se baña en un lago a esa hora?

-Tardaste-dijo Ryan sacándome de mis pensamientos y entrando a casa.

-Lo siento.-esquivé su mirada y subí las escaleras, me dí un baño para bajar a tiempo e ir de nuevo a la secundaria, un segundo día.

Pensé que las miradas se aplacarían para este día pero resultó todo lo contrario. Resulta que si me miraban sin escrúpulos el primer día, hoy es como si estuvieran viendo una celebridad, pero no de una buena manera.

Entré y todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, hablando y riendo, para que un silencio y miles de miradas se centraran en mí.

Y no bromeaba cuando digo que todos, absolutamente todos me miraban en silencio.

Ok...

Me detuve un momento pensando las razones y solo ninguna se me vino a la cabeza.

Solo me quedé caminando en silencio con la mirada en el piso buscando esquivar las miradas de todos, el único sonido en todo el pasillo eran mis pasos hacia el casillero.

Como si hubieran presionado un botón de pausa, nadie se movía hasta que abrí el casillero, es aquí el botón de -on -supongo.

Un peli-azul se acercó a mí sonriente -¿Cómo estás señorita Hiddelston? -preguntó en un tono formal.

-¿Qué?-fruncí el ceño.

-Déjala en paz Fred -la voz de Karol sonó detrás de mí.

-Solo quería saber como esta...

-Ah ¿enserio? -se cruzó de brazos con la mirada clavada en su hermano. -Ve a joder a otro lado. Por favor

La mirada de Fred era fría y oscura a diferencia de Karol quien estaba seria pero amable.

-¿Por qué todos se comportan tan extraños?-pregunté apenas se marchó Fred de mala gana

-Ellos no son los extraños -dijo frunciendo el ceño -Tú eres la extraña aquí...

-¿Según tú quién soy? -pregunté afligida y fastidiada por tanto alboroto.

-La hija de Ryan Hiddelston.

-¿Qué? -fruncí aún más el ceño y Karol notó mi sorpresa -Ryan es mi tío. -aclaré.

Karol abrió los ojos en sorpresa -¿Cómo se llama tu madre?

Su pregunta no me tomó por sorpresa pero su interés y curiosidad bastaba para confundirme y a la vez contagiarme de su interés hacia el nombre de mi madre.

-Eva.-respondí en un tono melancólico.

Sus ojos se abrieron al igual que su boca, su rostro era sorpresa absoluta.

-¿Estás bromeando? -preguntó antes que una mosca entrara a su boca.

Fruncí el ceño -¿Por qué lo haría?

El timbre sonó y Karol observó a su alrededor, como si se asegurara que nadie estuviera escuchando algo de lo que estamos hablando.

-¿Donde me dijistes que estuvieron todo este tiempo?-pregunto.

Fruncí el ceño aun más -En Inglaterra.

- ¿Como esta tu madre? Todo este tiempo creí el rumor que tu madre había muerto.

Ella pareció notar mi frustración y mi molestia, pero me contuve de llorar antes de decir. - Los rumores son ciertos, mi madre esta muerta - dije de mala gana.

Ella pareció notar mi actitud y vi el arrepentimiento en su rostro. - Lo lamento.

Me descargué con un suspiro - Tranquila. ¿Como sabes de mi madre?

Ella dudo por un momento hasta que hablo -Ok -su tono serio como en un susurro para que nadie más que yo escuchase -tu madre desaparecio hace años del pueblo sin explicaciones y se pensó que algo le habia pasado, tu tío ha enviado muchos a la cárcel y con eso creó muchos enemigos, todo el pueblo lo sabe, por eso Stella se comporta así contigo, su madre esta en la cárcel por la culpa de tu tío, y la gente penso que alguien como la madre de Stella le había hecho daño a tu madre, Y los chismosos piensan que eres su hija.

Hundi el seño al escuchar lo de mi madre, me tomo por sorpresa, sabia que mi madre se había mudado hace años por que mis abuelos la echaron de casa al enterarse que estaba embarazada de mí y tal vez sea por eso que se corrió ese rumor y también sabia que Ryan era abogado y que por su trabajo había ganado enemigos, por eso era tan estricto y protector conmigo.

