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Sakura Haruno, es el nombre que me perseguirá por siempre"

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SASUKE

—Sasuke Uchiha. Se te ha culpado de distribución ilegal de drogas. Homicidio indirecto a una adolescente.

Mis ojos se vieron intervenidos por la mirada penetrante de aquel juez,  la voz grave y potente del abogado a su lado que leía un resumen de mis delitos era el único sonido que chocaba contra las paredes de aquel lugar. 

Gestos recios, semblante serio. 

El silencio de la sala por casi en su totalidad era inminente; era solamente la espera de que la voz del abogado siguiera con su cometido de enterar a todos los presentes de mis crímenes. La presión de las miradas del juzgado estaba sobre el dictamen de aquel hombre de imponente figura. 

A mis espaldas, mi madre y  mi hermano estaban sentados, solo unos cuantos metros de distancia nos separaban; podía sentir la calidez que emanaba de ellos y eso me tranquilizaba un poco. No me permitieron acercarme a ellos cuando llegué. 

Entrando por aquella puerta de madera, siendo custodiado bajo la mirada de todos con un silencio sepulcral extendiéndose a mi alrededor. 

Sin embargo, entrar con el perfil bajo no estaba dentro de mis planes. Sentía mi cabello revolotear un poco a causa del movimiento de mis pasos, mis bíceps presionando mi tórax por las esposas que aprisionaban mis muñecas en la parte frontal de mi cuerpo. 

Después de todo, no sería humillado. 

Me removí levemente en mi asiento, sintiendo la molestia en las muñecas, mis antebrazos eran más gruesos que la primera vez que me colocaron  aquellas cosas; las venas de mis manos se marcaban, no como en aquellas delgadas manos de adolescente. 

Había crecido. 

Había cambiando. 

Había tomado decisiones asfixiantes. 

El rostro de Shion apareció en mis recuerdos, ante aquella acusación; no era como que me importara pero sentía parte de la culpa. 

—Entre otros delitos menores. Posesión de sustancias tóxicas, resistencia a ser arrestado...

Continuó el abogado sin apartar la vista del documento en sus manos, los ojos del juez seguían sobre los míos. 

Cada una de aquellas acusaciones  era cierta, no había mentiras en las palabras que pronunciaba. Recordaba cómo había intentado huir de ese par de policías en el hospital para estar con Sakura. La adrenalina en mi interior explotaba por cada uno de mis poros, fue una de las primeras veces que ellos hicieron uso de la fuerza física, que me hicieron caer al suelo al sentir el impacto de uno de sus puños en mi abdomen. 

Al contrario de aquella vez ahora me encontraba sentado; pasivo, observando y esperando. 

Pasé mi vista al rostro sereno del señor Haruno, todavía no me acostumbraba a su cercanía, a que no me culpara. Su mirada estaba afilada sobre el juez, su mandíbula tensa; su postura no era la de un hombre relajado, podía jurar que veía su rostro transpirar a causa del nerviosismo. 

—Y para culminar…  —Una vez más esos ojos sobre los míos y una mirada fugaz a mi abogado —. La participación indirecta en el accidente de Sakura Haruno  en dónde ella casi pierde la vida.

Casi pierde la vida. 

Se repitió en mi cabeza aquel conjunto de palabras, las más dolorosas que había escuchado hasta ese momento solamente por el hecho de que en esa oración el nombre de Sakura estaba implícito. Los cuchicheos de los presentes no se hicieron esperar, hablando acerca de cómo mi abogado podía estar defendiendome ya que la nombrada era su hija. No pude hacer nada más que bajar mi cabeza. 

Era mi culpa. 

Todo eso de lo que me acusaban era culpa mía. 

Por mí, Sakura casi muere. 

—¡Objeción su señoría! —exclamó mi  abogado exaltandose levemente, poniéndose de pie. 

—Denegada —habló el juez dando indicación al abogado de que siguiera con su cometido. 

