Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ese era el lugar en el que quería vivir y al mismo tiempo morir

|6|

SAKURA

El viento silbante de principios de diciembre logró que mi cabello danzara a su ritmo. Un escalofrío me recorrió por completo al sentirme invadida por esa sensación que no había extrañado en absoluto; aunque debía de admitir que la vista que tenía era hermosa. 

Había optado por subir a aquella colina, observaba a los niños correr, como sus narices pasaban a un tono rojizo a causa del frío que comenzaba a desatarse. 

Y aunque los árboles yacían sin hojas inclusive así estaba disfrutando de todo eso. 

Recargué mi espalda en el tronco del árbol que permitía que los rayos del sol acariciaran mi piel dibujando las  líneas de las ramas secas, algunos sonidos de estas chocando aparecían cada vez que el viento volvía a soplar. 

Abracé mis piernas con mis brazos tratando de proporcionarme calor, ni siquiera con aquella enorme sudadera de Yukio-senpai conseguía una temperatura adecuada. 

Me sorprendía en gran manera haber accedido aquel día a salir de mi hogar. Papá desde temprano se veía estresado, con la seriedad que adoptaba cuando sabía que tendría un caso importante. Sus cejas casi juntas cuando le ayudé a colocar su corbata y esa línea recta en sus labios; en esos momentos sabía que lo mejor era no perturbarlo, dejarlo en paz. La puerta fue casi sellada cuando salió y antes de que pudiera volver a meterme en mi cama para pasar una tarde de películas románticas y desamor una llamada llegó a mi móvil. 

Un remitente a quien no podía ignorar. 

Recordar la pequeña platica me ocasionaba una sonrisa. 

—¿Entonces podrías hacerme ese favor? —preguntó con esa voz tersa que me tranquilizaba. 

Tenía pensado pasar una tarde metida en mi habitación comiendo un litro de helado. —Había contestado yo. 

Un sonido de desaprobación se escuchó del otro lado de la línea y con reproche en su voz terminó con mi intento de negarme. 

Lo prometiste, qué intentarías cambiar tu actitud. 

Y para qué darle más vueltas al asunto, se lo debía, por todas las noches en vela que había pasado a causa de mis pesadillas, no tenía derecho a rehusarme a ninguna de sus peticiones. 

Solté un suspiro. 

Las cosas parecían ir mejor desde hace un par de semanas, mis visitas al hospital volvieron a ser constantes, mis revisiones eran supervisadas por el señor: «deja de comportarte como una chiquilla y comienza a madurar». 

Y aunque pudiera parecer molesto y pesado, el hecho de que se preocupara por mí me gustaba. 

Las clases también habían culminado, este ciclo escolar era el que tenía que cumplir antes de ser asignada a prácticas dentro del hospital, algo que había estado esperando desde hace ya bastante tiempo, me sentía extasiada al pensar en ello. 

Y lo mejor era que Yukio-senpai estaría ahí para apoyarme. 

Me gustaba eso. 

Las pláticas llenas de risas y anécdotas divertidas. 

Las caminatas nocturnas en donde podía dejar que mi corazón se curara poco a poco. Saber que Sasuke-kun  regresaría había causado en mí un gran estrago. 

No estaba segura qué debería de hacer, aunque el hecho de que estuviera en la ciudad no aseguraba que me buscaría, ni siquiera había tenido noticias de Itachi o su madre, todo había quedado en el pasado. 

En cambio ocupaba mi mente en mis proyectos, en mi carrera; solía hablar por horas con Yukio sobre la especialidad adecuada que quería tomar después de terminar con las prácticas. Él había optado por neurocirugía, algo que realmente admiraba ya que había operaciones que solían durar más de doce horas continuas. 

Hablábamos algunas veces sobre todo y otras sobre nada. 

Jamás sobre algo más que una relación entre nosotros que no fuera amistad, y eso era agradable, no tener la presión constante o incomodidad. 

Él se había convertido en quien apartaba mis lágrimas. 

Y sobre todo me protegía de los chicos que se acercaban a mí con segundas intenciones. 