Decidí ignorar lo de mi madre- La madre de Stella no debió haber acabado ahí por nada -digo de mala gana.

-Tienes razón pero debes tener cuidado con ella esta loca.- suspiro.- al igual que con los rumores, con te habrás dado cuanta los chismes viajan rápido.

-Lo tendré y esta bien muchas gracias.-le brinde una sonrisa a Karol de buena manera.

Después de algunas clases ya me encontraba en la cafetería con una bandeja de comida en mis manos buscando a Karol con la mirada, me había separado de ella para ir al baño.

No soportaba tener tanta atención en mí y menos sabiendo el por qué. Bueno, en parte ya entendía que era por culpa de Ryan y de mi madre.

Empezar desde cero es más frustrante de lo que pensé... buscaba con la mirada un lugar tranquilo donde centrarme hasta que las puertas de la cafetería se abrieron de pronto dejando pasar a aquella chica de cabellera rojiza muy bien maquillada y elegante que ya conocía. Ella iba acompañada de otras dos chicas; una a cada lado. Todos voltearon la mirada para ver a Stella y a sus acompañantes, mejor dicho aduladoras.

Ella caminaba con toda confianza moviendo sensualmente la falda de su uniforme, dirigiéndose a la más pendeja -osea yo claro-.

Stella llegó rápido a el punto en que quería estar, cara a cara conmigo; en medio de la cafetería. La adrenalina recorrió mi cuerpo por alguna razón, como si me sintiera en un peligro inminente.

-Luna Hiddelston, cariño pasaba por aquí y me preguntaba... ¿Qué haces tú en esta escuela? O mejor dicho en este pueblo -ella me observaba de pies a cabeza con un gesto de desagrado, su mirada volvió a mi rostro con una sonrisa ladina

Sentí como alguien me tomó del codo en un gesto brusco y mi sorpresa fue darme cuenta que es el pelirrojo...

El de la cafetería... el mismo del bosque... el que ví semi-desnudo en el lago esta mañana. ¿Casualidad? No lo hubiera creído hasta que lo viví.

Él me observaba con un semblante ilegible pero con firmeza.

-Ven conmigo -me dice en un susurro a mi oído dándole la espalda a Stella.

-Miren... -sonríe con burla, llamando la atención de todos. -Atlas al rescate... y Luna... sabía muy bien que eres de esas chicas que se revuelcan con los más raros -dijo Stella cruzando sus brazos.

¡Oh... maldita bruja!

Te salvaste la vez anterior pero aquí va arder Troya.

Lancé la bandeja con fuerza al piso y me acerqué rápido y amenazante a Stella, esto hizo que la otra diera un paso hacia atrás de manera brusca. El pelirrojo me sujetó con fuerza y en un movimiento rápido, calculado y preciso me cargó sobre su hombro, como si de un costal de papas se tratara.

Traté de bajarme de este animal pero él es mucho más alto y fuerte que yo, este idiota ni debe sentir que lo estoy golpeando para bajar de él.

Todos mis intentos en vanos...

-¿Qué se supone que estás haciendo idiota? -le pregunté siguiendo con algunos golpes en la espalda al pelirrojo.

-Cargándote, ¿o no ves?...cálmate, no vale la pena pelear con ella...-empezó a caminar hacia la salida de la cafetería.

-Atlas, sé buen chico y ponle un bozal antes que muerda a alguien-habló Stella desde la distancia. La observé desde la alta montaña de espalda de este.

Si las miradas mataran estarías muerta te lo juro...

-Bájame para arrancarle cada mechón a esa zorra de mierda -continué dándole golpes a la espalda del pelirrojo; molesta y con el rosto enrojecido de ira. Pero este no me obedecía ninguna palabra, limitándose a caminar hacia la salida en silencio.

El chico abrió la puerta de una patada, saliendo así del campo visual de todos los presentes en la cafetería.

Mi última mirada del lugar era la de Stella en medio de todos con una sonrisa cínica y todas las miradas sobre nosotras...

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