A partir de ahí el juicio se volvió más pesado, el ambiente había cambiado en consecuencia de la mención de Sakura. Escuchaba todos aquellos testimonios. El de mi madre, hablando sobre su depresión, de como yo era un buen hijo a pesar de los problemas que existían en casa. 

Buen hijo, ¿no? 

Maldito hijo de mierda. 

—Es culpa de nosotros —dijo mamá bajando el rostro, hablando desde el estrado —. Mi esposo y yo no hemos sido unos padres ejemplares, tal vez hubiéramos evitado todo esto. — El rostro de mamá no se veía tan fresco como hace algunos años; la preocupación de su expresión la acompañaba en cada palabra que pronunciaba, estaba seguro de que aquellas bolsas bajo sus ojos eran la consecuencia de los problemas que le había causado. 

—Dice usted entonces, que el hecho de que el joven Uchiha haya consumido sustancias nocivas, ¿es por falta de atención de sus padres? —comentó burlón aquel abogado. 

—Objeción —habló el señor Haruno  llamando la atención del estrado. El abogado adverso lo encaró cuando el juez le dio la palabra a mi abogado. —. Ningún rastro de enervantes fue encontrado en el interior del cuerpo de mi cliente, él salió limpio en el antidoping. 

Postura rígida, miradas desafiantes. 

—No tengo más preguntas —contestó el abogado adverso dando por culminada aquella entrevista a mi madre, sabiendo que había perdido aquel encuentro. 

Un par de aquellos chicos del instituto —ahora rehabilitados— que habían conseguido alguna droga de la mano de Suigetsu aseguraron que yo no tuve nada que ver en su distribución. 

—Él no lo hizo, fue Suigetsu, el chico con heterocromía —comentó aquel chico que vi más de una vez transitando los pasillos. Su estado ahora era deplorable, las ojeras de sus ojos profundas y oscuras; ni siquiera parecía tener la edad correspondiente, se veía mayor. 

—Entonces, ¿está seguro que el joven sentado aquí frente a usted no tuvo nada que ver, o que no tenía contacto con ese tal Suigetsu? —cuestionó intentando acorralar al chico que daba su testimonio. 

—Recuerdo haberlo visto algunas veces charlando con él —rememoró —. Pero por lo menos a mí o a cualquier otro que hayan interrogado, él no fue quien nos proporcionó lo que consumimos. 

La expresión del abogado adverso no era alentadora, aunque la de mi abogado se veía un tanto más relajada. 

—Vamos ganando —murmuró muy bajo una vez el tono de los murmullos de los presentes se elevó. 

—Orden en la sala —espetó el juez dando un par de golpeteos en su púlpito. 

El silencio regresó. 

—Se le concede el turno a la defensa del acusado. Puede hacer pasar a alguno de sus testigos. 

¿Testigos? 

Me cuestioné algo incómodo, eran personas de mi pasado que no quería encarar. 

—Señor Utakata Saiken, suba al estrado por favor. 

Por el pasillo, caminando con una mueca de inseguridad se encontraba Utakata, aquel que una vez fue mi amigo. Mi compañero de equipo. Su complexión seguía siendo la misma, aquel chico alto, delgado. El mismo que las chicas solían admirar. Después de hacer un juramento fue interrogado. 

—Utakata —aludió el señor Haruno—. ¿Es verdad que el joven Uchiha, aquí presente fue compañero de equipo de usted? 

Los ojos claros de Utakata me observaron, no como la última vez que lo encaré con ese odio al quererme culpar de la muerte de Shion.

—Lo fuimos —dijo fríamente. 

—¿Podría decirnos cómo era su relación con el joven Uchiha?— preguntó mi abogado. 

Utakata exhaló profundo. 

—Juré decir la verdad, y eso es lo que haré —musitó con más fluidez —. Dentro del equipo Sasuke siempre fue un elemento importante, era uno de los mejores. Nunca tuvo problemas con alguno de nosotros hasta que se dejó persuadir por Suigetsu. 

Una vez más el nombre de Suigetsu Hozuki pronunciado y ese odio en mi interior ardiendo en secreto. 