Un: —«Hola cariño, ¿quién es tu amigo?»— su brazo pasando por mis hombros y su gran mano tomando mi cabeza, acercándome a sus labios para besar mi sien mientras sus largos dedos se enredaban en mi cabello bastaba para que todos esos chicos pensaran que había algo entre nosotros. 

Ese era el rumor que rondaba en la universidad, aunque quienes nos conocían de verdad —como su grupo de amigos —estaban enterados en que él solo lo hacía por cuidarme, tal vez como un hermano mayor cuida a su pequeña hermana que está más loca que una cabra. 

Quizá eso era. 

Su sonrisa tan diferente a la de Sasuke; dulce y cálida, esos ojos azules que me recordaban un poco al lago que estaba en mi antigua casa, en donde vivía con mi madre y mi padre antes de que ella muriera. Yukio-senpai era eso, un catalizador a mis miedos, un apoyo a mis complejos. 

Y ahora no entendía porque el sonrojo en mis mejillas. 

Días anteriores había estado pensando sobre la diferencia entre el tiempo que había pasado desde que conocía a Sasuke, para ser sincera solo fueron alrededor de tres meses. Comparado con el tiempo que llevaba conociendo a Yukio era demasiado poco, él ya tenía tres años soportando mis berrinches. 

Aunque, estaba firmemente convencida de que esos tres y cortos meses bastaron para que mi corazón fuera robado, para que nadie pudiera ocupar su lugar en mis pensamientos. 

Y esa era la razón que me llevaba a la situación en la que me encontraba, después de todo ese tiempo no podía olvidarlo. Aún lo amaba con cada fibra de mi piel. 

—Estoy bastante loca, ¿no? —pregunté a mi acompañante, quien de inmediato se acercó más a mí y se recostó brindándome un poco de su calor. 

Dirigí mi mano a la cabeza de Hachi, el amigo peludo de Yukio-senpai; un hermoso Akita, tan blanco como la nieve en invierno, me atrevía a decir que su pelaje estaba incluso más limpio que mi cabello.  

—Esto me gusta de ti, que eres bueno escuchando. —Volví a hablarle y él como respuesta se irguió y ladró una vez para sacar la lengua en seguida. Sonreí, mis ojos captaron una rama cercana, solo bastó que estirara mi mano para poder tomarla —. Ve por ella. —De inmediato Hachi corrió detrás de la rama. 

Amaba a ese perro. 

Corría de manera atlética, su pelaje resaltaba más con los rayos de la luz del sol, era un día en extremo tranquilo. Realicé el mismo acto un par de veces más, y como la primera vez, Hachi traía de vuelta la rama hasta donde estaba yo para que el juego volviera a comenzar. Después de todo había sido una buena idea cuidar de él. Una vez más lancé la rama y sin poder evitarlo mi postura cambió a una ansiosa cuando la escena frente a mí comenzó a ser desarrollada: Yukio-senpai había regresado, y ahora acariciaba a Hachi mientras este corría y brincaba alrededor de él feliz por verlo. 

Me puse de pie todavía junto al árbol sacudiendo mi ropa que se había ensuciado un poco por las hojas secas del suelo, su mirada se dirigió a mí para regalarme una sonrisa. Hachi se echó a correr en mi dirección siendo seguido por el andar pasivo de Yukio-senpai. 

—Pensé que tardarías más tiempo en regresar —comenté una vez llegó frente a mí, Hachi ladraba entusiasmado revoloteando a nuestro alrededor  —. ¿Pasó algo? —pregunté al no recibir respuesta por parte de él. Su mirada reflejaba tristeza, añoranza pero también paz. 

Negó con la cabeza y en un movimiento inesperado me jaló contra él, tomando mi cabeza y abrazándome contra su pecho, mis manos se habían quedado frente a mi cuerpo también contra su pecho y sus dedos se enredaron fervientemente en mi nuca, en mis hebras. 

Tenía los ojos abiertos ante la sorpresa de su acción inesperada, escuchaba el latir apresurado de su corazón.

Unos minutos pasaron, minutos en los cuales solamente el viento y el ladrido de Hachi se perdía entre las risas de los niños que continuaban jugando en la parte baja del lugar, yo estaba demasiado concentrada en el golpeteo de sus palpitaciones en mi oído, las cuales con el pasar del tiempo fueron bajando su ritmo. 

—¿Senpai? —Alcé la vista, su mirada estaba clavada en la mía. Ahora, su mano que yacía en mi nuca se dirigió a mi rostro, y de esa forma ancló esos ojos que me recordaba a mi hogar, tan azules como los reflejos del lago en primavera. 

Algo extraño se abría paso en mi interior, confusión de todos mis sentidos y pensamientos. Porque no podía ordenar las palabras, tenía tanto tiempo que no sentía esa cercanía, no como la que siempre me brindaba, esta vez era diferente. 

—Estás helada. —Fue lo que dijo al pasar su pulgar en mi mejilla. 

Estaba algo desorientada, él jamás era tan cercano, no de esta manera. El Yukio-senpai que conocía se encargaba de ser dulce, sí, estricto; pero jamás intimidante de esa forma. 

Fue hasta que Hachi ladró a un lado de nosotros que él salió de su trance y sus ojos se apartaron de los míos, terminado ese juego de miradas, ahora sus ojos intensos pasaban a su mascota, ya no con esa mirada, pero sí con la dulce que ya conocía. 

—¿Sucede algo Senpai? —cuestioné cuando se colocó de cuclillas para darle caricias a Hachi en su cabeza, el can movía la cola y disfrutaba de la atención de su dueño. 

—En absoluto. 

Una mirada de soslayo, una sonrisa obnubilada. 


El crujir de un par de ramas al ser pisadas, manos en los bolsillo y cuatro patitas adelante más suaves, la paz que esa tarde sentía era una que tenía tiempo que no experimentaba. 

—¿Cómo te ha ido en tu asunto? —pregunté tomando la atención de Yukio-senpai. 

—Mejor de lo que esperaba —dijo con un intento de sonrisa. 

—Pues no te ves muy feliz que digamos. 

Unos segundos pasaron antes de que volviera a hablar. 

—Algunas veces lo que importa es hacer las cosas bien, lo que es correcto  —comentó algo taciturno. 

Me quedé observándolo fijamente, esa expresión de serenidad adornaba su rostro. 

—¿Estabas teniendo sexo ocasional con alguna chica comprometida? —Mi pregunta había salido de repente, él actuaba de una forma extraña. Elevé una ceja en señal de interrogación y él casi se atraganta con la carcajada que soltó. 

—¿De verdad crees que yo haría algo así? 

—Has estado actuando extraño estos días —referí a días pasados en donde su comportamiento no era el normal —. Nervioso, ansioso. No lo sé. 

Volví a ver hacia enfrente, casi en donde las calles comenzaban a aparecer frente a nuestros ojos. 

Los faroles poco a poco se encendían alumbrando todo a nuestro paso. 

—Solo pensaba, en el día en que te conocí. 

El día en que nos conocimos. 

—Cuando te tocó hacer guardia en el hospital —afirmé. Era lo único que recordaba, haber despertado siendo observada por ese par de ojos azules. 

Ese día...

Silencio nuevamente. 

—Ha sido ya bastante tiempo, ¿no? 

—Algo. Has cambiado bastante —dijo con una sonrisa negando un par de veces —. Estos días has hecho las cosas de mejor forma. —Sus pasos se detuvieron y los míos junto con ellos, giré mi cuerpo quedando frente a él quien había colocado su mano en mi cabeza —. Estoy orgulloso de ti. 

Era tan alto, incluso más de cómo recordaba a Sasuke-kun … Y una vez más me golpeaba internamente al seguir haciendo tales comparaciones. 

—Quizá pronto no me necesites. —Reanudó sus pasos mientras yo sentía un golpe en mi pecho. Como la sensación de algo rompiéndose, de una aguja clavada en mi corazón. 

—¿Qué? —Me quedé ahí parada, Hachi corría de un lado a otro jugueteando como cualquier cachorro sano—. Piensas dejarme —aseguré intentando entender el sentido de sus palabras 

¿Dejarme? 

No me pertenecía. 

Yo no le pertenecía. 

Mi corazón seguía ocupado y así sería por la la eternidad, pero tener a Yukio-senpai a mi lado era la única manera en que mi cordura seguía en pie. 