—Me encuentro enterado de que usted tenía una relación cercana con Shion Fujimura —dijo el señor Haruno logrando que la expresión de Utakata pasará a ser consternada —. ¿Podría hablar sobre aquel incidente en donde la señorita Fujimura fue encontrada en la institución donde estudiaban bajo el efecto de una sobredosis?¿Fue Sasuke Uchiha quién le proporcionó aquella droga a Shion? 

Mi piel se erizó ante las palabras directas del padre de Sakura, aunque yo era inocente de ese suceso no podía evitar sentirme nervioso. 

Utakata dudó por un par de segundos, sus puños se ciñeron con fuerza en sus muslos, había apretado fuertemente su mandíbula. 

—Shion siempre fue la chica perfecta del instituto. —La voz de Utakata ahora era pesada, sus palabras salían con pesar. Era difícil para él, de eso estaba seguro —. Pero por una estupidez mía ella eligió un camino diferente. Sí, Sasuke y ella estuvieron juntos después de que yo la traicionara o eso es lo que se murmuraba en los pasillos porque nunca se demostró una relación entre ellos. Pero si de algo estoy seguro es de que él no le dio aquella cosa que terminó con su vida. 

—¿Y cómo puede saber eso? —cuestionó el señor Haruno con total atención. 

—Porque Chino, una de sus mejores amigas me contó que Shion había buscado a Suigetsu Hozuki, que él era quien se encargaba de distribuir diferentes tipos de drogas dentro del instituto. 

Murmullos se extendieron por toda la sala, muchos incrédulos otros sorprendidos. Fue hasta que el juez ordenó que guardaran silencio que los presentes volvieron a bajar el tono de voz. 

Utakata bajó de ahí, y ahora que lo podía ver más de cerca me daba cuenta de que en su rostro no había tranquilidad. Él también se sentía culpable, de alguna forma imaginaba que Utakata de verdad había querido a Shion. 

—Llamo al estrado a Naruto Uzumaki. 

Las palabras del señor Haruno me tomaron por sorpresa, no pude evitar buscar a aquel que había sido mi mejor amigo. 

¿Él estaba aquí? 

Giré mi rostro con un cambio poco notable en mi expresión neutra. De entre la multitud Naruto se levantó; no era como aquel chico que recordaba, llevaba su cabello un poco más corto y pulcro, ya no de esa manera rebelde como cuando éramos los mejores amigos. 

Su rostro mostraba seriedad, nada propia de él. 

Era más alto, más fornido. 

Una mirada fugaz de sus ojos azules pasó ante mi mirada. ¿Me odiaría? 

Por no haberle hecho caso a todos sus intentos de que entrara en razón, de que me olvidara de mi venganza contra mi padre e hiciera una vida al lado de Sakura, de que aún tenía salvación. 

—Jura decir la verdad. 

Le hicieron prometer con su mano en las pastas oscuras de aquel libro. 

El semblante de Naruto no cambió en ningún momento, ahora me observaba a mí mientras sus palabras eran pronunciadas. 

—Lo juro.

Su voz me había helado. ¿Era el mismo Naruto? 

El padre de Sakura dio un par de pasos que resonaron en la duela del lugar. Con el rostro bajo, una brazo tomando su codo ya que su otra mano se encontraba en su barbilla como si estuviera pensando su movimiento, sus palabras, su interrogatorio. 

—¿Conoce al joven que se encuentra sentado frente a usted? —cuestionó el señor Haruno dando hincapié a la entrevista. 

—Sí. 

—¿Desde hace cuánto tiempo?

Sus pasos quedaron suspendidos. Mi abogado viendo el rostro impávido de mi amigo, y él sin apartar su vista neutra de mí. 

—De toda la vida. 

—Bien. ¿Podría dar una ilustración detallada del joven Uchiha? 

Naruto pasó su mirada de mí a mi abogado quien no dejaba de observarlo. 

—Arrogante, presumido, un cerebrito. —Comenzó a dar adjetivos muy poco viables —. Mejor deportista, el de las notas altas y popular con las chicas. 

—Gracias. ¿Cómo ha sido su relación con el joven? 

Una sonrisa sagaz apareció en el rostro de Naruto y negó con algo de diversión, hasta ese momento había sido la única variación en su expresión inicial. 

—Una amistad un poco extraña, competitiva, y genuina. 

—¿Es eso verdad? —cuestionó mi abogado para mi amigo el cual solo asintió —. De ser verdad, ¿cuál es la razón de que su amigo haya terminado en un lugar como este? 

Naruto suspiro profundo y observó sobre mi hombro, su mirada estaba sobre mi madre. De eso estaba seguro. 

—Sasuke siempre fue el hijo perfecto. —Comenzó con su relato, estaba seguro de que lo ocurrido con mis padres no era un secreto, solo podía pedir que utilizará las mejores palabras para no lastimar más a mamá —. El que me obligaba a estudiar. —Soltó una pequeña sonrisa recordando aquellos tiempos —. Pero a causa de su padre Sasuke cambió de objetivo, de ser el hijo perfecto pasó a solamente querer molestar al señor Fugaku. 

Desvié la mirada un tanto apenado, tantas veces lo había pensado, que desearía regresar a ese momento y hacer lo correcto, demostrarle que yo era mejor que él. 

—¿Entonces es verdad que ustedes estaban distanciados? 

Preguntó el padre de Sakura. 

—Eso no fue así. Sasuke y yo jamás dejamos de lado nuestra amistad, quizá en momentos se juntaba con Suigetsu y su séquito, pero todo cambió cuando conoció a Sakura, por ella se alejó de ellos —aclaró mientras un destello fugaz de desesperación surcó su rostro, sus pupilas parecían temblar. 

Sakura. 

Sakura. 

Sakura Haruno

Es el nombre que me perseguirá por siempre. 

Una vez más silencio. 

—¿Podrías narrar lo que pudiste ver cuando ellos dos se conocieron? 

La voz del señor Haruno era ahora diferente, no desafiante tal vez  nostálgica. 

—Este energúmeno no podía dejar de tener cara de idiota cuando veía a Sakura. —Una línea curva estaba dibujada en el rostro de Naruto —. Creo que ella fue la clave para que Sasuke no terminara como todos aquellos que comenzaron consumir la mercancía de Suigetsu. Por ella dejó de fumar, la frecuencia con la que asistía a fiestas también cesó, en vez de verlo en las afueras del instituto dándole una calada a un cigarrillo lo veía revolotear al lado de la chica por los pasillos, sonreír de manera genuina, desarrollar deseos de vivir. 

Las palabras que decía me traían a la memoria cada momento vívido, la silueta de una chica esbelta con el cabello hasta la cintura paseando por los pasillos del instituto. 

Girando en la azotea con el rostro hacia el cielo y las manos extendidas mientras la blanca nieve acariciaba su piel. Sus ojos destellando euforia y esa sonrisa que siempre me mostraba.

Un nudo se formó en mi garganta, mis manos se volvieron puños y todo a causa de la mención de ella. 

—¿Entonces asegura usted, que Sasuke Uchiha es incapaz de lastimar a Sakura Haruno? 

Mi respiración se detuvo esperando la respuesta de Naruto, todos y cada uno de los presentes lo observábamos en silencio. 

—Sasuke amaba a Sakura. Él no sería capaz de lastimarla y si usted está aquí en su defensa es porque así lo cree, y porque también cree en su inocencia. 

Silencio una vez más. 

—No tengo más preguntas. 

Vi a Naruto bajar del lugar y caminar sin dirigirme la mirada, su aparición me resultó inesperada, lo único que deseaba era que Sakura no estuviera también en ese lugar. 

De las entregas en las que estuve involucrado solamente una fue dada por mi mano, unas cuantas fueron recibidas pero en su mayoría era Suigetsu quien se encargaba de soltar la mercancía; otra interceptada por Nicolae aquella noche que me proporcionaron un nombre falso, una frustrada por la aparición de los policías en los callejones de aquellos barrios bajos y una última cuando fui arrestado. 

Unos segundos pasaron antes de que el nuevo testigo de mi abogado hiciera acto de presencia, algunos miembros del jurado compartían opiniones, al igual que la audiencia detrás de mí. Podía escuchar a mi hermano tranquilizando a mamá hasta que el juez nuevamente dio la indicación de mantener el orden en la sala. 

El padre de Sakura dio unos pasos frente a mí, su rostro estaba relajado. 

—Llamo al estrado a Yukio Morioka —anunció virando su rostro al pasillo, un par de pasos tranquilos aparecieron. 

¿Yukio Morioka? 

Buscaba en mi cabeza aquel nombre, pero no logré recordar a alguien que se llamara así. Poco a poco los pasos se acercaron hasta que el perfil de un chico cruzó por mi lado, no alcancé a percibirlo bien. Era alto, su cabello castaño, solamente podía ver su espalda, pero no era algo como para que pudiera recordar de quién se trataba. 

Fue hasta ese momento en que tomó asiento y pude ver su rostro que recordé quien era. 

El chico practicante, el mismo que me había llevado a mi casa cuando me golpearon; con quien tuve algunas pláticas esporádicas pero que se había ganado mi confianza. 

El mismo que me ayudó aquella noche fatídica llevándome hasta el hospital mientras Sakura se desangraba en mis brazos. En ese momento su nombre no había aparecido en mi cabeza, estaba completamente en shock como para recordar un apellido tan extraño. 

Y aunque ahora se veía más maduro que cuando lo conocí, estaba seguro de que era él. 

¿Cómo era posible que el señor Haruno lo había convencido de estar aquí? 

El mismo juramento de las veces anteriores volvió a ser pronunciado ahora por aquel tal Yukio, aunque estaba a la expectativa de lo que tenía que decir logré que mi semblante siguiera tan imperturbable como de costumbre. 

Dentro de mí quería que él narrará lo que sucedió después de que fui aprendido. 

—Yukio —pronunció mi abogado, un tanto familiar, no podía descifrar con exactitud porqué dentro de aquel simple nombramiento había algo de complicidad —. ¿Conocé al chico que se encuentra frente a usted? 

El padre de Sakura se giró levemente colocándose de una manera en que no se atravesara entre nosotros dos, en que no existiera una barrera de por medio. 

—No podría decir que lo conozco. 

Su voz era sutil, tranquila, como cuando me aseguraba que ella estaría bien e intentaba tranquilizarme. 

—¿A que se refiere con exactitud?

—Solamente lo he visto un par de veces  —mencionó ahora con sus ojos azules observando al hombre que lo interrogaba. 

—¿Podría ser más explícito?

El chico bajó el rostro y cerró los ojos, un suspiro pesado salió de sus labios, lo que me hizo imaginar que tal vez recordar aquella escena traumatizante no era algo grato para él.

Y hasta cierto punto caía en cuenta. 

Él no tenía nada que ver con la situación, era solamente una noche que debía de olvidar. 

—Lo encontré varias veces en el hospital por situaciones diferentes. Pero fue en la última nevada de hace tres años cuando lo vi por última vez —relató volviendo a abrir los ojos, aunque su mirada se encontraba todavía perdida observando el piso de la sala —. Esa noche salí a despejarme, con la intención de olvidar un problema personal que tuve al cual no daré detalles —rememoró —. La nieve no era tan intensa pero sí constante. No había sido una buena idea salir en esas condiciones aunque hasta la fecha no me arrepiento de haberlo hecho. —Sus ojos se clavaron en los míos de manera profunda —. Mientras trataba de conducir sin ocasionar un accidente vi a una chica algo joven. —Era Sakura, de eso estaba seguro —. Con una pijama de conejos, un abrigo color blanco, una bufanda azul y un gorro de lana. —Sonrió un poco y negó con la cabeza —. Me causó curiosidad, no era usual ver a alguien en esas condiciones casi a las dos de la mañana; así que la seguí sin querer, pero apenas cruzó la calle y sus pasos se aceleraron, la vi intentando correr, luchando contra la resistencia de la nieve que estaba en el suelo. —Su sonrisa se borró, fui tan estúpido como para no asegurarme de que ella no me siguiera. 