Sus pasos volvieron a detenerse y sin verme habló: 

—Eso jamás. —El alivio llegó de inmediato ante sus palabras —. Hasta que tú estés lista, hasta que tú decidas que eso es lo que quieres. 

—Senpai... 

Sentía mis pupilas temblar, no quería volver a sentirme abandonada, no quería que ese sentimiento regresara. 

Me apresuré a él como una niña pequeña, buscando el consuelo de un hermano, y mis manos se aferraron a uno de sus brazos, al momento que ocultaba mi rostro entre la tela suave de su sudadera oscura. 

Una vez más sentí sus caricias en mis mejillas. Sus dedos helados delinear la línea de mi mentón, recorrer mi cabello, mis orejas. De una manera tan delicada, la tibieza del aire que salía de su nariz me hacía cosquillas en la cara. 

—¿Aún lo amas? —preguntó de manera lenta, con la voz cargada de pesar. Me había tomado por sorpresa. 

Él y yo jamás hablábamos de ese tipo de cosas, él no sabía por mí sobre Sasuke-kun . Ese era un tema que nunca tocábamos, estaba segura de que Tsunade  se había encargado de contarle la historia, pero en esos tres años que teníamos de amistad yo jamás mencionaba su nombre.

No podía contestar eso. 

No podía dejar que la verdad saliera por mis labios. 

Pero la respuesta era bastante obvia, mucho más porque me encontraba tensa, mi agarre había incrementado ya que mis dedos estaban casi clavados en su bíceps. 

—Sakura. 

¿Porqué lo hacía tan difícil? 

Las cosas iban bastante bien, ¿no? 

Estaba haciendo las cosas mejor cada día, estaba asistiendo a las estúpidas consultas, pensando un futuro tomando las clases de universidad, intentando que mi vida siguiera su curso, tratando de que funcionara de alguna manera; y ahora él hacía esas preguntas. 

Sin darme cuenta mi agarre había incrementado. 

—Sakura. —Nuevamente mi nombre pronunciado, buscando una respuesta a esa pregunta que realmente no quería contestar. 

Sakura... 

Un par de imágenes se reprodujeron en mi cabeza. 

Una sonrisa torcida. 

Esos ojos oscuros, tan profundos. 

Sus labios ardiendo sobre los míos en medio del invierno. 

El aroma inconfundible de su piel.

Todo de él. 

Apreté los ojos con fuerza intentando suprimir los recuerdos, de estar en sus brazos en medio de la noche con los sonidos de los monitores del hospital de fondo, concentrada en las caricias que me otorgaba, sin sentir el frío de la nieve mientras me desangraba, su agarre fuerte sosteniendo mi cuerpo contra el suyo. Ese era el lugar en el que quería vivir, el lugar en el que quería morir. 

Quedate conmigo...

—¡Sakura! 

Abrí los ojos de golpe, no sabía cuánto tiempo había pasado pero una gran bocanada de aire entró por mi boca con desesperación. 

—¿Estás bien? —Mi vista nublada siendo interceptada por sus ojos azules mirándome con preocupación, sus manos en mis hombros y su rostro tan cerca del mío que sentía su aliento en mi piel, asentí con el corazón dando golpes fuertes en mi pecho, él de inmediato exhaló —. Mierda Sakura, no me asustes así. 

Ahora eran sus brazos los que me estrechaban fuertemente, sus dedos los que acariciaban mi cabello de manera sublime.

Mis pies no reaccionaba, como si hubiera quedado anclada al suelo. Con cuidado me guió hasta una banca cercana y sin soltar mi mano me ayudó a sentarme. Hachi se recostó enfrente de nosotros bajando sus orejas y cerrando los ojos, había sido un largo día para él. 

—Lamento hacerte recordar —negué. No era él quien tenía la culpa, era yo porque no dejaba que Sasuke-kun  saliera de mi cabeza que abandonará mi corazón. 

—No tienes por qué, aún soy una chiquilla inmadura. 

Yukio soltó una risa ronca. 

—Cómo cuando te conocí y eras una completa agresiva. —Me ruboricé un poco. Recordaba haberle aventado un paquete de suero vacío por una rabieta infantil. 

—Realmente no entiendo como me has aguantado tanto —comenté con ironía. 

—Es porque...

Un par de niños corrieron hacia nosotros para acercarse  a nuestro pequeño amigo peludo. 

—¡Qué bonito! —exclamó una pequeña niña de cabello arriba de la barbilla y ojos cafés. 

Pero antes de que yo estuviera poniendo atención a los mil comentarios  de los pequeños  mi atención estaba en la respuesta de quien estaba sentado a mi lado. 

—Es un secreto. 

Una sonrisa dulce y su dedo índice sobre sus labios mientras uno de sus ojos se cerraba para guiñarme.

—¿Cómo se llama? —preguntó un niño que llevaba puesta una gorra azul, de inmediato la atención de Yukio pasó de mí a los niños para sentarse en el suelo junto a Hachi. 

—Hachi, es muy amigable. —Colocó su mano sobre la cabeza de su peludo amigo y este de inmediato se restregó contra su palma al mismo tiempo que su cola se movía. 

¿Qué razones tendría para hacer lo que hacía? 

¿Por qué me cuidaba tanto? 

No lo sabía, pero agradecía al cielo porque nuestros caminos se hubieran cruzado. Por ser él a quien le tocó esa noche hacer guardia en el hospital, esa noche en que lo conocí. 

—¿Es de usted señorita? —preguntó otro pequeño, sonreí e hice como Yukio; me senté en el suelo del otro lado de Hachi respondiendo las preguntas de los niños. 

—Hoy no podré acompañarte hasta tu piso —dijo Yukio-senpai una vez llegamos al edificio en el que residía, la noche había caído cubriendo el cielo de estrellas escondidas a causa de la luz artificial. 

Su dedo índice señaló un letrero que conocía bastante bien y que odiaba desde que conocí a Hachi. 

«Prohibida la entrada a mascotas» 

Leí mentalmente y mi expresión de molestia apareció de inmediato, Yukio solamente soltó una risa sutil. 

—Cuando sea dueña del edificio cambiaré ese letrero.

—Estoy seguro que sí. 

Colocó su mano en mi cabeza y antes de revolver mi cabello como normalmente lo hacía me acercó a él para darme un pequeño beso en la frente. 

Una acción extraña que rara vez se permitía hacer, pero que no me molestaba en absoluto. Cerré los ojos sintiendo esa calidez de sus labios, confiaba tanto en él, estaba segura de que Yukio nunca me traicionaría, que jamás me guardaría un secreto como todos los demás lo hacían. 

—Descansa Senpai. 

—Tú también enana. 

Entré bajo su atenta mirada, las puertas se abrieron automáticamente. Adentro estaba más cálido a causa de la calefacción, caminé por la recepción hasta el elevador dando un saludo a la chica que se encontraba tras el mostrador, y al llegar me detuve para esperar el ascensor; presioné el botón para que descendiera, poco a poco los pisos comenzaron a retroceder en la pantalla en donde iban del número cinco hasta la planta baja. El lugar  se encontraba en silencio, estaba segura de que papá todavía no llegaba, era el día en que uno de sus casos  más importantes sería expuesto. Las puertas metálicas se abrieron. Di un par de pasos quedando de espaldas a la puerta cuando me acordé de que no estaba segura de si llevaba las llaves conmigo, de inmediato palpé mis bolsillos. 

Era lo último que quería, quedarme afuera de mi apartamento.

Sentí un gran alivio al encontrar las llaves en la bolsa de la sudadera. 

—Solo eso faltaría —negué divertida. Me di la media vuelta para quedar frente a las puertas del ascensor pero mi vista se vio obstruida cuando un chico colocó su mano para evitar que las puertas se cerraran.

Sin darme cuenta estaba estática observando a aquel chico. 

Alto, cabello largo, poco más arriba de los hombros de un color rubio como si se hubiera hecho alguna decoloración. Me había topado con personas con colores inusuales de cabello así que no me pareció extraño; su mentón estaba cubierto por una ligera capa de vello facial, tal vez de días sin rasurar. El chico llevaba una camiseta blanca y una chaqueta de cuero parecida a la de los motociclistas. Tenía aroma a cigarrillo y loción. 