Era tanta mi ansiedad, mi miedo que no me aseguré de que Sakura siguiera dormida en su cama. 

Hubo silencio durante un momento, era algo difícil de relatar, entendía eso. 

—¿Puede continuar? —preguntó Kizashi Haruno con voz tranquila rompiendo el silencio abrumador. 

El chico asintió y fijó sus ojos en mi abogado. 

—Entre ese callejón estaba él. —Una mirada rápida indicó que se refería a mí —. Y otro chico quien le apuntaba con un arma, Sasuke tenía las manos arriba, en forma de rendición pero el otro chico, uno que jamás había visto mantenía la postura de alguien que va a matar a sangre fría. Lo siguiente que recuerdo está difuso, me alteré un poco por la situación, pero lo que más me incitó a no quedarme ahí siendo solo un observador fue el acto heroico de la chica. —La última frase había sido dicha por él con mucha dificultad —. Ella se sacrificó cuando el chico frente a Sasuke le disparó a él. 

Mi corazón producía latidos fuertes y cadentes, sentía mis pupilas temblar y mi piel erizarse. Todavía su grito me acompañaba entre pesadillas. Despertaba en las noches escuchándola gritar, su cabello pasar frente a mis ojos, el desplome de su cuerpo y el líquido carmín tiñendo de rojo el tumulto de nieve bajo nosotros. 

—Está seguro de que Sasuke Uchiha, el chico frente a usted, ¿no fue quién le disparó a Sakura Haruno? —habló Kizashi de una manera tan fría, como si la chica de la que se estaba hablando no fuera su hija, ni siquiera yo podía hablar de ella sin sentir mi estómago revolverse. 

—Él no lo hizo. 

La voz firme del chico de nombre Yukio produjo que algunas personas del juzgado compartieran murmullos por debajo.

—¿Qué fue lo que sucedió después? —prosiguió mi abogado obligando al resto a guardar silencio. 

Una vez más el chico exhaló. 

—El otro chico huyó del lugar en cuanto se dio cuenta de que había apuntado con las luces de mi auto su osadía. Creo que él pensó que se trataba de la policía. 

Eso era lo más probable, también lo había pensado yo antes.

—¿Y fue usted quién los llevó al hospital? —Yukio Morioka asintió. 

—¿Cree usted, qué el joven frente a sus ojos es un peligro para la sociedad o para Sakura Haruno? 

Una pregunta más sobre ella, como si cuando saliera de aquí ella fuera mi prioridad. Tal vez así era, moría por verla, saber que tanto había cambiado desde ese entonces; pero estaba seguro de que lo mejor era mantenerme alejado.

Una expresión diferente a la que hubiera esperado apareció en el rostro del chico, tal vez imaginaba algo de indiferencia de su parte, no como si le incumbiera la situación. 

—Jamás había visto a nadie con la desesperación de Sasuke ante lo ocurrido con la chica. —Sus ojos se perdieron en el piso y su voz salió casi estrangulada —. La forma en que le suplicaba con tanta devoción que no se alejara de su lado, que no cerrara los ojos, que se quedara con él. 

Un nudo se formó en mi garganta, y estaba seguro de que el resto de los presentes se sentían igual, porque a quienes alcancé a observar estaban sintiendo las palabras de Morioka. 

—Definitivamente Sasuke Uchiha no es un peligro, es alguien que merece tener otra oportunidad. 

—Muchas gracias, puede pasar a su lugar. 

El rechinido de la silla y los paso de aquel chico se escucharon mientras se acercaba a mí, tenía que salir justo a un lado de donde yo me encontraba. Fue inevitable que nuestras miradas chocarán por unos segundos, pero lo que vi era diferente a lo que había visto en los ojos de cualquier otro, algunos me miraba con tristeza, otros con indiferencia, mi hermano me dirigió una mirada llena de paz, pero por el contrario podía ver en los ojos azules de aquel chico de nombre Yukio rogando perdón por alguna razón. Y fue cuando no pudo sostenerme la mirada que yo dejé de observarlo y volví a mi abogado. 

—Hemos escuchado bastante testimonios sobre este joven —habló Kizashi Haruno caminando en la parte frontal, haciendo movimientos repetitivos con la mano, exponiendo mi caso —. Y hablo por todos los presentes cuando digo que a mi parecer no existe delito qué perseguir. Todos cometemos errores, pero hacer lo correcto es solo lo que unos cuantos pueden. 

El juzgado estaba paralizado, escuchado atentamente a mi abogado. 

—A mí me costó trabajo perdonar. Culpaba injustamente a este chico por lo que le ocurrió a mi hija. Pero me di cuenta de que él no hizo nada más que amarla, y que ella hizo lo que hizo por amor a él, es ahí donde lo importante sale a luz. Su señoría —aludió quedando frente al juez quien tenía el rostro pensativo —, espero estas palabras no sean en vano. 

Puntualizó antes de regresar junto a mí, algunos de los presentes lo veía con asombro, otros derramaba pequeñas lágrimas. Varios minutos pasaron, las manecillas del reloj parecían lentas y yo ya no estaba seguro de si me liberaría de mi condena. 

Un carraspeo por parte de un miembro del jurado llamó la atención de todos. 

—Los miembros del jurado hemos llegado a una conclusión. —Uno de los guardias se encargó de tomar el sobre con el dictamen de las manos de aquel hombre y llevarlo hasta el juez, quien lo abrió y examinó por unos minutos. 

—En vista de que ninguna prueba es contundente sobre de lo que se le acusa al joven Sasuke Uchiha, y de que el cargo extra sobre el accidente de Sakura Haruno no tiene validez a causa del testimonio del joven Morioka. Por el poder que me confiere el estado declaró al joven Uchiha... —Unos segundos pasaron segundos en los que la tensión podía ser cortada con el filo de una navaja, mi respiración del mismo modo quedó suspendida —. Inocente. 

Los aplausos de alegría no se hicieron esperar. 

Uno de los guardias se acercó a mí y liberó mis muñecas, el ruido sordo del seguro siendo retirado resonó en mi cabeza,  fue cuando el señor Haruno me otorgó una abrazo fuerte. 

—¡Mi hijo! —exclamó mi madre corriendo hasta el lugar en el que me encontraba, abrazándome por el cuello con emoción, llenándome de besos las mejillas —. Por fin, he anhelado tanto esto, regresaras a casa, regresaremos a nuestro hogar. —Mi madre lloraba de manera intensa. 

—Te dije que te sacaría de aquí —habló Itachi abrazándome con fuerza. Busqué entre la audiencia, a unos metros estaba Naruto negando con diversión para después alzar su pulgar y dirigirme una sonrisa como las que solo él sabía dar. 

Le regresé una sonrisa a mi modo para seguir buscando entre los presentes a aquel chico que se había dado el tiempo de dar su testimonio, necesitaba agradecerle. 

Pero fue inútil ya que pude vislumbrar su silueta saliendo de la sala, dando la vuelta sin mirar atrás. 

—¿Todo bien? —preguntó el señor Haruno colocando una de sus manos en mi hombro. 

—Quería agradecerle… —hablé observado la puerta —. A Yukio Morioka por haber venido a dar su testimonio. 

La respuesta no me llegó de inmediato, pasaron un par de segundos cuando el padre de Sakura habló. 

—Ya habrá tiempo para ello, lo que ahora importa es que eres libre. 

Observé mis manos sin esposas. 

Era libre. 

Después de tres años de encierro, por fin tenía mi libertad, por fin haría las cosas bien esta vez. 





Esto se pone bueno, ¿o solo son ideas mías? 

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