Pero lo que más llamó mi atención fueron esos ojos que atraparon los míos por una fracción de segundo, no por el color ya que eran de un marrón tan común como los de mi padre, pero su mirada penetrante y fija me produjo escalofríos. 

Me alejé hasta una esquina, algo no estaba bien, ese chico... No me agradaba y yo jamás me equivocaba con eso. 

No dijo nada. 

No hubieron palabras. 

El miraba hacia el frente, solo fueron esos segundos escasos en los que nuestras miradas chocaron, pero ahora su vista se mantenía fija en la puerta mientras yo intentaba fundirme contra la esquina del ascensor. 

Unos pocos segundos pasaron, pero para mí parecieron horas. 

Mi piel se erizaba con su sola presencia. 

El chico no me miró en lo que resto del trayecto. El ascensor pasó por el piso ocho, y al llegar al nueve las puertas se abrieron. Sus pasos eran pesados, portaba un par de botas estilo militar; admitía que era apuesto, pero había algo en él, algo en sus ojos me recordaba el miedo que sentí hace bastante tiempo. 

Solté un suspiro cuando las puertas del ascensor se cerraron y su silueta se perdió detrás del metal. Subí a mi piso tras soltar el aire con pesar. Y una vez las puertas se volvieron a abrir salí a paso apresurado directo a mi apartamento como si alguien fuera tras de mí. Abrí la puerta asegurando de inmediato. 

—¿Estás bien? —escuché desde la sala de estar la voz de papá. 

Pegué un pequeño brinco al escucharlo y coloqué la mano en mi pecho para calmar mi corazón, ese chico me había perturbado en gran manera. 

—Llegas tarde —dijo sorprendido, no era usual en mí llegar a tales horas de la noche. 

—Lo lamento, estaba con Yukio-senpai y se nos fue el tiempo volando. 

Papá elevó una ceja y caminó hacia mí, observandome detenidamente. 

—Te ves asustada, como si acabaras de ver a un fantasma —aseguró. 

Solo era mi imaginación. 

Solo estaba siendo paranoica. 

—No es nada, en serio. 

—¿Segura? —cuestionó nuevamente. 

Asentí, ya más tranquila. No quería preocuparlo por una niñería, así que lo mejor que pude hacer fue cambiar el tema. 

—Mejor dime, ¿qué tal tu caso? 

Una sonrisa apareció en el rostro de mi padre.

—Ganamos. 

Tenía bastante tiempo que no veía a mi padre relajado, desde hace seis meses aquel caso le quitaba el sueño y cambiaba su humor. Jamás lo había visto estar tan concentrado en un caso. Imaginaba que tal vez esta vez era más importante de lo usual. 

—Me alegra papá. 

Mi padre caminó por el pasillo, sus pisadas no tenían cadencia, como si su andar fuera dificultoso, estaba cansado. 

—Descansa hija, mañana todo será mejor —habló deteniéndose a mitad del pasillo. 

—Descansa papá. 

Sonreí de manera sincera. 

Papá de igual manera  me dirigió una sonrisa para así reanudar su camino hacia su habitación. 

Me alegraba que por fin después de tanto tiempo él pudiera descansar en paz. 

Y yo estaba segura de que efectivamente, el día de mañana sería mejor. 


Hola personitas bellas, les quería preguntar.

¿Qué piensan del nuevo personaje?, Me refiero a Yukio. 

Quizá es extraño que se añada un personaje que no tiene nada que ver con la serie, pero creo que haberlo metido desde el libro anterior no hace tan abrupta su aparición porque antes era un personaje sin sentido. 

¿Y alguien imagina que sucederá cuando Sasuke  y Sakura se vaya a reencontrar?

Pues les tengo una sorpresa, el próximo capítulo tratará de eso.

 |IMPORTANTE|

Una disculpa, no he podido responder los comentarios porque si no los contesto en ese momento no me deja abrirlos directamente en la publicación. No tengo idea de por qué, pero de igual manera siempre estoy al pendiente y los leo.

Gracias C:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro